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martes, 21 de mayo de 2024

Pan con transgénicos y agrotóxicos


Fuentes: Tierra viva [Ilustración: Sebastián Damen]

Rechazado por las grandes alimenticias, el trigo HB4 se consume en panaderías y minoristas

Arcor y Molinos informaron que no compran trigo HB4 para elaborar sus productos. Tampoco se exporta. En la Federación de Acopiadores advierten que el transgénico termina en panaderías, fábricas de pastas y pizzerías. Los productos que lo contienen no están identificados y las familias argentinas no pueden elegir si quieren evitar el cereal modificado genéticamente.

En el inicio de una nueva campaña de trigo en la Argentina, dos de las principales empresas alimenticias del país, Arcor y Molinos Río de la Plata, informaron que no compran ni utilizan el trigo transgénico HB4 para fabricar sus productos. Tampoco se exporta: si bien algunos países lo aprobaron para su consumo, los compradores privados no lo aceptan. Según explicaron en la Federación de Acopiadores de Cereales, el transgénico termina en la harina que producen los molinos que abastecen a panaderías, fábricas de pastas o pizzerías.

Este invierno será el tercero en la historia de la alimentación mundial en que se siembre y se comercialice sin restricciones un trigo transgénico. Y ocurrirá en la Argentina, el primer país del mundo en aprobarlo. Se trata del trigo HB4 de las empresas Bioceres y Florimond Desprez, que se promociona como tolerante a la sequía y es resistente al glufosinato de amonio, un herbicida más tóxico que el glifosato. Se considera un hito porque, hasta ahora, las multinacionales de semillas transgénicas y agrotóxicos habían logrado imponer su tecnología en cultivos como soja o maíz pero no habían conseguido hacerlo con el trigo. Uno de los obstáculos fue siempre el rechazo de la población a comer transgénicos asociados a agrotóxicos, además de ser el trigo uno de los cereales más consumidos de manera directa en todo el mundo.

Desde que el trigo transgénico está en el mercado argentino, un solo molino —La Esmeralda, en Santa Fe— publicitó que lo utiliza. Lo hizo el año pasado en un evento organizado por Bioceres, en el que se anunció que 25 molinos ya procesaban el HB4 en el país. Entre los clientes de La Esmeralda se encuentran las principales cadenas de panaderías de Córdoba, según informa la empresa en su sitio web.

Sobre el resto de los molinos, panaderías y minoristas, no hay precisiones. Esto se debe a que en la Argentina no es obligatorio identificar los productos elaborados con transgénicos, como sí lo es en Brasil, por ejemplo.

En el Congreso de la Nación, entre 1999 y 2024, se presentaron más de 70 proyectos de ley para que el etiquetado sea obligatorio (en algunos casos se trata del mismo proyecto presentado varias veces, luego de perder estado parlamentario). Sin embargo, hasta el momento, ninguno prosperó.

El trigo HB4 fue desarrollado por Trigall Genetics, una empresa conjunta (joint-venture) integrada por Bioceres Crop Solutions y la multinacional francesa Florimond Desprez. Bioceres es de origen nacional, con sede en Rosario. Entre sus iniciadores y principales accionistas se encuentran los empresarios Gustavo Grobocopatel y Hugo Sigman.

Pan de consumo popular elaborado con trigo transgénico. Rechazado por las grandes alimenticias, el trigo transgénico hb4 se consume en panaderías y minoristas
Foto: Matías Baglietto

Aprobación irregular

El trigo transgénico fue autorizado en 2020 por el gobierno de Alberto Fernández sin hacer estudios de impacto ambiental ni consultas públicas, tal como lo exigen la Constitución Nacional y la Ley General del Ambiente. Sólo se tuvieron en cuenta los informes confidenciales que presentó la empresa interesada.

Estas irregularidades llevaron a que el fiscal federal Fabián Canda pidiera suspender su venta y cultivo. Lo hizo en dos oportunidades, primero en 2021 —a un año de la autorización de la siembra—, y luego en 2022, cuando se liberó la comercialización. Sin embargo, hasta el momento ningún juez ordenó la suspensión a nivel nacional. Donde sí hubo una orden judicial de frenar las autorizaciones fue en la provincia de Buenos Aires, en julio de 2022. Pero esa orden fue revertida por la Cámara de Apelación en lo Contencioso Administrativo de Mar del Plata, en marzo de 2023, y ahora se espera la decisión final de la Suprema Corte de Buenos Aires.

En paralelo, científicos y organizaciones de la sociedad civil, tanto en Argentina como en otros países del mundo, llevan adelante campañas para exigir que se suspenda su aprobación por los riesgos que implica para la salud, el ambiente y los derechos económicos y sociales de campesinos y pequeños productores.

Se estima que, hasta 2023, el área sembrada con HB4 en la Argentina no llegaba al dos por ciento del total de hectáreas de trigo. El cálculo se hace sobre los datos que comunica la propia Bioceres, que son los únicos disponibles. El Estado nacional dejó de controlar en 2022, cuando el Gobierno autorizó su comercialización.

De acuerdo a la información de la empresa, en 2022 se sembraron unas 50.000 hectáreas, lo que significó un 0,8 por ciento de las 6,1 millones de hectáreas de trigo cultivadas ese año. Para 2023, Bioceres anunció que duplicaría esa superficie al ampliar los canales de venta para llegar a más productores. De haber ocurrido eso, entonces el área con HB4 fue de cerca del 1,7 por ciento del total sembrado. Hasta el cierre de este artículo, la empresa no había comunicado cuánto se estimaba sembrar en 2024. Las superficies y volúmenes totales, sin discriminar el tipo de trigo, las publica todos los años la Bolsa de Cereales de Buenos Aires.

