viernes, 30 de agosto de 2019

Incendios en la Amazonia: Socialismo o barbarie

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Roberto Laxe
Rebelión


El llamado pulmón del mundo, la Amazonia, ardiendo para beneficiar a los capitalistas, principalmente yanquis, aunque no olvidemos el proyecto de China de atravesarla con vías de comunicación. El otro pulmón del mundo, Siberia, lleva ardiendo semanas; mientras, se registran temperaturas récord en Groenlandia y Alaska y Rusia se convierte en el primer productor de petroleo en el Ártico (ha botado una central nuclear ambulante en un barco). El fuego está siendo utilizado como sustitutivo de la guerra para la destrucción de fuerzas productivas, la naturaleza, al servicio de que el capitalismo salga de la crisis como sea, y a costa de lo que sea. Nada nuevo bajo el sol, el capitalismo "nació a sangre y fuego" dijo Marx, y lleva camino de morir de la misma manera... Solo que arrastrando a la humanidad tras él: poniendo al frente de estados imperialistas como EE UU o Italia y en semicolonias como Brasil, a verdaderos descerebrados. Porque solo unos descerebrados pueden decir lo que esos sres dicen para justificarse.

Las contradicciones interimperialistas: el "capitalismo verde" europeo

El capitalismo ya condujo al mundo a la barbarie, en la II Guerra Mundial; aquella de los campos de exterminio, bombas atómicas y bombardeos masivos sobre población civil, que provocó la muerte de más de 50 millones de seres humanos. Ahora enfrentamos una versión corregida y aumentada de lo que fue la II Guerra, solo que sin guerra declarada, con "formas" democráticas; nos dejan votar cada cuatro años a los descerebrados que van a rematar la tarea de destruir el mundo. Pero son como Groucho Marx y el "más madera, es la guerra", que cuando se quiso dar cuenta no le quedaba tren que quemar.
El imperialismo europeo quiere aprovechar esta crisis para reubicarse en el concierto de potencias; la guerra comercial chino estadounidense la había puesto al margen de la resolución de la crisis del capitalismo. Así, Macron, como buen francés, toma la iniciativa política, se enfrenta Bolsonaro llamándole mentiroso y quiere que el G7 discuta la situación Brasileña; por su parte Merkel, como buena alemana, ya anuncia sanciones económicas a Brasil.
Pero no nos confundamos, el "capitalismo verde" europeo no es la solución de nada; solo buscan una Europa limpia, mientras llenan África de residuos tóxicos, de "guerras bajo bandera ajena", por los recursos minerales, lo que está provocando la otra gran crisis social de este comienzo del siglo XXI, la de los refugiados, convirtiendo el Mediterráneo en una gran fosa común.
El "capitalismo verde" europeo se basa, primero en "limpiar" el Viejo Continente de industria contaminante, para deslocalizarla a países semicoloniales, como está haciendo Alcoa con el cierre y venta de fábricas, mientras abre sus secciones más contaminantes en países donde el control es inexistente, como Arabia Saudí.
La otra gran pata del "capitalismo verde" europeo es, en su nombre, la destrucción de las conquistas obreras y sociales de los años de la postguerra, a través de reformas laborales y privatizaciones de pensiones, sanidad, educación y demás servicios sociales; sustituyendo el papel del estado en ellos por la iniciativa privada progresista, canalizada a través de la ONGs; el llamado "activismo social" o la economía colaborativa.
El "capitalismo verde" europeo solo es otra versión, adornada, de la vieja explotación de la clase obrera y saqueo de las riquezas del mundo. ¿Acaso el imperialismo y el colonialismo capitalista no es un invento europeo?. ¿No fueron Gran Bretaña y Francia las que se repartieron el mundo en el siglo XIX, como antes hicieran Castilla y Portugal?. ¿No fueron las ansias de expansión de Alemania las que provocaron la I y la II guerra mundial?. Por ello, no podemos esperar nada de los Macron, Merkel, Sanchez o Salvini, que no sea otra manera, más "europea" del mismo imperialismo capitalista que está en el fondo del desastre de la Amazonia.

