sábado, 29 de marzo de 2025
Segundo corredor bioceánico: el proyecto que fortalecerá el comercio entre Brasil y Bolivia
martes, 9 de agosto de 2022
Las defensoras de la vida que se extingue en el lago Titicaca

COPACABANA, Bolivia – El 2015 fue un año de alerta para el lago Titicaca que conecta a Perú y Bolivia a 3812 metros sobre el nivel del mar. Miles de ranas gigantes del Titicaca (Telmatobius culeus), peces y aves aparecieron muertos en el lado boliviano del segundo lago más grande de América del Sur.
“Fue un llamado de alerta de lo que también puede pasarnos a nosotros”, recuerda Vilma Paye Quispe, de 48 años, que reside a sus orillas en la comunidad aymara de Sampaya, en la ciudad de Copacabana, a unos 150 kilómetros de La Paz.
Ese mismo año, el lago Poopó, que se une al Titicaca por el río Desaguadero, se secó por completo. El desastre siguió meses después, cuando otras 10 000 ranas gigantes murieron en el río Coata, que da al sector peruano del lago.
Era una crisis anunciada desde hace años para el lago sagrado de los Incas. “Nuestros abuelos decían que el clima iba a cambiar y también que algunas especies se extinguirían, pero nunca lo creímos”, cuenta Paye, quien es arquitecta y una de las 50 lideresas indígenas de la red de Mujeres Unidas en Defensa del Agua, creada en 2016 para sanar el Titicaca de la contaminación.
“Es alarmante que nosotros mismos lo estemos contaminando, porque esto va a repercutir en que también nos extingamos al igual que las ranas gigantes”, agrega con preocupación.
Un síntoma de la crisis
Lo que sucede con este anfibio acuático, en peligro de extinción, es un síntoma de la degradación del lago navegable más alto del mundo. Las descargas de aguas residuales y la basura de las casas, los hospitales y la explotación minera alrededor están contaminando el Titicaca y toda su cuenca, desde el río Desaguadero hasta el lago Poopó.
Diversos estudios ya han confirmado la presencia de metales pesados en sus aguas, como arsénico, cadmio, mercurio y plomo, entre otros. Por supuesto, al respirar a través de su piel holgada y llena de pliegues, estas ranas oriundas y exclusivas del lago absorben todos estos contaminantes.
Sin embargo, alguna vez las aguas del Titicaca sí fueron cristalinas. De niña, Paye jugaba con los carachis amarillos (Orestias luteus) y otros peces nativos en la playa de Copacabana.
“No se veía toda esta contaminación, hasta tomábamos el agua del lago y nunca nos enfermamos”, dice la lideresa desde esta ciudad boliviana que, al igual que otras al margen del lago, se ha transformado en un centro turístico del cual dependen prácticamente sus 15 000 habitantes.
Para Paye y otras mujeres, el impacto ha sido más que evidente. “Me da pena que ahora no veo más nada que la playa contaminada”, asegura. “Nosotras palpamos lo que eso está causando, porque somos cabeza del hogar y utilizamos el agua en todo.”
Son las mujeres quienes cargan con la crisis hídrica que se está agudizando debido al cambio climático y la falta de lluvias.
En efecto, el agua ya escasea al punto que las comunidades en Copacabana, por ejemplo, solo tenían abastecimiento un día sí y otro no hasta 2018, año en que el Estado boliviano lo amplió mezclando el recurso del lago y sus vertientes. “Pero la calidad no es la misma, aunque quieran decirnos que han hecho todo para que sea potable, se siente la diferencia”, sentencia la lideresa.Por eso, en 2020, Paye se unió a la red de Mujeres Unidas en Defensa del Agua. Junto a las defensoras aymaras y quechuas recoge botellas y bolsas de plástico de las playas, sensibiliza a jóvenes en las escuelas, dialoga con las autoridades y hasta mide la calidad del agua con tal de sanar su lago ancestral. Y lo hace contra el machismo que perdura en esta zona del Altiplano.
“¿Creen que ustedes van a poder salvar el lago?”, les decían algunos en las comunidades. “Pero sí que está en nuestras manos como mujeres cambiar algo, y es la lucha que estamos liderando por nuestros hijos. No podemos seguir yendo en contra de nuestra propia especie”, aclara la lideresa.