Pan de consumo popular elaborado con trigo transgénico. Rechazado por las grandes alimenticias, el trigo transgénico hb4 se consume en panaderías y minoristas
Natalia Roca – Minga: fotos libres para la soberanía alimentaria y el buen vivir.

Rechazo internacional y local

En el mercado exterior, si bien países como Brasil, Paraguay, Indonesia, Australia y Nueva Zelanda autorizaron el consumo de trigo HB4, las empresas exportadoras que operan en la Argentina advierten que en ninguno de esos países los importadores lo compran. “Ningún comprador de trigo argentino ha modificado la condición de libre de OGM (Organismo Genéticamente Modificado)”, indicó la Cámara de Exportadores de Cereales (Ciara-CEC) en un comunicado enviado a los acopiadores en octubre pasado, previo a la cosecha.

“Razón por la cual, se reitera que toda mercadería que no cumpla esta condición será motivo de rechazo, así como de reparación económica por posible daños comerciales o logísticos”, advierte el documento, firmado por el presidente de la entidad, Gustavo Idígoras. La Cámara agrupa a las principales exportadoras locales y multinacionales, como AGD, Bunge, Cargill, Cofco, Viterra, Asociación de Cooperativas Argentinas y Agricultores Federados Argentinos.

Esta situación genera preocupación en gran parte de la cadena triguera: si el transgénico se cuela en algún barco para exportación, toda la carga puede ser rechazada. En ese sentido, el presidente de la Federación de Acopiadores de Cereales, Fernando Rivara, señaló que volvieron a reclamar sobre esta situación a los funcionarios nacionales en la reciente edición de “A todo trigo”, el evento anual que organiza la entidad (realizado el 9 y 10 de mayo en el Hotel Sheraton de Mar del Plata). “Continuamos con el riesgo de que aparezca la contaminación en algún barco y tengamos un castigo económico —sostuvo Rivara a Tierra Viva— Lo que queremos saber es quién se va a hacer cargo si eso ocurre, quién lo va a pagar.”

Tanto la Federación de Acopiadores como la Cámara de Exportadores de Cereales hicieron presentaciones ante el Poder Judicial para que se suspenda la aprobación del HB4.

Trigo HB4 no dio los resultados esperados frente a la sequía.
Foto: Bioceres

Grandes empresas no quieren el trigo transgénico

Las grandes industrias alimenticias de Argentina tampoco aceptan el transgénico. Molinos Río de la Plata, que concentra la mayor parte del mercado de pastas secas, informó que no compra trigo transgénico. “En Molinos no utilizamos ese tipo de trigo”, respondió Florencia Contento, jefa de Medios de la empresa, ante la consulta de Tierra Viva. Sus marcas de fideos más conocidas son Lucchetti, Matarrazzo, Don Vicente, Favorita, Don Felipe y Canale. También fabrican las harinas Blancaflor y Favorita, además de tapas de empanadas y tartas, pastas frescas y panes rebozadores.

Otra de las marcas de harinas y panes rebozadores que más se venden en los supermercados es Morixe. La empresa, que fue noticia durante la pandemia por el aumento de sus ganancias, también informó que no utiliza trigo HB4. “Morixe no compra esa clase de trigo”, respondió Gabriel Trangoni, del sector de Originación de la empresa.

En el mercado de las galletitas, las principales empresas son Arcor (dueña de Bagley junto con Danone) y Mondelez . En Arcor informaron que tampoco utilizan el transgénico. “El trigo se compra a través de contratos de originación con productores y no se utiliza HB4”, respondieron en el área de Comunicación de la empresa. “Los molinos con los que trabaja Arcor no muelen HB4 para nadie por el riesgo de contaminación”, explicaron.

En Mondelez, fabricante de las marcas Terrabusi, Oreo, Express y Cerealitas, no respondieron a las consultas. Sin embargo, en la Federación de Acopiadores afirmaron que ninguna de las grandes multinacionales acepta el transgénico. “Los proveedores de las multinacionales se cuidan de no tener HB4 porque no lo aceptan”, señaló Rivara.

Población a ciegas, sin información

El trigo transgénico se procesa en molinos que no están identificados —excepto por La Esmeralda— y termina en panaderías, fábricas de pastas, de pizzas y empanadas que tampoco están identificadas.

En la Federación Argentina de la Industria Molinera (FAIM) no respondieron a la consulta sobre si conocen cuántos y cuáles son los molinos que lo procesan. Y en los centros de panaderos no estaban informados si los molinos que los abastecen utilizan o no el transgénico.

En el Congreso Nacional, el último proyecto de ley ingresado para etiquetar los productos transgénicos es el de la senadora neuquina Silvia Sapag, actual vicepresidenta del Senado, quien insiste con la iniciativa desde hace años.

El proyecto, presentado en marzo de 2024, consta de tres artículos. En el primero se reconoce el derecho de los consumidores “a ser informados fehacientemente si los alimentos que se comercializan contienen Organismos Genéticamente Modificados (OGM)”. En el segundo, se dispone que todo producto alimenticio que se comercialice en el país y que contuviera OGM “deberá llevar impreso en su envase o envoltorio, de modo claramente visible, la leyenda ‘Alimento Transgénico’ y el símbolo que establezca la autoridad de aplicación”. Y, en el tercero, se establece que el Ejecutivo debe adecuar las disposiciones del Código Alimentario Argentino en un plazo de 90 días.

