miércoles, 15 de agosto de 2012

Gobierno apuesta por soya transgénica para competir



La Prensa
La Paz  -  Bolivia, Estado Plurinacional de
23 de mayo de 2005

El Gobierno ha resuelto dar un giro hacia la producción y comercialización de soya transgénica en el país debido a su alto rendimiento y en función de ganar competitividad en los mercados internacionales.
Así lo certifica la autorización al uso experimental en el departamento de Santa Cruz de la Soya RR (evento 4032), un tipo de soya cuya información genética ha sido modificada para resistir al uso masivo de glifosato, un poderoso herbicida.
Para el caso de la Soya RR, la autoridad competente determinó autorizar el evento por considerar que no hay riesgo para la producción local debido a que cumple con todos los requerimientos exigidos en el Decreto Supremo 24676.
La información fue confirmada por la Coordinadora Nacional del Proyecto TCP/BOL/ 2902, Cecilia Berzaín, dependiente de la Dirección General de Biodiversidad del Ministerio de Desarrollo Sostenible, durante el simposio sobre Comunicación, Biotecnología y Bioseguridad, que se llevó a cabo el jueves 19 de este mes en Santa Cruz.
“Hemos liberado la experiencia de Soya RR en Santa Cruz. Eso significa que se pueden realizar actividades de investigación, producción, comercialización y consumo a nivel nacional de ese producto”, explicó Berzaín.
Los productores de soya, particularmente la Asociación Nacional de Productores de Oleaginosas (Anapo), están de acuerdo con el uso de estas nuevas tecnologías, ya que el ingreso de la soya transgéncia se justifica por su alta productividad y competitividad respecto de otros productores regionales de soya como Argentina, Brasil y Paraguay.
Justamente, el Gobierno ha expresado su preocupación por la decisión de Venezuela de importar soya transgénica desde Paraguay, lo que muestra la vulnerabilidad de la soya convencional boliviana.
En cambio las organizaciones no gubernamentales ambientalistas advierten sobre los riesgos para la biodiversidad y la economía de los productores en caso de que el país opte por la soya transgénica.
La representante del Foro Boliviano de Medio Ambiente, Patricia Molina, refutó el cálculo sobre la mayor competitividad de la soya transgénica. “Están poniendo en riesgo los mercados que demandan soya convencional, como Europa y China”, advirtió.
“No está demostrado que la soya transgénica tenga menores costos para los productores. Es más, aumenta la dependencia con las transnacionales que producen las semillas transgénicas, particularmente con el pago de patentes”, aseguró.
Frente a este cuestionamiento, Berzaín señaló que el Gobierno está analizando el impacto que podría tener el pago de patentes de semillas genéticamente modificadas. “Tenemos que ver si la patente de la empresa Monsanto sobre la semilla de Soya RR tiene validez en el país”, explicó.
Una dura pelea
Bolivia logra importantes recursos por la venta de soya: unos 400 millones de dólares anuales por 1,7 millones de toneladas de soya convencional.
Los principales mercados de la soya boliviana son los países miembros de la Comunidad Andina de Naciones (CAN), Colombia, Venezuela, Ecuador y Perú. Su participación llega al 0,9 por ciento de la producción mundial de soya.
En Bolivia, los productores pequeños (entre 1 y 50 hectáreas) constituyen el 80 por ciento de los productores de soya. Sin embargo, el negocio lo manejan los grandes productores, actualmente en manos de grandes empresas brasileñas y argentinas asentadas en el norte de Santa Cruz.
Se calcula que las inversiones promedio que debe hacer un agricultor en Santa Cruz para la siembra de soya alcanzan a 750 dólares anuales por hectárea, considerando el valor de la habilitación de la tierra, maquinaria, equipos agrícolas e instalaciones para la producción.
Luego, están los costos y rendimientos por hectárea de soya producida.
En Bolivia, los costos por la hectárea de soya ascienden a 182 dólares. Si se tiene en cuenta que el rendimiento por hectárea alcanza a 2,1 toneladas, el costo baja a 86,70 dólares por tonelada.
Si a esto se suma el costo de transporte, de 79 dólares, se tiene un costo final de 165,70 por tonelada métrica puesta en el puerto de Rosario (Argentina).
Argentina, segundo productor de soya del mundo, tiene costos menores, principalmente por su alto rendimiento por hectárea de soya.
Los costos directos por hectárea de soya alcanzan a 183,40 dólares, con un rendimiento de 3,4 toneladas por hectárea, lo que deja un costo de 53,90 dólares por tonelada de soya producida. Los costos de transporte en el caso argentino alcanzan a 49,80 dólares. Esto deja un precio final de 103,70 dólares por tonelada métrica puesta en el puerto de Rosario (Argentina).
Un informe presentado por la Asociación Nacional de Productores de Oleaginosas (Anapo) a fines de 2004 reconoce que Argentina aparece con los más altos rendimientos por hectárea producida de soya —entre otros factores— por el uso extensivo de soya transgéncia.