Un refugio en cautiverio
Tras la muerte masiva de ranas en 2015, un equipo de emergencia rescató a las sobrevivientes en el Lago Menor del Titicaca para conservarlas en cautiverio en el Centro K’ayra, el único en Bolivia destinado a proteger especies de anfibios amenazados.
“Al tener una piel tan permeable, las ranas son centinelas de nuestro medio ambiente”, comenta la bióloga Teresa Camacho Badani, quien está a cargo de este centro de investigación y conservación en Cochabamba, a unos 430 kilómetros del Lago Menor.
“Nadie se da cuenta de que lo que está pasando con estas ranas, en cierta medida, nos puede pasar a nosotros. Solo nos están alertando de lo mal que estamos dejando un hábitat tan necesario para la región. Debemos tomar en cuenta esa señal que nos está dando la naturaleza antes de que sea demasiado tarde”, añade la herpetóloga.
Para su rescate, las ranas del Titicaca atravesaron una odisea desde que salieron del lago que fue su hogar desde siempre. El equipo evacuó a unos 35 anfibios de las aguas contaminadas en un avión, con apoyo de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y Amphibian Ark, entre otras organizaciones.
Luego, emprendieron un viaje por tierra hasta el Centro K’ayra y se instalaron finalmente en un contenedor acondicionado donde no entra ningún tipo de contaminante y un sistema simula la
Aquí recibieron todos los tratamientos veterinarios y cuidados necesarios, porque también estaban expuestas al hongo Batrachochytrium dendrobatidis que está devastando poblaciones enteras de anfibios alrededor del mundo desde los años ochenta”, explica Camacho.
Este refugio es parte del Museo de Historia Natural Alcide d’Orbigny, que fue declarado Patrimonio Nacional en 2014.
A la fecha, alberga a 450 individuos que pertenecen a cinco especies del género Telmatobius —acuáticas y endémica de la cordillera de los Andes—, como la rana gigante del Titicaca; al igual que dos especies terrestres, entre ellas, la rana de cristal (Nymphargus bejaranoi) que no había sido vista en 17 años.
En custodia, las ranas rescatadas del Titicaca se reprodujeron a mediados de 2020, haciendo que su población supere los 290 individuos.
Para Camacho, es el resultado de mucho esfuerzo para que estos anfibios superen el estrés por todo lo que pasaron debido al deterioro de su hábitat.
“También es esperanzador porque, al rescatarlas, esperábamos que ellas sean las reproductoras que permitan que su descendencia pueda volver al lugar de donde ellas tuvieron que salir por una emergencia”, añade la bióloga. “En verdad, lo último que quisiéramos es tenerlas en cautiverio, pero es nuestro último recurso frente a lo que está sucediendo en el lago”, precisa.
Guardianas de la especie
En la comunidad de Perka Norte, ubicada en el litoral peruano del Titicaca, aún queda esperanza para las ranas gigantes.
Después de 10 años sin monitoreo de las poblaciones de este anfibio, en 2017, una misión científica del Zoológico de Denver, la Universidad Peruana Cayetano Heredia y la organización sin fines de lucro Natural Way analizó 13 puntos del lago. En la mayoría, no había ranas. En algunos sitios apenas se hallaron entre una a cuatro ranas en 100 metros; sin embargo, en Perka Norte, la cantidad se elevaba hasta las 20 ranas.
“Nosotros no sabíamos que las ranas estaban desapareciendo en otras comunidades”, dice Elvira Chicani Cruz, lideresa y artesana de 45 años que antes se dedicaba a la pesca artesanal con sus abuelos en este pueblo aymara.
“A veces se quedaban atrapadas en nuestras redes, pero siempre las hemos devuelto al lago para que crezcan más, para que no se pierdan. Ahora las estamos cuidando mucho más porque se las quieren llevar a los mercados”, detalla.
Además de la contaminación, la mayor amenaza que enfrenta este anfibio del Titicaca es su tráfico para la venta de jugos verdes en ciudades, como Lima, debido a creencias populares sobre sus propiedades curativas.
De hecho, es la especie más traficada en el Perú, según una investigación de InSight Crime, representando más de 50 % de los 20 000 animales incautados por las autoridades entre 2015 y 2020.