En Diputados, en 2020, los legisladores Darío Martínez, Martín Soria y Guillermo Carnaghi, del Frente de Todos, presentaron el proyecto “Etiquetado de Alimentos Transgénicos”. En 2019, Pedro Miranda, del PJ mendocino, volvió a presentar un proyecto ingresado dos años atrás, mientras que la diputada Ivana Bianchi, de Unidad Justicialista de San Luis, insistió con su iniciativa por tercera vez. Por su parte, Juan Cabandié, del Frente para la Victoria, presentó en 2018 un proyecto que su bloque ya había ingresado en 2016. Al revisar los archivos del Congreso Nacional, se encuentran iniciativas de casi todo el arco político, incluida la UCR, el Partido Socialista, el Frente Grande, GEN, ARI, Proyecto Sur y la Izquierda Unida. Ninguno fue tratado en el recinto.

*Este artículo es parte de un proyecto con el apoyo de Misereor.

Fuente: https://agenciatierraviva.com.ar/pan-con-transgenicos-y-agrotoxicos-rechazado-por-las-grandes-alimenticias-el-trigo-hb4-se-consume-en-panaderias-y-minoristas/

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domingo, 3 de marzo de 2024

Producción de soya bajará en 600 mil toneladas, según previsión de Anapo

La Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo (Anapo) prevé que la producción de soja de la campaña de verano 2023-2024 disminuirá en al menos 600 mil toneladas a causa de la sequía prolongada que acaeció desde el inicio de la siembra, en noviembre. 

Debido a que las lluvias fueron insuficientes durante la “época ideal de siembra” (noviembre-diciembre), esto se prolongó incluso hasta finales de enero. Como consecuencia, los productores solo alcanzaron a sembrar el 90% de la superficie proyectada, que se esperaba llegar a 1,2 millones de hectáreas. 



“Al concluir la siembra, continuó la sequía y eso dificultó también el normal desarrollo del cultivo en momentos de llenado de grano, lo cual ocasionó mermas en la productividad y, por ende, una menor producción”, lamentó el presidente de Anapo, Fernando Romero .

El líder de los productores de soja de Santa Cruz afirmó que “el abastecimiento del mercado interno está totalmente garantizado para los sectores pecuarios, pues solo exigen un 20% de la producción; sin embargo, disminuirán los excedentes que son destinados a las exportaciones en grano, harina y aceite”.

Esto es producto de la sequía, dijo Anapo.



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martes, 10 de octubre de 2023

Amazonia, ¿un bioma amenazado de extinción?


Fuentes: IPS [Imagen: Un lago de Tefé, municipio en el centro del estado de Amazonas, en la orilla del río en su tramo medio, como quedó por la sequía en septiembre. El evento extremo afectó al agua potable para la población, la producción agrícola y pesquera y el transporte fluvial, determinante para la movilidad en esa localidad. Foto: Alcaldía de Tefé]


RÍO DE JANEIRO – Los paisajes son apocalípticos. Ríos exuberantes reducidos a hilos de agua y sus cauces desnudados como playas inmensas, donde a veces “aparcan” embarcaciones variadas, incluso las grandes, de tres o más pisos, típicas del transporte de pasajeros en la Amazonia de Brasil.

“El río se volvió igarapé”, resumió Yolaide Gonçalves, una lideresa del pueblo indígena tikuna, asentado en São Paulo de Olivença, un municipio de 33 000 habitantes en el oeste del estado brasileño del Amazonas, cerca de la frontera con Colombia y Perú.

Igarapé, una palabra indígena de uso común en la Amazonia, significa el “camino de la canoa” y designa un arroyo o brazo de río, que son cursos de agua relativamente pequeños en la región amazónica, en el norte brasileño.

Tikuna era el pueblo indígena más numeroso de Brasil, según el censo nacional de 2010, con 46 100 miembros. Pero los datos se alteraron mucho en el censo de 2022, que identificó un total de 1,69 millones de indígenas brasileños, 88,8 % más que en 2010 y 0,83 % de la población nacional de 203 millones. Aún no se conocen datos detallados  de los 266 pueblos originarios identificados en el nuevo censo.

“Es la peor sequía que he vivido desde mi infancia. Nunca murieron tantos peces como ahora en las sequías anteriores”, destacó Gonçalves, de 39 años, a IPS este viernes 6 desde Tabatinga, donde participaba en una reunión de líderes indígenas y ribereños para acordar acciones que mitiguen el actual desastre climático y social en sus poblaciones.

La novedad y muestra de la letalidad de esta sequía es la mortandad de delfines, un símbolo de la Amazonia. Más de 120 de esos cetáceos aparecieron muertos, la mayoría en el lago Tefé, cuyas aguas bajaron mucho y se calentaron, en de la cuenca del río Solimões, un nombre que recibe en su tramo medio el Amazonas en Brasil.

Pero en términos hidrológicos, esa sequía es hasta ahora “similar a la de 2010”, aunque resulte más visible por afectar grandes ciudades, como Manaus, la capital del estado de Amazonas, evaluó Naziano Filizola, profesor de la Universidad Federal del Amazonas con doctorado en hidrología y geología.

“En los últimos 20 años ocurrieron en la Amazonia eventos extremos con más intensidad y mayor frecuencia que en todo el siglo XX, es un hecho sin lugar a dudas”: Naziano Filizola.

Los efectos son “asustadores”, debido a que “la coincidencia de varios factores en el mismo periodo de tiempo, originan los eventos extremos”. Esta vez se adelantó el estiaje amazónico, que suele ser más intenso de septiembre a noviembre, con el fenómeno El Niño también “fuera del tiempo normal” y el avance del cambio climático, explicó en entrevista con IPS desde Manaus.

El río Solimões en su tramo final, en Iranduba, cerca de su encuentro con el río Negro y conformar el río Amazonas, en el norte de Brasil. Una playa alargada, debido a la sequía, alejó sus aguas de la ciudad, que habitualmente la bordean. Imagen: Cadu Gomes / VPR-FotosPúblicas

Repetición más rápida

Además “en los últimos 20 años ocurrieron en la Amazonia eventos extremos con más intensidad y mayor frecuencia que en todo el siglo XX, es un hecho sin lugar a dudas”, acotó.

