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Más de 25 millones de refugiados son desplazados cada año por los desastres climáticos causados por el calentamiento global. |
Después de 300 años de civilización en la isla Barbuda, el huracán Irma destruyó todo a su paso y obligó a la reubicación de sus 1.600 habitantes. Diez días más tarde, el huracán María dejó sin electricidad a los 3,4 millones de residentes de Puerto Rico y a gran parte de este país sin agua potable.
El cambio climático es una realidad y también lo son sus efectos, como la migración inducida por el clima, uno de los ejes destacados en la Conferencia de las Partes (COP) 23 en Bonn, también conocida como la Cumbre Mundial del Clima.
Al menos 25 millones de personas son desplazadas por desastres climáticos por año, una cifra que se espera que llegue a 200 millones para 2050.
Si bien se desarrolló en Alemania, la cumbre del clima fue presidida por Fiji, lo que sirvió para resaltar a las islas del Pacífico como las naciones más vulnerables al cambio climático.
La suba del nivel del mar y las frecuentes tormentas forzaron a miles de personas a desplazarse a otros países para poder sobrevivir.
“El cambio climático se suma a los ya existentes problemas de migración en el mundo. Los desastres climáticos fuerzan desplazamientos de personas, que deben ser seguros, con dignidad y en los términos más justos posibles. El Pacífico es donde más se ven estos problemas”, sostuvo Simon Bradshaw, coordinador de cambio climático en la reconocida ONG Oxfam.
A escala global, el nivel del mar ya subió 20 centímetros desde 1870, obligando a muchas islas bajas del Pacífico a adaptarse.
Algunas poblaciones se están mudando a tierras más altas y otras directamente eligen comprar tierras de otros países para migrar a sus ciudadanos, principalmente en Australia por la cercanía.
Ocho de los diez países con el mayor volumen de desplazados el año pasado se encuentran en la zona de Asia y el Pacífico: China, Filipinas, India, Indonesia, Japón, Bangladés, Myanmar y Sri Lanka.
Las inundaciones, los ciclones tropicales y los tsunamis provocaron el traslado de 12,9 millones de personas en la región en 2016.
“El desplazamiento forzado por el cambio climático no es algo hipotético en el futuro, es una realidad que ya estamos viviendo en muchas regiones del mundo. Mientras el Pacífico sufre por la suba del mar, África se ve afectada por sequías. Cada país está afectado de una manera distinta”, afirmó desde Alemania Erica Bower, especialista en cambio climático de la Agencia de las Naciones Unidas para Refugiados (ACNUR).
Si bien el Acuerdo de París busca limitar la suba de la temperatura a 1.5ºC para 2100, los compromisos realizados hasta ahora por los países no alcanzan y lleva el número a entre 3ºC y 4ºC.
Eso, coinciden los expertos, implica más intensos y más frecuentes desastres naturales. Y por ende, mayores problemas de migración.
Es por eso que resulta clave el acceso a financiamiento por parte de los países más afectados, en su mayoría en vías de desarrollo.
La salida de Estados Unidos del Acuerdo de París significa un desafío en ese sentido y requerirá un rol más activo de Europa y otras regiones.
En ese sentido, un grupo de países desarrollados ya trabaja para asistir a todos aquellos desplazados por el clima. Uno de los casos más destacados es el de Nueva Zelanda, donde el poder ejecutivo planea crear una “visa humanitaria” especial para recibir en sus tierras a los más afectados por temas climáticos.
El preocupante escenario es también una nueva realidad en términos legales, ya que la categoría de refugiados climáticos todavía no existe.
La Convención de Ginebra sobre el Estatuto de los Refugiados no reconoce las causas climáticas como motivo para conceder el estatuto. Es por eso que los especialistas en la materia reclaman avanzar en nuevos marcos legales para dar apoyo a los afectados.
