domingo, 25 de diciembre de 2011

LA HOJA DE COCA QUE NO SE DEFIENDE




La coca se refiere a las hojas secas de varias especies y variedades del género Erythroxylum, familia Erythroxilaceae. Según algunos  botánicos el género Erythroxylum  presenta características que lo relacionan con  la familia del mangle: Rhizophoraceae.
Este género cuenta con más de 200 especies tropicales y subtropicales en América, Australia, África y Asia, de las cuales 180 especies son nativas del Neotrópico, es decir América Latina,  desde México y Cuba, hasta Argentina y Uruguay.

Son arbustos y/o árboles pequeños, perennifolios (siempre verdes), que se usan localmente por su madera, propiedades tintóreas, aceites esenciales y usos medicinales. En Sudamérica se cultivan dos especies.

En Bolivia existen al menos 21 especies arbóreas y arbustivas del género Erythroxylum,  de las cuales solo una especie (dos variedades) se cultiva.
 La hoja de coca para el acullicu, pijcheo o coqueo en Bolivia proviene de al menos dos variedades de la misma especie: Erythroxilum coca:


·         Coca boliviana o Coca Huánuco Erythroxylum coca, variedad coca: es la variedad ancestral y la única que aun se encuentra silvestre en los Andes Tropicales. Es la mayor fuente comercial de hojas de coca. Esta misma variedad se cultiva en África tropical, Indonesia, Sri Lanka y Taiwán. Se cultiva en ambientes tropicales húmedos de la vertiente oriental de los Andes. La Erythroxylum coca  variedad ipuda  "Coca amazónica": se considera un cultivo de la variedad coca, adaptada a condiciones tropicales más cálidas y suelos muy ácidos ya en época preincaica. Se la cultiva principalmente en el chapare. Es la fuente más importante de cocaína en Bolivia.

·         Coca colombiana o Erythroxylum novogranatense con hojas más pequeñas que la "coca boliviana" y la Erythroxylum novogranatense variedad Trujillense ó  Coca de Trujillo: es la variedad más resistente a sequía, cultivada a baja altura, con riego en valles de la costa de Perú. Esta variedad según los botánicos muestras caracteres morfológicos intermedios entre la "coca boliviana" y la "coca colombiana.




Las dos especies de coca se usan para masticar; acullicar o pijchear (Bolivia), Chajchar (Perú); Mambear (Colombia)  y coquear (Argentina), también para medicina y tiene un profundo arraigo cultural y significado para los pueblos que la consumen.

 Ambas especies de coca son también la fuente principal de cocaína, un alcaloide de los 14 que posee la hoja de coca. Se obtiene  en forma de sal a partir de un proceso químico de extracción de alcaloides desde el siglo XIX. Es vasoconstrictor, estimulante y analgésico.

Según los cronistas españoles del siglo XVI como Cienza, Cobo, Garcilazo, y Fernandez entre otros, nos cuentan como las distintas naciones y pueblos, anteriores a la invasión europea, la cultivaban, la secaban, la masticaban y la usaban para medicina. En Venezuela le llamaban hado, en Nicaragua yaat y en los Andes kuka o coca. En Bolivia, además de la región andina, la han conocido  pueblos amazónicos como los chimanes y mosetenes que le llaman sa`si, cocaj, respectivamente. Los Tacana-Quechua o Uchupiomonas de San José y Tumupasa del norte amazónico paceño, la usa diariamente, como lo hacen otros indígenas de la Amazonía peruana o ecuatoriana. En las huertas Tacana y Machineri en Pando la coca está presente. Los afrobolivianos la han cultivado por siglos. Para los pueblos guaraníes, cuyo uso ya se hizo tradicional recientemente, ha sido bienvenida, actualmente muy usada y demandada. Su uso en Bolivia es generalizado.

La coca tiene una amplia distribución en los trópicos americanos por lo que su uso no se habría restringido a la zona andina o amazónica, como en la actualidad, sino también al Caribe y Centroamérica, en el pasado.

Biogeográficamente y culturalmente la zona andina no se restringe al altiplano o la puna, donde no se puede cultivar coca,  sino (además de los valles secos interandinos) las estribaciones orientales de los andes (yungas) donde se la cultiva desde hace miles de años. En Bolivia es la zona tradicional por excelencia. La demanda de temperatura y precipitaciones, es decir los requerimientos ecológicos,  son muy similares a los del café, de hecho el cultivo de coca no supera  los 2000 msnm. En los yungas se amalgaman los andes y la amazonia, sobre todo a medida que se desciende en altitud. A partir de los 1000 msnm, donde la estructura composición y fisonomía de la vegetación es cada vez más similar a las tierras bajas.