La llamada Amazonia Legal brasileña, que engloba a ocho estados y 38 millones de habitantes, sufrió sequías severas en 2005, 2010 y 2015. El calentamiento del océano  Atlántico Tropical Norte fue un factor común en las tres ocasiones y El Niño, que calienta las aguas del Pacífico ecuatorial, en las dos últimas. Ahora se repite la asociación de esos dos fenómenos.

Las sequías se alternan con años de lluvias extremas, como en 2017, cuando el río Juruá, un afluente del Solimões en su tramo central, antes de pasar a llamarse Amazonas, registró su mayor crecida. Hubo municipios en sus orillas que tuvieron 90 % del territorio bajo el agua, casi todos vividos en la Amazonia, recordó el profesor de 56 años.

“Pero las sequías son más catastróficas que las inundaciones”, razonó Filizola, al amenazar toda la población de sed y hambre, además de dejar muchas comunidades aisladas en una región donde muchos asentamientos dependen del transporte fluvial. Además afecta las mentes de una población acostumbrada a la abundancia hídrica.

Pérdidas variadas

La gran mortandad de peces afecta la alimentación de una población que tiene en el pescado su principal fuente de proteína. El futuro suena peor, ya que la sequía reduce drásticamente la reproducción de la fauna acuática.

“En las aldeas tikunas se acabó el agua para beber”, señaló Gonçalves. Menos mal, dijo, que la Secretaria Nacional de Salud Indígena distribuyó tanques de 500 y 1000 litros a cada familia, lo que permitió acopiar el agua de la poca lluvia que cayó esa semana. Pero medidas como estas no pasan de ser “un pequeño alivio”, remarcó.

Ahora se busca perforar pozos artesianos para asegurar el agua potable si esta sequía se prolonga más allá de diciembre, cuando inicia la estación lluviosa en la Amazonia, y también para el futuro.

“La sequía en São Paulo de Olivença empezó en agosto y se agravó desde entonces. Los peces mueren por falta de agua y también porque el agua se calentó mucho. En tierra firme los animales también están muriendo sin agua y por el calor.

La caída del caudal en los ríos dificulta el transporte fluvial, el más usado en el estado del Amazonas. Un viaje de São Paulo de Olivença a Manaus, una distancia de 1360 kilómetros, se hacía en tres o cuatro días, ahora exige dos semanas, según la lideresa indígena.

Para Joed Pereira de Melo, campesino de 40 años, las crecidas extremas de los ríos son peores para los agricultores de tierra inundables. “La pérdida es total”, se lamentó.

En Iranduba, donde siempre vivió Melo, esos productores son la mayoría entre los cerca de 6000 agricultores del municipio de 49 000 habitantes. La actividad es atractiva porque abastece a la vecina Manaus, la mayor ciudad amazónica, con 2,06 millones de habitantes, separada solo por el río Negro, obstáculo superado desde 2011 por un puente de 3595 metros.

Melo escapa a los peores daños de la sequía porque posee dos hectáreas en tierra firme donde un pozo le permite irrigar sus hortalizas y las siembras de frijoles y mandioca (yuca). Pero también sufre graves pérdidas, por la alta temperatura, que alcanza 42 grados centígrados en su finca.

Además tiene también 0,8 hectáreas en tierras inundables, done solo podrá sembrar cuando vuelvan las lluvias. La escasez de alimentos se acentuará en los próximos meses, hasta ahora se cosechó lo sembrado en el inicio de la sequía, hace tres meses, cuando el suelo en las orillas de los ríos aún se mantenía húmedo.

La producción agroecológica que practica también le ayuda a resistir mejor las sequías, al considerar todo el ecosistema, no solo la agricultura en sí misma, sostuvo Melo a IPS desde Iranduba.

En un brazo del río Solimões, las casas que antes eran flotantes se han posado en su lecho casi seco. La población de muchas localidades ribereñas amazónicas de Brasil ya no puede desplazarse ni transportar sus productos o bienes en las pequeñas embarcaciones que son su principal medio de transporte, porque no hay agua suficiente para navegar. Imagen: Cadu Gomes / VPR-FotosPúblicas

Agravantes

Un problema adicional, por ejemplo, es la sedimentación que es muy intensa en los ríos amazónicos, especialmente el Solimões, donde se siente más duramente la sequía actual, matizó el agricultor.

Las tierras caídas, un fenómeno de derrumbes de las orillas de tierras por la erosión que suele ocurrir durante las sequías, contribuyen a esa sedimentación, observó Eder Mileno, profesor de posgrado en geografía de la Universidad Federal de Pará, en Belém, otra gran capital, de 1,3 millones de habitantes, en la entrada oriental de la Amazonia, la más cercana al océano Atlántico.

El derrumbe de un barranco en el río Purus, afluente del Solimões, provocó la muerte de dos personas y provocó el desalojo y la pérdida de sus viviendas a otras 200, el 30 de septiembre, por ejemplo.

Los eventos climáticos “que estamos viviendo pueden alterar de forma permanente las dinámicas de los ríos”, que son afectadas por actividades meteorológicas distintas, así como por las humanas, explicó a IPS desde Belém.

“La actual sequía amazónica se distingue de las anteriores por la mayor influencia del hombre en el clima global, intensificando los eventos extremos y su repetición”, señaló.

La sequía actual puede debilitarse próximamente por la influencia de la Zona de Convergencia Intertropical, un sistema meteorológico que hace llover en la Amazonia al juntar vientos húmedos de los hemisferios Norte y Sur, espera el geógrafo.

