Por Arthur Neslen
El nuevo archivo contiene más de 20.000 memorandos internos, notas de reuniones, cartas y otros documentos, muchos de ellos nunca antes publicados.Monsanto continuó produciendo y vendiendo productos químicos tóxicos conocidos como PCB durante ocho años, después de tener conocimiento de que representaban un peligro para la salud pública y el medio ambiente, según el análisis legal de unos documentos subidos a Internet como parte de un enorme archivo.
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La empresa refuta el análisis legal de unos documentos que sugieren que hizo caso omiso al riesgo que representaban para la salud y el medio ambiente, a pesar de que los efectos letales de los contaminantes estaban comprobados.
La mayoría de los documentos fueron obtenidos a través de un descubrimiento legal, accediendo a los archivos digitalizados por el Proyecto Papeles Venenosos, lanzado por el Proyecto de Recursos de Biociencia y el Centro para los Medios de Comunicación y la Democracia. Chiron Return añadió algunos documentos al archivo.
Bill Sherman, fiscal general adjunto del estado de Washington, en Estados Unidos, que está demandando a Monsanto por los costos de limpieza del PCB por una cifra de miles de millones de euros, afirmó que el archivo contiene pruebas determinantes que el Estado no conocía hasta ahora. “Si son auténticos, estos documentos confirman que Monsanto sabía que el PCB es perjudicial y de efectos persistentes en el medio ambiente, y a pesar de ello lo siguió vendiendo. Sabían los peligros, pero los ocultaron a la gente sólo para obtener beneficios económicos”, explicó a the Guardian.
Además de la demanda del Estado de Washington, Monsanto se enfrenta a demandas por contaminación con PCB presentadas por los ayuntamientos de Seattle, Spokane, Long Beach, Portland, San Diego, San José, Oakland y Berkeley.
Cualquier responsabilidad legal será compartida con la empresa alemana de productos químicos Bayer, que compró Monsanto por más de 56.000 millones de euros. El 22 de agosto, la Comisión Europea planea terminar una revisión de competencia sobre la fusión de ambas empresas, en medio de la inquietud pública que esto ha generado en Europa y Estados Unidos.
Los documentos parecen auténticos
El vicepresidente de estrategia global de Monsanto, Scott Partridge, no discutió la autenticidad de los documentos revelados, pero negó que haya algo ilegal en su contenido. “Hace más de 40 años, el antiguo Monsanto detuvo voluntariamente la producción y la venta de PCB, antes de que se lo exigiera ningún Gobierno. En la época en que Monsanto fabricaba PCB, era un producto legal y aprobado que tenía muchos usos. Monsanto no es responsable por la contaminación que causaron los que usaron y desecharon PCB en el medio ambiente”, aseguró a the Guardian.
El bifenilo policlorado (PCB) es un contaminante de larga vida que Monsanto produjo de forma masiva entre 1935 y 1977 para usar como refrigerante y lubricante de equipos eléctricos, como transformadores y condensadores.
Desde 1979, el PCB está completamente prohibido en Estados Unidos y en el resto del mundo, después de que se comprobara que está vinculado a problemas de salud que varían desde la enfermedad del aceite de arroz hasta cáncer y daños medioambientales.
Sin embargo, 10 años antes, un plan de Monsanto para disminuir la contaminación que figura en el archivo con fecha de octubre de 1969, señalado por Sherman, sugiere que la empresa ya sabía de los riesgos del uso de PCB.
En una sección titulada ‘Daños al sistema ecológico por contaminación con PCB’, se afirma: “Las pruebas que demuestran la persistencia de estos compuestos y su presencia universal en el medio ambiente no se pueden cuestionar”.
” Puede haber demandas directas –continúa– porque los clientes que usan los productos no han sido notificados oficialmente de los efectos conocidos, ni tampoco figura esta información en las etiquetas de nuestros productos”.
El plan ofrecía tres posibles acciones, cada una acompañada por un cuadro de flujo de “ganancias y responsabilidades”. Las opciones eran: “No hacer nada”, “dejar de fabricar todos los productos con PCB”, o “responder responsablemente” admitiendo la contaminación medioambiental y tomando acciones para contrarrestarla.