El centro de la respuesta: la juventud

Ellos dicen que ya expiaron los pecados que les llevaron a esas políticas; pero eso es falso, la realidad de la política ante los refugiados demuestra que siguen siendo los "lobos" colonialistas del pasado pero con "piel de oveja", y con ello quieren confundir a los sectores de la población, sobre todo a la juventud, que se está levantando contra "la crónica de un desastre anunciado" que es el cambio climático.
Unos sectores que no han conocido otra sociedad que la capitalista neoliberal, la que surgió tras la disolución de la URSS, la restauración del capitalismo en los estados del llamado "socialismo real" y el descubrimiento de que tras el Muro de Berlín no había socialismo, ni "real" ni "irreal". Y en una pirueta de la historia ("farsa" le llamaría Marx), estos sectores sociales, incluidas muchos pertenecientes a la clase obrera más precarizada (la joven), tienen que romper con las ataduras de la burguesía.
En el siglo XIX el movimiento obrero se desgajó de los sectores "liberales" de la burguesía; de los partidos liberales, republicanos, etc., de la pequeña burguesía democrática herederos de la lucha contra el feudalismo, surgieron los movimientos obreros que constituían su ala izquierda. Hoy la dirección política de la clase obrera en casi todo el mundo es, de nuevo y tras el desastre del stalinismo asociado al "socialismo", la pequeña burguesía democrática, ahora disfrazada con los ropajes de los movimientos sociales (ecologismo, feminismo, independentismo...).
Recogiendo la profunda preocupación social, y la respuesta que se está dando ante los desastres del capitalismo en sus más variadas formas, incendios, feminicidios, saqueos de riquezas, éxodos masivos de población, etc., esta pequeña burguesía busca no salirse de los marcos del capitalismo; y para ello le pone un apellido. Nunca hablan del capitalismo imperialista como causa central de ellos, sino de "capitalismo salvaje", como si fuera posible un capitalismo sin "salvajismo", capitalismo "neoliberal", como si un capitalismo no "neoliberal", fuera respetuoso con los derechos sociales y políticos de la población.
Si estos sectores de la juventud que rechazan el desastre que se avecina, no rompen abiertamente con estas direcciones, su lucha será reabsorbida por el sistema capitalista, y todo quedará en "un sueño de una noche de verano". No es la primera ni la última vez que esto sucede; toda lucha social democrática que no se engarza a la lucha contra el capitalismo y por el socialismo, termina alimentando el "discurso políticamente correcto" del sistema, de reacción democrática; integrándolo a través de ONGs, Observatorios contra... e instituciones varias, que desactivan todo su potencial revolucionario

¿Estamos llegando al limite del capitalismo?

Lo que sucede en Brasil no solo responde a una causa, no solo es la agroganaderia la que está detrás de los incendios, está la megamineria, está la política forestal, está la construcción de infraestructuras como la prevista por China; están en fin, las contradicciones intercapitalistas entre las grandes potencias, donde los EE UU quieren retomar la hegemonía absoluta ("America First") que tuvo durante décadas, y está perdiendo ante sus competidores, China y la UE, fundamentalmente.

Tras lo que sucede en Brasil, como en la selva Indonesia, como Siberia o los incendios que recurrentemente se producen en Galiza, está el capitalismo como modo de producción agotado. En 1936 Trotski afirmó que las fuerzas productivas ya no se desarrollaban más; el capitalismo precisó una devastación masiva, la II Guerra, para liberarlas de las ataduras del pasado. Asi, durante 30 o 40 años, tras esa destrucción masiva de fuerzas productivas (60 millones de muertos), las liberaron para conocer una nueva "época de desarrollo"; fueron los años del Estado del Bienestar.
Esta época toco a su fin en los años 70 del siglo XX, cuando comenzó el desmontaje de todo lo conquistado en los 40/50/60. Hoy estamos viviendo el prologo de ese periodo; ya no hay más que desmontar -sólo restos del Estado del Bienestar en Europa-, y el capitalismo ha llegado a un tope difícil de resolver.

Parafraseando a Trotski, las fuerzas productivas que generaban más riqueza social no solo han dejado de desarrollarse, sino que se han transformado en lo que Marx llamó fuerzas destructivas, aquellas que con su uso no incrementan la riqueza social, sino que la destruye. Los desarrollos tecnológicos que en el pasado generaban un salto social adelante, a pesar de la propiedad privada de los medios de producción y distribución, hoy esos mismos desarrollos se convierten en enemigos de la sociedad: el ansia de enriquecimiento de los propietarios de los medios de producción, distribución y financieros, les lleva a desatar una verdadera guerra social contra todo y todos. Los "bolsonaros", su estupidez, ignorancia y brutalidad, son el vehiculo perfecto para llevar adelante esta guerra social.