El cultivo de la hoja de coca se da en climas húmedos; Yungas de los departamentos de La Paz y Cochabamba, en las tierras bajas húmedas y lluviosas como el Chapare y otras regiones. La coca se cultiva a secano.


 En el primer caso, y debido a las fuertes pendientes de las laderas orientales de los Andes, los cultivos se hacen en terrazas, bancales o gradas (Wachus o Takanas) sostenidas por "pircas" o muros de piedra, fragmentando el "bosque montano húmedo". La altitud de esta formación está entre 1000-2000 msnm, con lluvias de 2000 mm anuales y temperaturas medias  anuales entre 18 ºC y 22ºC. Se cultiva la "coca boliviana" o "coca de Huánuco" sobre suelos poco profundos y pedregosos.

En la llanura amazónica de pie de monte se cultiva la "coca amazónica" o "ipadu" en el bosque submontano entre 500-800 msnm de altitud y el bosque húmedo de llanura entre 180-400 msnm de las tierras bajas húmedas. En el primero los suelos son profundos y fértiles, mientras que en el segundo son suelos aluviales, muy ácidos y con drenaje deficiente por escasa pendiente. Aquí las precipitaciones anuales superan los 5000 mm, lo que origina suelos de baja fertilidad, con temperaturas medias anuales de 25ºC.

La diferencia entre la hoja de coca y la cocaína básicamente es que la hoja de coca no provoca en el consumidor síndrome de abstinencia, ni tolerancia, como lo hace la cocaína, base de la dependencia física y psicológica. Además de contener calcio, vitaminas y  minerales, carbohidratos y proteínas,  existen al menos 14 alcaloides en la hoja de coca que trabajan sinérgicamente en el cuerpo humano para darnos todas las bondades que conocemos. Posiblemente posea compuestos poco saludables como tienen muchos otros alimentos y cultivos.

Deberíamos reconocer lo importante que es para los Bolivan@s y latinoamericanos la hoja de coca, más allá de las reivindicaciones socioculturales, dignificación y luchas de los cocaleros, más allá del narcotráfico, más allá de la ignorancia y la alienación.

El uso de la coca se ha difundido por todo el territorio nacional y el masticado  ha formado parte de todas las clases sociales urbanas y rurales (en mayor o menor medida); indígenas,  mestizas y criollas, actualmente sobre todo en el oriente boliviano y Tarija, paradójicamente donde los discursos radicales de las élites atávicas locales la incluían entre los elementos de colonización interna “andina” en “sus” territorios. Lo curioso es que en las reivindicaciones y poleras con mapas de “este es mi país” se olvidan de los pueblos amazónicos como Tacanas, Chimanes, Mosetenes, etc. que  conocen y usan la hoja de coca, se olvidan de  Samaipata y Vallegrande, con fuerte influencia andina,  al igual que las ruinas de “Las Piedras” en Pando, olvidan la ofrenda de la hierra con coca para la pachamama y del significado de la virgen de Chaguaya en Tarija, también olvidan que en el norte argentino  mascan coca,  y todo lo mencionado anteriormente,  mucho antes que la élite mediocre junto a sus acólitos del sur y oriente del país se hayan negado a sí mism@s.

En la actualidad existe un alto consumo de hoja de coca en Santa Cruz de la Sierra que llega a un tercio del total de la demanda, también la demanda es alta en el sur del país; Tarija y el Chaco.

Lamentablemente los cultivos avanzan mas allá de la zona tradicional, aumentando la  frontera agrícola hacia suelos poco aptos, deforestando miles de hectáreas de bosques cuya única vocación es la conservación, debido a la extraordinaria biodiversidad que cobijan y cuyas bondades casi desconocemos y/o olvidamos.

Hoy vemos extensas áreas desertificadas en los yungas,  la desaparición casi completa del bosque alto y maduro del Chapare o el Choré. Debido a la demanda de cocaína en los países “desarrollados”, los cultivos de coca han aumentado y por lo tanto han impactado los ecosistemas donde se cultivan. Ya no se siembra alimento, que no sean los monocultivos de coca y/o soya.

No se fomentan sistemas agroforestales que son la única vocación productiva del país.

La demanda de cocaína y hoja de coca repercute en nuestros suelos y bosques, ya que dan como resultado cultivos ilícitos y desordenados de coca.

Las áreas protegidas están corriendo el mismo riesgo. Aunque el vicepresidente Álvaro García Linera diga que nos somos guarparques de los gringos.

