miércoles, 12 de junio de 2019

Las mieles de la ira



En una década, más de 1.500 apicultores, de los 4.500 que había en Uruguay abandonaron la actividad, en su mayoría porque las abejas se mueren por el uso indiscriminado de agrotóxicos y ya no pueden exportar su miel a mercados que exigen una producción “natural”.
“Tengo 65 años y hace 40 que me dedico a esto. Ya no puedo más. El Estado no nos protege, ha preferido apostar a los grandes y a un modelo de producción no sustentable”, dijo un apicultor que participó, días atrás en una asamblea realizada en la población de Libertad, en el departamento de San José, al oeste de Montevideo.
La reunión, convocada por la Asociación Apícola del Uruguay (AAU), agrupó a más de 300 productores para los cuales el sector vive actualmente “la peor crisis de su historia”.
A los apicultores uruguayos les sucede lo mismo que a los brasileños y a los de otros muchos países latinoamericanos: han visto cómo las abejas mueren por millares y millares ante sus propios ojos.
Principal acusado: un modelo productivo que requiere de un uso intensivo de agrotóxicos, como insecticidas y herbicidas.
Investigaciones realizadas por la Universidad de la República, el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria y el Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable citadas por el diario La diaria señalan que cada año se pierden en Uruguay entre 20 y 30 por ciento de las colmenas.
Maldito glifosato
La fumigación indiscriminada con agrotóxicos es una de las principales causas de esos elevados niveles de mortandad de las abejas.
Tradicionalmente, la enorme mayoría de la producción de miel uruguaya era exportada, y muchos de sus mercados se encontraban en países europeos altamente exigentes.
Uno de ellos era Alemania, que compraba un promedio de 8.000 toneladas al año. En 2018 solo compró mil, porque en muchas partidas de miel se hallaron rastros de glifosato.
“Los residuos de glifosato en la producción uruguaya están muy por encima del máximo tolerado por la Unión Europea”, dijo Ruben Riera, presidente de la AAU.
Pero no hay controles, o son muy escasos, y el Ministerio de Agricultura (MGAP), que defiende este modelo productivo adicto a los agrotóxicos, poco hace para defender las fuentes de trabajo de una actividad que ocupa a agricultores familiares.
Números que no dan
Entre 2011 y 2017 se presentaron ante el MGAP casi 600 denuncias de apicultores por afectaciones ligadas al mal uso de plaguicidas.
El (pésimo) panorama para el sector se completa con la competencia desleal de países como China, que produce mieles adulteradas y la vende a bajo precio.
En la asamblea de la ciudad de Libertad se dijo que los apicultores venden su miel a 1,20 dólares por kilo, 0,60 centavos por debajo de su costo de producción.
“Los números no cierran”, señaló Riera. La AAU pidió al gobierno subsidios y la prohibición del uso de productos a base de glifosato, entre otras medidas.
Un proyecto contra el modelo oficialista
Un proyecto de ley que se acaba de presentar recoge esas exigencias y plantea la creación de un Fondo de Desarrollo Apícola.
El texto, elaborado por los diputados Darío Pérez, del oficialista Frente Amplio, y Eduardo Rubio, de Unidad Popular, propone también prohibir tanto la producción como la importación, la venta y el uso de cuatro categorías de agrotóxicos comúnmente empleados en Uruguay, algunos de los cuales ya no se pueden emplear en Europa.
Aunque saben que encontrarán resistencia incluso en la coalición de centro izquierda gobernante, Rubio y Pérez confían de todas maneras en que su texto sea aprobado por el parlamento.
“Estamos enfrentando un modelo productivo basado en el agronegocio al servicio de las multinacionales. Este proyecto es una medida pequeña en relación con el daño global que hacen, pero sería un primer paso importante”, dijo Rubio.
“Tenemos que salvar una producción importante y recursos naturales que son fundamentales”.
Fuente: Rel UITA

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