sábado, 26 de noviembre de 2016

Transgénicos 2.0: hora de parar






"La biología sintética abarca una serie de nuevas biotecnologías para la construcción artificial de secuencias genéticas, la alteración del metabolismo de microorganismos para hacerlos producir sustancias como principios activos farmacéuticos o cosméticos y hasta la construcción de organismos vivos completamente sintéticos, que el CBD llama organismos sintéticamente modificados (OSM). Conlleva nuevos impactos ambientales, a la salud y socioeconómicos".


Cuando el Convenio sobre Diversidad Biológica de Naciones Unidas (CDB) instale su conferencia global (COP 13) del 4 al 17 de diciembre en Cancún, con delegados de 194 países, tendrá en su mesa una serie de temas de enorme relevancia, algunos muy polémicos y muchos que reclaman atención urgente. (aquí) Un punto que reúne todas esas condiciones es la biología sintética y, dentro de ella, los llamados impulsores genéticos: nuevas formas de ingeniería genética para manipular especies silvestres, que podrían eliminar o afectar seriamente poblaciones enteras, con impactos transfronterizos e impredecibles en los ecosistemas.

Monsanto, DuPont y muchas otras trasnacionales agrícolas, farmacéuticas y de energía tienen gran interés e inversiones en esto. En el caso de Monsanto, los dueños de la patente de la tecnología base (CRISPR-Cas9) le hicieron firmar que no la usará para desarrollar impulsores genéticos, por los altos riesgo que implican. (aquí)
La biología sintética abarca una serie de nuevas biotecnologías para la construcción artificial de secuencias genéticas, la alteración del metabolismo de microorganismos para hacerlos producir sustancias como principios activos farmacéuticos o cosméticos y hasta la construcción de organismos vivos completamente sintéticos, que el CBD llama organismos sintéticamente modificados (OSM). Conlleva nuevos impactos ambientales, a la salud y socio-económicos, ya que la mayoría de las sustancias que se busca sustituir con biología sintética –como vainilla, azafrán, vetiver, patchouli, aceite de coco, stevia, artemisina– son producidas por comunidades campesinas e indígenas en países del Sur. La industria de la biología sintética amenaza sus pequeñas fuentes de ingreso que les permiten sobrevivir y seguir cuidando la biodiversidad de campos y bosques. La industria presenta sus sustancias, que son excretadas por microbios manipulados, alimentados en tanques con azúcares transgénicas y de trabajo semi-esclavo, como naturales. Los consumidores no tienen idea de qué se trata, pero al etiquetar naturales las industrias obtienen mejor precio y de paso compiten, no con las versiones sintéticas baratas de fragancias y saborizantes, sino con las verdaderamente naturales producidas por campesinos.
El CBD alberga el Protocolo de Cartagena sobre Bioseguridad (que regula movimientos transfronterizos de transgénicos) y el Protocolo de Nagoya sobre acceso a recursos genéticos y participación en los beneficios derivados de su uso. Ambos protocolos deben revisar sus normas, porque la biología sintética plantea impactos y temas no previstos. Por ejemplo, que con biología sintética se reproduzcan secuencias de plantas u otros organismos, cuya información genética se bajó de Internet, sin pasar por ninguna autorización de acceso. Además, el Convenio en totalidad debe pronunciarse sobre los impactos socio-económicos y sobre cómo seguir considerando el tema de la biología sintética, incluyendo la papa caliente de los impulsores genéticos, con altos riesgos e intencionalmente diseñados para tener alcances transfronterizos y globales.
Los impulsores construidos con ingeniería genética (gene drives por su nombre en inglés) son tan nuevos, que no existían cuando el CDB sostuvo su conferencia anterior en 2012. Se trata de una forma de engañar a las leyes de la herencia de las especies de cruzamiento sexual, sean plantas, insectos, animales o humanos. Normalmente, cada progenitor trasmite 50 por ciento de la información genética a su descendencia. Con impulsores genéticos, la meta es que el gen transgénico pase a 100 por ciento de la progenie, y que se distribuya mucho más rápido a toda la población.
La idea de asegurar que toda la herencia de un organismo mantenga una alteración genética existía desde antes, pero sólo con CRISPR-Cas9 se pudo hacer realidad. Se conocen pocos experimentos en laboratorio, con mosquitos, moscas y ratones, de dos equipos de investigadores de Estados Unidos. Kevin Esvelt, uno de los científicos que crearon los impulsores genéticos, ha advertido repetidamente que no se deben liberar al medio ambiente, porque su impacto intencional o accidental pueden ser catastrófico. Incluso para investigación, no existen instalaciones ni protocolos adecuados, ya que cualquier liberación accidental podría comportarse, en palabras de otro de sus inventores, como una reacción mutagénica en cadena.
La tecnología CRISPR-Cas9 es como un GPS con un par de tijeras. El GPS está diseñado para encontrar una secuencia genética y las tijeras (Cas9) para cortarla. Pero esas tijeras siguen activas en el organismo, por eso cuando se cruzan, cortan la información del otro progenitor y la sustituyen con la manipulada. Si se diseña para eliminar los genes que determinan el sexo femenino (es la intención en la mayoría de experimentos conocidos), quedarían sólo machos y la especie podría extinguirse. Esto no tiene en cuenta la complejidad dinámica de la naturaleza y las especies y puede ser que no funcionen como prevén las empresas. Pero sin duda causarán, como mínimo, graves problemas de desarreglos genéticos en poblaciones. ¿Se puede dejar una tecnología tan poderosa en manos de Monsanto y afines? ¿Quién puede tomar la decisión de eliminar –o intentar hacerlo– una especie entera? Por ejemplo, para Monsanto, el amaranto es una plaga. El tema es tan grave que está incluso en la agenda de la Convención sobre Armas Biológicas. Ahora está en manos del CBD asumir el principio de precaución que está en su constitución y evitar que esta tecnología se pueda liberar. Más información sobre este y otros temas durante la COP 13: www.etcgroup.org
Silvia Ribeiro es investigadora del Grupo ETC
Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2016/11/26/opinion/023a1eco



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lunes, 21 de noviembre de 2016

La lucha contra el cambio climático aparca su ambición y se centra en aislar a Trump





Lucía Villa


La cumbre de clima de Marrakech se cierra sin grandes consensos, salvo el de avisar al próximo presidente de EEUU de que el Acuerdo de París es "irreversible".


