jueves, 23 de noviembre de 2017

Una implosión mayor y más rápida que en nuestras peores pesadillas


Jorge Riechmann
El diario

Pronto será demasiado tarde, advierten quince mil voces desde el mejor conocimiento científico hoy disponible


El pasado mes de octubre se hacía pública en EEUU otra noticia más desde el frente de batalla de la guerra de las sociedades industriales contra la vida: se alertaba de una enorme mortandad de salmones en el estado de Washington, seguramente causada por contaminantes que resultan del tráfico rodado (polvo de desgaste de frenos, gasolina, gasóleo, fluidos tóxicos) . Uno de los ensayistas de referencia sobre cuestiones ecológicas, George Monbiot, que escribe regularmente en The Guardian, comentaba: “El mundo viviente está siendo machacado desde todos los ángulos y colapsa a una velocidad asombrosa. Tal es el efecto del crecimiento económico exponencial. El período de duplicación [del producto económico] es tan breve que vemos el colapso suceder ante nuestros ojos: insectos, salmones, tiburones (y casi todos los peces grandes), leones, elefantes, jirafas, anfibios, pájaros cantores, pingüinos... todos desaparecen mientras estamos mirando. Una implosión mayor y más rápida que en mis peores pesadillas. Pero ¿dónde está la urgencia política? ¿Las cumbres para hacer frente a la emergencia? ¿Las estrategias? Los gobiernos hablan de cualquier cosa excepto de esta catástrofe existencial, penetrada por la creencia religiosa de que el mercado de alguna manera lo resolverá. Cuando precisamente es ‘el mercado’ lo que está impulsando la catástrofe. El PIB es una medida de nuestro progreso hacia el desastre. En cuanto a los medios masivos, la consigna parecería ser ‘no mencionar la guerra contra el mundo natural’. Porque tan pronto como lo mencionas, el cuento económico se derrumba…”. 


Monbiot no exagera: ante la magnitud de la Sexta Gran Extinción que hemos puesto en marcha, si se descorre el velo que pone ante nuestros ojos el negacionismo generalizado de la cultura dominante, uno se queda anonadado, casi mudo. Ningún logro humano –artístico, tecnológico, filosófico, económico…- podría justificar lo que estamos haciendo a los seres vivos y a la entretejida trama de la vida en la Tierra. Creo que nada puede compensar todo ese sufrimiento, tanta devastación.

La destrucción de vida viene causada por diferentes factores que interactúan: la pérdida de hábitats, el cambio climático, el uso intensivo de plaguicidas y varias formas de contaminación industrial, por ejemplo, están diezmando las poblaciones de insectos y aves. Pero –nos dice uno de los grandes economistas ecólogicos del mundo, el canadiense William E. Rees- “el motor general es lo que un ecólogo podría llamar el ‘desplazamiento competitivo’ de la vida no humana por el crecimiento inexorable de la empresa humana. En un planeta finito donde millones de especies comparten el mismo espacio y dependen de los mismos productos finitos de la fotosíntesis, la expansión continua de una especie necesariamente conduce a la contracción y extinción de otras. (Que los políticos toman nota: siempre hay un conflicto entre la población humana más su expansión económica y la ‘protección del medio ambiente’). 