Por eso, tras los hallazgos de 2017, Natural Way continúo con un estudio de densidad poblacional de la rana del Titicaca de la mano con la comunidad. Se instalaron transectos bajo el agua y se capacitaron a mujeres y hombres de Perka Norte para que asistan en campo a los científicos, mientras bucean a pulmón para analizar a la especie.
Según el biólogo Jhazel Quispe, a cargo de la organización, durante esos meses de investigación científica y social se descubrió que los traficantes no habían llegado todavía a esta comunidad, ubicada a una hora en lancha de la ciudad de Puno.
También se confirmó que sus habitantes no tenían mayor conexión con la rana que un ritual para llamar a la lluvia, que consiste en extraer al animal del lago y llevarlo a un cerro antes de las cosechas. Más aún, era considerado de aspecto desagradable y los niños le tenían miedo. “Llegamos a entender que si en algún momento algún traficante les ofrecía dinero por extraer 1000 ranas, lo iban a hacer porque no sentían mayor afecto por ellas”, comenta el investigador.
Al respecto, la lideresa Chicani es firme: “Aquí, nosotros no permitimos eso”. La educación ambiental con la comunidad —y en especial con niños y jóvenes— fue una estrategia central para conservar a este anfibio acuático.
La incidencia fue tal que, en 2018, ella y ocho artesanas de Perka Norte se asociaron para crear textiles inspirados en la rana gigante del Titicaca. El emprendimiento, además de mejorar sus medios de vida, fue una señal de la transformación que se estaba dando.
“A veces vemos que vienen lanchas, les sacamos foto y pasamos la voz a las autoridades”, cuenta Chicani, quien incluso reporta que los traficantes han llegado en carros preguntando dónde había más ranas gigantes. “Estaban dando vueltas por días, pero los hemos expulsado”, dice.
Y añade: “Ahora que nosotros queremos mucho a esta rana no vamos a permitir que la extraigan ni tampoco que sigan contaminando el lago, sino también van a desaparecer como los peces que ahora quedan pocos.”
Otras especies en peligro
El desastre ecológico en el lago de Perú y Bolivia está acabando con otras especies nativas, como el zambullidor del Titicaca (Rollandia microptera). Precisamente, en 2019, 119 de estas aves acuáticas fueron halladas muertas en Suchipujo, al pie del agua en la parte peruana.
“Las especies que están muriendo coinciden en que son endémicas y, por tanto, indicadoras de cualquier cambio en la calidad del lago”, apunta el biólogo Quispe, que también está investigando a este animal en peligro de extinción.Para la lideresa boliviana Elizabeth Zenteno Callisaya, se está bordeando un punto de no retorno. “El Titicaca ha perdido la capacidad de auto-recuperarse, porque la contaminación es tal que no es resiliente, ya es un cuerpo contaminado”, dice la ingeniera ambiental que participa desde hace poco más de un año en Mujeres Unidas en Defensa del Agua.
En las últimas tres décadas, el Titicaca, en su superficie total de 8200 kilómetros cuadrados, ha perdido 90 % de especies de peces nativos debido, principalmente, a la sobrepesca y la contaminación, según un reciente diagnóstico de la Autoridad Binacional Autónoma del Lago Titicaca.
“Es un colapso en cadena”, recalca Zenteno, de 28 años, que pasó su niñez en la isla del Sol, en Copacabana, antes del boom turístico. “Ahora hay una gran cantidad de hoteles y alrededor de estos no puedes encontrar peces”, detalla.
Se calcula que 20 especies de peces Orestias se han extinguido en todo el lago durante las últimas seis décadas; mientras tanto, otras seis están al borde de la extinción, según el mismo diagnóstico. A este declive han contribuido también la falta de regulación y la introducción de especies como la trucha arcoiris (Oncorhynchus mykiss), que es depredadora de ciertos peces nativos y renacuajos.
“Necesitamos leyes efectivas que limiten todas aquellas actividades que están perjudicando nuestro lago, y eso es lo que nosotras estamos defendiendo para que los jóvenes no tengan que migrar y puedan vivir aquí con la calidad de vida que merecen”, añade Zenteno.
Un futuro en el lago
Para que las ranas en cautiverio en el Centro K’ayra puedan regresar al Titicaca, las condiciones del ecosistema deben volver a ser seguras y óptimas. Algo que en el presente suena lejano. “No las podemos liberar aún porque sería condenarlas a morir”, lamenta la herpetóloga Camacho.
