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jueves, 10 de junio de 2021

«Al compostar estamos devolviendo suelo a la Tierra»


Fuentes: Tierra viva

Entrevista a María Julia Mazzarino, integrante de la Asociación Argentina de Compostaje y especialista en suelos. Cómo es la evolución de los nutrientes, los efectos de la contaminación, las consecuencias del agro y la ganadería, la posibilidad de «crear suelo» para devolverlo al planeta.

“Otoño es la época que más me dedico al jardín”, es lo primero que comenta al ingresar al zoom. Vive en Bariloche, es ingeniera agrónoma, docente e investigadora del Conicet. Tiene más de 70 artículos científicos publicados, es parte fundadora de la flamante Asociación Argentina de Compostaje (Asacomp). Sabe mucho de suelos, contaminación y tiene mucha vocación de compartirlo. Además, fue directora de la Planta de Compostaje Cloacal de su ciudad, en la que se procesan los efluentes del 70 por ciento de la población y se produce alrededor de 5000 metros cúbicos de enmienda orgánica por año. Material de comprobada eficacia en la regeneración de suelos áridos y degradados.

María Julia Mazzarino proviene de una cuna de agrónomos. Un tío materno fue una de sus mayores inspiraciones, Antonio Prego, que investigaba suelos en el INTA de Castelar. Y desde su infancia en Añatuya (Santiago del Estero) y la colonia piamontesa San Francisco (Córdoba), recibió el legado de su familia por la tierra. Por ese mismo motivo también vivió en Alemania, donde realizó su doctorado sobre suelos acidificados, contaminados con azufre y distintos nitratos. “Quería aprender metodologías para medir»; recuerda.

– Usted menciona la «evolución» de los suelos. ¿En qué consiste?

– La génesis del suelo tiene que ver con el tipo de material original que tiene. Hay suelos que son muy nuevos, como acá en Bariloche, que cae permanentemente ceniza volcánica cada tantos años. Tenés un material original que salió del centro de la Tierra y de nuevo empieza a formarse un suelo. Y tenés, por ejemplo, un suelo como el de Misiones, rojo, en el que no queda nada. Eso es un esqueleto de hierro y aluminio que es lo que le da ese color, que nunca renovó su esqueleto original. Eso no quiere decir que sea malo, sino que empieza a atacar a los minerales que liberan sus nutrientes: calcio, magnesio, todo lo que las plantas necesitan que los toman gracias a esos microorganismos. Esa evolución en un suelo puede tardar 2000 años en formarse. En etapas de muy rápido desarrollo, en el que el material es muy fácilmente atacable, puede demorar 1000 años.

– ¿Qué se hizo con el suelo en los últimos años?

– El ser humano ha conseguido acelerar, para mal, procesos por la contaminación ambiental, porque llueve ácido y se aceleran los procesos de acidificación. Cuando eso debiera tardar 2000 años, la vegetación se va adaptando, desaparece un tipo de vegetación y aparece otra, van evolucionando. En Alemania los árboles se morían, sobre todo los abetos. Greenpeace denunciaba a Basf o a Bayer. Todos creían que la causa de todo era la industria y las centrales térmicas. Con el tiempo se dieron cuenta de que el principal factor contaminante era la ganadería y la agricultura. Ahí nos empezamos a dar cuenta de que los fertilizantes ácidos y los animales eran los más contaminantes a través de las heces, de la urea, que produce mucho amonio que se va al aire, se transforma en óxido de nitrógeno y cae diluido. Ahí vi todo el extremo del desarrollo humano. Acá se usaban los estiércoles, las vacas estaban sueltas y fertilizaban el campo. Por mucho tiempo pensamos que la mejor forma de producir era con animales. Pero en la medida que somos más y se necesitan altas cantidades de todo, de comida, empezaron estas fábricas de pollo, fábricas de vacas. Son fábricas. Si uno ve cómo se produce un pollo, no lo come nunca más.

Mes del compostaje

Foto: Sergio Goya

– ¿Cómo evalúa la situación del suelo?

– En ambientes donde llueve mucho hay altas temperaturas y pendientes, la pérdida de suelo es tremenda. Cada vez que perdés diez centímetros de suelo estás perdiendo 2000 años de historia. La erosión es una cosa tremenda. Encima se le saca la vegetación, porque necesitás soja para vender o cosas por el estilo. El suelo queda desnudo, expuesto. También está el nitrógeno, que es el elemento que más necesitan las plantas y que no está en la parte mineral del suelo. El nitrógeno viene solo de la materia orgánica. Si el suelo la pierde, no sólo pierde la propiedad de mantener unidos los elementos, formar grumos, que el agua circule bien. La materia orgánica cumple tantos roles que es imposible contártelos todos. Descontamina, es increíble. Pero lo fundamental es que es alimento de las plantas.

– Ahora se agrega la molécula aislada, que no es lo mismo para las plantas.

– Claro. Si no tenés nitrógeno tenés que darle un fertilizante, y el que más se produce es la urea que se genera con un sistema de fijación de nitrógeno del aire. Algo particular es que el nitrógeno es el elemento más limitante para la producción en la Tierra, pero es el que más tenemos en la atmósfera.

Mes del compostaje

Compostar, un proceso biológico

El compostaje es el proceso biológico por el cual los restos orgánicos (alimentos, poda, heces, cuerpos, hojas) se descomponen por la acción de bichos, hongos, bacterias y microorganismos, que los transforman en abono. Es el funcionamiento del sistema digestivo de los suelos, que siempre se está recreando a sí mismo. En Argentina se produce alrededor de un kilo de residuos diarios por persona y el 50 por ciento es compostable si se separan y se tratan en origen, ahí mismo donde se generan (o lo más cerca posible). Sin embargo, la mayoría de las veces, los residuos llegan mezclados a los más de 5000 basurales a cielo abierto del país. Materiales reciclables y orgánicos, sin tratar, que generan putrefacción y emisiones de metano, entre otros gases.

– ¿Con qué objetivos nació la Asociación Argentina de Compostaje?

– Asacomp reúne a personas que están haciendo compost. Nos asociamos para compartir nuestras investigaciones, análisis de laboratorio. Qué laboratorios pueden analizar, qué parámetros utilizar. Porque no todos los compost son buenos per sé, no se pueden aplicar así nomás a cualquier suelo. En Argentina el 70 por ciento de los suelos son áridos o semiáridos, llueve poco, hay poca vegetación y poca materia orgánica en los suelos, entonces los procesos de evolución de los suelos son muy lentos. Desde la Asociación impulsamos estudios y propuestas para ver cómo podemos hacer para que persista más la materia orgánica, para enriquecer los suelos, ver cómo podemos contribuir a la evolución de los suelos.

– ¿Cómo se vincula la situación del suelo, la basura y el compost?

– La palabra residuo quiere decir que es algo que produzco y que no lo quiero tener, que no me sirve. Y, en realidad, me sirve. Eso que llaman residuo no es basura, podemos utilizarlo. No creo que lleguemos a la basura cero, pero sí sé que al 50 por ciento de la basura la puedo reutilizar una vez que hago compost. Y a la otra puedo reciclarla en gran parte.

– ¿Cómo se puede abordar la gestión de los orgánicos en los residuos?

– Una forma es que lo hagan las ciudades e implica toda una compresión de cómo hacerlo. Lo ideal es tener muy separado lo orgánico de lo demás para asegurarnos que está lo más limpio posible. Está claro que no todos lo van a hacer y no tenemos normativa todavía que obligue al ciudadano a hacerlo, pero creo que hay mayor conciencia ciudadana que antes. Señoras y señores, no tiren la parte orgánica, traten de reciclarla y úsenla después para la maceta, para la plantita que está en el jardín de su abuela, o los arbolitos de la calle, o entréguenlo al municipio para las huertas. De esta forma, al compostar estamos devolviéndole suelo a la Tierra.