MARRAKECH.- Había sido bautizada como “la conferencia de la acción”, pero la cumbre del clima de la ONU que se ha cerrado este viernes en Marrakech ha terminado por convertirse más en un gran encuentro internacional para aislar a Donald Trump y su negacionismo frente al cambio climático, que en una clausura de avances significativos en la lucha contra el calentamiento global.

Si ha habido algún consenso de peso entre los cerca de 200 países reunidos desde el 7 de noviembre en la ciudad marroquí ha sido ese: el de avisar al próximo presidente de EEUU de que los pactos adoptados en materia de cambio climático hace un año en París siguen adelante y son “irreversibles”. En ese sentido se han expresado durante esta última semana el todavía secretario de Estado norteamericano, John Kerry, la ministra de Medio Ambiente francesa, Ségolène Royal, o el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, durante sus intervenciones en la cumbre. Y así también lo evidenciaron en una declaración política los 195 países (más la UE) que forman parte de la Convención Marco de las Naciones Unidas contra el Cambio Climático en un texto de apoyo al Acuerdo de Paríspublicado a última hora del jueves. 


La victoria de Donald Trump pocos días después de que comenzara la cumbre cayó como un jarro de agua fría entre los equipos negociadores reunidos en Marrakech. El magnate estadounidense, que ha llegado a calificar el calentamiento global como un “cuento chino”, amenazó en campaña con sacar a EEUU del Acuerdo de París y retirar la financiación de 3.000 millones de dólares anuales comprometida por la administración de Barak Obama.

El desafío tiene su importancia: EEUU es el segundo país más contaminante del mundo y su posible salida del acuerdo ha puesto en jaque la viabilidad de los avances aprobadoshace un año y levantado los temores sobre una estampida de otros socios, como ya pasó con el Protocolo de Kioto, que EEUU nunca llegó a ratificar. La buena noticia -coinciden en señalar delegados, políticos y activistas- es que lejos de ello, China parece decidida a asumir el nuevo liderazgo. "Ningún movimiento del Gobierno de los Estados Unidos va a detener la transición de China hacia una economía baja en carbono", dijo un miembro de la delegación de ese país en Marruecos un día después de la elección de Trump.

“Marrakech ha enviado un mensaje político claro: diga lo que diga Trump, haga lo que haga, no hay marcha atrás en la lucha contra el cambio climático”, señala a Público el eurodiputado de Equo, Florent Marcellesi, que reconoce que esperaban más “ambición y liderazgo” de la Unión Europea.
Y mientras el torbellino Trump sacudía la agenda de Marrakech, poco o muy poco se ha conseguido avanzar en las negociaciones. La cumbre de este año, la COP22, tenía que decidir cuáles iban a ser los mecanismos para cumplir con los objetivos marcados en el Acuerdo de París (evitar que la temperatura del planeta aumente más de dos grados centígrados a finales de este siglo y a ser posible que no suba más de 1,5), pero, más allá de algunas cuestiones técnicas, la mayor parte de los asuntos a zanjar se han postergado a las siguientes cumbres a falta de un acuerdo. El mayor escollo ha estado, aún así, en la financiación, donde los países menos desarrollados y más vulnerables al cambio climático, piden un mayor grado de compromiso y una repartición de los fondos más acorde a sus circunstancias.

La parte que sale más dañada de este encuentro, no obstante, es la de la ambición en la lucha contra el calentamiento global. Las organizaciones ecologistas, en la línea de las advertencias científicas, habían reclamado que de Marrakech se saliera con un compromiso para que los objetivos de reducción de emisiones presentados por los países pudieran ser revisados al alza en 2018.
Más de una veintena de países se han comprometido con estrategias para 2050
Con los compromisos que hay sobre la mesa ahora mismo no se lograría contener el aumento de la temperatura del planeta por debajo de los 2 grados centígrados, así que es necesario revisarlos para hacerlos más ambiciosos. El Acuerdo de París fijó 2023 como el primer año para hacerlo, una fecha que los científicos consideran que puede ser demasiado tarde. Sin embargo, “ningún país se ha mostrado dispuesto a modificarla”, asegura Marcellesi, por lo que el asunto 
ni siquiera ha sido abordado en las negociaciones.

“La realidad es que en la COPP22 los gobiernos se han demostrado incapaces de acordar medidas de calado que sirvan para responder a la urgencia del cambio climático. Posponer la acción climática y el aumento de compromisos de reducción de emisiones y de la financiación más allá de 2018 supone un enorme riesgo”, señala Javier Andaluz, de Ecolgistas en Acción.

Pero no todo han sido decepciones. De Marrakech se sale también con algunos compromisos que vale la pena reseñar. Más de una veintena de países, entre ellos Costa Rica, Canadá, Perú, Noruega, Reino Unido, Suecia, Etiopía, Francia o México se han comprometido con estrategias para 2050; y EEUU y Alemania han presentado ya sus objetivos de reducción de emisiones para esa fecha. Además, 47 países del Foro de Vulnerabilidad Climática –cuyas emisiones son equivalentes a las de Rusia- se han comprometido a ser cuanto antes 100% renovables y a aumentar sus compromisos de reducción de emisiones antes de 2020.