El socialismo como única alternativa

En esta situación, la disyuntiva "socialismo o barbarie capitalista" está dejando de ser una frase hecha, para convertirse en un hecho de la realidad. Pero no el "socialismo" burocrático stalinista, que no era tal (socialismo y burocracia es un oximorón), solo era un régimen transitorio que bajo el dominio de los intereses y las necesidades de la burocracia significaba una vuelta al capitalismo, como así sucedió; sino el socialismo revolucionario que se comenzó a construir en 1917.
Tampoco es una vuelta atrás de las situaciones sociales que nos han traído a esta situación, como venden desde sectores de la izquierda que ha renunciado en los hechos a la lucha por el socialismo, aunque se adornen como quieran. No es una vuelta a los "mercados de cercanía", porque eso fue lo que dio origen al capitalismo; las ferias y mercados medievales de los burgos / ciudades, que eran los "mercados de cercanía", fueron los lugares donde comerciantes y agricultores comenzaron a formarse como clase social, como clase burguesa.
El problema no es individual, ni de "cercanía" ni "lejanía", sino el modo social de producir y distribuir las riquezas generadas por la sociedad, de las que se apropia una minoría que determina qué se produce y qué no, y qué necesidades se cubren y cuales no; todo bajo el criterio del beneficio capitalista. Mirar para el pasado como alternativa, un pasado también basado en la propiedad privada y que solo dio hambrunas y peste, es una declaración de principios de y de impotencia para cambiar la sociedad.
De aquellos barros estos lodos; así que no repitamos la historia, superemosla. El mercado, por definición, es injusto, porque para que alguien gane otro tiene que perder, en dinero, calidad o lo que sea, lo que no significa ni un milímetro de avance social. De alguna manera es la versión de izquierdas, progresista, de ese revival medievalista en la cultura; los "mercados de cercanías", "km. 0", son los nuevos mercados medievales. Es la pequeña burguesía intelectual, a la que el Muro de Berlín se le cayó en la cabeza, la que más agita este "regreso al pasado", a la "cercanía", a la pequeña producción... Como si el mercado mundial actual origen del problema climático no hubiera surgido de los pequeños mercados de cercanía de la Edad Media.
Superar el pasado significa luchar por un socialismo que se base en las necesidades sociales, no en los de una clase depredadora como la burguesía, o una casta parasitaria como la burocracia, y, por lo tanto, en la planificación democrática de la economía en un camino de doble circulación; se planifica en función del conjunto de la sociedad, que se basa en las decisiones adoptadas desde la base.
Retrasar las manillas del reloj además de reaccionario es imposible. El tiempo pasa, las formas de producir y distribuir la riqueza generada por una sociedad puede ser un ejemplo del que aprender, pero no para repetirlo, sino para superarlo. El capitalismo dio grandes cosas al desarrollo humano: solo un ejemplo, la esperanza de vida en los modos de producción previos no pasaba de los 45 años, hoy está en los 75/80; esto, guste o no, es un síntoma de un gran avance social.