Mes del compostaje

Foto: Sergio Goya

– ¿Qué posibilidades hay para la gestión de lo domiciliario de las ciudades y después llevarlo a campo?

– Hay muchos lugares del mundo donde se está haciendo. Por lo general se hace por ley, como en Francia y Alemania. Donde cada ciudadano es responsable de su parte orgánica. Hay formas de las cuales se puede discutir el tema del transporte, porque cada vez que transportamos algo estamos utilizando energía, lo que hace que se promueva cada vez más que se hagan tratamientos comunes, zonas de transferencia en donde se trate, se chipee la poda de los espacios verdes y jardines. Se han pensado montones de formas. Lo urbano también se podría utilizar para los parques de las ciudades y mantenimiento de céspedes.

– ¿Y ese mantenimiento de parques de las ciudades es valioso para la regulación de la atmósfera y la mitigación del cambio climático?

– Lo que es valiosísimo es planificar cuántas áreas verdes tiene que tener una ciudad, como lo que se está debatiendo sobre Costa Salguero en Buenos Aires. Eso hace a la respiración de la ciudad y mejora de calidad de vida. También cuántas plantas pudieran tener las personas en sus balcones. Muchas ciudades grandes tienen techos verdes que son terrazas de usos comunitarios que se sostienen con compost. No subís tierra, subís un material más esponjoso que permita la reproducción de plantas. Lo verde es imprescindible para la vida. Eso es fundamental. Y otras cosas tenemos que compostarlas industrialmente, no todo se puede compostar en una casa. Queremos convencer a los ciudadanos de que hagan las cosas lo mejor que puedan con lo que tienen. Por ejemplo, que no compren tierra negra, que la produzcan.

Este artículo fue producido en conjunto con la Campaña Mes del Compostaje (del 22 de marzo -Día del Agua – al 22 de abril -Día de la Tierra-).

Fuente: https://agenciatierraviva.com.ar/al-compostar-estamos-devolviendole-suelo-a-la-tierra/




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miércoles, 9 de junio de 2021

Los alimentos no son una mercancía


Fuentes: Tierra viva [Foto: Lina Etchesuri]

Desde el Movimiento Agroecológico de América Latina y el Caribe (Maela) afirman que la agroecología brinda herramientas para fortalecer otro modelo agropecuario, en manos de campesinos, indígenas y agricultores familiares. Señalan los pasos adelante del Gobierno, pero también marcan los retrocesos. Críticas a la posición de Argentina en la ONU, donde la Cancillería se alineó con el agronegocio.

La agroecología es un nuevo paradigma que tiene múltiples dimensiones: político, económico, social, ambiental y cultural. Es en estas dimensiones donde se plantea la transformación de la sociedad neoliberal, modelo que ha llevado a la destrucción del ambiente, con la contaminación de la tierra y el agua, la deforestación y el extractivismo minero.

El mismo extractivismo que contribuye con las grandes sequías, las inundaciones y las modificaciones del clima. También provoca la destrucción de los lazos sociales, fomentando la desigualdad, la pobreza y el individualismo.

Por contrapartida, desde hace muchos años sostenemos que el hambre, la malnutrición y la desnutrición sólo pueden ser revertidos por medio de la agroecología, con políticas públicas de inclusión y desarrollo. En el mismo sentido, defendemos el acceso a una alimentación de calidad, acorde a las culturas, como un derecho fundamental. Son los pueblos los que deben decidir cómo y dónde producir, sin tener que estar sometidos a las influencias del mercado, que responde a los intereses de las grandes corporaciones.

Entendemos a la agroecología como un modo de percibir, reflexionar y actuar en nuestra realidad agraria, a partir de lo cual perseguimos el fin de integrarnos nuevamente a la naturaleza. Buscamos volver al equilibrio a partir de establecer y enriquecer flujos, ciclos y relaciones permanentes entre los componentes de los agroecosistemas, con el cosmos y la sociedad en la cual vivimos.

También creemos que, para producir los alimentos, se necesitan políticas publicas integrales que defiendan el acceso a la tierra y el agua, sin contaminación, de campesinos y campesinas, indígenas y agricultores familiares. Y para garantizar el acceso a esos alimentos de calidad el Estado, en sus distintos niveles, debe promover el agregado de valor en el territorio, las ferias y mercados de cercanía, administrados por las organizaciones y comunidades que los producen.

A nivel internacional, a las organizaciones nos llevó mucho tiempo, esfuerzo y trabajo lograr que en algunos sectores de la FAO y de la ONU hablaran de la agroecología y comenzaran a considerarla como una posibilidad. Lamentablemente los capitales económicos concentrados manipulan al poder político y la agroecología pasó a ser un “riesgo” para el sistema. Comenzaron a buscar diversas formas para vaciarla de contenido, con la complicidad y el apoyo de algunos gobiernos.

En ese contexto, hace pocos meses vimos con entusiasmo como el actual Gobierno creó la Dirección Nacional de Agroecología. Sin embargo, también constatamos que el delegado argentino en la ONU tomó partido por el agronegocio, por el mismo sector que impulsó la nefasta “revolución verde” a mediados del siglo pasado, y cuyo fracaso ya ha sido ampliamente demostrado. Se trata del mismo sector empresario que intenta imponer la agenda y los intereses de la agroindustria en la próxima Cumbre de las Naciones Unidas sobre los Sistemas Alimentarios.

Las organizaciones y movimientos sociales seguimos de pie en la lucha en defensa de los territorios y demostrando que la agroecología es el camino para transformar y restaurar el daño que estos modelos capitalistas han causado a la humanidad y a nuestros bienes naturales comunes.

Desde Maela afirmamos que solamente el pueblo organizado y movilizado puede ponerle límite al interés desmedido de los grandes terratenientes, las mega empresas, el capital concentrado y lograr incidir en el poder político.

Sabemos que existen tensiones en los territorios y que la lucha es muy larga, pero como nos enseñaron nuestras Madres y Abuelas de Plaza de Mayo: la única lucha que se pierde es la que se abandona.

Fuente: https://agenciatierraviva.com.ar/los-alimentos-no-son-una-mercancia/



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miércoles, 10 de marzo de 2021

La victoria de China sobre la pobreza absoluta


Fuentes: Peoples Democracy

El día 25 de febrero de 2021 el presidente chino Xi Jinping anunció que China había logrado una “victoria total” en su lucha contra la pobreza al haber conseguido sacar de la pobreza a los últimos 98.99 millones de personas pobres del ámbito rural que vivían por debajo del actual umbral de pobreza. Con ello se ha sacado de la lista de pobreza a todas las 932 regiones y 128.000 aldeas empobrecidas. El presidente Jinping lo anunció en un encuentro para celebrar los logros de la nación en lo referente a la reducción de la pobreza y honrar a quienes luchan contra la pobreza.

La importancia del logro de China destaca por el hecho de que el PNUD calcula que para 2030 otros 207 millones de personas en todo el mundo pueden caer en la pobreza extrema debido al impacto a largo plazo de la pandemia, lo que significaría que la cantidad total de personas que viven en la pobreza extrema asciende a más de mil millones de personas. A diferencia de las previsiones para otros países, a lo largo de los últimos ocho años en China se ha sacado a casi cien millones de personas de la pobreza (la cantidad se calcula según su actual umbral de pobreza). Y desde 1978, cuando el Partido Comunista de China (PCC) decidió revisar sus políticas económicas según su política de “reforma y apertura”, se ha sacado de la pobreza a casi 770 millones de personas residentes en zonas rurales. Según el umbral de pobreza internacional establecido por el Banco Mundial, desde finales de la década de 1970 China es responsable de más del 70 % de la reducción global de la pobreza.