“Al mismo tiempo que Monsanto decía al público que el PCB era seguro, estaban haciendo gráficos para evaluar la posible responsabilidad legal contra la pérdida de ganancias y el beneficio de imagen pública asociada a ser responsable y honesto. Al final, Monsanto eligió las ganancias económicas en lugar de la salud pública y la seguridad medioambiental”, asegura Sherman.
Otro memorando interno de septiembre de 1969 enumera las filtraciones de PCB en Estados Unidos –en la costa del Golfo de México, en los Grandes Lagos y en la bahía de San Francisco– y evalúa posibles acciones de limpieza. Pero el memorando también dice que la estrategia de Monsanto debería ser “dejar que el gobierno tenga que probar caso por caso”.
Un material muy tóxico para las aves
“Podemos probar que algunas cosas están bien en bajas concentraciones. Usarlo en defensa de Monsanto. No nos podemos defender de todo. Algunos animales o peces o insectos se verán dañados”, añade el memorando. Dos meses más tarde, una presentación de PCB al comité de desarrollo corporativo de Monsanto elevó esta advertencia: “Desde el punto de vista de la reproducción, el PCB es muy tóxico para las aves”, decía.
La presentación describía los productos Aroclor 1254 y 1260 como “los más perjudiciales”, en lo que admitía era “un problema ecológico mundial”.
La producción de Aroclor 1254 y otros productos con PCB continuó hasta agosto de 1977. En 1999, se culpó a los Aroclor 1254 y 1260 de una de las mayores contaminaciones alimenticias en Bélgica. El ministro de Agricultura de Valonia la llamó “la crisis económica más grave de Bélgica desde la guerra”.
Monsanto comenzó a fabricar PCB en 1935, después de comprar la empresa química Swann. Pronto dominó la producción mundial.
Ya en 1937, la empresa comenzó a tener noticias de la relación del PCB con problemas de salud graves, cuando las autopsias de tres trabajadores de Monsanto relevaron que murieron por graves daños en el hígado tras manipular la sustancia. El nivel de preocupación se elevó considerablemente en 1966, cuando un importante estudio realizado por Soren Jensen descubrió la bioacumulación de PCB en peces y aves marinas del Báltico.
En los años 70, casi el 80% de las hembras de las tres especies de focas del Mar Báltico habían quedado estériles y enseguida se relacionó este hecho con la exposición al PCB.
En 1972, Monsanto dejó voluntariamente de vender PCB para todos sus usos excepto las aplicaciones cerradas en artefactos eléctricos. Ese mismo año, Suecia y Japón suspendieron el uso y la fabricación de PCB “abierto”.
En Estados Unidos, un grupo de trabajo interdepartamental del gobierno pidió que se restringiera el uso de PCB a “usos esenciales o no reemplazables, que impliquen mínima exposición directa para las personas, ya que el producto puede tener efectos secundarios en la salud humana”.
Pero ese informe no encontró “información toxicológica o ecológica” que indicara que el producto era una amenaza para la salud, a partir de los niveles encontrados en el medio ambiente, aunque los autores calificaron los datos disponibles de “inadecuados”.
En 1975, cuando la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos denominó públicamente al PCB como “muy tóxico” y “un peligro considerable para la salud humana y el medio ambiente”, Monsanto admitió en privado que no sólo afectaba a animales sino que “podría tener efectos permanentes en el cuerpo humano”
Sin embargo, públicamente Monsanto desestimó los peligros para la salud y el medio ambiente en sus reuniones con varias autoridades públicas durante este periodo, insistiendo en que el producto no era “muy tóxico” para la Agencia de Protección Ambiental, el Instituto de Estándares Nacionales de Estados Unidos y algunos diputados.
Las agencias de la Unión Europea hoy citan al PCB como un ejemplo clásico para justificar el principio de prevención de la UE, que obliga a advertir ante posibles peligros para la salud y el medio ambiente.
Traducido por Lucía Balducci
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