Pero el capitalismo, como todo es histórico; es decir, tiene un comienzo, crecimiento, desarrollo, decadencia y fin. Hoy estamos en la decadencia camino del fin, los incendios de Brasil o Siberia, los feminicidios, el aumento de la explotación de la clase obrera a niveles del siglo XIX, el éxodo de poblaciones enteras, son los síntomas de su agotamiento; es hora de abrir las puertas y ventanas, que entre aire fresco, renovar de arriba abajo la sociedad. Echar a los que con su ignorancia y brutalidad están llevando al limite lo que es obvio para todos es una necesidad histórica; pero no nos quedemos ahí.
De la misma manera que no sirve de nada mirar para los "mercados medievales de cercanía", no sirve de nada mirar para aquellos capitalistas "verdes", "democráticos", que se adornen con las plumas que quieran, pero que en el fondo defienden las condiciones que dan origen a lo que está sucediendo en Brasil, las relaciones sociales de producción capitalistas.
El enemigo de mi enemigo no es mi amigo
Macron, Merkel, Sanchez... podrán aparecer enfrentados a los Bolsonaros, Trump o Salvinis, pero es pura fachada. La crisis del Open Arms demostró como la política de Sanchez es prima hermana de la de Salvini, con una sola diferencia formal, Salvini dice lo que hace o va a hacer; Sanchez no dice lo que hace, lo hace y punto.
Pueden aparentar que Macron y Merkel repudían a Bolsonaro, mas, si así fuera ya estarían promoviendo ataques aéreos contra Brasil por crímenes de lesa humanidad (quemar el pulmón del que depende la humanidad es dejar en mantillas el genocidio nazi); estarían promoviendo su dimisión, bloqueando el país, puesto que tienen capacidad para hacerlo. Pero no, lo único que hacen es agitar un poco el árbol para ver si cede, y dos, para encauzar el malestar social que se está generando, sobre la máxima del "enemigo de mi enemigo es mi amigo". Están sobre actuando para conservar el bosque capitalista, que para eso son representantes de burguesías expertas en enfrentar guerras y revoluciones.
Por todo ello para la clase obrera "los enemigos" de los Bolsonaros varios no son sus "amigos" ni ocasionalmente. Al tiempo que Macron llama "mentiroso" a Bolsonaro, no dejan de destruir las raíces de las conquistas sociales en Europa, mantienen sus políticas respecto a África y los refugiados... es, como digo, una sobre actuación para desactivar el conflicto social.
La clase obrera es la primera interesada en que los desastres ecológicos como los incendios en Brasil, se resuelvan en un sentido progresivo. De la misma manera que en una fábrica altamente contaminante los primeros perjudicados son los mismos trabajadores de la fábrica, puesto que están en contacto diario, en la sociedad son los barrios obreros y populares los que sufren el día a día de la contaminación y de las consecuencias económicas que puedan tener. Los barrios ricos suelen tender normas urbanísticas que ni de lejos sueñan los habitantes de los barrios obreros de esas mismas ciudades.
Por ello la clase obrera no tiene ningún interés real en mantener estas relaciones de producción que les perjudica, primero como asalariados y asalariadas para un patrón que los explota, y segundo, en que ese mismo patrón los contamina como ciudadanos.
Subjetivamente un trabajador puede sentirse unido al empresario que lo explota, porque en su cabeza y fruto de la educación social (a lo que colaboran los economistas progresistas) aparece el capitalista/la empresa como los que generan riqueza. Nada más falso que esto; la riqueza no sale de las contabilidades de las empresas como el dinero no te lo da los cajeros; la riqueza, como el dinero, sale del trabajo productivo humano y son los trabajadores y trabajadoras los que con su fuerza la generan.