“Los países desarrollados, grandes emisores, deberían seguir este ejemplo. Sin duda, esa debería ser la senda de la Unión Europea y, desde luego, de España, cuya agenda climática parece ir al rebufo de lo que marca Bruselas, cuando debe ser más ambiciosa, como corresponde al país europeo más vulnerable”, afirma el responsable de Políticas Ambientales de SEO BirdLife, David Howe



@Luchiva
Fuente: http://www.publico.es/internacional/lucha-cambio-climatico-aparca-ambicion.HTML
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sábado, 19 de noviembre de 2016

EL Movimiento Ibérico Antinuclear (MIA) condena la grave agresión a un activista extremeño y exige que se esclarezcan los hechos




Movimiento ibérico antinuclear
Rebelión


El MIA condena la agresión sufrida por el activista Fernando Llorente Arrebola, que fue atacado en su propia casa el día 12 de noviembre. La agresión le causó lesiones gravísimas que pudieron acarrearle la muerte. Desde el MIA sospechamos que la agresión puede estar relacionada con alguna de las actividades de defensa ambiental desarrolladas por Fernando.

El día 12 de noviembre, cuatro individuos se introdujeron en casa de Fernando, en el término municipal de Talaveruela de la Vera (Cáceres), con la excusa de pedirle ayuda y, una vez dentro, lo dejaron inconsciente de un fuerte golpe en la cabeza. Cuando recuperó la conciencia, Fernando les señaló donde guardaba el dinero y la reacción de los atacantes fue extremadamente violenta puesto que le golpearon la cara con un hacha, le rompieron la mandíbula y lo desfiguraron severamente. Las heridas podrían haber sido mortales.

La actuación de los atacantes hace difícil creer que el móvil del ataque fuera un mero atraco. Desde el MIA se sospecha que la pretensión de los agresores era la intimidar a Fernando y a todos los activistas ambientales. Fernando estaba comprometido en la demanda del cierre de la central nuclear de Almaraz, en la regeneración democrática de su pueblo y en la demanda contra la urbanización ilegal de la isla de Valdecañas, entre otras campañas.

La metodología de la agresión parece más una reacción a alguna de estas actividades, ya que un simple atraco no requería semejante nivel de violencia, que puso en peligro la vida de nuestro compañero. Si ese fuese el móvil, se trataría de un acto terrorista dirigido a amedrentar a Fernando y a los activistas ambientales que trabajan contra los proyectos que degradan nuestro medio natural y ponen en peligro nuestra propia salud.

Por todo ello, el MIA, además de condenar la agresión, exige que se esclarezcan los hechos.

Desde el MIA también nos solidarizamos con Fernando, y para mostrarle nuestro apoyo llamamos a participar en la concentración silenciosa de repulsa que se producirá el próximo sábado día 19-11-2016, a las 17 horas, en la Plaza de Talaveruela.
Más Información: Francisco Castejón, 63910423
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El reto del Acuerdo de París para Venezuela

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Julio César Centeno
Rebelión


El Acuerdo de París  entró en efecto el 4 de Noviembre 2016. Es el resultado de décadas de negociación en el seno de la Organización de Naciones Unidas sobre el calentamiento global. Todos los países del mundo reconocen que el calentamiento global es una consecuencia de la actividad humana que se ha convertido en una peligrosa y creciente amenaza tanto para la estabilidad de la vida en el planeta como para la seguridad de la especie humana.

El objetivo central del Acuerdo de Paris es impedir que el aumento de la temperatura superficial promedio supere los 2ºC para finales de siglo con respecto a la época preindustrial. Para alcanzar este objetivo es imprescindible evitar que continúe aumentando la concentración de los principales gases de efecto invernadero en la atmósfera. En el caso del CO2, correspondiente al 76% del total de emisiones de gases de efecto invernadero, es necesario evitar que su concentración supere las 450 partes por millón.

El aumento de temperatura ya supera 1ºC con respecto a la época preindustrial, mientras que la concentración de CO2 en la atmósfera supera las 400 ppm, superior en 43% al promedio de la época preindustrial. Las tendencias actuales conducen a la superación del límite de las 450 ppm en apenas 20 años.

Para evitar que la concentración de CO2 supere las 450 ppm es necesario reducir drásticamente el consumo de combustibles fósiles: petróleo, gas y carbón. Para el año 2050 es necesario reducir las emisiones de CO2 en al menos un 70%, lo que implica una reducción proporcional del consumo de combustibles fósiles. Al menos dos tercios de las reservas probadas de petróleo deben permanecer bajo tierra, el 80% de las reservas de carbón y el 50% de las reservas probadas de gas natural.

Estas implicaciones representan un gigantesco reto para Venezuela. No sólo porque su economía depende en una alta proporción de las exportaciones de petróleo, por disponer de las reservas probadas de petróleo más grandes del mundo (300 mil millones de barriles) y por contar con la octava reserva global de gas natural y la segunda mayor del continente americano después de Estados Unidos (5.6 billones m3). El reto se debe también a la obligación de contribuir con la reducción de emisiones, un compromiso particularmente significativo debido a que Venezuela registra en la actualidad no sólo las mayores emisiones de CO2 por habitante de América Latina, sino también las mayores emisiones de CO2 por unidad del producto territorial bruto en la región.
En consecuencia, urge la diversificación efectiva de la economía nacional y la definición de una estrategia para superar los retos del calentamiento global, optimizando los esfuerzos para el monitoreo y la reducción de emisiones, la mitigación de sus efectos y la adaptación a las inevitables consecuencias de los cambios climáticos que se avecinan. El éxito depende de la participación activa de la ciudadanía, por lo que se requiere de una estrategia complementaria para la educación y la diseminación de información con el fin de facilitar e incentivar la participación protagónica de la ciudadanía en tales esfuerzos.