Más seres humanos, más automóviles, más toallitas desechables, más granjas de cerdos y más turismo significa menos vida en la biosfera del tercer planeta del Sistema Solar. Por otra parte, sólo una fatal ignorancia de nuestra ecodependencia hace que pensemos que esa catarata de extinciones no nos afectará a nosotros mismos. No sólo a través de nexos causales bastante obvios (por ejemplo, la gran cantidad de cosechas que en todo el mundo dependen de la actividades polinizadora de insectos, aves e incluso murciélagos) sino, de forma más general, porque es el buen funcionamiento de los intrincadísimos ciclos biosféricos (bio-geo-químicos) lo que hace que el planeta Tierra sea un hogar favorable para nuestra especie. Nosotros formamos parte de la misma naturaleza que estamos degradando; la guerra nos la hacemos también a nosotros mismos.
Nada de esto es muy nuevo: esta guerra contra la vida se intensificó desde 1950 aproximadamente (el período que conocemos como la “Gran Aceleración”) y ha conducido a resultados tan estupefacientes como que la mitad de los combustibles fósiles y muchos otros recursos utilizados por los seres humanos los hemos consumido apenas en los últimos cuarenta años –y encima con la distribución brutalmente desigual que es bien conocida . En 1992 la UCS ( Union of Concerned Scientists, Unión de Científicos Comprometidos, una benemérita organización estadounidense sin fines de lucro) lanzó una primera “Advertencia a la humanidad de los científicos del mundo”. La firmaban en aquel año de la “Cumbre de la Tierra” en Río de Janeiro más de 1.700 investigadores, entre ellos la mayoría de premios Nobel en ciencias que estaban entonces vivos . En el vigésimo quinto aniversario de aquella declaración histórica se ha hecho pública una segunda iniciativa, otra “ Última Llamada” que en este caso firman más de 15.000 investigadores e investigadoras de 184 países. La abrumadora mayoría de las amenazas y dinámicas destructivas descritas en 1992 continúan y casi todas “están empeorando de forma alarmante” .

La iniciativa procede de un equipo científico internacional dirigido por William Ripple, profesor de Ciencias Forestales de la Universidad Estatal de Oregón (EE.UU.). En un artículo publicado en la revistaBioScience señalan que el bienestar humano se verá seriamente comprometido por el cambio climático, la desforestación, la mengua de acceso al agua dulce, la extinción de especies y el crecimiento de la población humana. “La humanidad no está tomando las medidas urgentes necesarias para salvaguardar nuestra biosfera en peligro”, avisan los científicos en la revista .
No hay nada de lo que valga la pena ocuparse que no esté en peligro, se nos dice que dijo Jimi Hendrix. Y Pier Paolo Pasolini, por aquellos mismos años: Siamo tutti in pericolo. “Pronto s erá demasiado tarde”, advierten quince mil voces desde el mejor conocimiento científico hoy disponible. Que este “ World Scientists’ Warning to Humanity: A Second Notice” no caiga en saco roto: “Pronto será demasiado tarde para cambiar el rumbo de nuestra trayectoria fallida, y el tiempo se acaba. Debemos reconocer, en nuestra vida cotidiana y en nuestras instituciones de gobierno, que la Tierra es nuestro único hogar”.


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martes, 21 de noviembre de 2017

El calentamiento global afectará inminentemente a las ciudades costeras

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Russia Today

Una nueva herramienta de pronóstico diseñada por científicos del Laboratorio de Propulsión a Reacción de la NASA (California, EE.UU.) permite predecir cómo el deshielo de los glaciares de Groenlandia y de la Antártida, y el consiguiente aumento del nivel del mar, afectaría a varias ciudades costeras

Una nueva herramienta de pronóstico diseñada por científicos del Laboratorio de Propulsión a Reacción de la NASA (California, EE.UU.) permite predecir cómo el deshielo de los glaciares de Groenlandia y de la Antártida, y el consiguiente aumento del nivel del mar, afectaría a varias ciudades costeras.
Los autores del estudio sobre el fenómeno aplicaron su nuevo método, denominado «mapeo gradiente de huellas» (gradient fingerprint mapping o GFM, por sus siglas en inglés), a 293 ciudades portuarias en varias regiones del mundo y obtuvieron las así llamadas huellas graduadas para cada localidad.
El nuevo instrumento toma en cuenta las perturbaciones en la fuerza de gravitación y el giro de la Tierra que influyen en la distribución espacial del agua de los glaciares, así como el efecto que tienen las ubicaciones de los sistemas del drenaje en cada ciudad.
EL MAPA DE DESHIELO
Según el mapa interactivo, que muestra las huellas graduales para cada una de las ciudades estudiadas, las urbes latinoamericanas como Rio de Janeiro, Caracas, Lima y Santiago de Chile, se verían afectadas por el aumento del nivel del mar, a causa del deshielo de la parte suroeste de la Antártida, así como de la parte sur de Groenlandia.
- En particular, el deshielo en la península Antártida, que es la porción de tierra más septentrional del continente helado, afectará a las ciudades latinoamericanas, aunque no tanto a Buenos Aires y Montevideo.
- Los glaciares que primero elevarán el nivel del mar en Barcelona y Gibraltar se encuentran en el oeste de Groenlandia, según el mapa.
- En el caso de Nueva York, el deshielo de las partes septentrionales y orientales de Groenlandia entraña el mayor peligro, mientras que para Londres la súbita subida del nivel del mar local vendría provocada por los cambios en el noroeste de Groenlandia, explica el estudio.
- Si bien ninguna de las ciudades mexicanas aparece en el mapa, el modelo del efecto de calentamiento para San Diego o Nueva Orleans es semejante al del resto de ciudades latinoamericanas.
«Podemos calcular la sensibilidad exacta para una ciudad específica, de un nivel del mar respecto de cada masa de hielo en el mundo», explicó uno de los principales autores del estudio, Eric Larour.
Fuente: http://www.granma.cu/mundo/2017-11-17/el-calentamiento-global-afectara-inminentemente-a-las-ciudades-costeras-17-11-2017-22-11-28