Este año la sequía, que ocurre de formas e intensidades distintas en partes de la Amazonia, empezó en el oeste y avanza hacia el este, afectando hasta ahora principalmente los afluentes de la orilla sur del Amazonas, en general con nacientes en  Perú y Bolivia, destacó el profesor Filizola.

En São Paulo de Olivença, en oeste del estado de Amazonas, inició en agosto, corroboró Gonçalves, la lideresa tikuna.

Luego pasó a afectar a los ríos Juruá, Purus y Madeira. En este último el caudal reducido llevó la central hidroeléctrica Santo Antônio a suspender su generación el 2 de septiembre. La ausencia temporal de sus 3568 megavatios de potencia afectan el sistema eléctrico nacional, con una capacidad total de 190 gigavatios.

El avance de la sequía extrema alcanzó ahora el río Tapajós, ya en el estado de Pará. Si prosigue será la vez del rio Xingu donde se instaló la segunda mayor central hidroeléctrica americana, Belo Monte, con 11 233 megavatios de potencia.

ED: EG

Fuente: https://ipsnoticias.net/2023/10/amazonia-un-bioma-amenazado-de-extincion/



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miércoles, 12 de enero de 2022

¿De verdad contribuye tanto la carne al cambio climático?



Sin olvidar la consideración ética de los otros animales, se analiza aquí el impacto medioambiental de la producción de comida a través de cifras publicadas por el portal de datos globales de la Universidad de Oxford ‘Our World in Data’

Día tras día asistimos a un espectáculo paradójico: la ciudadanía está cada vez más inquieta por el torrente de noticias calamitosas sobre el calentamiento de la Tierra, y, sin embargo, los gobiernos apenas ofrecen datos claros y pautas de acción concretas para combatirlo. Los medios cifran la crisis ecológica en unas abstractas “emisiones”, que parecieran provenir de aisladas fábricas y países remotos, sin conexión con el ciudadano de a pie. A la pregunta, “¿y qué puedo hacer yo?”, le asalta una jauría de viejas multinacionales pintadas de verde.

Es imperdonable que los gobiernos no sean meridianamente claros en sus recomendaciones sobre hábitos y costumbres sostenibles. Aunque muy pocos se atreven ya a negar la existencia del cambio climático, cuando se trata de favorecer unas pautas de consumo sobre otras (o de reducir el consumo, en general) todo se vuelve debatible. El ejemplo más notorio en España: el pasado mes de julio, figuras de casi todo el espectro político desacreditaban las recomendaciones de Alberto Garzón, actual ministro de Consumo, quien sugirió a los españoles reducir su consumo de carne al menos a la mitad, por razones de salud y medio ambiente (la consideración ética de los animales quedó tácitamente excluida por todas las partes del debate.) Sorprendió ver cómo, en cuestión de horas, la discusión sobre carne y medio ambiente degeneraba en un rifirrafe entre Garzón y el propio presidente del Gobierno por ver quién tenía más larga la chuleta… La polémica con el ministro Garzón ha vuelto a estar servida en los últimos días.

Otras recomendaciones medioambientales y sanitarias sugieren una reducción de más de tres cuartos para el consumo actual de carne en España, pero eso no impide que numerosas voces continúen, meses después, descalificando la (tenue) propuesta de Garzón, la cual, según el diario La Razón, “fue extensamente criticada por exagerada, tendenciosa y plagada de afirmaciones falsas […] que contradecían a la FAO”. Y sobre todo, no hay que olvidarlo, contradecían las afirmaciones del sector cárnico, primera industria de alimentos en España.

Pero, ¿de verdad es tan contaminante la carne? ¿No habrá un grado de exageración? ¿Acaso intentan colarnos una ideología animalista con la excusa del cambio climático? Que tengamos que hacernos preguntas tan básicas demuestra que vivimos en una niebla artificial. En cuanto nos aproximamos a este campo minado, las fuentes se evaporan, las afirmaciones vuelan hacia lo fantástico, el insulto se disfraza de argumento. Es cierto que existen exageraciones a ambos lados del debate; por ello, en lo que sigue me limitaré a dar a conocer las cifras de una sola fuente: el portal de datos globales de la Universidad de Oxford Our World in Data, que fundamenta todas sus afirmaciones en estudios científicos recientes. Se han escrito ya artículos minuciosos sobre la cuestión de la carne: mi intención aquí es simplemente reproducir y comentar una serie de gráficos muy ilustrativos que proceden, en su mayoría, de la página ‘Impactos medioambientales de la producción de comida‘, redactada por Hannah Ritchie y Max Roser en 2020, y actualizada en junio de 2021.

¿Cuánto contaminan realmente las cosas que comemos? Para empezar, es preciso comprender las dimensiones globales de la producción de alimentos. Uno de los primeros gráficos de la página nos muestra el uso actual de la superficie terrestre, que es habitable en un 71%. La mitad de esa tierra habitable se consagra a la agricultura, pero esta no es solamente para consumo humano: de hecho, solo el 23% de la tierra cultivada se emplea para consumo directo, mientras que el 77% va destinada a pastos o piensos para animales de granja. Parecería contraintuitivo que el ser humano reserve más tierras para alimentar a otros animales que para sí mismo, si no fuera porque los animales de granja requieren enormes cantidades de comida: Our World in Data indica que, para obtener un kilo de pollo, hacen falta 3,3 kilos de alimentos; para un kilo de cerdo, 6,4, y para un kilo de vacuno, 25.

De verdad contribuye tanto la carne al cambio climático?
Pienso requerido para producir un kilogramo de carne, huevos o leche. Fuente: Our World in Data.