Desde 2019, este espacio de conservación ha puesto en marcha una misión científica —con Natural Way, la Universidad Peruana Cayetano Heredia, el Zoológico de Denver y la Pontificia Universidad Católica del Ecuador— para estudiar el hábitat de la rana gigante del Titicaca, sus amenazas y la genética misma de esta especie.
A partir de esta investigación, respaldada por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), se busca mejorar su cuidado de manera que este anfibio sí tenga un futuro a largo plazo. “Se está dando así un paso para poder liberarlas más adelante, porque lo ideal es ver a las ranitas ser libres y volver al lugar de donde nunca debieron salir”, concluye Camacho.
Desde tiempos ancestrales, el lago Titicaca es el símbolo de vida para todas las especies que habitan en sus aguas y alrededores. Sin embargo, se está agotando frente al desinterés de algunos que ponen en riesgo la sobrevivencia de todos.
“Hay un desconocimiento desmedido de parte de la población a la que, por ejemplo, poco le importa arrojar sus desechos al lago”, indica Luz Mary Quispe, docente peruana y presidenta de Mujeres Unidas en Defensa del Agua. “En las campañas de limpieza que hacemos, inclusive hemos encontrado a las aves con barbijos enredados en sus patas. Estamos llegando a un punto que preocupa bastante”, añade.
Por eso, las defensoras consideran —y están incidiendo políticamente— para que el Titicaca sea declarado sujeto de derechos también en el Perú.
Este reconocimiento se dio apenas el año pasado en Bolivia, debido al alto grado de contaminación de sus aguas que, según se lee en la declaratoria del Senado, está causando “la desaparición de toda forma de vida animal y vegetal que cobija en su lecho y riberas”.
Para la defensora aymara Quispe, el objetivo es sanar por completo el cuerpo de agua de sus antepasados.
“Queremos que sus aguas vuelvan a ser aptas para todos; sus cuencas y sus ríos y todos sus ojos de agua deben ser cuidados y protegidos desde nuestros saberes ancestrales”, afirma. “Para nosotras, el lago representa la vida, es un ser vivo y, como tal, debemos tratarlo con respeto”, remarca.
Este artículo es parte de la Comunidad Planeta, un proyecto periodístico liderado por Periodistas por el Planeta (PxP) en América latina, del que IPS forma parte.
RV: EG
Fuente: https://ipsnoticias.net/2022/07/las-defensoras-de-la-vida-que-se-extingue-en-el-lago-titicaca/
viernes, 13 de septiembre de 2019
Stedile, Amazonia y UNAM

Reconocimiento Maestro José Luis Ceceña Gámez, que le otorgó el Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM. Por la calidad humana y sensibilidad política de Stedile, la distinción cobra un significado profundo en momentos en que los ejes fundamentales de la ciencia de Brasil y el mundo registran que en los pocos meses de Jair Bolsonaro en la presidencia, son alarmantes las alzas en la cantidad de incendios y de deforestación que están impactando la Amazonia brasileña, lanzando al planeta a una todavía mayor aceleración del colapso bioclimático capitalogénico.
nuestroamericanode primera línea:
aunque este diploma lleve mi nombre, dijo al Instituto de Investigaciones Económicas,
no es individual, sino que es también homenaje a todos los luchadores y luchadoras de nuestro continente que desarrollan esa militancia social mezclando y difundiendo el conocimiento científico de la lucha social de nuestros pueblos. ¿Cuál conocimiento científico? Aquel que muestra el orden de magnitud del atroz uso de instrumentos del Estado brasileño impulsando la deforestación y alentando la sabanización amazónica vía cultivos de soja, desde una empequeñecida, pero muy riesgosa actuación bolsonaria carente de percepción del alcance planetario que acarrea la agricultura industrial capitalista (AIC) que por siglos cerca, privatiza, explota y contamina hasta su aniquilación, forestas de campesinos e indígenas biodiversos.
Añádase entre 15% y 20% de las emisiones globales por el transporte, procesamiento, empacado y venta de los alimentos y entre 2% y 4% de las emisiones por la putrefacción de los alimentos que tiramos(Ibidem). Sus datos indican que del sistema alimentario global emana la mitad de los GEI causantes del colapso bioclimático capitalogénico en curso.