Las estadísticas demuestran que en la década de 1990 por cada aumento de un punto porcentual del PIB de China, la población rural pobre disminuyó un 0,8 %. En los últimos años aproximadamente un millón de personas de este país salió de la pobreza absoluta cada mes, es decir, cada tres segundos salió una persona de la pobreza. Los ingresos netos per capita de la población empobrecida registrada aumentaron de 2.982 yuanes en 2015 a 10.740 yuanes en 2020. A pesar del impacto de la pandemia de covid-19, China ha logrado en el plazo previsto su objetivo histórico de acabar con la pobreza absoluta.

El actual umbral de pobreza de China es multidimensional y se estableció según los criterios fijados por las organizaciones internacionales y teniendo en cuenta las peculiares condiciones nacionales de China. Además de los ingresos también se tuvieron en cuenta los niveles de educación, sanitarios y de vida. China fijó su umbral de pobreza en unos ingresos anuales per capita de 2.300 yuanes en valores constantes de 2010, o en 2,3 dólares estadounidenses en términos de paridad de poder adquisitivo por persona y día. Para 202= se clasificaba como empobrecida a una persona que ganara menos de 4.000 yuanes al año.

Los resultados de la disminución de la pobreza se lograron sobre las bases establecidas tras la victoria de la Revolución china en 1949. Como ha reconocido Xi Jinping, las bases de la actual victoria se establecieron gracias al trabajo de las anteriores generaciones de líderes de la República Popular China. En un primer momento China llevó a cabo reformas agrarias y cambios a gran escala en la agricultura, lo que hizo que disminuyera la pobreza en las zonas rurales. Sus prácticas para disminuir la pobreza pasaron por diferentes etapas en las que hubo reformas de la economía rural, campañas destinadas a lograr el desarrollo regional y una combinación de “enfoques regionales más amplios y precisos”.

China convirtió la erradicación de la pobreza en un requisito básico para lograr para 2020 su objetivo de crear una “sociedad moderadamente más próspera en todos los sentidos”. En 2011 China completó su primer programa de diez años para disminuir la pobreza y de desarrollo. Fue el primer país del mundo en lograr los Objetivos de Desarrollo del Milenio de la ONU de 2015 de reducir a la mitad el índice de pobreza extrema. Quedaban todavía aquellas regiones en las que había una pobreza profunda. Desde 2012 el gobierno se centró en esas zonas profundamente empobrecidas y en grupos empobrecidos específicos. Se estableció el objetivo de garantizar que “las personas rurales pobres se libran de la preocupación por la comida y la ropa, y tienen acceso a la educación obligatoria, a servicios médicos básicos y a una vivienda segura”.

China llevó a cabo su campaña para disminuir la pobreza bajo la consigna de “seis medidas precisas” y “cinco tandas”. Las “seis medidas precisas” son: ‘(i) identificar de forma precisa a las personas pobres, (ii) preparar minuciosamente los proyectos, (iii) un uso adecuado de los fondos, (iv) unas medidas dirigidas a los hogares, (v) el emplazamiento preciso de los funcionarios encargados de la lucha contra la pobreza en las aldeas y (vi) unos efectos cuantificables de la disminución de la pobreza. La “cinco tandas” se refieren a sacar a las personas de la pobreza por medio de (i) aumentar la producción para incrementar el empleo, (ii) la reubicación , (iii) trabajos relacionados con la protección del entorno natural, (iv) la educación (v) y subsidios de subsistencia.

En 2014 China destinó a más de 800.000 cuadros a identificar a las personas pobres. En 2015 esa cantidad aumentó a más de dos millones de cuadros encargados de verificar la exactitud de los datos que clasificaban a las personas como pobres. El proceso de verificación comprendía “cuatro pruebas”, es decir, el examen de la vivienda, las existencias de alimentos, la capacidad laboral y la presencia de niños en la escuela. Gracias a ese completo proceso de verificación, identificaron 14 zonas contiguas de pobreza extrema, 832 regiones empobrecidas y 128.000 aldeas empobrecidas que debían salir de la pobreza.

El principio fundamental que guiaba las políticas chinas de erradicación de la pobreza era adoptar un enfoque centrado en el pueblo y ratificar el liderazgo del Partido y del sistema socialista. Xi Jinping afirmó: “Erradicar la pobreza, mejorar el nivel de vida del pueblo y lograr la prosperidad común son requisitos esenciales del socialismo y una misión clave del PCC”. Este partido siempre ha afirmado que sus objetivos básicos, acordes con los principios del socialismo y la economía política marxista, son “el desarrollo humano, la erradicación de la pobreza, mejorar el nivel de vida y lograr la prosperidad común. Las razones clave de la victoria contra la pobreza radican en las ventajas políticas del sistema socialista, que puede reunir los recursos de toda la sociedad y generar solidaridad y acciones conjuntas”. China ha podido reducir la pobreza de forma continua porque su sistema social equilibra “justicia y eficiencia” y “desarrollo económico y disminución de la pobreza”.

En su décimo octavo congreso del partido el PCC declaró que “la contradicción principal de la sociedad china es la que hay entre las necesidades cada vez mayores del pueblo de tener una vida mejor y un desarrollo desequilibrado e inadecuado. El mayor desequilibrio en el desarrollo es el que existe entre las zonas urbanas y rurales. El nivel de desarrollo de estas últimas es insuficiente. La intersección entre un desarrollo urbano y rural desequilibrado, y un desarrollo rural insuficiente se produce en las zonas afectadas por la pobreza, especialmente en las zonas profundamente empobrecidas”. Para resolver esta contradicción a favor de las personas y de las clases productivas, el PCC instó a los comités del partido y a los gobiernos locales a hacer de la disminución de la pobreza una prioridad absoluta durante el décimo tercer periodo del Plan Quinquenal (2016-2020) y a centrarse en el desarrollo económico y social.

Se encargó a las personas que ocupaban el cargo de la secretaría del partido en los ámbitos provincial, municipal, regional, de las ciudades y de las aldeas llevar a cabo la campaña estatal contra la pobreza. Se definieron los papeles de los departamentos del Partido y del gobierno a diferentes niveles como “planificación central, responsabilidad provincial e implementación en ciudades y provincias”. La dirigencia principal del Partido y de los departamentos del gobierno en todo los niveles desempeñaron un papel fundamental a la hora de garantizar “la planificación de los recursos, la implementación de las políticas y la movilización social”. No se permitió el traslado a otras zonas de los principales funcionarios de las 832 regiones empobrecidas antes de que las regiones en las que trabajaban salieran de la pobreza.

Se destinó a más de 500.000 cuadros seleccionados a trabajar como primeros secretarios del PCC en los pueblos para luchar contra la pobreza desde la primera línea. Se envió al ámbito rural a un total de 255.000 equipos para ofrecer ayuda sobre el terreno y a más de tres millones de personas como comisarios especiales para disminuir la pobreza. Todos estas personas trabajaron en primera línea junto con casi dos millones de cuadros de los municipios y millones de cuadros de los pueblos. 1.800 cuadros del PCC perdieron la vida mientras trabajaban en la lucha por disminuir la pobreza. En los últimos ocho años se han invertido casi 1.6 billones de yuanes en la lucha para disminuir la pobreza. Desde 2016 hasta septiembre de 2020 los fondos anuales destinados a disminuir la pobreza de 832 regiones empobrecidas pasaron de decenas de millones de yuanes a 360 millones de yuanes. Todos esos esfuerzos dan ahora sus frutos.

China detalló unas normas estrictas para excluir de la lista a las personas aldeanas afectadas por la pobreza y considerarlas “libres de la trampa de la pobreza”. Antes de salir de la lista los hogares pobres deben tener “unos ingresos per capita netos anuales estables superiores al umbral de pobreza, comida y ropa suficiente, acceso a la educación obligatoria, servicios médicos básicos y una vivienda segura”. Esta evaluación la hicieron unos asesores que contaban con la participación de universidades y organizaciones sociales que realizaron investigaciones por muestreo y verificaciones sobre el terreno para poder hacer análisis independientes y evaluar cada indicador. Estos equipos también evaluaron los resultados de los funcionarios que trabajaban en la campaña de disminución de la pobreza. Solo después de este riguroso proceso de verificación se anunció la erradicación de la pobreza absoluta.