Esta perspectiva tiene, por supuesto, muchas lecturas, algunas incluso sociales. Donde una persona consume un chuletón de ternera de un kilo, podría haber cultivos para 25 personas (o más). En cualquier caso, ayuda a explicar por qué, si el 77% de las tierras de cultivo va destinado a animales de granja, resulta tan pequeño el porcentaje que aportan estos animales a la ingesta mundial de calorías y proteínas: el 82% de las calorías ingeridas por nuestra especie proceden de plantas (solo el 18% de animales) y el 63% de las proteínas también (frente a un 37% de proteína animal). La proteína vegetal no solo existe –en legumbres, frutos secos, granos…— sino que, para gran parte de la población mundial, es la principal fuente de proteína (a veces, la única).

De verdad contribuye tanto la carne al cambio climático?
Uso global del suelo para la producción de comida / Our World in Data

Esta dilapidación de recursos es uno de los mayores problemas ecológicos de la ganadería actual. Aun así, el uso desproporcionado de tierras y cultivos no es siempre el factor más contaminante, pues hay que contabilizar también el sistema de granjas, con su ocupación adicional de terrenos y sus altas emisiones de metano y otros gases. Si sumamos los kilos de gases de efecto invernadero generados a lo largo de la producción de un kilo de comida, descubrimos que los alimentos que generan entre 0 y 5 kilos de gases invernadero por kilo son todos ovo-lacto-vegetarianos (solo el queso, el café y el chocolate negro se sitúan por encima). El animal de granja menos contaminante, el pollo, genera el doble: 9,7 kilos de gases invernadero por kilo de comida. De ahí para arriba: el cerdo produce 12,31 kilos de gases invernadero por kilo de comida; el pescado de piscifactoría, 13,63; las gambas de piscifactoría, 26,87; el cordero, 39,72; y de nuevo el ganado vacuno se sitúa en la cima: un kilo de ternera emite 99,48 kilos de gases de efecto invernadero.

Greenhouse gas emissions per kilogram of food product
Emisiones de gases de efecto invernadero por kilogramo de producto alimenticio. Fuente: Our World in Data.

En esta lista, el animal de granja menos contaminante contamina el doble que el producto ovo-lacto-vegetariano más insostenible, excepción hecha del queso, el café y el chocolate negro. Por supuesto, no se listan todos los alimentos posibles, pero sí suficientes como para hacernos una idea de dónde radica el problema. En efecto, existe una relación directa entre la elevada huella de carbono del europeo promedio y su elevado consumo de productos animales: el 83% de la huella de carbono de la dieta europea actual se debe exclusivamente a carne, huevos y lácteos. Aceites, bebidas, estimulantes, cereales, frutas, verduras, tubérculos, semillas, legumbres y frutos secos no llegan a sumar el 20% de nuestra huella de carbono. Una desproporción que no sería tan crítica si el actual sistema alimenticio no fuera responsable del 30% de las emisiones de la Unión Europea (y entre un cuarto y un tercio de las globales).

De verdad contribuye tanto la carne al cambio climático?
Huella de carbono de dietas de la Unión Europea, por tipo de comida / Our World in Data

Estas son algunas de las razones por las que, en un contexto de emergencia climática como el nuestro, menos carne (y más plantas) significa literalmente más vida, sin necesidad de llegar al extremo de hacernos vegetarianos. Pese a todo, una mayoría rechaza todavía la idea de reducir el consumo de carne. Algunos incluso argumentan que no es preciso ser reducetarianos para mejorar nuestra huella de carbono. Existen alternativas que reducen el impacto medioambiental de la carne, como la ganadería sostenible y extensiva, que supone una mejoría indudable con respecto a las (mayoritarias) macrogranjas industriales.

Sin embargo, las cifras manejadas por Our World in Data indican que esa no es ni de lejos la mejor solución: “Si quieres una dieta más baja en carbono, comer menos carne es casi siempre mejor que comer la carne más sostenible”. Las fuentes de proteína vegetal de producción más contaminante tienden a contaminar menos (a menudo, mucho menos) que las carnes de producción menos contaminante. Por eso, “como consumidores, el mayor cambio que podemos realizar es comer más fuentes de proteínas basadas en plantas, como el tofu, los frutos secos, los guisantes y las habichuelas [en España añadiríamos lentejas y garbanzos]. Tal es el caso independientemente del lugar del mundo en el que te encuentres”. En términos generales, la dieta más sostenible es la basada en plantas o vegana, la siguiente es la (ovo-lacto-)vegetariana y la siguiente es la reducetariana, tanto más cuanto más reduzca. Solo comparando dos dietas con una ingesta de carne semejante se percibiría una diferencia significativa en aquella que opta por una ganadería sostenible.

Quizá la mención al tofu haya hecho rechinar algún diente. ¿No es un producto que requiere miles de kilómetros de transporte, y que además procede de agresivos monocultivos de soja? No olvidemos que la gran mayoría de la soja producida en el planeta (la mayoría de cultivos, en realidad) se destina a alimento para animales; la soja para consumo humano más allá del aceite supone menos del 7% de la producción global. Pese a todo, el argumento del transporte es pertinente y merece una consideración.

De verdad contribuye tanto la carne al cambio climático?
La soja del mundo: ¿se emplea para comida, combustibles o piensos de animales? Our World in Data

Pues, si una pauta de consumo hemos interiorizado en relación con el cambio climático, es la de favorecer el “producto local”: el producto que menos se ha desplazado para llegar a nosotros y que, por tanto, ha generado menos emisiones de transporte. Una recomendación útil, aunque uno se pregunta si la amplia difusión de esta consigna tiene relación con las evidentes ventajas que reporta a la economía nacional (en contraste con el oscurecimiento que rodea al asunto de la carne).