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La sociedad civil actúa ante la irresponsabilidad de los gobiernos


Tribunal Internacional de los Derechos de la Naturaleza

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Alberto Acosta
Rebelión


“Cualquier cosa contraria a la Naturaleza lo es también a la razón;
cualquier cosa contraria a la razón es absurda”
 Baruch de Spinoza

Un árbol no tiene ningún significado para una empresa”, afirmó Mirian Cisneros, presidenta kichwa de la comunidad amazónica de Sarayaku. Pero ese mismo árbol tiene gran sentido para Mirian y su comunidad, pues “si se corta un árbol, se corta la casa de los espíritus sagrados”. En s u relato resonó la larga y compleja lucha de su comunidad contra el Estado ecuatoriano y la petrolera argentina Compañía General de Combustibles (CGC). Durante el neoliberalismo dicha empresa entró en territorio de la comunidad a buscar petróleo sin autorización de la comunidad y, con complicidad del Estado, colocó a la fuerza casi una tonelada de pentolita (un poderoso explosivo utilizado en la prospección sísmica).
La resistencia de Sarayaku paró la actividad petrolera. En 2003 sus habitantes denunciaron el caso ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, llegando a la Corte Interamericana en 2010. Dos años después, este máximo tribunal resolvió a favor de Sarayaku, un pequeño poblado amazónico que aún resiste a las petroleras y al Estado . Pero a pesar de dichas resoluciones, el gobierno de Rafael Correa -atropellando de nuevo la voluntad de Sarayaku- entregó parte de su territorio a la petrolera china Petroandes.
El testimonio de Miriam Cisneros dio base para que el Tribunal Internacional por los Derechos de la Naturaleza construyera, junto con otros casos de destrucción ambiental en el mundo, su veredicto en contra de varios Estados irresponsables. Este Tribunal sesionó el 7 y 8 de noviembre en Bonn, en paralelo a la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP­-23). Y allí se condenó varias violaciones a los Derechos de la Naturaleza y a los Derechos Humanos en Alemania, Argentina, Brasil, Bolivia, Ecuador, España, EEUU, Guayana Francesa, Isla Mauricio, Nigeria, Perú, Rusia, Sudáfrica, Suecia.
Presidió la sesión Tom Goldtooth, de la Red Indígena Medioambiental. Como jueces actuaron Cormac Cullinan, del Instituto de Derecho Salvaje de Sudáfrica; Osprey Orielle Lake, de la Red de Mujeres por la Tierra y la Acción Climática, de Estados Unidos; la italiana Simona Fraudatario, del Tribunal Permanente de los Pueblos; Shannon Biggs, de Movement Rights, de Estados Unidos; el senador argentino Fernando Pino Solanas; la exdiputada alemana Ute Koczy; la keniata Ruth Nyambura, del Colectivo Africano de Ecofeministas; y, Alberto Acosta, expresidente de la Asamblea Constituyente de Ecuador. De fiscales de la acusación ejercieron Ramiro Ávila, jurista y profesor de la Universidad Andina Simón Bolívar de Ecuador, y la estadunidense Linda Sheehan, de la organización Planet Pledge.
La primera vez que este Tribunal sesionó fue en 2014, en Quito. Siguieron reuniones similares en Lima y Paris, ambos casos en paralelo a las Cumbres Climáticas de Naciones Unidas, en 2014 y 2015; también ha sesionado sobre temas específicos en Australia, Ecuador y EEUU.
En esta ocasión el Tribunal escuchó testimonios sobre fractura hidráulica (fracking) en EEUU y Argentina; energía nuclear en Sudáfrica con participación rusa; minería de lignito en Alemania, solo a 50 kilómetros de la conferencia COP 23 en Bonn; extractivismos y su infraestructura en la Amazonía, como la carretera que atraviesa el TIPNIS en Bolivia; proyectos REDD+ o similares, como Socio-Bosque en Ecuador; monocultivos que despojan agua en Almería – España; el impacto de los tratados de libre comercio sobre la Naturaleza. Un tratamiento especial se dio a los defensores de la Naturaleza en EEUU (pueblo Siux), Rusia (pueblo Shor) y Suecia (pueblo Sámi).