Entre las medidas mas urgentes se encuentran: ponerle fin a la deforestación, un injustificado crimen que según la FAO arrasó con 164.000 hectáreas de bosques naturales cada año durante el período 2005-2010 ; reducir de 15% a no mas de 1% la quema de gas en mechurrrios para el 2020; mejorar la penosa eficiencia energética de la economía nacional en al menos un 20% para el 2020 y en un 40% para el 2030; mejorar el lamentable rendimiento del parque automotor en al menos un 40% para el 2030; ampliar los sistemas de transporte público; reducir los subsidios a los combustibles fósiles; sustituir el uso de diesel por gas natural en la generación de electricidad, preferiblemente en plantas de ciclo combinado; prohibir la comercialización de bombillos incandescentes, pues convierten en calor el 80% de la electricidad que consumen y sólo un 20% en luz; impulsar el desarrollo de energías limpias, como la solar y la eólica, fijando como objetivo la generación de al menos un 20% de la energía eléctrica a través de paneles solares y molinos de viento para el 2030; establecer al menos 4 millones de hectáreas de plantaciones con mezclas de especies nativas para restituir cuencas hidrográficas seleccionadas en el período 2017-2030 con la consecuente extracción de millones de toneladas de carbono de la atmósfera.

Esta estrategia nacional debe complementarse con la promoción de una estrategia regional latinoamericana en el mismo sentido. Se insta así al gobierno nacional a impulsar medidas conjuntas regionales sobre esta materia, a través de los mecanismos disponibles de integración, tales como CELAC, MERCOSUR, UNASUR, CEPAL, ALBA y PETROCARIBE

jc-centeno @outlook.com



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200 países declaran la lucha contra el cambio climático como "irreversible"

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MARRAKECH. Los cerca de 200 países reunidos estos días en la cumbre del clima de Marrakech han aprobado a última hora de este jueves una declaración conjunta de apoyo al Acuerdo de Paríscontra el cambio climático que se aprobó hace un año.

La Proclamación de Acción de Marrakech por el Clima y el Desarrollo Sostenible, como se denomina el documento, hace hincapié en el "impulso irreversible" que supone ya la lucha contra el calentamiento global, en un momento en el que se teme por la viabilidad del Acuerdo de París tras la elección de Donald Trump, abierto negacionista, como nuevo presidente de EEUU.
"Este año hemos visto el extraordinario impulso en cuestiones de cambio climático en todo el mundo y en foros multilaterales. Este impulso es irreversible y ha estado liderado no sólo por gobiernos, sino por la ciencia, las empresas y la acción global de todo tipo y a todos los niveles", señalan.

El texto no supone en la práctica la toma de nuevas decisiones en la lucha contra el calentamiento global, sino que se trata de una declaración política para mantener los compromisos ya adoptados en París. En este sentido, los firmantes consolidan su compromiso con un Fondo Verde para el Clima de 100.000 millones de dólares anuales a partir de 2020, llaman a un "urgente incremento de la ambición" en los objetivos de reducción de emisiones adoptados, así como a una "fuerte solidaridad con aquellos países más vulnerables a los impactos del cambio climático", entre otros aspectos.

"Nuestra misión ahora es construir rápidamente sobre ese impulso, juntos, avanzando con el propósito de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y fomentar los esfuerzos de adaptación, beneficiando y apoyando la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible y sus objetivos", afirman.
"Este año hemos visto el extraordinario impulso en cuestiones de cambio climático en todo el mundo y en foros multilaterales. Este impulso es irreversible y ha estado liderado no sólo por gobiernos, sino por la ciencia, las empresas y la acción global de todo tipo y a todos los niveles", señalan.

El texto no supone en la práctica la toma de nuevas decisiones en la lucha contra el calentamiento global, sino que se trata de una declaración política para mantener los compromisos ya adoptados en París. En este sentido, los firmantes consolidan su compromiso con un Fondo Verde para el Clima de 100.000 millones de dólares anuales a partir de 2020, llaman a un "urgente incremento de la ambición" en los objetivos de reducción de emisiones adoptados, así como a una "fuerte solidaridad con aquellos países más vulnerables a los impactos del cambio climático", entre otros aspectos.

"Nuestra misión ahora es construir rápidamente sobre ese impulso, juntos, avanzando con el propósito de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y fomentar los esfuerzos de adaptación, beneficiando y apoyando la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible y sus objetivos", afirman.
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Fuente: http://www.publico.es/internacional/200-paises-declaran-lucha-cambio.HTML

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jueves, 17 de noviembre de 2016

Acuerdo de París: No hay marcha atrás, ahora es imprescindible accionar el Acuerdo

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Amigos de la Tierra
Rebelión


El martes 15 de noviembre marca la apertura formal del Acuerdo de París y por primera vez se sentarán todas las partes que ya han ratificado el Acuerdo.

Rajoy ha sido recibido a su llegada al país marroquí por el rey Mohamed VI y el secretario general de la ONU Ban Ki-moon. 

Amigos de la Tierra recuerda a la delegación española en Marrakech que el reciente informe sobre la disparidad de emisiones del PNUMA [1] llegó a la conclusión de que el mundo debe incrementar de manera drástica y urgente sus objetivos para reducir aproximadamente un 25% adicional las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero previstas para 2030. De no ser así, en la práctica será imposible alejarse de los 2ºC y prevenir impactos climáticos aún más severos en España y el resto del mundo: inundaciones, sequías y aumento del nivel del mar.

"Se ha confirmado ya que 2016 ha sido el año registrado más caliente de la historia, y a día de hoy la única esperanza de millones de personas del mundo es que este Acuerdo de París sirva para limitar de manera efectiva las temperaturas muy por debajo del 1,5ºC”, ha afirmado Héctor de Prado, portavoz de la organización. También ha querido recordar que “después del bombo y el platillo del año pasado, el verdadero trabajo debe comenzar ahora. Nadie puede esperar hasta 2020 para actuar, de lo contrario la firma del año pasado no habrá sido más que un brindis al sol”.

La asociación cree que España tiene mucho potencial para aumentar su ambición, y que debería empujar la postura en bloque de la Unión Europea en ese sentido. Poner fin a los subsidios a los combustibles fósiles, permitiendo una transición energética hacia las renovables y limitar las emisiones de gases de los sectores económicos para 2030 pueden ser algunas de las medidas que se deberían aprobar para mostrar un verdadero liderazgo internacional.