Cuando la clase obrera toma conciencia de este hecho, rompe su "alianza" con el capital y se convierten en el sujeto social fundamental -no único- para enfrentar las relaciones sociales de producción que están detrás de los incendios en Brasil, el capitalismo, y sus representantes políticos, los Bolsonaros, los Trump, también los "enemigos de sus enemigos".

Esto les pone ante una necesidad: construir una alternativa social al capitalismo, sea su forma "depredadora" sea su forma "verde", que no puede ser otra que la defensa de lo común, implicando en esta lucha al "común" de la sociedad oprimida y explotada.
¿Y cuál es el sustantivo que define "la defensa de lo común", sino comunista?



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martes, 27 de agosto de 2019

Nación Mapuche. Weychafe defensores del RukaPillan anuncian control del acceso al pewenentu


Por Mapuexpress

Declaración Pública
Por la defensa del Rukapillan

Damos a conocer a la opinión pública que el día 24 de agosto del año en curso, pu weichafe de comunidades mapuche y no mapuche adyacentes al Rukapillan, hicieron control de acceso al Peweñentu.
La idea de control se hace en el marco de un campeonato de Esquí que se desarrollaba en el sector Pino Huacho. Quieran seguir imponiendo una imagen de turismo que no representa al territorio y pasando por los principios que significa este espacio sobre el ser Mapuche. Ante este evento, no hemos visto avances concretos en nuestras demandas, es más, se sigue fomentando y dando pantalla a estos eventos.
Como territorio seguiremos avanzando en nuestra postura, defendiendo la vida, formas de economía que desarrollan familias en estos espacios, sin necesidad de intervenir con grandes aparatajes el territorio y todo lo que representa este espacio para la espiritualidad Mapuche.
Antes estos eventos se seguirán desarrollando acciones de lucha y defensa, por una forma de vida respetuosa de la naturaleza y no un progreso turístico masivo y extractivista. Creemos firmemente que si estos proyectos siguen avanzando se dará curso a que otros proyectos futuros sigan invadiendo este espacio territorial. Conocemos la mentalidad winka y no nos dejaremos engañar por un discurso de falso progreso.
No al centro de esquí Pinohuacho
Justicia para Macarena Valdés
Libertad a los Presos Políticos Mapuche
No a los proyectos hidroeléctricos en el territorio
AMULEPE TAIÑ WEICHAN ¡¡MARICHIWEU!!

mapuexpress.org/?p=28565
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Los bosques del planeta arden en el altar del Capitalismo, y sigue el sobreconsumo teledirigido


Por Cecilia Zamudio

La contradicción entre la naturaleza y un modelo socioeconómico perverso basado en capitalizar, es ya inocultable, cuando hay un «continente» de plástico flotando en el océano; cuando el sobreconsumo teledirigido convierte al planeta en un basural; cuando los bosques tropicales son arrasados…