La campaña de disminución de la pobreza dirigida por el PCC se resumen en estas cinco consignas*: “un liderazgo decidido, un programa detallado, una orientación al desarrollo, una gobernanza basada en datos y una ejecución descentralizada”.

Xi Jinping afirmó: “Librarse de la pobreza no es el objetivo final, sino el punto de partida de una nueva vida y de nuevos objetivos. Se van a llevar a cabo otras campañas para integrar el trabajo de consolidar los logros de la disminución de la pobrezas con la revitalización del ámbito rural”. Una vez eliminada la pobreza absoluta, China ha cumplido con diez años de adelanto el objetivo de erradicación de la pobreza establecido por la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de la ONU. Después de lograr este objetivo China declaró que va a establecer un periodo de transición de cinco años para seguir ofreciendo ayuda y supervisión.

*En el original se mencionan “5 D” por la inicial de cada una en inglés: “Determined Leadership, Detailed Blueprint, Development Oriented, Data-based Governance and Decentralised Delivery” (N. de la t.)

Fuente: https://peoplesdemocracy.in/2021/0307_pd/chinas-victory-over-absolute-poverty



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sábado, 22 de agosto de 2020

Entrevista a Paolo di Croce, secretario general de Slow Food “Esta crisis nos urge a cambiar el sistema alimentario”



Paolo di Croce. SLOW FOOD

Colas en los bancos de alimentos, jornaleros y trabajadores de mataderos explotados y contagiados, supermercados convertidos en servicios esenciales… y un nuevo interés por la cocina doméstica, cuatro kilos más de media por persona desde que comenzó el confinamiento y falta de harina y levadura en las tiendas. La pandemia de la covid ha puesto la alimentación, y la intersección entre placer y economía, en el centro de nuestras vidas. Esta tensión se encuentra en el corazón mismo de Slow Food, asociación que, desde 1986, promueve los principios de bondad, limpieza (ecología) y justicia social para nuestros alimentos. Slow Food no se entiende sin sus orígenes: sus fundadores, con el carismático Carlo Petrini a la cabeza, se formaron en la izquierda italiana militante, alegre y no resignada de los setenta y ochenta. Llevan desde entonces defendiendo que lo culinario no solo no está reñido con lo político, sino que es inseparable de ello. Paolo di Croce es su actual secretario general.

¿Qué ha supuesto la covid para los sistemas alimentarios?

Esta crisis ha puesto de relieve la centralidad de la alimentación en la vida de las personas. Y, tal y como ya sabíamos, pero ahora está claro para todos, la crisis sanitaria estaba destinada a convertirse también en una crisis alimentaria. Hay muchas personas que no pueden respetar las cuarentenas a riesgo de quedarse sin comer, y la situación está empeorando. El número de personas que pasan hambre se está incrementando en casi todo el mundo, pero hace años que veníamos advirtiendo de esto. Esta crisis nos urge a cambiar el sistema alimentario. Estamos en un momento histórico en el que tenemos que decidir cómo salimos de la situación. Una salida nos puede llevar a un escenario aún peor, con más colas a las puertas de los supermercados y bancos de alimentos, con gente que acumula productos no perecederos o con malas decisiones políticas para el medio ambiente, como, por ejemplo, servir todas las comidas escolares en porciones envasadas individualmente en plástico… Pero también tenemos la oportunidad de convertir nuestros sistemas alimentarios en algo mejor y más sostenible. La compra directa a los productores, las conexiones entre estos y los consumidores, todo eso se ha visto en todas partes del planeta. Han aumentado las ventas directas, se ha vuelto a los mercados de agricultores, y además ha aumentado el interés por el origen de la comida y el tiempo dedicado a cocinar… Así que también podemos salir de la pandemia dándole una mayor importancia a los sistemas alimentarios. Ahí está el reto. Esperamos que tanto gobiernos como empresas deriven hacia sistemas verdaderamente más sostenibles, y no sólo a modo de estrategia de marketing, que es lo único que están haciendo ahora.

Defendemos que la comida debe ser buena, organolépticamente; limpia, es decir libre de pesticidas, no tóxica para el medio ambiente; y justa socialmente

¿Cómo lograr que la industria alimentaria cambie? No parece tener demasiados incentivos a ello…

Existen varias maneras. Una de ellas, que es en la que centramos nuestra estrategia, es crear más conciencia entre los consumidores. Hoy los consumidores por desgracia no tienen verdadera libertad de elección. Van al supermercado, no leen las etiquetas, cuando llegan a la tienda sus decisiones ya han sido guiadas por la publicidad y los mensajes de las grandes industrias, así que el primer reto está en crear mayor conciencia para que así los consumidores cambien sus comportamientos. Para ello hay que dar mayor acceso a la información. Por otra parte, es importante que los políticos legislen para crear sistemas alimentarios más justos. En Europa estamos en un momento histórico, con el programa Farm to Fork, en el marco del New Green Deal. En teoría, existen muchas oportunidades, pero tendremos que ver si en la práctica desembocan en algo concreto. Por eso es importante que dediquemos esfuerzos a hacer presión sobre los políticos.

Pero la PAC, la política agraria común, se ha destinado a subvencionar a los grandes negocios…

Sí, ha sido muy mala y está en manos de las grandes corporaciones; el último reparto no fue en absoluto positivo. Tenemos las expectativas puestas en el New Green Deal, y en esta Comisión Europea. Esperamos que la crisis de la covid no frene las mejoras que lanzó con sus planes. Pero existe ese peligro, porque hay empresas y gobiernos miopes que pueden intentar borrar el interés por la crisis climática. Y no podemos olvidarnos de ella, ni olvidar que la producción industrial de comida es una de las principales causas de esta crisis.. La solución no la darán las grandes empresas ni los monopolios, ni las grandes distribuidoras. La solución no pasa porque Amazon te mande la comida desde la otra punta del planeta. No lo es para las personas, ni lo es para el medio ambiente, ni para tener un sistema justo. Es el momento de que seamos aún más activistas.

Una de las críticas a Slow Food es que se había vuelto un movimiento poco político, que se ha centrado más en el aspecto lúdico o divulgativo de la comida que en la justicia social ¿Esto realmente es así? ¿Están cambiando su planteamiento?

Por desgracia en algunos lugares se nos percibe así, y eso tiene mucho que ver con la percepción errónea de que la buena comida solo pueden permitírsela los ricos. Nosotros defendemos justo lo contrario: defendemos que la comida debe ser buena, organolépticamente; limpia, es decir libre de pesticidas, no tóxica para el medio ambiente; y justa socialmente para todo el mundo. Estamos presentes en 160 países, y en muchos sitios se nos ve como el movimiento político que somos. Somos activistas, queremos tener un impacto, y luchar contra la percepción de que comer bien es un lujo. No debería serlo. Nuestro presente, y sobre todo, nuestro futuro es ser más combativos con esto. Trabajamos en muchos proyectos a escala local, con más de 3.000 comunidades, en un proceso algo lento en el que estas se organizan para defender nuestro objetivos estratégicos: educar a las personas, defender la biodiversidad y practicar el activismo. Queremos que todos nuestros grupos locales intenten hablar con sus respectivos alcaldes, que hablen en las escuelas, que promuevan cambios a escala local. Y a escala global, estamos intentando llegar más a los gobiernos. Hace tres años, por ejemplo, abrimos nuestra oficina de Bruselas para intentar tener mayor peso en los debates de la Unión Europea.