“La grave crisis de migrantes climáticos tiene que estar regulada por un marco legal. De lograrlo, sería un paso importante para evitar algunos de los problemas que estamos viendo. Tenemos que aceptar que los migrantes climáticos existen y definir qué hacemos con ellos”, expresó Cosmin Corendea, experto legal en migración climática de la Universidad de las Naciones Unidas.
La difícil determinación de quedarse o emigrar es una disyuntiva que enfrentan cada vez más personas también en América Latina. El nivel del mar aumenta, las sequías amenazan a la producción alimentaria en Centroamérica y el Caribe, mientras en el sur las intensas lluvias repentinas provocan fuertes inundaciones.
Según ACNUR, 1,8 millones de personas fueron desplazadas por desastres naturales en América Latina y el Caribe en 2016, lo que representa 7,3% de todas las personas que fueron forzadas a mudarse por los cambios en el clima.
Así las cosas, la región podría ser una de las más afectadas a nivel global, generando migraciones masivas de personas, expulsadas de sus casas y comunidades.
Los grupos indígenas son de los más perjudicados, como en el caso de Perú, donde en los últimos años han ocurrido grandes inundaciones que arrasaron cultivos y provocaron enfermedades.
Pero las inundaciones no son la única amenaza. La escasez de agua también está afectando a la región y sus tierras cultivables.
De esta forma, el rol clave de América Latina como productor de alimentos para millones de personas se está viendo afectado, experimentando, por ejemplo, fuertes sequías en los últimos años.
“No nos tenemos que ir muy lejos para ver los efectos del cambio climático en la migración de personas. Cuando en Argentina determinados lugares se vuelvan vulnerables, la gente se va a ir de ahí y trasladar a otras partes del país”, afirmó Enrique Maurtua Konstantinidis, director de cambio climático de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN). Y agregó: “Los países de América Latina se tienen que involucrar en estas discusiones”
En total, 60 de las 77 ciudades más grandes de Iberoamérica están situadas en la costa, lo que pone presión sobre sus habitantes a partir de los cambios en el clima.
Se estima que los huracanes y las tormentas tropicales aumentarán su intensidad en América Latina y el Caribe, provocando la pérdida de tierra en las costas.
Tal fue el caso de Argentina hace sólo tres meses, con ocho millones de hectáreas inundadas y/o anegadas en la Cuenca del Salado, lo cual afectó a un tercio de la producción agropecuaria del país.
Antes, en abril, más de 7.000 personas habían sido evacuadas en siete provincias por inundaciones debido a fuertes temporales.
Es por eso que una de las claves para la región es trabajar en la adaptación de sus ciudades, por ejemplo, construyendo defensas en las ciudades costeras más expuestas a la suba del nivel del mar.
Sin embargo, la planificación no tiende a ser a largo plazo y sólo se trabaja para resolver las emergencias.
“Tenemos que avanzar en la discusión de cambio climático y migración en América Latina. Es un tema que se aborda solo en situaciones de emergencia, pero no hay planificación estratégica. El proceso de políticas públicas de los países tiene que cambiar a partir de esta realidad”, sostuvo Patricia Espinosa, secretaria general de la Convención Marco de Cambio Climático de las Naciones Unidas.
La Argentina ha dado los primeros pasos en ese sentido. El Ministerio de Ambiente ya trabaja para el desarrollo de un Plan Nacional de Adaptación en el marco del Gabinete de Cambio Climático y presentó recientemente un Sistema de Mapas de Riesgo de Cambio Climático, una herramienta que permite visualizar las regiones y grupos con mayor potencial de ser afectados por los cambios en el clima.
“Las obras y las actividades que estamos planificando hoy, requieren una mirada que pueda aportar a reducir los riesgos y la vulnerabilidad social, como también los riesgos en las inversiones, la calidad y las situaciones futuras,” concluyó el Subsecretario de Cambio Climático y Desarrollo Sustentable Carlos Gentile en la presentación de los mapas.
Mientras tanto, la silenciosa marcha de millones de refugiados climáticos continúa.
Para mayor información comunicate con nosotr@s al mail: madalbo@gmail.com
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