En diciembre de 2007
escribí para Le Monde Diplomatique/1 un artículo polemizando contra el best
seller de Jared Diamond, El colapso: por qué unas sociedades perduran y otras
desaparecen. Mi crítica suscitó tal avalancha de reacciones indignadas que la
redacción de Le Monde Diplomatique decidió abrir un blog que me permitió
responder a los lectores y lectoras. /2
En general, quienes
respondían a mis críticas consideraban la misma como tendenciosa, ideológica y
carente de fundamento científico. Por su parte, Diamond aparecía como un modelo
de objetividad y un pozo de ciencia. Pasados unos años me gustaría aconsejar a
la gente que me criticó entonces la lectura de Questioning Collapse [Cuestionar
el colapso], una obra colectiva editada por Cambridge University Press. /3 Este
libro recopila las contribuciones de una docena de arqueólogos y antropólogos
especializados en las sociedades que Diamond describía como “colapsadas”,
fundamentalmente a causa, de la presión demográfica y los daños
medioambientales provocados por ellas mismas.
La ficción del
“ecocidio”
Questioning collapse
pasa revista a los fetiches de Diamond: la Isla de Pascua, la colonia vikinga
de Groelandia, la China del siglo XIX, los Amerindios del Sudoeste (a los que
Diamond denomina “Anasazis”), el Imperio Maya, el reino de Sumer, el Imperio
Inca, el genocidio ruandés, Haití y Australia. La mayoría de las contribuciones
hacen referencia a El Colapso, pero algunas se refieren también al otro éxito
editorial de Diamond: Armas, Gérmenes y Acero: breve historia de la humanidad
en los últimos trece mil años. /4
No se trata de resumir
aquí el conjunto de estos artículos; vamos a limitarnos a tomar, de forma
necesariamente arbitraria y subjetiva, algunas referencias esclarecedoras.
Terry Hunt pulveriza
la tesis del ecocidio basándose en sus investigaciones sobre la Isla de Pascua.
Demuestra que la población de la isla jamás supero las 3.000 personas, y pone
las cosas en su sitio mostrando el impacto catastrófico de las razias
esclavistas. En lo que respecta a la destrucción de los bosques de grandes
palmeras que cubrían la isla, lo imputa a los roedores importados por los
Polinesios: ratas cuya proliferación no fue contrarrestada por ningún predador.
Los daños causados por estos animales en otras islas del Pacífico muestran que
la explicación tiene su fundamento. Hunt acusa a Diamond de haberse inventado
las cifras de población con el único objetivo de justificar la tesis del
colapso: “Cifrar la población en 15.000 e incluso 30.000 habitantes no tienen
ningún fundamento. Estas cifras se han utilizado para dramatizar el susodicho
‘ecocidio’ como producto de la sobrepoblación”. /5 Esta opinión resulta tanto
más significativa cuanto que, en un principio, Hunt fue seducido por la
explicación de Diamond referente a Rapa Nui (Isla de Pascua). /6
Michel Wilcox firma
una contribución particularmente vigorosa sobre los “anasazis” de Nuevo Méjico
y las regiones circundantes. Arqueólogo, Wilcox es descendiente directo de los
amerindios que habitaban en el Sudoeste de los Estados Unidos. Nos quedaríamos
cortos diciendo que las tesis de Colapso le interpelan directamente. Muy
riguroso en el plano científico, el autor no disimula su indignación por la forma
como Diamond acusa a los Indios Pima y Hohokam (su verdadero nombre) de la mala
gestión medioambiental. Afirma que la misma debe ser imputada a los
conquistadores y colonos (al principio españoles y luego estadounidenses). Para
demostrarlo, Wilcox aporta la prueba de que el sistema agrícola de los indios,
sofisticado y bien adaptado al clima, fue destruido en un decenio por los
granjeros blancos instalados rio arriba, cuyas capturas abusivas de aguas
secaron el rio Gila. Al carecer de ciudadanía americana, los indios no pudieron
ejercer ningún recurso legal contra este hecho. Su civilización no se colapsó;
simplemente tuvieron que huir de esas tierras. Un detalle que no se puede pasar
por alto.
Para Wilcox el
ecocidio provocado por los Indios es una “ficción” y “la verdadera cuestión que
nos debería preocupar es la de saber por qué (esta ficción) existe y por qué no
se escucha la voz de los vencidos, cuando sus descendientes siguen vivos”. Para
él, la razón de ello se encuentra en que, por una parte, la tesis del ecocidio
justifica a posteriori la colonización que, gracias a la propiedad privada
capitalista, habría salvado los recursos naturales en riesgo de extinción a
causa de la propiedad colectiva de los Indios (como sinónimo de
sobreexplotación). Volvemos a encontrar aquí la tesis de la “tragedia de los
bienes comunes” de Garret Hardin. /7 Por otra parte, hablar de civilizaciones
desaparecidas, evaporadas, sin descendientes, permite desterrar la cuestión muy
actual de las responsabilidades y, por lo tanto, de las reparaciones.