La otra gran crítica que se suele hacer a Slow Food es que su modelo no es escalable, que no se podría alimentar a todo el mundo sin el concurso de las grandes empresas alimentarias…

Eso directamente es mentira. Podría dar muchas argumentaciones, pero déjeme dar solo una: no necesitamos más comida para alimentar al planeta, el problema es la distribución y el sistema. Los datos de la ONU, no de Slow Food, indican que actualmente producimos suficiente comida para alimentar a doce billones de personas, cuando somos siete. En Europa, el problema está en el desperdicio de comida, el 40% de lo que producimos termina en la basura. El objetivo no es producir más, ni inventarse métodos inútiles como los organismos genéticamente modificados para poder producir más; la cuestión es cambiar el sistema para que todo cambie. ¡Sí, incluso, comemos demasiado! ¡En Europa y Estados Unidos, comemos mucho y mal, la comida nos pone enfermos por una mala dieta! ¿La solución a eso es producir aún más comida? Mentira.

¿Le ha sorprendido la expansión de la covid en mataderos y explotaciones hortofrutícolas?

En absoluto. En los grandes mataderos los trabajadores están en condiciones inhumanas. No se debería permitir que estos sitios siguieran abiertos trabajando así, ni por los animales, ni por las personas. Ahora nos encontramos con una crisis sanitaria, pero ¿cuántos escándalos alimentarios llevamos ya en estas industrias que producen productos alimentarios que, en realidad, no son comida? Es otra prueba de que el complejo agroalimentario industrial no es sostenible y es peligroso. Y en cuanto a los trabajadores, tenemos un problema enorme en Europa con la inmigración: la industria alimentaria sobrevive gracias a los migrantes y ¿luego los rechazamos? Quizás en España sea distinto, pero en Italia el gobierno era incapaz de reconocer que nuestra industria alimentaria se sustenta en el trabajo de los migrantes, así que tenemos que poner en el centro de nuestra acción el “justo” de nuestro “bueno, limpio y justo”. Y la justicia también pasa por garantizar los derechos de los trabajadores del sector.

¿Hemos vivido una ola de “sustainability-washing”? Todo el mundo parece querer apuntarse a lo artesano, al kilómetro cero, ahora…

Desde luego que sí. Ahora todo el mundo se describe como “sostenible”, la sostenibilidad sale en todo los anuncios. Una de las palabras clave para nosotros es “comunidad”, decimos que somos una organización basada en la comunidad, que somos una red de comunidades, llevamos veinte años diciendo esto, y durante la covid bancos, aseguradoras y supermercados comenzaron a usar la palabra en los anuncios. ¡Es puro greenwashing! Y todos los políticos utilizan la palabra sostenibilidad un mínimo de diez veces en cada discurso. Pero si rascas no hay nada debajo, no hacen nada por la sostenibilidad. Tenemos que hacer mucho trabajo para que se separe bien el grano de la paja, y vuelvo a lo que le decía antes sobre crear más información y ofrecerla bien. ¡Ahora nos venden que todo es local y artesano, y no es verdad! Pero si no cambia la mentalidad de los consumidores, si no nos informamos mejor, el mercado nos seguirá engañando.

Los datos de la ONU, no de Slow Food, indican que actualmente producimos suficiente comida para alimentar a doce billones de personas, cuando somos siete

Aquí los grandes chefs hablan a menudo de la sostenibilidad, pero muchos tienen sus restaurantes funcionando a base de stagiers. ¿Ha percibido un cambio en este sentido?

Sí, creo que estamos viendo un cambio en todo el mundo en el que vemos más interés por los ingredientes en bruto, por lo local. En Latinoamérica están pasando muchas cosas en ese sentido, pero en todas partes el problema con los trabajadores de hostelería es el mismo que con los trabajadores del campo, y quizás incluso peor cuando hablamos de los derechos de los migrantes en algunos sitios. Si pensamos en lo que pasa en Estados Unidos, allí, por ejemplo, se vende mucho la idea de la “California sostenible”, cuando sus restaurantes están operados por migrantes mexicanos que apenas ganan unos dólares al día en condiciones terribles. No basta con que esos restaurantes sean orgánicos y verdes si falla todo lo demás.

Si sólo pudiera cambiar una cosa del sistema alimentario, ¿cuál sería?

Me gustaría que la gente pensara en lo que come. Creo que es el cambio más importante. Cuando compramos un móvil, nos interesan las características tecnológicas, y en cambio en el súper nos preocupa solo el precio. Tenemos que comenzar a pensar en el valor de la comida, en la importancia de lo que comemos. Convirtamos la comida en una prioridad de nuestras vidas y las de nuestras familias. Siempre pongo el mismo ejemplo: el día en que uno es consciente de cómo se produce un Big Mac y de qué consecuencias tiene su producción en nuestras vidas, en el planeta y en las de los animales, la gente deja de tomarlos. Pero si no se piensa en ello, no hay cambio posible.

¿Se ha producido cierto populismo alimentario en los últimos treinta años?

Por un lado se ha progresado mucho, porque cada vez hay más gente interesada en nuestros objetivos y nuestra filosofía, a finales de los ochenta no le interesábamos a nadie, parecíamos anacrónicos. Ahora en cambio pasa lo contrario; vemos cómo el mercado usa nuestros valores para hacerse los “cool”. Sí, la situación está mejor ahora, pero por desgracia ahora nos queda menos tiempo: el planeta, o no, mejor dicho, el ser humano está en peligro. Nos quedan treinta años para enderezar la situación, y si no lo hacemos se acabó todo. Dicho lo cual, estamos en mejor posición que entonces para afrontar esta lucha.

Mar Calpena es periodista.

Fuente: https://ctxt.es/es/20200801/Politica/33135/Mar-Calpena-entrevista-Paolo-di-Croce-alimentacion-covid-slow-food.htm


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miércoles, 10 de junio de 2020

