lunes, 3 de junio de 2019

Colectores solares y solidaridad cambian vidas en Argentina



Daniel Gutman
IPS



Varios voluntarios instalan el colector de energía solar para calentar agua, realizado con materiales reciclados, con un tanque de 90 litros en el techo de una casa precaria en el municipio argentino de Pilar, 50 kilómetros al norte de Buenos Aires. El particular sistema de generación térmica, fue diseñado por el ingeniero brasileño José Alano, quien no lo patentó para facilitar su libre uso. Crédito: Daniel Gutman/IPS


PILAR, Argentina, 28 may 2019 (IPS) - Ñ“Esto es lo mejor que se inventó para los pobres”, dice Emanuel Del Monte, mientras señala un tanque cubierto por lonas negras que sobresale en el techo de su casa. Se trata de parte de un sistema construido mayormente con residuos, que calienta agua a través de energía solar y está mejorando vidas en Argentina.

Gracias a él, cientos de familias en tres barrios vulnerables de los alrededores de la capital argentina pueden a bañarse con agua caliente. Es una práctica que solían hacer calentando agua en una olla, pero que habían abandonado en los últimos años por los altos costos del gas envasado.

La vivienda de paredes despintadas y un muro de ladrillos a medio hacer, en la que Del Monte, de 32 años, vive con su esposa un año menor y sus cinco hijos está en el barrio de Pinazo, en el municipio de Pilar , a unos 50 kilómetros al norte de Buenos Aires.

“Cuando te lo cuentan por primera vez no entendés de qué están hablando. Después te das cuenta de que es una oportunidad que no se puede desaprovechar porque te cambia la vida": Verónica González.

Se trata de una comunidad de unos 5.000 habitantes que ofrece un testimonio descarnado del deterioro social en el llamado Gran Buenos Aires, conformado por los 24 municipios que rodean a la capital y que junto con ella engloban más de 13 millones de habitantes de los 44 millones del país..

En ese también llamado Conurbano bonaerense viven 130.000 de las 200.000 personas que perdieron su trabajo durante 2018 en este país sudamericano, donde la economía sufre una grave crisis y la pobreza ya alcanza a 36 por ciento de la población, según datos oficiales.

Sobre las calles asfaltadas del barrio se ven casas con techos de tejas con jardín, escasamente mantenidas aunque propias de la clase media.

Pero al ingresar en sus polvorientos caminos interiores se descubren cantidades de viviendas construidas con madera, chapas de latón y hasta pedazos de lona, entre trozos de tierra vacíos por los que se pasean gatos, perros y gallinas.

Algunos sábados, sin embargo, en esos espacios libres hay una extraordinaria actividad: decenas de voluntarios, mayormente jóvenes, trabajan durante largas horas en la construcción de los calentadores solares, junto a muchos de los vecinos.

Los voluntarios se juntan temprano a un lado de la autopista que viene de Buenos Aires y llegan al barrio todos juntos, en automóviles y camionetas, cargados con enormes bolsas con viejas botellas de plástico, latas, envases de cartón, colchones en desuso y antiguas lonas utilizadas para avisos publicitarios. 





Mariana Alio y su esposo, Emanuel del Monte, frente a su casa en el barrio precario de Pinazo, en el municipio de Pilar, en el Gran Buenos Aires. En el techo tienen el termotanque solar, recubierto con colchones y lonas que mantienen el calor y les permite bañarse con agua caliente, algo que su familia había dejado de hacer por el alto costo del gas con que calentaban agua en ollas con ese fin. Crédito: Daniel Gutman/IPS

A esos residuos les suman los que los propios vecinos juntan en el lugar, que estaban acostumbrados a quemar o a tirar al contaminado arroyo que da nombre al barrio, porque no existe sistema de recolección de basura.

Convocados por la organización no gubernamental Sumando Energías , los voluntarios se despiden cuando está por caer el sol, después de haber construido e instalado en los techos de hasta cuatro casas los colectores de energía solar y los tanques térmicos de 90 litros, que mantienen el calor del agua gracias a que están cubiertos por colchones y lonas.

“Cada colector lleva 264 botellas de plástico, 180 latas y 110 envases de cartón. La mayoría de los materiales que empleamos son reutilizados”, explica a IPS Pablo Castaño, de 32 años, que en 2014 creó Sumando Energías, mientras va y viene por el lugar supervisando el trabajo de los voluntarios.

“Estoy convencido de que la sustentabilidad es la única forma de mejorar la situación de las personas pobres. Las soluciones sociales y económicas van de la mano de las soluciones ambientales”, dice Castaño a IPS.

El coordinador de Sumando Energías cuenta que se conectó con la realidad social cuando era voluntario de otra oenegé, Techo , dedicada a facilitar viviendas dignas en asentamientos precarios, y se interesó por las energías renovables mientras estudiaba para convertirse en ingeniero industrial.