El punto de vista de
los vencedores
Wilcox no duda en
criticar con dureza al autor de Collapse, desvelando al yanqui arrogante y
paternalista que se oculta bajo la máscara del respetable profesor de
universidad y miembro de la dirección de WWF. Citando un pasaje de Diamond
referente a los “anasazis”, en el que pretende que las sociedades sin historia
escrita y sin arqueólogos no pudieron anticipar las catástrofes ecológicas que
iban a provocar por una explotación agrícola sin perspectiva de futuro, Wilcox
replica lo siguiente: “Según Diamond, a falta de arqueólogos los pueblos
indígenas no sólo no disponían de ninguna noción, memoria o concepto de
sostenibilidad, sino que eran totalmente incapaces de darse cuenta que vivían
en un medioambiente frágil. Sus ‘fracasos’, según él, deben servir de
advertencia a los pueblos más inteligentes -pueblos con capacidad tecnológica,
historia escrita y arqueólogos-. Es decir, los pueblos que han logrado hacer
del centro de la patria de los Hohokam, la capital tentacular, cubierta de
asfalto y contaminada de Arizona. Una región basada en proyectos de irrigación
masivos que han provocado que el cauce de los ríos Gila y el poderoso Colorado
hayan desaparecido completamente muchas millas antes de su desembocaduras
originales. E fracaso, por consiguiente, está más del lado de los dominantes.”
Patricia McAnany llega
a una conclusión análoga al final de su contribución sobre el Imperio Maya.
Ella también descarta la tesis del ecocidio. Apoyándose en una basta
experiencia de investigación personal en la región, muestra de forma
convincente que los Maya supieron desarrollar y conservar durante siglos un
ecosistema agrícola estable y notablemente productivo (más de 100 habitantes
por km2). Talaron los boques, es cierto, pero conservando espacios arbolados.
Según ella, fue probablemente una transformación social -hace mención a un
cambio profundo en la esfera del comercio y de la influencia- y no la susodicha
destrucción “antrópica” del medioambiente, lo que condujo al abandono de las
ciudades con sus grandes monumentos.
Esto es lo que dice:
“Antes de empezar a comparar los dirigentes maya del siglo VIII a los
administradores del siglo XXI [como hace Diamond. D.T] deberíamos preguntarnos
si las transformaciones que marcaron el fin de los dioses reyes pueden ser
calificados como un colapso apocalíptico tal y como lo sugieren algunos autores
y realizadores de cine (alude al film de Mel Gibson, Apocalypto-2006). En
efecto, hablar de fracaso sistémico total proporciona un argumento del complot
más dramático, pero no representa una evaluación precisa de una comunidad maya
que, actualmente, cuenta con varios millones de personas. Para sus
descendientes incluso resulta denigrante leer que sus antepasados se
‘extinguieron’ en el siglo X y que ellos no tienen ningún lazo con los maya
clásicos que construyeron la ciudades -actualmente en ruinas- sobre las cuales
se ha edificado toda una industria turística valorada en millones de dólares”.
Del resto de
contribuciones centradas en otros casos, merece la pena destacar la de Kenneth
Pommeranz, sobre la crisis china del siglo XIX, y el de Norman Yoffee, referido
a la caída del imperio asirio de Sumer. Ambos apasionantes y muy bien
documentados. /8
Como conclusión,
podemos decir que el libro propone dos reflexiones transversales. La primera,
sobre la subjetividad de la noción del colapso tal como es definida por Diamond
y, la segunda, sobre el sesgo ideológico de sus valoraciones, aproximaciones e
interpretaciones tendenciosas de éste renombrado autor.
Confundir la historia
El último artículo,
firmado por Frederick Errington y Deborah Gewertz, desmonta de forma magistral
el “sistema Diamond”. Como dicen los autores, este sistema presenta una
paradoja: “El libro Armas, Gérmenes y Acero… se basa en la tesis de un
determinismo geográfico rígido (los que tenían “las armas, los gérmenes -de
enfermedades desconocidos en otras tierras- y el acero” debían dominar el
planeta), mientras que El colapso, segundo best-seller de Diamond, , avanza, por
el contrario, la idea de que “las sociedades” tienen en sus manos la opción de
“fracasar o triunfar”.