Los menores costos en Argentina se explican, dice el estudio, “porque los agricultores cuentan con una alta calidad de suelos, pusieron en marcha la siembra directa y se liberó el pago de regalías por la patente del gen incorporado a la semilla transgénica que se ha difundido en casi el 100 por ciento de la producción argentina”.
En el caso de Estados Unidos, principal productor de soya, los costos directos de producción suben hasta 267,00 dólares por hectárea. El rendimiento es de 2,4 toneladas por hectárea, lo que lleva a un precio de 92,10 por tonelada métrica. Los costos de transporte ascienden a 18 dólares, lo que deja un precio final de 110,10 dólares por tonelada puesta en el Golfo de México.
Brasil, país que también produce soya transgéncia, tiene un costo de 267 dólares, con un rendimiento de 2,7 toneladas por hectárea, que deja un costo de 98,90 dólares por tonelada. Sumados los costos de transporte, la soya brasileña asciende a 122,00 dólares por tonelada puesta en el Puerto de Paranagua.
Comparativamente, Bolivia tiene los costos de producción más bajos (principalmente por el bajo costo de su mano de obra), pero el más bajo rendimiento por hectárea de soya.
La situación se agrava porque el país paga altísimos costos de transporte debido a su mediterraneidad y su falta de caminos. Así, el país ofrece la soya más cara y menos competitiva respecto de los otros grandes productores.
Por eso aprovecha las ventajas arancelarias que le ofrece la CAN, las que tienen plazo perentorio por el acuerdo de libre comercio que eventualmente firmen los países andinos con Estados Unidos.
En ese escenario, la soya boliviana tendrá que competir directamente en los mercados internacionales, por lo que está obligada a bajar sus precios si no quiere perecer.
Es por ello que el Gobierno —con apoyo de la FAO— ha resuelto buscar alternativas con la soya transgénica pese a la oposición de los pequeños productores y los sectores campesinos.
El dilema, sin embargo, está abierto, principalmente por sus implicancias en el comercio internacional de productos transgénicos.
Los tres principales países productores de soya del mundo, Estados Unidos, Brasil y Argentina, ya han desarrollado soya y otros productos en base a organismo genéticamente modificado (OGM).
Canadá tiene cultivos de canola, maíz y soya transgénica. China introdujo Algodón BT y compra soya transgénica para la producción de aceite. Sudáfrica, Australia e India siguieron el mismo camino con maíz, algodón y soya transgénicos.
Solamente Brasil y Argentina se llevan el 83 por ciento de la producción de organismos genéticamente modificados, y cuentan con más de 50 millones de hectáreas sembradas con productos transgénicos.
Todos bajo el criterio de que las plantas transgéncias son más resistentes y presentan una competitividad sensiblemente superior a la soya producida bajo métodos convencionales.
Mayores controles
Este giro hacia la soya transgénica no se contradice —dice el Gobierno— con la decisión de imponer, hasta finales de este año, sanciones más rigurosas a las empresas que lleven a cabo plantaciones de soya transgénica sin seguir los procedimientos para su autorización establecidos en el decreto 24676. Para ello se dictará un decreto con nuevos requerimientos para la producción y comercialización de transgénicos en el país.
El temor de las autoridades nacionales, sin embargo, es que la demanda lleve a que muchos productores utilicen semillas transgénicas sin control estatal.
La medida busca evitar la internación y el desarrollo de biotecnología sin control por parte del Estado, particularmente en Santa Cruz, donde las autoridades prefecturales detectaron plantaciones de esa oleaginosa sin autorización.
Cecilia Berzaín destacó que la soya transgénica sembrada en forma ilegal en ese departamento “fue aislada y está siendo custodiada mientras se lleven a cabo las acciones legales del caso”.
“Vamos a profundizar la fiscalización y el control de la producción de soya”, anunció la funcionaria.
El desarrollo de las técnicas de modificación genética y clonación han desatado una polémica científica en el mundo.
Por un lado, los organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO) de las Naciones Unidas señalan que se han encontrado estudios científicos que demuestran la nocividad de los productos genéticamente modificados.
Un informe elaborado por el Ministerio de Desarrollo Sostenible asegura que los OGM “tienen beneficios relacionados con una mayor resistencia a los agentes externos como plagas y condiciones climáticas adversas; se pueden obtener alimentos más nutritivos; y también animales más productivos”.
El estudio del Ministerio destaca que “se puede obtener una mayor producción en una menor extensión de tierra y reducir los efectos ambientales en la producción agrícola”.