Amigos de la Tierra reclama a los gobiernos que aprovechen la reunión de alto nivel de esta semana para presentar un plan concreto para 2018, que incluya qué medidas se están tomando para cumplir con todas las partes del Acuerdo:

- Recortes de emisiones;
- Financiamiento;
- Transferencia de tecnología,
- y medidas de adaptación.

Ante la elección de Donald Trump como Presidente de Estados Unidos, de Prado ha querido remarcar que “que ni el cambio climático, ni el resto del mundo va a quedarse esperando a ver qué hace o deja de hacer Estados Unidos. Esperamos que las Partes en Marruecos no utilicen este obstáculo como excusa para la inacción: este no es el momento de bajarse del carro, es el momento de ponerse manos a la obra”.

***

Más información:


Teresa Rodríguez Pierrard, prensa de Amigos de la Tierra, 686 257 248, prensa @tierra.org  
Hector de Prado, responsable de Clima y Energía de Amigos de la Tierra, telf. 691 482 308
***

Notas:

[1] El informe sobre la disparidad de emisiones de 2016 elaborado por la UNEP rastrea los compromisos de política de los países para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y analiza cómo estas políticas se traducirán en reducciones de emisiones hasta 2030, delineando claramente la disparidad de emisiones y lo que necesitaría para cerrar la brecha existente; Con vínculos directos a los SDG, energía sostenible, género, acciones de actores no estatales y financiación del cambio climático. Está disponible en http://web.unep.org/emissionsgap/




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Donald Trump y el asbesto

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El 13 de mayo de 1984, el diario «El País» publicaba un artículo de Carlos Solís Santos, titulado «Ronald Reagan, filósofo y científico». En él, su autor pasaba revista a diversas opiniones y afirmaciones exhibidas por el ex actor y presidente estadounidense, en una sucesión de disparates, que a veces nos podían resultar hilarantes, pero que también nos evidenciaban que el menos malo de los regímenes políticos –la democracia-, eventualmente podía llegar a transformarse en un peligroso juego, de imprevisibles consecuencias.
Hoy nos encontramos con otro personaje de similares características, negacionista del cambio climático (algo de lo que por aquí, en España, también hemos tenido nuestra propia dosis presidencial), y cuyas estrambóticas opiniones sobre el asbesto vamos a tener ocasión de examinar seguidamente.
Trump reveló “la verdad” sobre el amianto, en un libro editado en 1997, bajo el título de «Trump: The Art of the Comeback» (Trump: el Arte del Regreso):
“Creo que el movimiento contra el amianto fue dirigido por la mafia, porque a menudo eran las empresas relacionadas con la mafia las que harían la remoción del amianto. Se presionó mucho a los políticos, y como de costumbre, los políticos cedieron. Millones de camiones de este increíble material ignífugo fueron llevados a “sitios de vertido” especiales y el asbesto fue reemplazado por materiales que supuestamente eran seguros pero que no podían “sostener una vela” al amianto, para limitar los estragos del fuego”.
Así es que: señores de nuestra ANEDES (Asociación Nacional de Empresas del Desamiantado), ya ven qué opinión les merecen a este personaje, por dedicarse a una tarea tan vital como imprescindible, y en la que, a pesar de todas las precauciones adoptadas, sus trabajadores siguen sujetos a un grave riesgo, sobre todo por lo que respecta al mesotelioma, de tan tardío afloramiento, y para el que habrán bastado dosis mínimas de exposición laboral.
Algún comentarista, con evidente ironía, ha dejado caer la observación, de que el señor Trump debía de saber muy bien de qué estaba hablando, dadas sus muy buenas relaciones con esas empresas de cuestionadas afinidades.
Cuando Trump afirmó, refiriéndose, al parecer, a todo tipo de utilización del asbesto, incluso al amianto en borra, proyectado sobre superficies, para actuar como ignífugo, diciendo de él que “es cien por ciento seguro, una vez aplicado”, no era ciertamente la primera vez que establecía algún tipo de relación con el mineral, ni tampoco con contratistas transgresores y con condiciones de trabajo nada seguras. Trabajadores de la construcción, emigrantes polacos, denunciaron ante el periódico «New York Times», que en la construcción de la «Torre Trump» (la sede central de sus negocios), a menudo trabajaban asfixiados en medio de una nube de polvo de amianto, y sin equipos de protección. La constructora contratante de esos trabajadores –los indocumentados inmigrantes polacos no registrados como asalariados-, lo hacía a sólo a cuatro o cinco dólares la hora de trabajo, e incluso menos a veces, y en todo caso muy por debajo de los emolumentos de un operario sindicado, que trabajara en el mismo lugar.
Vemos, por tanto, que su manifiesta hostilidad hacia los emigrantes indocumentados, más que a una coherencia ideológica ultraconservadora y reaccionaria, ha podido obedecer a motivos mucho más personales de inquina, a causa de esas declaraciones publicadas, porque, a la hora de aprovecharse indirectamente de la situación precaria de esos operarios, en situación ilegal, bien que no tuvo remilgo alguno.
Pero Trump, además, que había atribuido a la mafia la iniciativa y el manejo de la campaña en favor del desamiantado, evidencia, al propio tiempo, unos estrechos vínculos con las finanzas de precisamente esa misma mafia, incluyendo también a su propio abogado, Roy Cohn, y asimismo a la propia empresa contratada para la edificación de la «Torre Tramp», con tan “ejemplares” comportamientos éticos, tanto en lo económico como en lo relativo al manejo del amianto a instalar, como acabamos de narrar.
De él escribió el reportero de investigación, David Cay Johnston, que “Ningún otro candidato a la Casa Blanca este año, tiene algo cercano al récord de Trump, de repetidos tratos sociales y de negocios con mafiosos, estafadores y otros ladrones”, afirmación de la que cabría deducir, que, aunque, atenuados, otros candidatos también podrían exhibir similares vínculos.
Trump estima que las empresas que han expuesto a sus empleados, a sus clientes, y/o a terceros, a los efectos del amianto, no deben ser considerados responsables, viéndose obligadas por los tribunales, a establecer fondos fiduciarios, de los que estén obligadas a indemnizar a las víctimas del mesotelioma o de las demás enfermedades graves, vinculadas a la exposición al asbesto, o a hacer asentamientos, o a ser obligadas en los juicios, a pagar indemnizaciones, a los pacientes o a sus familiares.
Como ferviente partidario de un amplio esquema de modificaciones legislativas, conocida en los Estados Unidos como “reforma de la responsabilidad civil”, él proyecta limitar la cantidad de dinero que las víctimas de las enfermedades derivadas del uso industrial del amianto puedan recibir, por conceptos tales como la compensación por sus gastos médicos, por la pérdida de sus ingresos, o por otros costes, como son los derivados de tener que pasar por toda una batería de pruebas, hasta poder haber alcanzado el diagnóstico verdadero y definitivo.
En los Estados Unidos no existe una verdadera prohibición general del uso del asbesto, y en su defecto, lo que sí ha existido hasta el presente, ha sido un sacrosanto temor de sus empresarios a las disuasorias indemnizaciones que se han venido obligados a satisfacer, cuando sus empresas han sido condenadas en los litigios por amianto.
Si desaparece ese freno, nada se opondrá a un retroceso hacia pasadas situaciones, en las que el empleo del asbesto gozó de una práctica impunidad, porque lo que está fuera de toda duda, es de que bajo la presidencia de Donald Trump jamás se llegará a producir esa verdadera prohibición general, a la que aludíamos antes.
Acerca de la peculiar situación de la nación norteamericana, en lo relativo a la permisividad legal con el amianto, véase, en primer lugar, a:
Barry I Castleman Asbestos is not banned in North America European Journal of Oncology. 2006; 11 (2): 85-88 http://www.mirg.org/mesothelioma-articles/pdf/asbestos-not-banned-in-north-america.pdf  
…y también nuestro trabajo conjunto:
Francisco Báez, Paco Puche y Ángel Cárcoba Amianto: ¿quién mueve ficha? «Rebelión», 19-12-2012 http://www.rebelion.org/noticia.php?id=161012
En otra de sus estrafalarias apreciaciones, Trump considera que la estructura las Torres Gemelas neoyorquinas no habrían cedido ante el impacto de los aviones usados en el atentado terrorista, si las mismas hubieran sido íntegramente ignifugadas con el asbesto, en lugar de haberlo estado sólo parcialmente. A despecho de lo concluido en diversos informes técnicos elaborados por los expertos, con explicaciones razonadas, así lo manifestó, sin ninguna suerte de pruebas, ante los senadores de un subcomité del Comité de Seguridad Nacional y de Asuntos Gubernamentales, del Senado, en el año 2005.
Así pues, su apuesta es doble: por una parte, niega o desdeña, minimizándolos, los letales efectos del amianto, y por otra, le atribuye propiedades protectoras, que van mucho más allá de lo que permiten la más elementales leyes de la Física newtoniana.
Invoquemos la necesidad y conveniencia de una próxima visita del Papa Francisco a los Estados Unidos, a ver si pudiera conseguir frenar al menos los “efectos colaterales” más nocivos y universales de una presidencia estadounidense que se barrunta como más tóxica que al propio asbesto, tan ensalzado por Trump, su ferviente valedor.