Durante estos dos días de intensas sesiones, 53 personas de 19 países presentaron dichas violaciones de los Derechos de la Naturaleza. Además, quedó evidenciado que los pueblos indígenas de todo el mundo son fundamentales en la defensa de la Madre Tierra, por lo que destacó su actuación en todo el proceso del Tribunal, como expertos y testigos.
De hecho, el Tribunal enjuició a la actual civilización capitalista: un sistema de patrones de dominación/explotación/conflicto -como diría el gran pensador latinoamericano Aníbal Quijano- creados por el dominio del capital en la política y la economía, cuya expansión destruye la Naturaleza y persigue a sus defensores. Este Tribunal exigió cambios estructurales y sistémicos para que se respeten los Derechos Humanos y de la Naturaleza, implicando -entre otros puntos fundamentales, como la equidad y la igualdad- la no criminalización de los defensores de dichos derechos y la urgente desmercantilización de la Naturaleza.
El marco jurídico referencial de este Tribunal es la Declaración Universal de los Derechos de la Madre Tierra, expedida en 2010 en la Cumbre de los Pueblos en Tikipaya, Bolivia; así como la Constitución del Ecuador de 2008: la única en el mundo que hasta ahora reconoce a la Naturaleza como sujeto de derechos. Incluso en este Tribunal se desnudó el nefasto papel de los sistemas jurídicos imperantes en facilitar el cambio climático y la degradación de la Naturaleza a nivel mundial.
Este Tribunal internacional, inspirado en el Tribunal Russell -conocido también como Tribunal Internacional sobre Crímenes de Guerra o Tribunal Russell-Sartre- creado en 1966 para condenar los crímenes del imperialismo yanqui en Indochina, es una iniciativa de la sociedad civil para reunir públicamente testimonios sobre la destrucción de la Pachamama o Madre Tierra, así como la criminalización de sus defensores.
Es claro que cualquier acuerdo en la COP 23 y las acciones de allí derivadas en combate del cambio climático serán estériles si los gobiernos siguen ampliando los extractivismos, profundizando el uso de combustibles fósiles y nucleares, permitiendo a las corporaciones aprovechar mecanismos de resolución controversiales en los acuerdos comerciales para impedir la adopción de medidas efectivas para proteger la vida. Ningún acuerdo alcanzado desde la formalidad internacional enfrentará al cambio climático si sigue agudizándose la mercantilización y la financiarización de la Pachamama: la “economía verde” es una vía contraria a los Derechos de la Naturaleza y, por ende, a los Derechos Humanos.
De hecho la situación se empeora aceleradamente. Basta ver la evolución de la emisión de COluego del tan promocionado (como inútil) acuerdo de Paris en el 2015. Ese año dicha emisión fue de 3,3 partes por millón/año, con lo que la concentración de gases de efecto invernadero alcanzó las 403,3 partes por millón, la cifra más alta hasta ahora, de acuerdo a datos de la Organización Meteorológica Mundial. Una concentración de gases, que si mantuviera en ese nivel, nos afectará los próximos mil años. Es por tanto preocupante el impacto que esta situación provoca y seguirá provocando en los ecosistemas marinos y terrestres, con efectos negativos para los seres humanos y para la Pachamama. Y bien sabemos que la situación de sigue deteriorando.
En estas circunstancias, cuando los gobiernos no asumen su responsabilidad, la sociedad civil responde -de nuevo- tomando la delantera. Así, mientras que la COP 23 fue un festival de falsas soluciones y de promesas sin compromiso, la sociedad civil identifica a los responsables por sus nombres, los sanciona éticamente y suma propuestas concretas a las luchas de resistencia. Así este Tribunal ético es parte de una potente pedagogía liberadora, la cual debe replicarse y ampliarse si la Humanidad no desea devenir en su propio verdugo.