Los bosques del planeta están ardiendo en el altar del capitalismo: la quema es el mecanismo previo al saqueo capitalista. La Amazonía y otras zonas boscosas de la región, los bosques de África Central, el bosque tropical de Indonesia, arden. Gran parte de las áreas quemadas son bosque protegido: una vez arrasadas por el fuego, una vez desplazadas las comunidades indígenas, los territorios serán saqueados por multinacionales mineras, hidroeléctricas, del agro industrial. Cometiendo ecocidio y genocidio las multinacionales perpetran su acumulación capitalista: miles de especies son extinguidas, los últimos pueblos indígenas de los bosques tropicales sufren exterminio.
La burguesía transnacional coloca a sus matarifes más eficaces en las presidencias de países estratégicos (porque no nos engañemos, es la burguesía la que coloca presidentes, dirigiendo el «voto» a través de sus medios de alienación masiva). Así por ejemplo, en Brasil, país riquísimo en recursos, la burguesía colocó a un Bolsonaro que claramente expresó que «acabaría con las reservas indígenas» por considerarlas un obstáculo «a la economía», es decir por considerarlas un obstáculo al lucro que perpetran un puñado de multimillonarios. Por eso no se está agilizando el apagar los incendios en Brasil, porque hay una voluntad de quema. La burguesía echa mano de su herramienta fascista cuando pretende incrementar brutalmente los niveles de saqueo del medio ambiente e incrementar la tasa de explotación contra las y los trabajadores.
Por todo el mundo, impera la perversa lógica de capitalizar, de «liberar tierras de bosque» para lucrarse del territorio y sus recursos. El fuego avanza y no hay nunca suficientes hidroaviones para apagar incendios porque los Estados, funcionales al Capital, aducen que «no hay presupuesto para comprarlos», en cambio sí tienen presupuesto para comprarle decenas de aviones de guerra al complejo militar industrial, para inyectarle capital público a la banca privada, para gigantescos cuerpos represivos encargados de reprimir el descontento social que genera la explotación, la injusticia social y el saqueo.
En base al saqueo del planeta y a la explotación de las y los trabajadores, la clase explotadora perpetra la acumulación capitalista.
En el momento histórico que vivimos se agudizan las contradicciones. La contradicción de intereses entre la clase explotadora y la clase explotada se agudiza: la clase explotadora incrementa la tasa de explotación e intensifica su arremetida de privatizaciones, excluyendo a millones de personas de una vida digna, precarizando cada día más las condiciones de vida. La contradicción entre los intereses de la clase explotadora y la supervivencia del mismo planeta, también queda de manifiesto. La contradicción entre la naturaleza y un modelo socioeconómico perverso basado en capitalizar, es ya inocultable, cuando hay un «continente» de plástico flotando en el océano Pacífico; cuando el sobreconsumo teledirigido convierte al planeta en un basural; cuando los bosques tropicales, pulmones del planeta, son arrasados; cuando el modo de producción alimentario capitalista nos envenena; cuando un puñado de multinacionales modifican genéticamente las semillas y prohíben el uso de las semillas autóctonas; cuando se derriten los polos; cuando las emisiones de CO2 a la atmósfera, producto del modo de producción y consumo capitalista, son abrumadoras.
No obstante la evidencia de la devastación de la naturaleza, no obstante los discursos de los voceros  políticos de la burguesía (que fingen preocuparse por el cambio climático), siguen vigentes todos los mecanismos de destrucción del medio ambiente, porque al capital no le piensan poner freno. Para que un puñado de multimillonarios acumule más y más riqueza, sigue vigente la criminal Obsolescencia Programada (se programa, desde la producción, que cada cosa dure un tiempo muy inferior al que podría durar, para fomentar la compra de otro objeto… la lógica aberrante del usar y tirar significa negocios para el gran capital); sigue también vigente la alienación masiva que perpetra la clase explotadora contra la clase explotada a través de sus medios de propaganda y publicidad, incitando incesantemente a las masas a consumir, a practicar una orgía de sobreconsumo que calcina al planeta. Los voceros de la burguesía proponen tiritas para la gangrena, medidas cosméticas: en vez de prohibir la Obsolescencia Programada, te invitan a llevarte una bolsa de tela para tus compras (o a comprar las bolsas de plástico), te proponen espejismos de «soluciones» siempre individuales, nunca se ataca la raíz del problema, y a estas alturas de la destrucción, hay que atacar la raíz sistémica de la depredación. La gangrena no se cura con cosmética. Por muy buena voluntad que tengamos a nivel individual, frenar la barbarie capitalista requiere de una toma de consciencia de la raíz del problema (no solamente de sus síntomas), requiere de una lucha colectiva.
La burguesía instala, a través de sus medios, la idea fatalista de «el ser humano es malvado», para obviamente evitar ser señalada como la depredadora que es, para sembrar inmovilismo y el «sálvese quien pueda». Los medios nunca dicen que es la clase explotadora y su sistema capitalista el que origina esta devastación del planeta, esta devastación en la que también son depredados los seres humanos, porque también los seres humanos son intoxicados, alienados al punto de ser funcionales a este sistema, enajenados de toda empatía y de toda relación de armonía con la naturaleza.