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El acuerdo mundial contra el cambio climático, en la cuerda floja





La elección de Trump y las divergencias entre los países sobre los mecanismos que deben regir el Acuerdo de París ponen en jaque la lucha mundial contra el calentamiento global.


La jefa de cambio climático de la ONU, Patricia Espinosa, el ministro de Exteriores marroquí, Saleheddin Mezuar, el rey de Marruecos, Mohamed VI y el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, durante la cumbre de Naciones Unidas para el Clima (COP22) en


La jefa de cambio climático de la ONU, Patricia Espinosa, el ministro de Exteriores marroquí, Saleheddin Mezuar, el rey de Marruecos, Mohamed VI y el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, durante la cumbre de Naciones Unidas para el Clima (COP22) en Marrakech. EFE
MARRAKECH. -Hace apenas un año, 195 estados dieron su visto bueno, por primera vez, a un pacto que les comprometía a todos en la lucha contra el cambio climático. El Acuerdo de París, aprobado el 12 de diciembre en la capital francesa, se proyectó al mundo como un esfuerzo “histórico” que tenía como principal objetivo evitar que la temperatura del planeta aumente más de dos grados centígrados a finales de este siglo. Ahora bien, una vez decidido el qué, falta concretar el cómo.

Eso es lo que se discute estos días en la Cumbre del Clima de la ONU que se celebra en Marrakech: cuáles van a ser los mecanismos para que los objetivos marcados en París no queden en agua de borrajas. Es la letra pequeña y menos glamurosa del documento, pero vital para saber en qué medida la lucha contra el calentamiento global de la que hizo gala París tendrá un resultado exitoso. Y, por el momento, no hay demasiadas señales que inviten al optimismo.
Son varias las amenazas que sobrevuelan el Acuerdo de París. La primera, y que cayó como un jarro de agua fría sobre los equipos negociadores que discuten en Marruecos, fue la elección de Donlad Trump como nuevo presidente de EEUU pocos días después de que comenzara la cumbre el 7 de noviembre. El magnate estadounidense es un abierto negacionista del cambio climático y entre sus promesas electorales figura la de retirar su firma del acuerdo y retirar la financiación para la lucha contra el cambio climático a la que se había comprometido Barak Obama, 3.000 millones de dólares anuales.