El autor es economista ecuatoriano. Miembro del Tribunal Internacional de los Derechos de la Naturaleza. Ex-presidente de la Asamblea Constituyente


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sábado, 18 de noviembre de 2017

El gobernador de California responde a los activistas indígenas antifracking que él los pondría a ellos “bajo tierra”

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11:44
17:03

Amy Goodman
Democracy Now!


Escuche/Vea/Lea (en inglés)

Seguimos con la transmisión en vivo de Democracy Now! desde la Conferencia de la ONU sobre Cambio Climático en Bonn, Alemania, donde se han congregado representantes de unos 200 países para negociar con el objetivo de fortalecer el histórico Acuerdo de París sobre cambio climático, firmado en 2015. Antes de la conferencia de este año, el presidente Trump había prometido sacar a Estados Unidos del Acuerdo de París. Sin embargo, hay varias delegaciones estadounidenses en Bonn. Una de ellas está conformada por legisladores, universidades, empresas y grupos de fé que, rebelándose contra la iniciativa de Trump, declaran: “Seguimos dentro del Acuerdo”. El sábado, un grupo de manifestantes, en su mayoría indígenas estadounidenses, interrumpió el discurso del gobernador de Califorina, Jerry Brown, en Bonn para demandar que el estado de California prohíba el fracking, bajo la consigna “¡Déjenlo en la tierra!”.