Para mayor información comunicate con nosotr@s al mail: madalbo@gmail.com
sábado, 29 de junio de 2019
El capitalismo mata el planeta: ¡Que no te engañen!
- Nacionalización de las empresas energéticas (eléctricas, compañías mineras, de petróleo y gas, empresas de producción de energía eólica y solar, etc…), y un plan público de inversiones para establecer una industria energética 100% ecológica y sostenible. ¡No a la pobreza energética!
- Por una red de transporte público, gratuito, de calidad y ecológico. Plan masivo de inversiones para hacer las ciudades 100% sostenibles.
- Nacionalización de las industrias automovilísticas, aeronáuticas y navales, y transformación de su producción para hacerlas viables y no contaminantes.
- Nacionalización de la tierra, de la industria ganadera y de las industrias de procesamiento de alimentos. No a la explotación capitalista de los océanos. ¡Por una alimentación sostenible, ecológica y sana!
- Empresas públicas de reciclaje bajo el control democrático de trabajadoras y trabajadores. ¡Basta de hacer negocios con el ecologismo!
- Por una producción sostenible planificada democráticamente por el conjunto de la clase trabajadora y la juventud. Por la transformación socialista y ecológica de la sociedad.
Para mayor información comunicate con nosotr@s al mail: madalbo@gmail.com
miércoles, 24 de abril de 2019
Francia: Notre Dame, las trágicas consecuencias de una política incendiaria

¿Qué consecuencias?
Las primeras informaciones entregadas por los bomberos indican que “el conjunto de la cubierta está siniestrada, el conjunto del armazón está destruido, una parte de la bóveda se ha hundido” por la caída de la aguja cuyas impresionantes imágenes son mostradas en la portada de todos los periódicos. Esta aguja, así como una parte del techo y del armazón de la cubierta databan de los trabajos efectuados en el siglo XIX por Viollet-le-Duc. El resto del armazón hundido databa del siglo XIII, reconstruido con vigas de madera provenientes de la primera construcción en el siglo XII, y había sido llamado por su importancia y tamaño “la selva”. Al desplomarse, la aguja ha hundido una parte de la bóveda de piedra de la catedral pero no parece (a día de hoy) haber puesto en peligro la estructura general. Numerosas reliquias, obras de arte y objetos habrán sido afectados por el fuego, la ceniza y el agua y una parte de los plomos de las vidrieras ha sido también afectada de forma más o menos importante. El gran órgano que acababa de ser restaurado parecería haber sufrido también daños importantes.
Las primeras reacciones
Muchos parisinos y parisinas se han reunido, en medio de una gran emoción, al pie de la catedral… Pero las reacciones políticas bastante menos sinceras y espontáneas no han tardado tampoco en multiplicarse. Macron el primero, sin duda feliz por haber podido evitar su prevista intervención televisiva (para anunciar las medidas que planteaba para atajar la crisis social de las y los chalecos amarillos y otros movimientos sociales, ndt) para pasar a jugar el papel de “salvador” del patrimonio, de la Nación y de su unidad reencontrada (¡sic!). Tras él y sobre el mismo tema, todos los racistas, fascistas y nacionalistas patentados se han ido sucediendo con rapidez para hablarnos del corazón de la herencia cristiana de la nación (¡y de la civilización!) atacada. Algunos avanzan ya por el terreno del complotismo islamófobo más craso…
¿Se podía prever o evitar algo así?
Al margen de los hechos precisos que la investigación permitirá quizás determinar, una catástrofe de tal amplitud solo puede ser fruto de una cadena colectiva de responsabilidades. Este accidente pone a la luz dos problemas estructurales y señala la responsabilidad directa del Estado: de una parte, la política de los sucesivos gobiernos de desinversión en la salvaguarda y mantenimiento del patrimonio (igual que en el conjunto de los servicios públicos). De otra, la insuficiencia de las normas de seguridad en los trabajos patrimoniales (lo mismo que ocurre en el conjunto de los trabajos de los edificios públicos). “Lo que ha pasado tenía que pasar. La falta de un real mantenimiento y de una atención cotidiana a un edificio de una importancia mayúscula es la causa de esta catástrofe. No se trata de buscar responsables, la responsabilidad es completamente colectiva porque es el monumento más colectivo del país”, explicaba J.M Léniaud (presidente del consejo científico del Instituto Nacional del Patrimonio). Desinversión financiera y falta de personal. El estado de los edificios patrimoniales es muy a menudo deplorable, las necesidades en políticas de conservación, restauración y renovación son inmensas. Las y los profesionales de la conservación/restauración, así como el conjunto del personal y de las y los agentes que trabajan en este tipo de edificios públicos, dan testimonio de ello y no dejan de lanzar alertas que se quedan en letra muerta. Los accidentes, humanos y materiales, son desgraciadamente moneda corriente.