La distancia de transporte es un factor relevante, pero —como apreciamos en el siguiente gráfico— en absoluto determinante en la alimentación: en el cómputo total, importa mucho más la naturaleza de lo que comes que comprar “producto local”. En el caso de la ganadería, el transporte suma muy poco en comparación con otras emisiones relevantes (cambio de uso del suelo, granjas, piensos, procesamiento…). Solo en plantas que suelen viajar miles de kilómetros —como la caña de azúcar o el plátano— ocupa el transporte una porción significativa. Y aun así, las emisiones totales de estas plantas son muy inferiores a las de la carne más “local”.

De verdad contribuye tanto la carne al cambio climático?

Emisiones de gases invernadero (por kg. de comida) en la cadena de suministro. Verde: cambio de uso del suelo; marrón: granjas; naranja: piensos; azul: procesamiento; rojo: transporte; amarillo: venta al por menor; gris: empaquetamiento Our World in Data

Se pueden extraer muchas conclusiones de los datos precedentes, y un escenario en el que se generalizara el consumo de plantas en lugar de animales engendraría cambios sorprendentes en el planeta (a los que Our World in Data dedica una página entera). Pero lo que nos ha traído hasta aquí son las emisiones de CO2 y gases equivalentes, y por ello concluiremos con una cita extraída del gráfico anterior, que nos recuerda que la mejor forma de hacer nuestra dieta “más sostenible” es, con diferencia, reducir el consumo de productos animales, especialmente de carne:

“Las emisiones de CO2 de la mayoría de los productos de origen vegetal son de 10 a 50 veces menores que en la mayoría de productos de origen animal. Factores como la distancia de transporte, la venta, el empaquetado o las prácticas agrícolas específicas suelen ser pequeños en comparación con la importancia del tipo de comida”.           

Fuente: https://www.eldiario.es/caballodenietzsche/carne-cambio-climatico-consumo_132_8495836.html

Fuentes: El diario [Foto: Platos elaborados con ingredientes de origen 100% vegetal ©️Thomas Bedwin | The Vegan Agency]


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martes, 23 de noviembre de 2021

Ante el ridículo de Glasgow, actuar desde abajo y hacia adelante


Fuentes: Pie de página [Foto: Zurcir el planeta, es el planteamiento de un movimiento a favor de soluciones desde las bases sociales a la crisis climática, que está presente en la cumbre mundial sobre el clima, que se escenifica en la ciudad escocesa de Glasgow. Cortesía del Colectivo Zurciendo el Planeta]

Frente a la crisis climática, la única salida que se presenta es transformar la economía, liberar y recuperar la política y construir una nueva relación entre sociedades y planeta

Lo que se ha visto en los últimos días en Glasgow, Escocia, durante la cumbre mundial sobre cambio climático debería avergonzar a toda la humanidad, pero sobre todo a sus gobiernos. Los que sí enviaron representantes de alto nivel han mostrado una enorme incapacidad para comprometerse a los mínimos indispensables para evitar una catástrofe, además de poner en evidencia su corrupción y complicidad con los grandes contaminadores del mundo, que son también los dueños de los grandes capitales que lo destruyen. Los que no han ido, por su parte, parecen preferir esconderse del tema y optaron por que otros se hagan cargo. Así las cosas, no hay más remedio que emprender movilizaciones y acciones en todos los ámbitos de la sociedad, desde la construcción de una nueva economía a la acción política para democratizar las políticas públicas y hacerlas más eficientes.

La tierra tiene una cantidad finita de materias primas y una capacidad limitada para absorber desechos. El capitalismo necesita crecer constantemente para mantenerse en pie -el corazón mismo del sistema está en la inversión privada de dinero y recursos para obtener una ganancia, es decir, más de lo que se invirtió, y eso es, en pocas palabras, crecer-. Las leyes, los paradigmas económicos, las políticas públicas de todo el mundo están mal que bien alineadas a esa meta económica. La suma de estas tres condiciones -la lógica económica del crecimiento, la incapacidad natural de sostener una economía así y el sometimiento de la política a la economía- hace que la situación sea explosiva, y la principal muestra de eso es la crisis climática que los gobiernos deberían estar resolviendo en Glasgow. Ninguno de esos gobiernos, sin embargo, parece dispuesto a aceptar que así son las cosas y todos están tratando de impedir que se queme la casa pero sin dejar atizar el fuego.

Así las cosas, la única salida que se presenta es transformar la economía, liberar y recuperar la política y construir una nueva relación entre sociedades y planeta. Para lograrlo hará falta un esfuerzo de base mucho más amplio y fuerte que lo registrado hasta ahora, y urge actuar en todos los ámbitos posibles.

Por lo pronto, el trabajo de cooperativas y organizaciones que buscan una nueva relación con los consumidores y con el entorno es importantísimo en ese sentido. Esos esfuerzos solidarios entre todos los actores de una cadena productiva, el trabajo por mantener cadenas cortas, la apuesta por la ética y la dignidad en las relaciones de producción marcan el camino a seguir y son experimentos e innovaciones que señalan la dirección por la que avanzar. En ese mismo sentido apuntan las iniciativas amigables con el medio ambiente, y de hecho muchas veces son las mismas. Sin embargo, y con todo y lo necesarias que son, estas iniciativas no son suficientes.

Como señala el geógrafo marxista David Harvey, estas acciones pequeñas y múltiples asemejan a termitas que debilitan una viga agujero por agujero, pero antes de que terminen de romperla siempre llega el propietario a rociarlas con insecticida, o las limita a espacios y escalas en las que no hacen daño. Por eso hace falta también trabajar en los ámbitos políticos, de gobierno y de regulación. 