Covid-19: la salida agroecológica

El neoliberalismo amenaza estos días con barrer los cimientos mismos de la política (lo público) y de lo político (lo convivencial). Individuos supeditados a una lógica de mercados globales, aislados en burbujas, agregados en masa para la compra o para la distribución audiovisual de servicios (ocio, atención sanitaria, educación, consumo, etc.).
Naomi Klein nos advertía de algunos errores del marxismo vulgar: cuanto peor no es mejor, sino que abre camino a La doctrina del shock: al neoliberalismo le va bien los estados de pánico y violencia para aterrizar férreamente sus dogmas interesados, privatizadores y renovadores de grandes desigualdades. Hace apenas 7 años, Philip Mirowski escribía el libro Nunca dejes que una crisis te gane la partida ¿Cómo ha conseguido el neoliberalismo, responsable de la crisis, salir indemne de la misma? para comprobar, como volvía a hacer recientemente en una entrevista concedida al magazine Jacobin, que la crisis del coronavirus servía de trampolín para la bestia neoliberal y las élites que la cabalgan. Muy mal nos va a ir a la humanidad en su conjunto en este aumento global del riesgo. Riesgo poco democrático, pues crecerán patrones de desigualdad o de mortalidad derivados de exclusiones de clase y de género, migraciones, sometimientos rurales o situación periférica en lo económico (regiones especializadas en aportar energías y materias primas).
¿Hay alternativas? Sí, están en marcha. Son el conjunto de estrategias que apuestan o renuevan una física social (instituciones, lazos, lógicas territorializadas) basada en el contagio cooperativo, cerrar circuitos para no horadar más los ciclos vitales del planeta y anteponer los cuidados (cuerpos, lazos, ecosistemas). En el caso de la alimentación esta apuesta es lo que denominamos Agroecología en 3C. Sirve para identificar iniciativas, saltos de escala o políticas públicas que caminan desde la triada Cooperación-Cuidados-Circuitos cortos. Y nos permite también “visualizar” dónde el neoliberalismo avanza en la cuestión alimentaria, cuándo se están proponiendo nuevos nichos de mercado “en verde” y qué apuestas presentadas como “agroecológicas” son en realidad una convencionalización de la agricultura, la ganadería y la pesca para deleite de las grandes corporaciones.
La alimentación pasa a ser pomposamente reconocida como un “sector esencial”. La “esencialidad” está siendo disputada. Es importante examinar las medidas e iniciativas desde las 3C. Ser conscientes de cuándo las salidas propuestas siguen (o no) un enfoque de derechos y de relocalización de economías, en este caso del derecho a la alimentación y nutrición adecuadas y de la producción que se acomoda a los ciclos vitales de los diferentes ecosistemas (biodiversidad, fertilidad, agua, nitrógeno, adaptación al clima, etc.). O, por el contrario, persiguen calificar de “esenciales” todo producto comestible que tiene por primera y última razón de ser alimentar a la gran distribución y al gran negocio de la comida.
En nuestro sistema agroalimentario partimos de una narrativa que hablaba de importar a personas migrantes para la recogida de cosechas o llenar estantes de grandes superficies. Frente a la misma han existido personas y redes que se han sentido atacadas por dichas narrativa y las medidas que las sacaban de lo esencial. Es el caso del cierre de los mercados de productoras y los huertos de autoconsumo, despreciados como canal esencial de acceso a alimentos. Como consecuencia de este descontento ha habido movilizaciones tanto a nivel estatal en la campaña SOSCampesinado, como articulaciones a nivel local de cientos de iniciativas reivindicando y resolviendo en la práctica sus urgencias, y que situaríamos en esa Agroecología en 3C. Así, en el País Vasco la presión ciudadana hizo que a las 48 horas de prohibir los mercados el Gobierno Vasco tuviera que rectificar, y mientras tanto los proyectos se organizaban para poder llevar a los domicilios de quienes no podían salir de sus casas productos frescos y sanos, imprescindibles en esta situación. Si algo positivo se puede sacar de estos meses, es el crecimiento de la demanda que han tenido los grupos de consumo y de Agricultura Sostenida por la Comunidad en todo el Estado Español, bien por el mencionado servicio a domicilio o bien porque parte de la ciudadanía ha apostado por sostener producciones locales.
En general se puede decir que las políticas públicas en el plano alimentario han beneficiado a la gran producción y distribución: el único territorio legitimado política y mediáticamente es el espacio de los supermercados; el #quédateencasa es también un “quédate sin productos de proximidad”; se habla de comida, seguridad a base de una higiene químico y proteger la gran distribución, no del derecho a una nutrición saludable. Un gran exponente de la salida neoliberal a nivel global ha sido la intervención estatal de la administración Trump para dar facilidades a la gran industria cárnica, trato muy diferente al otorgado al sistema sanitario.
Campo de soja
Pandemias globales
1
Agroecología-3C en el Estado español
En el contexto español podemos encontrar ejemplos de buenas prácticas orientadas a los circuitos cortos. Se ha entendido que es obligación de la administración garantizar la producción sostenible, el derecho a la alimentación y nutrición adecuadas. Es el caso de la Consejería de agricultura en las Islas Baleares, que en cuanto empezó la pandemia protegió los Mercados locales y que durante estos meses ha ido implementando distintas medidas, desde ayudas económicas al sector hasta la compra pública de excedentes para sostener a las pequeñas producciones, demostrando que si hay voluntad política es posible.
La cooperación, ha desbordado las redes de apoyo mutuo en muchos barrios. La pobreza alimentaria se ha hecho visible, aunque en buena parte ya estaba aquí. Eso sí, el pilar principal para que las personas con menos recursos puedan acceder a alimentos han sido las redes de apoyo mutuo y las personas voluntarias, desde las vecinas hasta las propias tenderas del barrio han participado tanto con donaciones como en los repartos a quienes lo necesitaban. Aquí de nuevo se ve cómo las tareas que sostienen la vida de todas se basan en las relaciones y en los lazos comunitarios que todavía permanecen vivos en muchos lugares y han sido claves para muchas en estos tiempos.
A pesar de lo positivo de esto, no es posible dejar que el derecho a la alimentación y nutrición adecuada recaiga únicamente en la voluntariedad mientras las políticas públicas miran a otro lado, tanto en hacer llegar el alimento, como en la calidad del mismo. Ejemplos como lo acontecido con Telepizza-Rodilla en Madrid han puesto en evidencia que para algunas políticas las personas con menos recursos se merecen como mucho llenar el plato pero sin mirar con qué. Por eso también hay que destacar las buenas iniciativas, como el caso del ayuntamiento de Tenerife que organizó el reparto de cestas de producto fresco local o otras Comunidades donde el servicio de Becas de comedoras se ha mantenido aportando además la entrega a domicilio. O desde redes agroecológicas tenemos la campaña Alimentando Córdoba, la cual ha facilitado alimentos de temporada y ecológicos a familias excluidas socialmente.
En muchas de estas iniciativas, vemos la cooperación, vemos el cierre de ciclos y vemos los cuidados, entendiendo como esencial lo que sostiene nuestras vidas aunque siga moviéndose en la parte invisible del iceberg de la cadena alimentaria, las pequeñas producciones, las pequeñas iniciativas de distribución y sobre todo los hogares.
El pilar principal para que las personas con menos recursos puedan acceder a alimentos han sido las redes de apoyo mutuo y las personas voluntarias, desde las vecinas hasta las propias tenderas del barrio
Mientras todo esto sucedía, el sector agrario se tambaleaba, tanto el de proximidad como el sector de la pequeña producción dependiente de los monocultivos orientados a la gran distribución en manos de cadenas globales. Las reivindicaciones de buena parte de las organizaciones agrarias reforzaban la parte visible del iceberg, enfocando sus mensajes hacia los (imposibles) precios justos dentro del actual sistema oligopólico.
Urge el cambio de modelo agroalimentario y urgen también medidas de apoyo al sector productivo y a las personas trabajadoras del campo para comenzar una transición hacia producciones sostenibles y diversificadas. En ocasiones, algunas organizaciones, espoleadas por el afán de titulares simplificadores de los grandes medios, han corrido a defender la gran precariedad y subordinación a los intereses de la gran distribución. Se ha obviado lo que sucedía en los mercados locales o se ha llegado a poner en duda las denuncias sobre condiciones laborales de explotación o pseudo-esclavitud evidenciadas por el relator de Naciones Unidas en sectores altamente intensivos. Los grandes medios y las grandes organizaciones agrarias más próximas a la patronal agroexportadora hablan del campo como si fuera solo uno (el grande, el visible) y no un ecosistema de realidades diversas, donde quienes sostienen los territorios, las verdaderamente esenciales, acaban siempre ocultas. El campo hoy tiene margen para trabajar una producción y un derecho a la alimentación que se acerque a las 3C mencionadas y se aleje del negocio de la comida.

Tejer alianzas por la nutrición y un mundo rural vivo

Para que el modelo cambie, y tanto la pequeña producción como la agroecológica conformen una alianza por el derecho a la alimentación y la producción sostenibles, se requiere disputar conjuntamente el negocio de la comida. En suma, dejar de apostar por la gran distribución como vaca sagrada que hay que venerar y obedecer. Antes al contrario, hay que hacer visibles los problemas y los derechos de todos los eslabones de la cadena, las relaciones opresoras y, sobre todo, defender la dignidad de las personas por encima de narrativas que nos hablen de heroicidades en la pequeña producción, la empresa, quienes trabajan en un supermercado, etc., todos y todas ellas con mayores riesgos sanitarios y cada vez más bajos ingresos. No se trata de ser héroes ni heroínas, estas figuras están creadas para ensalzar lo excepcional dentro de un modelo que normaliza la precariedad.
En el caso de lo alimentario, además, la excepcionalidad ha llevado a hablar incluso de “superalimentos” para nombrar lo que debería ser habitual, lo nutritivo y generar categorías nuevas de productos que se consideran “comestibles” aunque carezcan de nutrientes y les sobren azúcar y grasas, empezando desde la cuna con la alimentación infantil. Por el contrario, lo que la agroecología propone es normalizar la sostenibilidad de la vida, entender que el derecho a la alimentación y nutrición adecuada y el modelo agroecológico no pueden ser algo especial, simplemente es lo esencial y lo que puede hacer viable un mundo rural vivo.