Aunque aún se desconoce qué decisión tomará finalmente, su llegada a la Casa Blanca ha despertado el revuelo generalizado en Marrakech. EEUU es el segundo país más contaminante del mundo (él sólo es responsable de entre un 10% y un 15% del total de las emisiones de gases de efecto invernadero que se expulsan a la atmósfera) y sus compromisos de reducción de CO2 (Un 26% en 2020 con respecto a los niveles de 2005), aunque insuficientes, resultan esenciales en el cómputo global.

La ministra francesa de Medio Ambiente, Ségolène Royal, ya advirtió al candidato republicano de que salirse del acuerdo le llevaría entre tres y cuatro años y el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, ha pedido al presidente electo este martes que entienda la “urgencia” y “gravedad” del cambio climático. No obstante, Trump no tiene ni siquiera que salirse del acuerdo para entorpecerlo: como los compromisos de reducción de emisiones no son vinculantes, le basta con no cumplirlos, sin que eso vaya a suponer sanciones de algún tipo para el país.
Poca ambición
Otro de los puntos de mayor bloqueo del acuerdo es el que hace referencia a los mecanismos de revisión de los compromisos. Para cumplir con el objetivo de no aumentar la temperatura más de dos grados, cada país puso sobre la mesa el año pasado el porcentaje de reducción de emisiones con el que estaba dispuesto a comprometerse en 2020. Pero son insuficientes, es decir, que sumando los compromisos de todos ellos nos toparíamos, aún así, con un escenario de aumento de la temperatura global de casi tres grados a finales de siglo. Por ello el Acuerdo de París recoge la obligación de que los países se reúnan cada cinco años para revisar estos objetivos y hacerlos más ambiciosos. Pero no hay acuerdo sobre cuál debe ser el año de la primera revisión. En un principio se consideró que debía ser en 2018, pero “ningún país parece estar dispuesto a ello”, asegura a Público el eurodiputado de Equo en el Parlamento Europeo Florent Marcellesi. La siguiente fecha que se contempla es 2023.

Además, existen divergencias importantes en cuanto a la financiación, es decir quién y cuánto dinero se debe aportar a la lucha contra el calentamiento global. El Acuerdo de París contempla un fondo verde para el clima de 100.000 millones de dólares anuales que se destinarán a acciones de mitigación (80%) y adaptación (20%) al cambio climático, pero los países más empobrecidos, que son los más afectados y los que tienen menos responsabilidad, piden mayor porcentaje para la adaptación. En este sentido, tampoco hay acuerdo sobre si, además del fondo verde, se aportará más financiación para las pérdidas y daños que ya están sufriendo los países del sur, y que éstos reclaman.
@Luchiva
Fuente: http://www.publico.es/internacional/acuerdo-mundial-cambio-climatico-cuerdas.HTML




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miércoles, 16 de noviembre de 2016

Alianza por el Clima llama a la acción: “No queremos un verano perpetuo”




Con ocasión de la celebración de la 22ª Conferencia de Cambio Climático (COP22)estas semanasen Marrakech, con nuevos recordsde temperaturas extremas y deconcentración de dióxido de carbono superior a las 400 partes por millónen la atmósfera en los últimos 15 meses, las organizaciones que conforman Alianza por el Clima dan un nuevo toque de atención a los representantes políticos e informan a la ciudadanía.

Alianza por el Clima ha realizado hoy sábado un Flashmob para plasmar su preocupación por la inacción política por parte del Gobierno español. Una veintena de activistas han montado una playa, en la céntrica plaza de Callao en Madrid, para visibilizar el aumento extremo de las temperaturas. En bañador, con cubos de arena, toallas y sombrillas la sociedad civil ha denunciado que la falta de compromiso llevará a España a un “verano perpetuo”, con graves consecuenciaspara la ciudadanía y la industria.
El hecho de que este otoño las temperaturas hayan sido primaverales es una señal más de alarma. El cambio climático está directamente relacionado con el actual modelo energético basado en combustibles fósiles, como el carbón, petróleo y gas, cuya quema libera a la atmósferadióxido de carbono (CO2), el principal gas de efecto invernadero (GEI). Aunque se trata de un fenómeno global, los impactos del cambio climático son muy diversos en distintas regiones del planeta. Dentro de la UE, España será uno de los países que se verá más afectado, por el aumento de temperaturas y la desertificación, con fenómenos meteorológicos de carácter extraordinario que se irán reproduciendo cada vez con más frecuencia. A pesar de tener toda la información sobre la mesa, el Gobierno de España demuestra su falta de compromiso y se aleja de la tendencia de la UE, con un repunte de las emisiones de gases de efecto invernadero, aumentando un 3,2% en 2015 respecto a 2014 y 18% respecto a 1990.

El Acuerdo de París, ya ratificado por 105 países que representan el 75% de las emisiones de GEI, que entró en vigor el 4 de noviembre, es el marco político internacional a través del cual los gobiernos asumen el compromiso colectivo de mantener el calentamiento global a largo plazo muy por debajo de los 2ºC; sin embargo, este acuerdo no contiene medidas concretas para cumplir con dicho objetivo. Las negociaciones internacionales que están teniendo lugar en Marrakech deben avanzar significativamente en la configuración de mecanismos que garanticen la mejora de la gobernanza internacional del clima, para limitar y revertir con eficacia y en magnitud suficiente el calentamiento global.
Alianza por el clima está formada por más de 400 organizaciones ecologistas, sindicales, de cooperación al desarrollo, ciencia e investigación y consumidores. “Podemos alcanzar medidas factibles y efectivas para la lucha contra el cambio climático y mejorar las condiciones de vida de la gente y el planeta”, señalan desde la plataforma.