Castaño nació y se crió en la provincia de Río Negro, al sur del país, cerca de Vaca Muerta, el gigantesco yacimiento de petróleo y gas no convencional al cual el gobierno apuesta para empujar la decadente economía argentina. Pero cree que “no es la quema de combustibles fósiles lo que nos va a salvar”.

Los colectores solares son estructuras de 12 tubos de polivinilo de dos metros de largo colocados en forma paralela. Se los cubre con latas que absorben el calor del sol y calientan el agua del interior del caño. Luego son envueltos con botellas de plástico y envases de cartón.  





Jóvenes voluntarios de Sumando Energías trabajan en la construcción de los colectores solares en el barrio de Pinazo. La oeenegé los adiestra en el desarrollo de energías limpias que aporten soluciones sociales, ambientales y económicas en entornos vulnerables de Argentina. Crédito: Daniel Gutman/IPS

“De esa manera se genera el efecto invernadero que mantiene la temperatura. El paso siguiente es armar un circuito cerrado entre los caños y el tanque, que se coloca arriba ya que el agua caliente se hace densa y tiende a subir. Al cabo de unos 60 ciclos de ida y vuelta, el agua ya está caliente, a entre 40 y 65 grados”, cuenta Lucía López Alonso, una de las voluntarias.

“Lo que se genera no es electricidad, sino energía solar térmica”, aclara en diálogo con IPS.

La esposa de Emanuel del Monte, Mariana Alio, que es empleada en una verdulería, cuenta que la familia estaba acostumbrada a bañarse con ollas y otros recipientes, calentando agua con gas envasado, pero que las dificultades económicas los han obligado hace un tiempo a reservar el gas solo para cocinar.

“Algunas personas del barrio todavía creen que estoy loco cuando les cuento que ahora tengo agua caliente con un sistema construido con residuos”, dice Del Monte, quien se quedó hace poco tiempo sin su puesto de empleado de mantenimiento en Escobar, un municipio vecino a Pilar, y hoy busca trabajos ocasionales, cortando el pasto de algún jardín o ayudando en lo que sea.

Tanto en Pilar como en Escobar, los asentamientos precarios se mezclan con casas de descanso y barrios cerrados -lujosos en algunos casos y siempre rodeados de rejas y con seguridad privada-, donde los habitantes de los barrios pobres pueden conseguir trabajos informales.

“Alano no lo patentó para que se pudiera utilizar su diseño libremente. Nosotros copiamos también su filosofía y subimos el manual del colector solar a nuestra página de Facebook, de manera que cualquier persona pueda acceder a él”, explica Castaño.

En cuatro años, Sumando Energías ya ha construido e instalado 174 colectores solares en los alrededores de Buenos Aires.  



En el barrio pobre de Pinazo, en la periferia de la capital argentina, algunos jóvenes se afanan en recubrir un tanque térmico con capacidad para almacenar 90 litros de agua, con una capa de espuma reciclada de colchones viejos, que ayuda a mantener la temperatura del líquido calentado por un colector solar, también realizado con botellas plásticas y latas reutilizadas. Crédito: Daniel Gutman/IPS


Castaño explica que el sistema de colectores solares con materiales reutilizados fue diseñado en 2002 en Brasil por el mecánico jubilado José Alano , que lo hizo conocido en el sur de su país.

El activista proyecta la vida útil de las unidades en 10 años o más, pero puntualiza que como no tienen partes mecánicas, se potencia su durabilidad. Además, Los usuarios pueden cambiar fácilmente alguna de las botellas de plástico, cuando eventualmente se oscurezcan y ya no cumplen su función de mantener el calor.

El objetivo de la iniciativa no es solo darle una solución a familias vulnerables sino además transmitir los conocimientos en energías renovables a los voluntarios, quienes colaboran con 1.500 pesos (unos 33 dólares), que se utilizan para cubrir materiales.

“También recibimos algunas donaciones de empresas, pero no aceptamos ningunas de compañías vinculadas al negocio de los combustibles fósiles”, aclara Castaño.

Sumando Energías ahora está trabajando en prototipos de cocinas solares, que permitan a familias como las que habitan el barrio Pinazo, la mayoría con ingresos dependientes del mercado laboral informal, cortar la dependencia de las garrafas de gas, cuyo rellenado cuesta el equivalente a 10 dólares.

“Muchos acá hemos tenido calentadores eléctricos de agua de 25 litros de capacidad, pero suelen quemarse porque la tensión eléctrica no es estable”, cuenta Verónica González, una mujer de 34 años que vive en el barrio con su madre, sus tres hijas y una sobrina, mientras corta botellas de plástico junto a los voluntarios

Su familia está entre las últimas beneficiadas por el calentador solar diseñado por Alano. “Cuando te lo cuentan por primera vez no entendés de qué están hablando. Después te das cuenta de que es una oportunidad que no se puede desaprovechar porque te cambia la vida”, cuenta a IPS.

Edición: Estrella Gutiérrez

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