Hacer pagar a las y los más pobres
Según el presidente Macron, “esta catedral la reconstruiremos entre todos y todas”. Precisemos de paso, por un lado, que no será él quien la reconstruya (como tampoco fue construida en su época por el obispo Maurice de Sully sino por las y los miles de trabajadores, obreros y artesanos, que se han sucedido a lo largo de los siglos). De otra parte, que para ello sería preciso que el Estado invirtiera en su reconstrucción… lo que no parece que sea la idea. Macron, al contrario, ya ha anunciado este martes 16 de abril el lanzamiento de una “suscripción nacional” para financiar la restauración… En 2017 fue necesario que una fundación privada encontrara la financiación (privada) y acordara con la diócesis el lanzamiento de los trabajos de renovación que estaban en curso, en particular en la aguja y la techumbre. Esta última no había sido restaurada desde los años 1930… El conjunto del patrimonio nacional es hoy víctima de ese desinterés del Estado. Pero en el punto opuesto de esos intereses de dinero, la población, incluyendo sus componentes más populares, se ha sentido a menudo ligada al patrimonio público y a los monumentos culturales e históricos… particularmente Notre Dame, hecha célebre por Victor Hugo como el corazón viviente más popular de París. La ocasión perfecta para el gobierno de hacer aprobar la financiación de su restauración sobre las espaldas de una colecta nacional (!). La maniobra es hábil, pues permite ocultar su propia responsabilidad en el incendio, y la gente, sinceramente conmovida, se dispone ya a donar. ¡Pero es al Estado a quien corresponde pagar! ¡Nuestros impuestos deberían servir ya para financiar los servicios públicos, incluyendo el de la cultura y el de un patrimonio accesible para todas y todos! En lugar de desaparecer en exenciones fiscales para las mayores empresas…
Sin embargo, hay dinero
Este drama es sobre todo la ocasión de recordar que la financiación de la cultura y del patrimonio es de lejos uno de los mejores nichos fiscales que las y los capitalistas pueden encontrar. Matando dos pájaros de un tiro, adornan su imagen, a veces puesta muy en cuestión, mediante “generosos” donativos, y gozan al mismo tiempo de las exenciones fiscales más ventajosas de toda la (sin embargo) amplia gama ofrecida por los sucesivos gobiernos. Las y los mecenas se agolpan: 200 millones para LVMH y la familia Arnault (Bernard Arnault es propietario del grupo de artículos de lujo LVMH, es el hombre más rico de Francia y primero de la Unión Europea ndt), 100 millones de Pinault (François-Henri Pinault es considerado uno de los hombres más ricos del mundo, con una fortuna familiar estimada el 18 de agosto de 2018 de 30 500 millones de dólares ndt) que casi parecen poca cosa, 100 millones Total y, la guinda del pastel, Vinci (un grupo industrial francés ndt) propone un “mecenazgo de competencia” y hacer una alianza de constructores (¿Bouygues, etc?) para trabajar “gratuitamente” en la reconstrucción de la catedral. El mercado del arte y las inversiones en materia de patrimonio gozan ya de una fiscalidad particularmente ventajosa, pero entre quienes hacían “llamamientos a la ayuda” había sin embargo muchos que pedían aún menos impuestos para “salvar” Notre Dame e incitar a las donaciones… En primera fila de éstos, el primero de los servidores y símbolo de los lazos consanguíneos entre la Cultura en el gobierno y los regalos a los más ricos: J-J Aillagon. Quien hoy demanda la clasificación de la catedral como “tesoro nacional” a fin de que los donativos gocen de una desgravación fiscal del 90%, fue sucesivamente ministro de Cultura, director del museo personal de Pinault y luego director del castillo de Versalles… Un llamamiento, por tanto, probablemente desinteresado…
Las decisiones en materia de cultura y de patrimonio son decisiones de sociedad
Evidentemente, tenemos más que dudas sobre la voluntad y los medios que va a desbloquear el Estado para la reconstrucción. Sobre el conjunto de los trabajos de los grandes monumentos nacionales (a fortiori de los de menor posteridad), éste ha optado sistemáticamente por las soluciones “menos costosas” pero también las menos deontológicas y respetuosas de los materiales y construcciones originales. No podemos a partir de ahí sino interrogarnos sobre la reconstrucción que se perfila… Jean Michel Liénaud sostiene que “para Notre Dame, será lo mismo. No volveremos a ver ni la aguja ni el armazón de la cubierta. Sin embargo, el desafío del Segundo Imperio fue reconstruir en 1860 la aguja que había sido desmontada un poco antes de la Revolución porque amenazaba ruina. Fue una verdadera proeza neomedieval. Esta vez soy pesimista”.