El mérito de Frederick
Errington y de Deborah Gewertz es poner evidencia la “continuidad entre los
argumentos de estas dos obras”. Citémosles:
“En ninguna de las dos
obras [Diamond] toma en consideración el contexto para analizar la forma en la
que, histórica y culturalmente, se determinan los fines y las opciones. En
efecto, en ninguno de los dos pone en cuestión la hipótesis que se hace eco del
punto de vista de los poderosos: de quienes controlan a los otros, y cuyas
opciones están por encima y determinan las de los otros. De esa forma, en
Armas, Gérmenes y Acero… considera que todo el mundo opta inevitablemente por
dominar y en El Colapso, que toda la gente tiene la misma capacidad de
elección. En Armas, Gérmenes y Acero… nadie es responsable del curso de la
historia y en El Colapso, todo el mundo lo es. En ambos, pensamos nosotros, es
a los desposeídos a quienes se les adjudica la responsabilidad histórica,
cuando su existencia y las circunstancias en las que se desarrolla se
interpretan mal. Desde nuestro punto de vista, El Colapso es típico de un
género histórico que, ignorando el contexto, impide comprender cabalmente lo
que ocurre hoy en día en el mundo, así como los serios problemas
medioambientales a los que nos vemos confrontados”.
Este es el fondo de la
cuestión: Diamond escamotea los modos de producción, las relaciones de clase,
las relaciones de género, y lo entierra todo en el saco de las “sociedades”
que, de ese modo, se convierten en puras abstracciones que “eligen” si quieren “triunfar”
o “fracasar”. Se borra de un plumazo lo que supone la novedad radical del
capitalismo en relación a las sociedades que le precedieron. Desaparece del
análisis el carácter específicamente ecocida de la relación capitalista con el
medioambiente en función de su lógica de acumulación y del desarrollo
tecnológico capitalista. De hecho, este análisis es reemplazado por una visión
casi-religiosa, en la que la destrucción de los recursos naturales se
explicaría por las dificultades de la especie humana para controlar sus
“pecados”. Una lectura tan grosera que no puede conducir sino a peligrosas
conclusiones neo-maltusianas.
Estamos convencidos de
que Questioning Collapse no llegará a ser un best-seller y que sus autores no
recibirán el premio Pulitzer como mejor obra de divulgación científica. El
camino de la fama está muy empedrado… Questioning Collapse: un libro a leer
para quienes buscan rigurosidad y se toman en serio la crisis ecológica sin
ceder a la tentación de proyectar los problemas de hoy a las sociedades del
pasado.
1/ Disponible en
ESSF L’inquiétante pensée du mentor écologiste de M. Sarkozy — article suivi
d’un débat sur “Effondrement”, le livre de Jared Diamond.Notas
2/ Debate disponible
en ESSF en el mismo texto (articulo 8916).
3/ Questioning Collapse. Human Resilience, Ecological Vulnerability and the
Aftermath of the Empire , Ed. por Patricia McAnany & Norman Yoffee,
Cambridge University Press, 2010
4/ Les dos best-sellers de Jared Diamond son Guns, Germs and Steel. The
Fate of Human Societies, W.W. Norton, Nueva York, 1999 y Collapse. How
Societies Choose to Fail or Succeed, Viking, Nueva York, 2005.
Los dos están
traducidos al castellano bajo el título respectivo de: Armas, gérmenes y acero:
breve historia de la humanidad en los últimos trece mil años (Madrid, Debate,
2006) y Colapso: por qué unas sociedades perduran y otras desaparecen
(Barcelona, Debate, 2006)
5/ Llegué a la misma
conclusión a partir de un razonamiento simple sobre la productividad agrícola
en una agricultura neolítica que no dominaba el uso de la rueda, el ganado o la
irrigación en el contexto de una isla con un clima relativamente poco
favorable, como es la Isla de Pascua.
“Catastrophes écologiques d’hier et d’aujourd’hui. La fausse métaphore de l’île de Pâques”, D. Tanuro, Critique Communiste N°185.
“Catastrophes écologiques d’hier et d’aujourd’hui. La fausse métaphore de l’île de Pâques”, D. Tanuro, Critique Communiste N°185.
6/ “Cuando llegué por
primera vez a Rapa Nui para realizar investigaciones arqueológicas, esperaba
poder confirmar este punto de vista” escribió Terry Hunt en un artículo de
2006: “Rethinking the Fall of Easter island”, American Scientist,
septiembre-octubre – 2006.
7/ Garret Hardin, “The Tragedy of the Commons”, Science, 13 de diciembre de
1968
8/ El artículo de Joel
Bereglund sobre los vikingos de Groenlandia también resulta interesante, pero
este ejemplo se aleja un poco del tema que tenemos entre manos. En efecto, los
vikingos estuvieron confrontados a un cambio natural de sus condiciones de vida
(la pequeña era glacial medieval), de forma que su historia no tiene mucho que
ver con una antología del “ecocidio”. El hecho de que Diamond la haya mezclado,
sin más ni más, muestra de nuevo su falta de rigor científico.
madalbo@gmail.com
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