Esta transcripción es un borrador que puede estar sujeto a cambios.AMY GOODMAN : Sí, estamos emitiendo en vivo desde la cumbre de la ONU sobre el cambio climático en Bonn, Alemania, donde representantes de casi 200 naciones se han reunido para participar en las negociaciones destinado a reforzar el histórico acuerdo sobre el cambio climático de París firmado en 2015. Este año, Fiyi ha hecho historia al convertirse en la primera pequeña nación insular en presidir la cumbre de la ONU sobre el cambio climático. El evento se lleva a cabo en Bonn debido a los desafíos logísticos de alojar a 25.000 personas en Fiyi al comienzo de la temporada de ciclones en el Pacífico Sur. Pero aun así se llama la ” COP de la isla”.
El cambio climático plantea una amenaza particularmente devastadora a las naciones insulares con poca altitud como Fiyi. Un nuevo informe dice que Fiyi tendría que gastar cuatro millones y medio de dólares en la próxima década para adaptarse al cambio climático: una suma equivalente a todo su producto interno bruto anual. Mientras tanto, un nuevo informe publicado en el día de hoy muestra que el cambio climático amenaza a uno de cada cuatro sitios naturales del Patrimonio Mundial, desde los Everglades de Florida hasta el Monte Kilimanjaro en Tanzania.
La conferencia sobre el cambio climático de este año se produce después del presidente Trump haya prometido sacar a Estados Unidos del histórico acuerdo sobre el cambio climático de París firmado en 2015. La semana pasada en Bonn, Siria firmó el acuerdo de París, lo que significa que si el presidente Trump cumple su promesa de sacar a Estados Unidos del acuerdo, Estados Unidos se convertiría en la única nación en la Tierra que no forma parte del acuerdo.
De hecho, hay varias delegaciones de Estados Unidos aquí en Bonn. Una es una coalición de legisladores, universidades, compañías y grupos religiosos de EE. UU. que están organizando una revuelta anti-Trump rechazando la decisión de Trump y declarando “Todavía estamos adentro [del acuerdo de París]”.
El sábado, un grupo de manifestantes, muchos de los cuales eran nativos de América del Norte, interrumpió el discurso del gobernador de California, Jerry Brown, aquí en Bonn, pidiendo a California que prohíba el fracking. Los manifestantes gritaron “¡Déjenlo bajo tierra!”
MANIFESTANTES : ¡El fracking de California propaga la contaminación!
GOB . JERRY BROWN : Sí, deseo, desearía no tener contaminación, pero necesitamos nuestros automóviles.
MANIFESTANTES : !Bajo tierra!
GOB . JERRY BROWN : Bajo tierra.
MANIFESTANTES : ¡Bajo tierra!
GOB . JERRY BROWN : Estoy de acuerdo con ustedes. Bajo tierra. Pongámosles a ustedes bajo tierra para que así podamos continuar. De todas formas…
AMY GOODMAN : Ese era el gobernador de California, Jerry Brown, el sábado diciendo: “Pongámosles a ustedes bajo tierra”. Bien, pregunté al gobernador Brown al respecto de sus comentarios justo antes de empezar el programa de hoy.
AMY GOODMAN : El sábado, un grupo de manifestantes, principalmente indígenas estadounidenses…
GOB . JERRY BROWN : Sí.
AMY GOODMAN : …interrumpieron su evento y exigieron la prohibición del fracking.
GOB . JERRY BROWN : No, exigieron la prohibición de toda la producción de petróleo.
AMY GOODMAN : Entonces ellos dijeron…
GOB . JERRY BROWN : Toda la producción de petróleo.
AMY GOODMAN : Entonces dijeron: “Déjenlo bajo tierra”.
GOB . JERRY BROWN : Sí.
AMY GOODMAN : Y usted respondió diciendo: “Pongámosles a ustedes bajo tierra”.
GOB . JERRY BROWN : Sí.
AMY GOODMAN : ¿Puedes explicar a qué se refería?
GOB . JERRY BROWN : Fue una broma. Amy, no use su medio de comunicación para este tipo de tonterías. Esa fue una observación irónica frente a una ruidosa manifestación, que hacía muy difícil escuchar, y mucho más mantener la concentración.