No equivocarse en las prioridades
No se pueden sino comprender las reacciones de las y los que señalan el desprecio y el silencio de las autoridades y de las grandes empresas, sin embargo todas hoy en primera línea, cuando en noviembre pasado 8 personas encontraban la muerte en el hundimiento de su insalubre inmueble y centenares de otras personas se encontraban evacuadas de sus casas de alquiler sin soluciones de realojamiento, en Marsella. La actual exposición de donativos nos prueba que cuando están en juego sus intereses (esencialmente simbólicos y financieros) las empresas pueden encontrar el dinero y desbloquear sumas considerables en muy poco tiempo. Lo mismo ocurre con el gobierno, cuando decide ofrecerles regalos… En esta balanza, la vida de las clases populares solo cuenta si va acompañada de una línea de exención fiscal. Lo que está en juego es evidentemente incomparable.
¿Qué interés tiene financiar viejas piedras?
Hay quien se interroga a menudo sobre la pertinencia de invertir tales sumas de dinero en la cultura o en la preservación del patrimonio (cada vez menos dinero público por otra parte…), igual que a veces ocurre también en el caso de la investigación científica abstracta. Pero sería un error oponer cualquier necesidad social a tales inversiones. El dinero no falta, a poco que se le vaya a buscar donde está. El patrimonio forma parte de una propiedad colectiva inestimable. Su valoración y su accesibilidad a todas y todos tiene que ver con el desarrollo de las y los individuos y de nuestras sociedades.
Escribir una historia diferente
Notre Dame, como otros monumentos, forma parte de nuestra historia y de nuestro inconsciente colectivo. Es importante negarse a dejar lo que simboliza en manos de nacionalistas de todo pelaje. A través de los tiempos, ha simbolizado ciertamente las relaciones de poder entre la iglesia católica y el poder estatal. Pero es también un símbolo deslumbrante de la evolución de la arquitectura religiosa. En fin, es también un monumento secular de la historia de París, y Victor Hugo a través de su obra epónima la había ligado a lo que París tenía de más vivo, bullicioso y popular. Durante la Revolución francesa, y luego durante la Comuna de París, fue utilizada como lugar de actividades colectivas y de reuniones políticas, mientras la Marsellesa y otros cantos revolucionarios resonaban en los tubos de los grandes órganos. Es también un reto de reapropiación cultural y colectiva de nuestra clase social.
Esta vez no había afortunadamente vidas humanas directamente en juego frente a los intereses financieros, pero hemos perdido uno de nuestros bienes patrimoniales colectivos más preciosos… Una vez más sacrificado por este gobierno y los precedentes como consecuencia de sus incendiarios recortes presupuestarios…
Fuente original: https://npa2009.org/
Traducción de Faustino Eguberri – Viento Sur, https://vientosur.info/
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martes, 24 de julio de 2018
Cumbre de Helsinki: Rusia exhibe el fin oficial del unilateralismo de EE.UU.

Tambien lo puedes encontrar: https://www.lahaine.org/mundo.php/cumbre-de-helsinki-rusia-exhibe
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jueves, 29 de marzo de 2018
Mad Max global o la geopolítica del agua y los alimentos, y el rol de EEUU
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