Es la lógica del capitalismo: capitalizar cada día más, monopolizar en desmedro de lo que haga falta.
Desde la desaparición de la URSS, los niveles de acumulación capitalista, de concentración de riqueza en monopolios cada vez más descomunales, los niveles de explotación y saqueo, se han venido incrementando de manera brutal: es algo tangible y verificable. Al no haber contrapeso importante al capitalismo, las burguesías han procedido a desmantelar paulatinamente los llamados «Estados de Bienestar» en las metrópolis capitalistas, ya que no les son ahora necesarios para fingir la estafa del supuesto «rostro humano» del capitalismo. El capitalismo NO tiene rostro humano, y las caretas se caen cuando ya no son necesarias. La burguesía está hoy en una arremetida contra la seguridad social, contra las pensiones públicas, contra la educación pública, contra la sanidad pública, etc.
En cuanto a los países concebidos como meras «bodegas de recursos», los países de la periferia capitalista (los países de África, Asia y América Latina), ya sabíamos de la cara infame del capitalismo, porque llevamos décadas padeciendo la injerencia imperialista, padeciendo los golpes de Estado fomentados desde el Pentágono, los servicios secretos franceses, belgas, ingleses y demás potencias neocoloniales, contra todo gobierno que pretenda frenar el saqueo capitalista. Sabemos de la cara infame del capitalismo porque sufrimos su arremetida brutal: sufrimos los bombardeos «humanitarios» de la OTAN en las guerras imperialistas que la UE y EEUU implementan para arrodillar a pueblos enteros a un mayor saqueo de sus recursos (Irak, Libia, etc); sufrimos Estados criminales como el Estado colombiano (por poner un ejemplo entre muchos), que le hacen la guerra al pueblo con Terrorismo de Estado (con militares y paramilitares, con tortura y masacres) para desplazar comunidades enteras de las zonas codiciadas por multinacionales, para exterminar toda oposición al saqueo que perpetra el gran capital transnacional. Sabemos de la cara infame del capitalismo, porque sabemos de éxodos forzados, porque vemos el cinismo de la UE, Estados Unidos y demás metrópolis capitalistas que succionan las riquezas de África, Asia y América Latina, pero rechazan a las personas desposeídas, construyendo Fronteras-Fortalezas entorno al botín saqueado… Fronteras-Fortalezas frente a las que mueren anualmente miles de seres humanos, intentando escapar de la pesadilla a la que el saqueo capitalista ha arrojado a sus países.
Hay una guerra de clases: la burguesía le hace la guerra a la población al precarizar sus condiciones de vida, es una guerra de explotación, de empobrecimiento, de despojo, de hambreamiento, de alienación (la clase explotadora fomenta racismo, machismo, individualismo, xenofobia, a través de sus medios: la estrategia es «dividir para reinar», poco le importa a la clase explotadora que su fomento del odio racista cause matanzas horrendas, que su fomento de la misoginia cause Feminicidio, lo importante es mantener a la clase explotada dividida, en «caos controlado» como mecanismo de control social). La guerra de alienación que perpetra la clase explotadora contra la clase explotada es un mecanismo fundamental del capitalismo, y es cimiento de la aberrante destrucción de la naturaleza en el altar del sobreconsumo: las masas son bombardeadas de publicidad, de incitación permanente al «consumo compensatorio» de las frustraciones y soledades creadas por el mismo sistema: el individualismo y la destrucción del tejido social resultan ser abono para el sobreconsumo, los constantes mecanismos de alienación teledirigen a millones de personas hacia la orgía sobreconsumista.
La guerra que perpetra la clase explotadora contra la clase explotada también se expresa en el exterminio físico contra las y los luchadores sociales que se oponen a la explotación de las y los trabajadores y al saqueo de la naturaleza.
«El Capitalismo tiende a destruir sus dos fuentes de riqueza: la Naturaleza y los seres humanos», expresaba Marx.
Frente a la explotación y a la devastación que perpetra la clase explotadora, los pueblos luchan por sus derechos a una vida digna, a la educación, la vivienda, la alimentación saludable, la salud, el derecho a un entorno seguro, el respeto por el medio ambiente. Los pueblos indígenas, las comunidades afrodescendientes, el pequeño campesinado del planeta, luchan en primera línea contra las multinacionales mineras, energéticas, del agro industrial… luchan por la soberanía alimentaria, por la preservación de la naturaleza. La burguesía asesina, a través de sus matarifes, a centenares de ambientalistas, sindicalistas y luchadores sociales anualmente: para acallar sus voces y toda organización social que cuestione la barbarie y sus causas sistémicas.
Pero pese a la represión brutal y a la criminalización de la protesta, la lucha sigue porque para algunos pueblos es cuestión de supervivencia inmediata, porque para la clase explotada mundial es urgente salir de este sistema que todo lo depreda y lo pudre, incluídas las relaciones humanas, porque para el planeta es cuestión vital.
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domingo, 25 de agosto de 2019