AMY GOODMAN : Pero esas personas eran indígenas estadounidenses, y se lo tomaron muy en serio.
GOB . JERRY BROWN : Mire, nadie ha sido más…
AMY GOODMAN : ¿Se disculpa por haber hecho ese comentario?
GOB . JERRY BROWN : No. Vamos a ver, usted sabe que en California tenemos la política más proteccionista hacía de los indígenas estadounidenses de todo el país. Y tenemos las normas más estrictas respecto al medioambiente y a la industria petrolera. No creo que debamos acabar con la industria petrolera de California para luego traer el petróleo de Venezuela o de lugares donde las reglas son aún peores. Tenemos que acabar con los automóviles. Tenemos que utilizar automóviles eléctricos. Tenemos que utilizar transporte público. Necesitamos un mejor uso de la tierra. Tenemos que resolver el problema. Y lo entiendo, porque lidiamos con protestas todo el tiempo. Pero en California estamos reduciendo nuestro consumo de petróleo. Estamos reduciendo nuestras emisiones gases de efecto invernadero. Eso es lo que tenemos que hacer, no basta con tener lema o realizar una marcha o hablar y hablar. Estoy hablando de la realidad. Y California tiene las reglas de reducción de petróleo más estrictas de Estados Unidos. Nosotros somos los líderes en ese aspecto. Cuando alguien dice: “Desháganse del petróleo”; lo que quiere decir es que debemos deshacernos de nuestros automóviles. Si nos deshacemos de los autos, tendríamos una revolución, y habría tiroteos en las calles.
AMY GOODMAN : Ellos era…
GOB . JERRY BROWN : Nadie dice eso en serio.
AMY GOODMAN : Estaban pidiendo que se prohiba el fracking, como se ha hecho en Nueva York y Maryland.
GOB . JERRY BROWN : No, pedían la prohibición de toda la producción de petróleo.
GOB . AMY GOODMAN : Pero también del fracking. ¿Cuál es su enfoque respecto a eso?
GOB . JERRY BROWN : Mi respuesta es: no creo que tenga sentido importar petróleo por tren. Es muy peligroso. Y la gente que dice: “No extraigas el petróleo de la tierra. Tráelo en tren o en barco”; pero eso es mucho más peligroso. La respuesta es dejar de usar petróleo en los automóviles, en los camiones. Necesitamos una red de vehículos que funcionen con energía renovable. Esa es la respuesta. Y creo que decir algo diferente a eso es intelectualmente deshonesto y no ayuda en nada.
AMY GOODMAN : ¿Está considerando prohibir el fracking?
COORDINADOR : De acuerdo, tenemos que irnos. Gracias. Vámonos.
GOB . JERRY BROWN : Estamos considerando prohibir la extracción de petróleo en los próximos 25 años. La estamos reduciendo. Eso es pura retórica. Pura retórica ¿Qué va a hacer si es…
AMY GOODMAN : Nueva York y Maryland lo han hecho.
COORDINADOR : Tenemos que irnos. Tenemos que irnos.
GOB . JERRY BROWN : Sí, porque no están en la misma situación. Pensilvania no lo ha hecho. Esto es una especie de hábito de la izquierda.
AMY GOODMAN : Bueno, no creo que el fracking lo sea.
COORDINADOR : Vamos.
GOB . JERRY BROWN : No.
AMY GOODMAN : El fracking es un problema muy serio, como usted sabe.
GOB . JERRY BROWN : El fracking es algo muy serio. Y el fracking horizontal es muy peligroso y usa diez veces más agua. Y en California es solo una parte muy pequeña. De lo que estoy hablando es de que nos gustaría poner fin a todas las perforaciones petroleras, pero tenemos que hacerlo de manera sistemática, reduciendo la demanda y no solo el suministro, porque si no reducimos la demanda, obtendremos el suministro por barco y tren, y eso es realmente peligroso para los seres humanos. La gente muere a causa de la importación de petróleo. Esa es la pure verdad. No sé si eso es algo con lo que vayan a querer lidiar, pero le estoy diciendo las cosas como son.
AMY GOODMAN : Escuchábamos al gobernador de California, Jerry Brown.

