lunes, 7 de marzo de 2016

Eduardo Gudynas reivindica una alternativa frente a modelos de desarrollo extractivistas


Economistas sin Fronteras


Una de las principales problemáticas a la hora de salir del modelo de desarrollo convencional capitalista, es la incapacidad de los gobiernos, ya sean conservadores o progresistas, de romper con un modelo de crecimiento basado en la explotación a gran escala de los recursos naturales. Este hecho impide el nacimiento de una auténtica alternativa, según afirmó Eduardo Gudynas, ecólogo social, investigador, docente y Secretario Ejecutivo de CLAES (Centro Latino Americano de Ecología Social); en la conferencia “El Buen Vivir, Una alternativa al desarrollo”, que organizó Economistas sin Fronteras y Ecooo, con la colaboración de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) el pasado 23 de febrero.
En ese sentido, Gudynas calificó esta estrategia de crecimiento como un modelo de desarrollo “zombi”, porque vuelve una y otra vez y no sirve para cambiar un problema estructural en relación a cómo gestionamos los recursos. Un desarrollo que es por excelencia “extractivista”, independientemente de las ideologías. Para ilustrarlo recurrió a distintos ejemplos en Asia y Latinoamérica, donde el concepto desarrollista gira en torno a una idea de crecimiento económico basado fundamentalmente en la inversión extranjera y la explotación de los recursos naturales, capaces de influir en el auge del consumo.


Impacto medioambiental y violación de derechos humanos


De hecho, Gudynas nos recordó que el boom económico de los últimos 15 años en América del sur, se debe a una estrategia de desarrollo que fomenta ese modelo, lo que ha generado un fuerte impacto medioambiental y ha favorecido la violación sistemática de los derechos humanos a través del tráfico de personas. Un coste que nunca es contemplado a la hora de hablar de desarrollo.
Asimismo, aprovechó para cuestionar que la nacionalización de los recursos naturales en América del sur sea algo clave a la hora de hablar de un verdadero motor de cambio social desde el punto de vista del desarrollo, ya que según su opinión la propiedad de los recursos no es determinante, pero sí lo son las cadenas de producción, distribución y comercialización.
En ese sentido, puso como ejemplo, aquellos gobiernos progresistas, supuestamente más comprometidos con la erradicación de la pobreza, como fueron los casos de los gobiernos de José Mújica y Lula da Silva, que aplicaron igualmente una estrategia de desarrollo extractivista para fomentar el crecimiento del PIB, relacionando la idea de progreso fundamentalmente a un mayor acceso al consumo. Ya que, según su opinión, los gobiernos de izquierdas, asocian el progresismo a un concepto de redistribución económica, obviando sin embargo los costes humanos y medioambientales que genera la explotación de los recursos naturales.

La alternativa, un modelo de desarrollo no extraccionista


Gudynas, precursor de la idea de un desarrollo sostenible, capaz de cubrir las necesidades humanas respetando el equilibrio de la naturaleza y los derechos humanos, reflexionó sobre la evolución del concepto de progreso, propio del siglo XIX, hasta la irrupción del concepto de Desarrollo tal y como lo percibimos hoy.
Para él, el auténtico problema es la existencia de una pre-cultura que asocia el bienestar al nivel de consumo, en lugar de usar otros indicadores. Por ello, aboga por crear una auténtica alternativa, frente a las variantes de desarrollo existentes, tomando como referencia los valores de los pueblos indígenas, íntimamente ligados al respeto por la naturaleza. En ese sentido, nombró a figuras relevantes que defienden un modelo diferente de desarrollo, como es el caso de Alberto Acosta Espinosa, presidente de la Asamblea Constituyente de Ecuador o Simón Yampara Huarachi, sociólogo investigador aymara.
Según Gudynas, no se puede crear una guía planetaria para promover “el buen vivir”, ya que cada país tiene una coyuntura cultural, económica y de recursos distinta. Los saberes son diversos y se gana con la articulación de todos ellos. Para lograr un mayor equilibrio habría que romper con la tradición moderna, y concebir lo “No Humano” como algo que también está sujeto a derechos, situando lo humano y la naturaleza al mismo nivel. Con el objetivo de repensar el desarrollo, es necesario imaginar un mundo donde no exista el extraccionismo. Según su opinión el dinero que se invierte en esta actividad podría utilizarse para investigar otros modelos de producción. Actualmente existen ya líneas de trabajo de diversas organizaciones sociales y académicas que buscan demostrar que un modelo de desarrollo realmente diferente es posible. En ese sentido, nombró el proyecto transiciones.org, una iniciativa que investiga las posibles alternativas a las concepción de desarrollo actual para comprometerse con la erradicación de la pobreza y la protección de la naturaleza.


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