Los neoliberales nos han dejado muchas lecciones valiosas al respecto. Por ejemplo, ellos son muy conscientes de que hace falta un Estado fuerte al menos en ciertas materias, porque sin Estado no hay mercado, y para ser eficaz ese Estado debe ser también eficiente. En ese sentido es muy lamentable el proceso de debilitamiento de las instituciones estatales mexicanas provocado por la austeridad impuesta por este gobierno para favorecer grandes proyectos que difícilmente servirán para nada. 

Los neoliberales nos mostraron también lo importante de controlar esos aparatos estatales y de usarlos en forma articulada y con un proyecto claro. De hecho, ésa es quizá su principal lección: las transformaciones de fondo son posibles, y así como se desmontó el aparato desarrollista en los años noventa del siglo pasado, podrá desmontarse el neoliberal en los años veinte de este siglo. 

Si aprendemos esas lecciones y emprendemos un esfuerzo de igual envergadura, pero en una dirección nueva y distinta -democratizando el Estado, transformando la economía, movilizando a la sociedad- lograremos salvar el planeta y construir un mundo más justo y más libre. 

Eugenio Fernández VázquezConsultor ambiental en el Centro de Especialistas y Gestión Ambiental. @eugeniofv

Fuente: https://piedepagina.mx/ante-el-ridiculo-de-glasgow-actuar-desde-abajo-y-hacia-adelante/



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lunes, 14 de junio de 2021

Bayer-Monsanto deberá continuar respondiendo por las denuncias contra el Roundup


Fuentes: Tierra viva

En febrero pasado la compañía alemana había alcanzado un principio de acuerdo por 2000 millones de dólares para evitar futuras demandas por el uso del Roundup. Un juez desestimó la medida por considerarla «no razonable». Bayer-Monsanto insiste en la seguridad del uso del glifosato, a pesar de la evidencia científica y los fallos judiciales.

Un juez de Estados Unidos canceló un acuerdo que permitía a Bayer-Monsanto saldar futuras demandas relacionadas con el uso del herbicida Roundup, basado en el glifosato, y la afectación en la salud de las personas, en particular por casos de cáncer. La propuesta de la farmacéutica alemana —que adquirió la empresa Monsanto en 2018— fue presentada en febrero pasado y pretendía cancelar próximos litigios con la creación de un fondo de 2000 millones de dólares.

El principio de acuerdo había sido sellado entre Bayer-Monsanto y los abogados querellantes de los afectados por el uso de Roundup, pero tenía que ser validado por el juez de San Francisco Vince Chhabria. El magistrado consideró que el convenio era “claramente no razonable” para algunos denunciantes y sostuvo que «no protegía suficientemente los intereses de las personas que usaron el herbicida Roundup antes de febrero de 2021, pero que aún no han sido diagnosticadas con linfoma no Hodgkin, un cáncer del sistema linfático».

Chhabria señaló que el acuerdo judicial sí era beneficioso para la empresa porque limitaba sus futuros riesgos legales, algo que el propio juez buscó evitar al solicitar este acuerdo para futuras demandas. El convenio rechazado por 2000 millones de dólares es un desprendimiento del acuerdo aprobado por el juez de San Francisco en junio de 2020, en el que Bayer-Monsanto alcanzó un acuerdo de más de 10.000 millones de dólares para poner fin a unas 125.000 denuncias. Pero que Chhabria desestimó en parte por no contemplar las demandas futuras.

Tras ver cancelada la oportunidad de anular futuras demandas judiciales, Bayer manifestó, a través de un comunicado, que continuará explorando las opciones legales y comerciales para lograr «un resultado similar en la mitigación del riesgo de litigios futuros» y sostuvieron que la empresa las tomará «lo más rápido posible».

Roundup, la evidencia y la negación de Bayer-Monsanto

En ese tono, Bayer-Monsanto continúa defendiendo la inocuidad del Roundup y argumentó que la Agencia de Protección Ambiental estadounidense (EPA, por sus siglas en inglés) presentó un escrito ante la Corte de Apelaciones de ese país en el que afirma que el glifosato «no presenta riesgos de preocupación para la salud humana». A pesar de la propia documentación interna que reconoce lo contrario y fue revelada en los Monsanto Papers y la declaración de la  Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC), dependiente de la OMS, en 2015, cuando calificó a ese activo como «presuntamente cancerígeno».

El laboratorio alemán —que desembolsó 63 mil millones de dólares en 2018 por la compra de Monsanto— insiste su línea argumentativa y propuso la creación de un panel asesor científico «independiente» para revisar la información sobre la seguridad de su producto. Además, la empresa informó la creación de un sitio web dedicado a «estudios científicos» sobre la seguridad del Rounup y solicitó a la EPA que apruebe la redacción de las etiquetas con un enlace de referencia. También indicó la posibilidad de reducir el uso de la sustancia química en césped y jardín, aunque no en prácticas agrícolas.

Sin embargo, la Justicia continúa rechazando los argumentos de Bayer-Monsanto. Semanas antes de la decisión del juez Chhabria, la Corte de Apelaciones rechazó el pedido de la firma propietaria de Roundup de revisar la sentencia de la causa Edwin Hardeman —que no ingresó en el acuerdo de junio 2020— y confirmó la condena a Bayer-Monsanto por 25 millones de dólares, por daños e intereses contra Haderman, quien fue diagnosticado con linfoma no Hodgkin en 2015, tras años de usar el producto en base a glifosato. «La evidencia mostró que el riesgo cancerígeno del glifosato era conocido al momento de la exposición de Hardeman», sostuvo la Corte de Apelaciones de California.

Fuente: https://agenciatierraviva.com.ar/bayer-monsanto-debera-continuar-respondiendo-por-las-denuncias-contra-el-roundup/


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