Agroecología-3C en el Estado español

En el contexto español podemos encontrar ejemplos de buenas prácticas orientadas a los circuitos cortos. Se ha entendido que es obligación de la administración garantizar la producción sostenible, el derecho a la alimentación y nutrición adecuadas. Es el caso de la Consejería de agricultura en las Islas Baleares, que en cuanto empezó la pandemia protegió los Mercados locales y que durante estos meses ha ido implementando distintas medidas, desde ayudas económicas al sector hasta la compra pública de excedentes para sostener a las pequeñas producciones, demostrando que si hay voluntad política es posible.
La cooperación, ha desbordado las redes de apoyo mutuo en muchos barrios. La pobreza alimentaria se ha hecho visible, aunque en buena parte ya estaba aquí. Eso sí, el pilar principal para que las personas con menos recursos puedan acceder a alimentos han sido las redes de apoyo mutuo y las personas voluntarias, desde las vecinas hasta las propias tenderas del barrio han participado tanto con donaciones como en los repartos a quienes lo necesitaban. Aquí de nuevo se ve cómo las tareas que sostienen la vida de todas se basan en las relaciones y en los lazos comunitarios que todavía permanecen vivos en muchos lugares y han sido claves para muchas en estos tiempos.
A pesar de lo positivo de esto, no es posible dejar que el derecho a la alimentación y nutrición adecuada recaiga únicamente en la voluntariedad mientras las políticas públicas miran a otro lado, tanto en hacer llegar el alimento, como en la calidad del mismo. Ejemplos como lo acontecido con Telepizza-Rodilla en Madrid han puesto en evidencia que para algunas políticas las personas con menos recursos se merecen como mucho llenar el plato pero sin mirar con qué. Por eso también hay que destacar las buenas iniciativas, como el caso del ayuntamiento de Tenerife que organizó el reparto de cestas de producto fresco local o otras Comunidades donde el servicio de Becas de comedoras se ha mantenido aportando además la entrega a domicilio. O desde redes agroecológicas tenemos la campaña Alimentando Córdoba, la cual ha facilitado alimentos de temporada y ecológicos a familias excluidas socialmente.
En muchas de estas iniciativas, vemos la cooperación, vemos el cierre de ciclos y vemos los cuidados, entendiendo como esencial lo que sostiene nuestras vidas aunque siga moviéndose en la parte invisible del iceberg de la cadena alimentaria, las pequeñas producciones, las pequeñas iniciativas de distribución y sobre todo los hogares.
Mientras todo esto sucedía, el sector agrario se tambaleaba, tanto el de proximidad como el sector de la pequeña producción dependiente de los monocultivos orientados a la gran distribución en manos de cadenas globales. Las reivindicaciones de buena parte de las organizaciones agrarias reforzaban la parte visible del iceberg, enfocando sus mensajes hacia los (imposibles) precios justos dentro del actual sistema oligopólico.
Urge el cambio de modelo agroalimentario y urgen también medidas de apoyo al sector productivo y a las personas trabajadoras del campo para comenzar una transición hacia producciones sostenibles y diversificadas. En ocasiones, algunas organizaciones, espoleadas por el afán de titulares simplificadores de los grandes medios, han corrido a defender la gran precariedad y subordinación a los intereses de la gran distribución. Se ha obviado lo que sucedía en los mercados locales o se ha llegado a poner en duda las denuncias sobre condiciones laborales de explotación o pseudo-esclavitud evidenciadas por el relator de Naciones Unidas en sectores altamente intensivos. Los grandes medios y las grandes organizaciones agrarias más próximas a la patronal agroexportadora hablan del campo como si fuera solo uno (el grande, el visible) y no un ecosistema de realidades diversas, donde quienes sostienen los territorios, las verdaderamente esenciales, acaban siempre ocultas. El campo hoy tiene margen para trabajar una producción y un derecho a la alimentación que se acerque a las 3C mencionadas y se aleje del negocio de la comida.

Tejer alianzas por la nutrición y un mundo rural vivo

Para que el modelo cambie, y tanto la pequeña producción como la agroecológica conformen una alianza por el derecho a la alimentación y la producción sostenibles, se requiere disputar conjuntamente el negocio de la comida. En suma, dejar de apostar por la gran distribución como vaca sagrada que hay que venerar y obedecer. Antes al contrario, hay que hacer visibles los problemas y los derechos de todos los eslabones de la cadena, las relaciones opresoras y, sobre todo, defender la dignidad de las personas por encima de narrativas que nos hablen de heroicidades en la pequeña producción, la empresa, quienes trabajan en un supermercado, etc., todos y todas ellas con mayores riesgos sanitarios y cada vez más bajos ingresos. No se trata de ser héroes ni heroínas, estas figuras están creadas para ensalzar lo excepcional dentro de un modelo que normaliza la precariedad.
En el caso de lo alimentario, además, la excepcionalidad ha llevado a hablar incluso de “superalimentos” para nombrar lo que debería ser habitual, lo nutritivo y generar categorías nuevas de productos que se consideran “comestibles” aunque carezcan de nutrientes y les sobren azúcar y grasas, empezando desde la cuna con la alimentación infantil. Por el contrario, lo que la agroecología propone es normalizar la sostenibilidad de la vida, entender que el derecho a la alimentación y nutrición adecuada y el modelo agroecológico no pueden ser algo especial, simplemente es lo esencial y lo que puede hacer viable un mundo rural vivo.