Traducido y editado por Igor Moreno Unanua y Democracy Now! en Español.
Fuente: http://www.democracynow.org/es/2017/11/13/ca_gov_jerry_brown_tells_indigenous



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Es un problema de supervivencia



Gerardo Honty
La diaria


Se está celebrando en Bonn la 23ª Conferencia de las Partes de la Convención de Cambio Climático (COP 23), que se extenderá hasta el 17 de noviembre. La principal tarea de la reunión es comenzar a definir todos los asuntos que quedaron pendientes tras el Acuerdo de París de 2015. Recordemos que aquel acuerdo, a pesar de los auspiciosos titulares con que fue anunciado, no significó ningún avance respecto de las anteriores decisiones de la convención, y los temas principales no se resolvieron. (1)
Pero la conferencia no empezó de la mejor manera. El secretario general de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), Petteri Taalas, presentó durante la inauguración de la reunión, el 6 de noviembre, un avance de su informe “Estado del clima mundial 2017”. Allí se anuncia que este año va a ser uno de los tres más cálidos jamás registrados (los otros dos fueron 2015 y 2016), con episodios de efectos devastadores –huracanes, inundaciones, olas de calor y sequías– cada vez más frecuentes.
Según adelantó Taalas, los indicadores del cambio climático a largo plazo, como el incremento de las concentraciones de dióxido de carbono, el aumento del nivel del mar y la acidificación del océano, siguen aumentando mientras los hielos del Ártico, la extensión del hielo marino de la Antártida y los glaciares continúan reduciéndose. Las consecuencias previstas de estos cambios para la estabilidad de los ecosistemas terrestres, así como la capacidad de producir alimentos y proveer agua para consumo humano, son muy negativas, pero más se teme por las imprevistas.
Sin embargo, seguramente lo más terrible para las autoridades nacionales allí presentes haya sido el demoledor dato que evidencia la inutilidad del Acuerdo de París. Según el reporte de la OMM, la tasa de aumento del CO2 de 2015 a 2016 –es decir, al año siguiente del tan promocionado acuerdo– fue la más alta jamás registrada, a saber, de 3,3 partes por millón/año. Esto supuso que la concentración de CO2 alcanzara las 403,3 partes por millón, la mayor concentración de gases de efecto invernadero jamás antes registrada. Y los datos en tiempo real de diversos lugares específicos indican que los niveles de dióxido de carbono, metano y óxido nitroso siguieron aumentando en 2017.
Las olas de calor aumentaron en todo el mundo. Las muertes y enfermedades relacionadas con el calor han aumentado de forma constante y el número de personas vulnerables expuestas a episodios de olas de calor se ha incrementado en aproximadamente 125 millones. En varios países, entre ellos Australia, Pakistán, Irán, Baréin, Omán, China, España, Italia, Francia y Estados Unidos, las altas temperaturas alcanzaron niveles nunca antes registrados. En particular en América del Sur, Santiago de Chile registró la mayor temperatura conocida (37,4 °C), lo que contribuyó a la propagación de los mayores incendios forestales en la historia chilena, que arrasaron 614.000 hectáreas de bosque. En Puerto Madryn (Argentina) se alcanzó una temperatura de 43,5 °C, la más alta registrada tan al sur (43° S) en ningún lugar del mundo.
Las sequías fueron extremas en varios países de África y en el sur de Europa. Italia sufrió las más altas temperaturas históricas, lo que provocó enormes pérdidas agrícolas. Según el reporte, los fenómenos extremos afectan a la seguridad alimentaria de millones de personas, especialmente a las más vulnerables. En los países en desarrollo, 26% de los daños y las pérdidas causados por tormentas, inundaciones y sequías de mediana y gran escala recayó sobre la agricultura.
Los eventos climáticos extremos continúan aumentando su frecuencia e intensidad. El índice de energía ciclónica acumulada, que mide la intensidad total y la duración de los ciclones, alcanzó en setiembre su valor mensual más elevado jamás registrado.
Este avance del informe de la OMM contiene 16 páginas con un resumen de datos similares a estos para todas las áreas y aspectos afectados por el cambio climático, como la salud, la economía y los ecosistemas de todo el planeta. (2) La conclusión es evidente: cada vez estamos peor, y los 25 años de negociaciones internacionales sobre medioambiente (clima, bosques, biodiversidad, agua, océanos) han sido completamente ineficaces.
Las prioridades nacionales
La situación del medioambiente global no mejorará, y los impactos negativos tenderán a agudizarse. Ningún país quedará ajeno a esta realidad, y de ahí que sea relevante atender con mayor esmero la conservación de aspectos tan relevantes para la vida como el agua, los suelos, la biodiversidad y los ecosistemas. Si esto era muy importante en el pasado, de ahora en más se tratará de una cuestión de supervivencia. Y no estamos hablando de un futuro muy lejano. La propia secretaria ejecutiva de la Convención de Cambio Climático alertó, tras la firma del Acuerdo de París, que sólo se contaba con tres años para iniciar los cambios radicales que se requerían para evitar el cambio climático peligroso. Ya estamos a dos años de la firma del Acuerdo de París, y esta decisión ni siquiera está en la agenda de la reunión de Bonn.
Los gases ya acumulados en la atmósfera permanecerán al menos durante 1.000 años más, según los datos aportados por la ciencia, lo que significa que más allá de los acuerdos que se alcancen –si se alcanzan alguna vez–, el cambio climático y sus impactos asociados, como el aumento de la temperatura, las sequías, los eventos extremos y las inundaciones, continuarán a pesar de todo.
Para países como Uruguay, la conservación del suelo, el agua y la biodiversidad deberían ser tareas prioritarias. En los últimos años, desde el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca se ha lanzado la idea de que Uruguay produce alimentos para más de 30 millones de personas, olvidando que su tarea primordial es asegurar los alimentos y el agua limpia para los tres millones que aquí vivimos. Las presiones sobre los ecosistemas nacionales se agudizan, y en el contexto de catástrofe ambiental global que se avecina, cuidar los recursos naturales del país debería estar por encima de la exportación de productos agropecuarios y forestales para consumidores extranjeros. No es un problema de insolidaridad internacional, es un problema de supervivencia.
(1). Véase mi columna de aquel entonces, disponible en https://ladiaria.uy/articulo/2015/12/el-elogio-de-la-impotencia/.
(2). Puede descargarse de https://public.wmo.int/es.
Gerardo Honty, analista del Centro Latino Americano de Ecología Social.
Fuente: https://ladiaria.com.uy/articulo/2017/11/es-un-problema-de-supervivencia/




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