 El gobierno pretende construir carreteras (sin consulta a los pueblos indígenas y contradiciendo el discurso “pachamamista” que enarbola por el mundo) en Áreas Protegidas y territorios indígenas de altísima biodiversidad donde los cultivos ilícitos de coca,  narcotráfico, madereros y otros,  rondan y merodean, como es el caso del TIPNIS Isiboro-Sécure en el Chapare. Una invitación a la destrucción de la pachamama. Lo irónico es que nosotros no decidimos sobre esa carretera, pagamos más de la mitad, le servirá más a Brasil y su geopolítica, pero sobre todo a Lula  y  Evo, no les importa lo que este último hable sobre la madre tierra y los pueblo indígenas.

El ministerio de medioambiente y agua, el correspondiente viceministro de biodiversidad, deberían ser las carteras más importantes del gobierno actual.

El narcotráfico es uno de los principales negocios del mundo,  aporta a la economía nacional como lo mencionó el vicepresidente. La lucha contra el narcotráfico y el uso ilícito de drogas ha fracasado en el mundo y esto ha sucedido debido a la doble moral e hipocresía que la constituyen. Socialmente podemos ver como repercute esta perversa prohibición destruyendo  familias y ecosistemas, mientras hace multimillonarios a poquísima gente. La gente más rica por narcotráfico no son bolivianos. Económicamente Bolivia pierde plata por la lucha contra el narcotráfico. La solución ya ha sido probada en otras latitudes, al desaparecer la prohibición acabo el narcotráfico y con el tiempo disminuyó la adicción. Sin duda la educación no debe estar enfocada en la prohibición, sino en el estudio y la comprensión de la naturaleza de las cosas y las circunstancias. Ser subjetivamente responsables y honestos nos ayudaría. Somos adictos a un montón de drogas, como muchas medicinas,  que hacen ricos a las farmacéuticas. Somos adictos a la televisión y los medios de comunicación. Somos adictos a las personas. Todo aquello con buenas y malas consecuencias.

El show del narcotráfico se basa en la prohibición, como estrategia de marketing y sostenibilidad del negocio, algo como sucedió en las primeras décadas del siglo XX con el tráfico de alcohol en EEUU. No porque se demande vino o alcohol y se lo prohíba,  habrá menos cultivos de uva o caña, pero si mas ganancias para los que la prohibían y la traficaban. No porque se siembre mas olivo habrá más demanda de aceite de oliva por parte de  los esquimales. Es decir ¿más sembramos coca para uso no tradicional, habrá más cocaína y por lo tanto más adictos? El capitalismo de lo prohibido no funciona así. Mas demanda de cocaína más cultivos de coca, así funciona.

Por lo tanto el narcotráfico es el resultado de la prohibición de una droga que se mueve y regula por la oferta y la demanda, prohibir dentro el libre mercado. El alcohol y el tabaco son drogas más peligrosas que el café,  la marihuana y la hoja de coca, pero son lícitas. Por lo tanto el narcotráfico no es responsabilidad única de Bolivia. El marco legal que involucre la lucha contra el narcotráfico y cultivo de coca en Bolivia debe ser soberano y en pro de la bolivianidad.

No hay control  para el consumo tradicional, no existe administración ni manejo de esta especie tan importante. No existe ni aplica algún  plan de manejo de la hoja de coca.
No hay las intenciones de hacer gestión ambiental por parte del estado para tener cultivos de coca, u otros,  de acuerdo a nuestras aspiraciones dentro este proceso de cambio, plasmadas en la nueva constitución política del estado y el “vivir bien”.

Se sabe que durante el incario hubo regulación en el cultivo y consumo de hoja de coca.
Las autoridades y políticos no han hecho mucho para dignificar a la hoja de coca y ponerla en el sitial que merece. Fue usada  mas como bandera política y no tanto como una bandera cultural que se merece,  por lo tanto no ha sido  contextualizada para el “vivir bien”, es decir: cultivos que respeten el tipo de suelo y los bosques, de acuerdo algún plan del uso del suelo/tierra/territorio u otra forma de ordenamiento territorial, el rescate de cultivos en terrazas u otras técnicas tradicionales, desechando el uso de agroquímicos.

Quizás solo deberíamos cumplir nuestras leyes. Sin duda es una deuda por cumplir con Bolivia y con la hoja de coca.

¿Cuán “orgánica” y sustentable es la coca que acullicamos?

Ahora Estados Unidos, uno de los mayores consumidores y demandantes de cocaína del mundo quieren prohibir el masticado de coca, una herencia de nuestro pasado. Lo bueno es que más países apoyan la despenalización del masticado de coca y aíslan a EE.UU. El 2009 el Estado Plurinacional de Bolivia propuso modificar el artículo 49 de la Convención Única sobre Estupefacientes de 1961 que prohíbe el masticado de coca, una tradición americana de miles de años de antigüedad.