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viernes, 5 de junio de 2020

La agricultura vertical y los pequeños huertos se multiplican en el mundo

Rahman, habitante de una deprimida provincia de Pakistán, instaló en el patio de su casa pequeños invernaderos para proporcionar algunos alimentos a su familia y obtener ingresos extras. La FAO lo puso como ejemplo de las oportunidades que se abren para los microhuertos en todo el mundo. Foto: Seema Ghazi/FAO
ROMA, 28 may 2020 (IPS) – La agricultura no convencional, de microhuertos y huertos verticales, se revaloriza como recurso para acceder a los alimentos, con menores costos y mayor frescura, ante las restricciones a la movilidad impuestas en gran parte del mundo para tratar de contener la covid-19.
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) difundió el ejemplo de Rahman, quien avanza como productor de quimbombó, calabacines, melones y tomates en una de las regiones con más inseguridad alimentaria de Pakistán, la noroccidental provincia Jaiber Pastunjuá.
Rahman construyó a comienzos de este año dos sencillos invernaderos en el patio trasero de su casa, con algunos tubos de acero, cubiertas de plástico y conductores para el riego, y aseveró que “son un alivio ahora que los mercados y los transportes no funcionan debido a la pandemia”.
Está muy contento de proveer a su familia alimentos más nutritivos, y de obtener ingresos extras para compensar que los precios del arroz y el trigo, básicos en la dieta pakistaní, se dispararon por las interrupciones en las cadenas de suministro. Decenas de sus vecinos en la localidad de Aka Jel están siguiendo su ejemplo.
La FAO señala que aunque producir localmente no sea siempre la respuesta a las crisis, la desatada por el covid-19 subraya que cada pequeño detalle ayuda a reducir la inseguridad alimentaria.
Los pequeños huertos “ofrecen beneficios adicionales en comparación con la agricultura a campo abierto, entre ellos reducir el uso de agua, limitar la aplicación de plaguicidas y producir durante todo el año”, destacó Rémi Nono Womdim, director adjunto de la división de producción vegetal de la FAO.
En ciudades y con técnicas avanzadas se han desarrollado huertos verticales y pequeños huertos. En muchas ocasiones sirven a restaurantes o producciones exclusivas basadas en la hidroponía, pero también en el más sencillo aprovechamiento comunitario de algunos espacios urbanos no construidos.
En países del Norte industrializado hay empresas que se especializan en desarrollar “huertos de interior para cultivos de precisión” y producir verduras sin pesticidas, con luz artificial y cerca de los consumidores, replicando las condiciones para cultivos sofisticados como la albahaca de Italia o la fresa Omakase de Japón.
Pero la FAO advierte que “la agricultura vertical no es solo una tendencia de los países desarrollados”, y pone como ejemplo a Kibera, un asentamiento informal de un millón de habitantes en Nairobi, donde las familias hacen huertos con sacos de sisal para cultivar cebollas y espinacas, sin bloquear las callejuelas.
En Kampala hay comunidades que cultivan coles apilando cajones de madera alrededor de una cámara de compostaje central, y utilizan botellas de agua de plástico viejas para un sistema de riego de precisión, por goteo.
En Dakar, miles de familias participan en un programa de microhuertos, basado en estructuras de un metro cúbico realizadas con fibra de coco, para facilitar el cultivo sin tierra.
“Es ideal para cultivos hortícolas de ciclo corto y de gran valor, como los hongos y las especias”, comentó Nono Womdim.
El experto dijo que solo en África y América Latina la agricultura urbana y periurbana abarca a unos 360 millones de personas. Por sus huertos destacan las ciudades latinoamericanas de La Habana, Managua, Quito, Belo Horizonte y el pequeño estado insular Antigua y Barbuda, en el Caribe.
Los huertos urbanos y las cadenas de suministro de alimentos más cortas “subrayan además cómo la seguridad alimentaria depende del acceso a alimentos nutritivos. Y entre los beneficios adicionales se incluyen reducir el desperdicio de alimentos y minimizar el envasado”, dijo Nono Womdim.
Los cultivos urbanos pueden contribuir al ornato y a la resistencia ante los rigores del clima. En algunos edificios de El Cairo, huertos desarrollados en azoteas logran reducir hasta en siete grados la temperatura de los edificios que los albergan.
La FAO insta a los gobiernos para que formulen políticas que faciliten acortar las cadenas de suministro y que añadan sostenibilidad, inclusión y valor nutricional a los alimentos que llegan a sus poblaciones.
En su mensaje, la organización dijo que “en las tierras altas de Jaiber, Rehman está de acuerdo”, pues ya no debe ir muy lejos para conseguir ingresos extras con los cuales sostener a su familia. Incluso asesora a sus vecinos. “Ahora estoy muy motivado”, resumió al terminar de instalar su tercer invernadero.
A-E/HM
 Fuente: http://www.ipsnoticias.net/2020/05/la-agricultura-vertical-los-pequenos-huertos-se-multiplican-mundo/

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miércoles, 8 de abril de 2020

Vegetarianismo o muerte

Una dieta vegetariana baja el riesgo de morir por enfermedades ...

Con respecto a los demás animales, los humanos somos nazis.
Isaac Bashevis Singer
Si los mataderos tuvieran paredes de cristal, todos seríamos vegetarianos.
Paul McCartney
Cuando los cubanos dicen “Socialismo o muerte”, afirman que están dispuestos a morir por el socialismo. Yo no soy tan valiente ni tan generoso, pero hago mía la consigna, porque “Socialismo o muerte” también se puede y se debe entender en el sentido de que, si no superamos la barbarie capitalista, estamos abocados a la autodestrucción.
Y el socialismo no es compatible con el especismo, del mismo modo, y por análogas razones, que no es compatible con el machismo, el racismo, la xenofobia, la homofobia o el antinacionalismo.
Hay que decirlo sin ambages: quienes miran a una vaca y ven comida, son idiotas morales. Y quienes aún no han entendido que el consumo de carne y otros productos de origen animal es una aberración ecológica y sanitaria, son idiotas a secas. Y si los segundos no son pocos, los primeros son legión, como lo demuestra, entre otras cosas, el amplio apoyo recibido por organizaciones tan nefastas -con un largo historial de crímenes a sus espaldas- como el PP, el PSOE, el Opus Dei o los Legionarios de Cristo.
Y lo más alarmante es que las personas y organizaciones que se reclaman de izquierdas casi nunca se den por enteradas de la extrema gravedad del especismo, ni siquiera cuando sus consecuencias se manifiestan de forma tan directa y brutal como en la pandemia del Covid-19 (sin olvidar la gripe aviar, la peste porcina o el síndrome de las vacas locas). ¿Cómo es posible que una sedicente izquierda que hasta hace poco denostaba el feminismo y criminalizaba a los homosexuales, aún no se haya dado cuenta de que siempre va un paso -o varios- por detrás de la evolución moral de la sociedad, cuando debería ir a la vanguardia?
Para intentar entender la miseria moral de nuestra sociedad en general y de la izquierda en particular, conviene recuperar y actualizar dos conceptos clave introducidos por Marx en el discurso socioeconómico: alienación y fetichismo.
Ni carnívoro, ni vegetariano... ¿y si eres flexitariano? | Zen ...
La alienación, en su doble sentido de pérdida de la razón y de pérdida de la identidad, es una consecuencia inevitable de una sociedad basada en la explotación. Los ricos explotan a los pobres, los hombres a las mujeres, los blancos a otras etnias, y todos explotan, torturan y devoran a los animales no humanos. Y tanto los explotados como los explotadores han de renunciar a una parte de su humanidad y de su capacidad de raciocinio para aceptar situaciones éticamente aberrantes que, en la mayoría de las culturas, entran en conflicto con sus supuestos valores. Solo así se comprende -en la escasa medida en que algo así se puede comprender- que la esclavitud haya coexistido con el cristianismo hasta el siglo XIX, o que los mayores crímenes contra la humanidad -incluidos los del franquismo- se hayan cometido con el beneplácito de la Iglesia, y que a pesar de ello muchas personas de buena voluntad sigan aceptando su nefasto magisterio.
La verdadera pandemia de nuestro tiempo es lo que los psicólogos denominan “disonancia cognitiva”, que es otro nombre de la alienación, y que es el resultado de un lavado de cerebro sistemático -sistémico- que comienza en la más tierna infancia y dura toda la vida. Solo así se entiende que quienes serían incapaces de matar a una vaca o a un cerdo con sus propias manos, puedan devorarlos sin inmutarse si los matan otros. Para llorar viendo Bambi y comerse luego un bocata de jamón o unas costillas a la brasa, hay que estar tan enajenado como para creer que un Dios misericordioso puede infligirnos un castigo eterno, lo que significa que el porcentaje de enajenados es abrumadoramente alto.
En cuanto al fetichismo, consiste, básicamente, en atribuirle a algo o a alguien un poder o un valor que no tiene (y en este sentido habla Marx del fetichismo de la mercancía). Y la carne, como supuesto alimento primordial, es uno de los grandes fetiches de nuestro tiempo. La carne es la peor y la más cara de las fuentes de proteínas, y su consumo masivo es una de las principales causas de la deforestación, el cambio climático y las catástrofes sanitarias. Y el carnivorismo es la perfecta metáfora de un capitalismo depredador que todo lo devora sin medida, sin piedad y sin preocuparse por las consecuencias.
Sin feminismo no hay socialismo”, proclaman con sobrada razón las feministas. Y, análogamente, sin antiespecismo no hay socialismo, aunque muchos de quienes pretenden luchar por un mundo solidario y sostenible no se den por enterados.
Complot contra la carne? – Agustín Villanueva Ochoa – En la lupa
Nota
Me resisto a usar el término “veganismo” porque, en puridad, es sinónimo de “vegetarianismo” en sentido estricto. Se suele incluir entre los vegetarianos a los que también consumen huevos y productos lácteos, aunque en realidad son ovolactovegetarianos. Si dejáramos de usar los términos deteriorados por su uso impreciso o indebido, no podríamos seguir diciendo, por ejemplo, “democracia” o “república”. Sin perjuicio de inventar palabras nuevas cuando sean necesarias, habría que devolverles a las antiguas su verdadero significado.


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