Estados Undos, Argentina y Brasil cuentan con producciones de soya transgénica
Venezuela comenzó a comprar ese tipo de soya a Paraguay
Bolivia también está buscando comercializar soya para competir en la región.

Presentan reclamo a Venezuela para preservar el mercado de la soya
El viceministro de Relaciones Económicas Internacionales, Isaac Maidana, viaja hoy a Venezuela para evitar que Bolivia pierda ese mercado para la exportacion de soya y aceite refinado debido la decisión de ese país de comprar soya transgénica de Paraguay, olvidando los acuerdos suscritos con la Comunidad Andina de Naciones (CAN).
En diálogo con La Prensa, Maidana explicó que tras el acuerdo firmado entre la CAN y el Mercosur, en octubre de 2004, Venezuela consiguió establecer altas preferencias arancelarias en favor de Paraguay.
La Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo (Anapo) advirtió de que Bolivia corre el riesgo de perder el 50 por ciento de sus exportaciones a Venezuela por esta resolución, por lo que el viceministro Maidana reclamará ante el gobierno del presidente Hugo Chávez a fin de que ese país respete los acuerdos a favor de Bolivia que existen en la CAN en relación a la exportación de oleginosas.
En desventaja
Bolivia está en desventaja frente a Paraguay ya que este país produce 5 millones de toneladas de soya por año, mientras que la producción nacional llega a 1,7 millones de toneladas.
A ello se suma que la soya paraguaya es más barata, por el costo de produción y transporte, además porque el 40 por ciento es transgénica y presenta un mayor rendimiento de producción.
Competitividad Vulnerable
Un informe de la Fundación Milenio apunta a esta situación de vulnerabilidad comercial de la soya boliviana.
La saturación del mercado de la CAN y la pérdida de competitividad de la soya boliviana frente a la soya transgénica son objeto de discusión para que se analice la posibilidad de que en Bolivia se produzca este tipo de grano, devela el Boletín Económico de análisis de coyuntura de la Fundación Milenio.
El informe indica que los desafíos que se plantean para Bolivia están centrados en “fabricar” competitividad a mediano plazo, lo que se logrará con la mejora de los rendimientos en producción agrícola. Calculan que ésta debe incrementarse en al menos 500 kilos por hectárea adicionales.
“Es decir, en promedio se debe pasar de 2.000 a 2.500 kilos por hectárea, como tarea primordial para los agricultores”, dice el informe.
“Con este planteamiento se pretende alcanzar los rendimientos de productores medianamente eficientes en el país. Si partimos del supuesto de que se mantendrá un ritmo de crecimiento de la superficie sembrada, es importante la búsqueda y desarrollo de nuevos mercados, porque la produción boliviana saturó la demanda andina”, señala el estudio.
Además revela que la producción argentina de soya es transgénica en su totalidad, la de Estados Unidos supera el 80 por ciento, y Brasil está en vías de aprobación (aunque varios estados avanzaron en este sentido). Esta oferta copará los mercados en dos años.
Frente a esta situación, dice Milenio, “se tiene que conocer que tres partes de la producción mundial provendrá de materiales genéticamente modificados, y Bolivia tendrá que hacer algo para encarar este desafío”.

madalbo@gmail.com

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