La presidenta Dilma Rousseff desvía las aguas del río Madera para viabilizar la hidroeléctrica que funcionará a fin de año y que podría, según el gobierno boliviano, ocasionar inundaciones y graves e irreparables daños a la economía, salud y medio ambiente regional
Plataformaenergetica.org (La Paz, 06/07/11).- Sin atender los reclamos y temores del gobierno boliviano sobre los negativos impactos de las grandes represas que Brasil construye en la Amazonía, la administración brasileña avanza sin demoras en su afán por convertir la energía hidroeléctrica en un puntal de su desarrollo económico.
Ayer, según informa la agencia Ansa, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, accionó las máquinas para desviar el río Madera, en la frontera con Bolivia, como parte de los últimos ajustes para la entrada en vigor a fin de año de la central hidroeléctrica Santo Antonio, en el estado occidental de Rondonia.
“Éste es un momento histórico porque estamos viendo concretarse el proyecto de más importancia estratégica para el crecimiento igualitario del país, que es el regreso a la inversión en hidroeléctricas, energía limpia para garantizar el crecimiento del país”, dijo Rousseff en Porto Velho, capital de Rondonia, en la frontera con Bolivia, donde hay mucha inquietud e incertidumbre.
Diversas ONG y especialistas temen que estas centrales afecten el medio ambiente y, al retener las aguas del río Madera, que comparte Bolivia con Brasil, el territorio boliviano se vea inundado.
El propio gobierno boliviano expresó hace un mes, en un acto convocado por la Embajada de Brasil en La Paz, su profunda preocupación por los posibles y graves impactos socioambientales y económicos que se producirían en territorio nacional como consecuencia de la construcción y funcionamiento de dos megarepresas en la Amazonía fronteriza de Brasil.
“En Bolivia estamos muy preocupados por los posibles impactos que tendrán las represas brasileñas, especialmente de Jiraú”, dijo el viceministro de Relaciones Exteriores de Bolivia, Juan Carlos Alurralde.
Según el Viceministro, las megarepresas de Jiraú y San Antonio, --la primera a 84 kilómetros de la frontera con Bolivia y que entraría en funcionamiento en enero de 2013, y la segunda a 190 kilómetros del territorio boliviano y que operaría desde 2012— podrían provocar al menos seis grandes impactos en Bolivia, según los estudios y análisis preliminares.
IMPACTOS SOBRE BOLIVIA
Los posibles impactos identificados por Alurralde son los siguientes:
1. Inundación de bosques y áreas agrícolas, especialmente por la sedimentación del embalse desde la presa de la planta Jiraú. Estas inundaciones podrían provocar pérdidas de suelos, de recursos forestales y de biodiversidad, además de pérdidas de cosechas (goma y castaña), pérdida de infraesytuctura, migración de poblaciones (especialmente en la provincia Federico Román).
2. Disminución y/o extinción de especies acuáticas y afectación a ecosistemas (efecto “barrera” para los peces, especialmente surubí y bagres). Pérdidas económicas para las poblaciones del noroeste boliviano, daños en la base alimentaria de estas poblaciones. Este impacto sería muy sentido en Bolivia.
3. Inundaciones en las áreas de influencia de los proyectos hidroeléctricos que tendrían su impacto en la salud de la población boliviana de la Amazonía. Aumento de casos de enfermedades tropicales: malaria, dengue, leshmaniasis, fiebre hemorrágica y otras debido a la proliferación de mosquitos y otros vectores.
4. Otra gran preocupación nacional es que la represa de Jiraú podría provocar la inviabilidad técnica y económica de pequeños proyectos hidroeléctricos bolivianos, destinados a la generación de electricidad para consumo interno. La sedimentación que provocarían las represas aumentarían los riesgos de inundaciones. Como efecto de las represas brasileñas se produciría una posible sobreelevación de aguas del río Madera, en Vila Abuná, lo que reduciría el potencial de generación de energía hidroeléctrica en Bolivia.
5. Pérdida de vegetación, erosión de suelos.
6. Conflictos sociales, migración de las poblaciones indígenas y campesinas. Impactos sobre la biodiversidad acuática, caída en el empleo pesquero, daños a la economía pesquera y a la seguridad alimentaria. Deterioro en los ingresos y en la calidad de vida.
Según explicó el viceministro Alurralde, el gobierno del presidente Evo Morales ya habría hecho conocer todas estas preocupaciones al gobierno brasileño, en tres reuniones técnicas bilaterales, actualmente en proceso de continuidad.
“Bolivia considera que el diálogo bilateral debe imprescindiblemente considerar estos impactos y previamente a la otorgación de licencias ambientales para esas represas”, agregó.
RELACIÓN CON BOLIVIA
Consultada sobre su relación con Bolivia, la presidenta Rousseff afirmó, según el reporte de Ansa, que pretende terminar su gobierno en 2014 con algún avance en la negociación con Bolivia para construir una central hidroeléctrica binacional en la Amazonia, en la zona fronteriza. Para Rousseff, una nueva central hidroeléctrica binacional brasileño-boliviana formaría parte de la integración energética del Mercosur.
“Si conseguimos durante mi mandato negociar con los bolivianos las condiciones para construir la usina, ya será un avance”, afirmó Rousseff. “Una de las decisiones que se tomaron dentro del Mercosur y sus socios –Bolivia es asociado al Mercosur– es la de la estrategia fundamental de integración energética. Y es importante tener a mano todas las ventajas binacionales, tanto de Brasil con Argentina, como de Brasil con Bolivia, que es lo que está hoy en agenda”.
Pero, previó que el proyecto binacional con Bolivia exigirá “mucha negociación” porque antes se deberá dejar claro, explicó, por ejemplo, cómo se divide la generación de energía y las líneas de transmisión del lado boliviano. “Entonces hay que ver si compraríamos toda la energía, cómo es que sería eso. Eso implicará negociaciones de Itamaraty con Bolivia, que aún son incipientes”, dijo. Brasil tiene desde los años 70 la central binacional de Itaipú con los paraguayos, que este año lograron renegociar el contrato luego de tres décadas.
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