Esta situación puede ser un motivo para empezar a cambiar la manera de ver la realidad hoja de coca-cocaína.

Dignificar verdaderamente la hoja de coca sería sacarla del capitalismo salvaje en la que la hemos metido nosotros desde la colonia hasta hoy(no solos los adictos a la cocaína y los narco-empresarios), nuestra demanda interna de hoja de coca ha aumentado convirtiéndola en monocultivo desordenado, sin planificación y manejo, destructora de suelos con vocación forestal, que podrían cultivarse para nuestra “soberanía” alimentaria, no como es la soya que va mas por la “seguridad” alimentaria,  ambas consumidoras de plaguicidas.

 Los bosques con montaña son sagrados por ser fuentes de agua y biodiversidad, sobre todo en nuestras latitudes tropicales, por eso, nuestros ancestros, conociendo la fragilidad de estos ecosistemas, supieron donde, como y cuanto sembrar. ¿Hacemos algo parecido,  contextualizando nuestra realidad social, económica, cultural y ambiental actual?

La ganancia económica de los cocaleros no  es sustentable con su entorno.

 Nuestros antepasados nos demostraron que los cultivos de coca se habían mantenido en un relativo equilibrio con su delicado entorno hasta que la demanda de hoja de coca para mascar y  cocaína se incrementaron. Es decir un cambio en las relaciones e intercambios entre humanos-naturaleza. Aquello sin duda se alcanzaría cambiando y alterando las condiciones de uso de suelo y el aumento de pesticidas.

Es en este llamado “proceso de cambio” que debemos resolver este problema.

 No vamos discutir el valor  espiritual, nutricional, medicinal ni vigorizante de la hoja de coca y la relación con la pachamama que esta planta nos brinda,  lo sabemos más que nadie los que la consumimos,  es algo que debería conmovernos y movernos para demandar una hoja de coca diferente, aquella que sea digna y consecuente con lo que planteamos como país al mundo entero, el vivir bien y el eje transversal de todo ese proceso; la pachamama y los pueblos que tiene anclados sus raíces en el suelo como esta planta,  los cuales son descendientes de nuestros abuel@s comunes de todos los bolivian@s. Pongamos nuestro grano de arena como país, regulando y manejando al menos los cultivos para el consumo tradicional.

Aunque la industrialicemos, bajo las actuales condiciones de manejo y cultivo de esta especie, no se contribuiría significativamente al alcance de la soberanía alimentaria. No podemos ocultar, y olvidar, también por rescate y reivindicación cultural,  la variedad de cultivos que pueden acompañar a la  coca en los yungas y el chapare, que nuestros antepasados han logrado domesticar gracias a los conocimientos en  agro-ecología; manejo de los suelos, dado el  gradiente altitudinal y variedad climática de los andes tropicales. Muchos cultivos de la agro-diversidad andina se deben precisamente a esa gradiente altitudinal que da como resultado una diversidad ecológica enorme con un potencial increíble de pisos ecológicos para cultivo de plantas, ósea: soberanía alimentaria.

No hagamos de la hoja de coca una contradicción en sí misma, sobre todo si se la relaciona con la pachamama o la madre tierra. Guardamos la coca para acullicar en bolsas verdes de plástico, cada vez una nueva por cada compra.

La falta de investigación para poder satisfacer la demanda de hoja de coca para mascar sin dañar suelos, bosques o fuentes de agua y pérdida de biodiversidad es urgente, para que la coca no sea, además otra contradicción política más del actual gobierno.

Bienvenidas otras especies potenciales y gracias a Martin Cardenas que pudo rescatar mucha información de la diversidad de plantas nativas de Bolivia.

En aquellas ecoregiones donde se cultiva hoja de coca deberían darse sistemas agroforestales y no monocultivos. Los cultivos tradicionales deberían realizarse mediante gestión ambiental y planificación, pasando por el rescate cultural, es decir revalorizar, rescatar y mejorar la tecnología con la que se cultivaba en el pasado, tomando en cuenta la demanda actual.  La hoja de coca se ha convertido en un monocultivo, nada aconsejable en los trópicos. Es decir se pone en peligro otros usos del suelo como el forestal, el aprovisionamiento de fuentes de agua, pérdida de biodiversidad y agrodiversidad. Este cultivo sagrado y milenario se ha convertido tan perjudicial como los cultivos de soya.

Por lo tanto es responsabilidad de los bolivianos y del estado, pero sobre todo del gobierno actual que tanto menciona su nombre, dignificarla a nivel mundial, defendiendo  no solo el acullico, sino también a nivel nacional para l@s bolivian@s; una coca sana y en armonía con la pachamama, sobretodo hermana de otros cultivos tradicionales.



madalbo@gmail.com