Por qué se incendia el Amazonas y cuál será el daño ambiental

Expertos de Brasil señalaron a Página|12 su preocupación por la gravedad de la situación

Pablo Esteban
Página12

Los expertos que investigan medioambiente en Brasil dijeron a Página|12 que el fuego no está controlado, que en 2019 se registraron 73 mil focos, y que el gobierno de Bolsonaro niega la realidad. Nueve países están directamente involucrados en el padecimiento del daño.

 Especialistas en medio ambiente revelaron a Página|12 la gravedad que representan los incendios forestales en el Amazonas . “La reducción de los bosques es muy preocupante. Estamos perdiendo un reservorio de humedad que cumple con un rol fundamental en la regulación del régimen de precipitaciones y su variabilidad en la región. Todos nuestros países sentirán los cambios, estamos comprometiendo el futuro de nuestros hijos y nietos”, dijo Pedro Silva Dias, profesor e investigador de la Universidad de São Paulo. "Nuestras autoridades se niegan a ver esta realidad."  En el mismo sentido José Marengo, meteorólogo y coordinador general de investigación y desarrollo del Centro Nacional de Monitoreo y Alerta de Desastres Naturales (Brasil) sostuvo que “los fuegos están fuera de control, se convirtieron en un problema cultural. Las acciones ambientales de Bolsonaro siguen la agenda de Trump. El odio que tiene el presidente hacia los científicos y las ONGs ambientalistas es profundo. Culpan a estas organizaciones de colocar el fuego en la selva, el Ministro de Medioambiente vive a la defensiva”.
La causa de los incendios
 El Amazonas es el bosque tropical más grande del planeta (abarca siete millones de kilómetros cuadrados y comprende nueve países) y cuenta con unos 400 mil millones de árboles de los tamaños y tipos más variados. El “pulmón del mundo” está prendido fuego y la mala noticia es que el gobierno de Brasil intensifica su asfixia al ignorar las problemáticas ambientales. Bolsonaro redujo en un 95% el presupuesto de acciones destinadas a combatir el cambio climático y, según el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE, por sus siglas en portugués), ya son 73 mil los focos de quema registrados en lo que va de 2019.
Literalmente, el Amazonas arde y la deforestación amenaza con ser la peor de la historia. ¿Por qué? Desde comienzos de su gestión, los grandes terratenientes cuentan con el visto bueno del mandatario para quemar regiones boscosas y barrer con la biodiversidad presente. Cinco estados han experimentado un incremento notable en sus incendios: Mato Grosso del Sur (260%), Rondonia (198%), Para (188%), Acre (176%) y Río de Janeiro (176%). En estos momentos, el corredor se extiende por varias regiones del país (Medio Oeste, Sudeste y Sur) que declararon su situación de emergencia por alerta ambiental y avanza a ritmo sostenido sobre Argentina, Uruguay, Perú y Bolivia.
El impacto ambiental
La quema y la deforestación de la selva disminuyen el caudal de los “ríos voladores” –flujos aéreos masivos de agua en forma de vapor– responsables de gran parte de las lluvias que se generan en el continente. “En San Pablo llovió agua negra porque los vientos llevaron todo ese humo hacia nuestra ciudad. Esto provoca graves inconvenientes de polución y obstrucciones respiratorias en la población. Es muy fuerte ver a las autoridades cómo dan la espalda y tildan a los científicos de sensacionalistas”, cuenta Marengo.
 
En esta línea, también se ve afectado el papel que el bosque desempeña en relación al ciclo hidrológico. “Parte de la lluvia se genera por humedad transportada desde el Océano Atlántico y confluye con la evapotranspiración de los bosques. Entonces, cuando llueve en la región, los ríos voladores arrastran esa humedad de la Amazonía hacia el sur. Si toda la flora desaparece y las temperaturas aumentan, se podría producir una crisis hídrica implacable”, alerta el especialista.
Quiénes son los responsables
“Siempre hubo malas intervenciones de los gobiernos en asuntos ambientales. Lo que ocurre ahora es de una agresividad notoria, no les gusta la idea de monitorear los incendios. Impresiona cómo se despreocupan por tener datos reales acerca de lo que verdaderamente sucede”, plantea Silva Dias. Lo que aún significa más, la decisión gubernamental ha sido contratar a una empresa de EEUU para reemplazar las funciones del INPE: “No me entra en la cabeza, no lo puedo entender, porque es un tema de interés nacional. INPE tiene la competencia y es reconocido internacionalmente, sus técnicas fueron empleadas y certificadas en otros países. No importa la calidad científica de lo que hagamos, siempre es mejor si viene de afuera. Al gobierno no le interesa contar con nuestras capacidades humanas para producir productos tecnológicos y eso es un problema”, apunta Silva al respecto.
Como todo conflicto medioambiental, las razones hay que hurgarlas en la política. El mandato productivista se lleva de maravillas con el cortoplacismo y la protección de recursos naturales y la biodiversidad de la ecorregión se vuelven prescindibles. Mientras tanto, para los medios hegemónicos, unas catástrofes importan más que otras. Notre Dame tuvo mayores repercusiones y coberturas mediáticas que el infierno del Amazonas. Y no se trata de comparar conflictos para medir cuál duele más. Más bien, se vincula con un proceso educativo: enseñaron a valorar Occidente. Un Occidente, blanco, europeo, civilizado. Y en el proceso de colonización, también enseñaron a olvidar lo propio. 
poesteban@gmail.com
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/213848-por-que-se-incendia-el-amazonas-y-cual-sera-el-dano-ambienta 



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