• Generación de energía: necesitamos un cambio de modelo energético, promoviendo el autoconsumo a través de energías renovables y la eficiencia y ahorro energéticos; dotar de fondos para I+D+i para el desarrollo de nuevas fuentes de energía renovable, abaratamiento de las existentes y mejora de la eficiencia energética.
• Agricultura: avanzar hacia la soberanía alimentaria; apoyo a la agricultura ecológica y de proximidad, para evitar las emisiones producidas por su transporte, así como el uso agrotóxicos.
• Lucha contra la sequía: mejorar la eficiencia del ciclo del agua; promover un consumo responsable; proclamar la igualdad universal en el acceso al agua de calidad (como establece la ONU en sus objetivos del milenio).
• Transporte: implementar programas de movilidad urbana que fomenten el uso del transporte público, la pedanía y la bicicleta. Promover la alta ocupación de vehículos particulares y discriminar entre categorías según sus emisiones.
Imágenes disponibles en: https://goo.gl/photos/P3GetqDNt1CSq8RV9

***

Más información:

http://%20http://alianza-clima.blogspot.com
http://alianza-clima.blogspot.com


Portavoces: 


• Hector de Prado, Responsable de clima y energía de Amigos de la Tierra, telf. 652 801 832
• Mar Asunción, Responsable de Clima y Energía de WWF España, telf. 690 762 457
• Arantxa García, comunicación e incidencia, InspirAction, telf. 649 81 96 56

***
Teresa Rodríguez Pierrard, responsable de comunicación de Amigos de la Tierra, telf. 680 936 327
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Superar el negacionismo climático de Trump


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Alberto Rosado del Nogal


No hay peor ciego que el que no quiere ver ni pedagogía mágica para que el que no quiera aprender. Por eso no se trata de convencer a nadie. Ante la cuenta atrás no hay dilatado diálogo posible ni medias tintas: o se acepta, o se acepta.

Aseguraba Aristóteles que existían dos clases de virtudes: las intelectuales y las morales. Aquella archiconocida frase según la cual en el punto medio está, precisamente, la virtud, es falsa si se le atribuye a todas ellas. Es decir: ese punto medio entre el exceso y la escasez es virtuoso en conceptos tales como el valor o la templanza pero inútil, por ejemplo, en el saber científico. Pondré un ejemplo: si alguien es excesivamente valiente podría encararse a una fiera pese a no tener ninguna posibilidad de salir vivo o, por el contrario, ante el peligro de cualquier situación podría no huir por tener un exceso de templanza. Es lógico, en términos generales, lo que plantea el filósofo clásico. Ahora bien: ¿y la otra mitad de las virtudes? Se nos olvida siempre, cuando rescatamos la famosa frase, las virtudes intelectuales como la ciencia o la inteligencia. En ningún caso en el término medio siempre está la virtud y, en ocasiones, la radicalidad es el camino para ser más virtuosos. En el saber —teórico o práctico— no cabe la contención.

Desde la década de los 70 del siglo pasado nos enfrentamos a un reto sin homologables precedentes en nuestra historia: o actuamos contra la destrucción de nuestro propio hogar o las consecuencias son, al menos, imprevisibles. Por ello la urgencia y la importancia van de la mano para impedir que el colapso ecológico —ligado a otros de tipo económico y social— acabe con la unicidad de nuestra existencia, con la superación de lo natural para la integración de lo cultural. Invertir el orden y el significado del verbo es, hoy en día, nuestra mayor amenaza: que lo cultural destruya lo natural para destruirse a sí mismo.

Pese al deber de preocupación, la esperanza siempre emerge de las cenizas de cualquier discurso desfasado. Discursos como el del primo de Rajoy en España, el de Theresa May y Andrea Leadsom con su recorte en el ministerio de medio ambiente en Reino Unido o el de las recientes declaraciones del expresidente Sarkozy. Discursos que muestran ese escepticismo que solo puede ser apoyado por la tozudez de una ideología desactualizada incapaz de incorporar nuevos conflictos a su agenda. El culmen, sin embargo, lo protagoniza el hombre del momento, el outsider que pretende dejar fuera a media América y, de paso, al planeta entero. El presidente Trump además de ignorante representa un peligro para la buena voluntad —que no de hechos— que la ONU ha venido demostrando desde el informe Brundtland.

El problema tiene la siguiente estructura: si con una administración preocupada por el cambio climático como fue la de Obama no hemos sido capaces ni de ponerle freno ni de que se integre y se normalice suficientemente en el discurso político mundial, ¿qué ocurrirá con un negacionista al frente? Rescataba a Aristóteles para perder el miedo a debatirlo, a adjetivarlo con lo que la razón nos sugiera y a rechazarlo con la mayor legitimidad posible. Porque en un asunto de tan claras evidencias científicas no puede haber punto medio, no puede haber negociación en los principios ni pausas publicitarias. La virtud del saber científico debe ser radicalmente propagada sin importarnos que una ideología o persona determinada sea capaz o no de adaptarse a lo que los nuevos datos empíricos, inevitablemente, nos piden.

Por eso el acuerdo de París entró en vigor y por eso la COP22 de Marrakech ahondará en las urgentes soluciones que debemos adoptar. Las dudas existenciales, los replanteamientos de base, las preguntas envejecidas o la ignorancia no tiene cabida en este momento. O Trump continúa la senda de Obama con respecto a la lucha contra el cambio climático o, sencillamente, el mundo tendrá que imponérsela. Siempre democráticamente. Porque si no escucha a la ciencia, seguro que los gritos de los estadounidenses al lado de la Trump Tower lo despertarán de su dulce sueño y, a nosotros, de nuestra gran pesadilla. Será la democracia la que niegue el negacionismo. Será la supervivencia de la democracia la que supere al cambio climático.

Alberto Rosado del Nogal, doctorando en c. política por la UCM y colaborador del círculo 3E de Podemos. @AlbertoRNogal

Fuente: http://blogs.publico.es/econonuestra/2016/11/13/superar-el-negacionismo-climatico-de-trump/


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martes, 15 de noviembre de 2016

COP22, Trump no está pero inquieta

Ban Ki-moon y Hollande advierten, "no se puede ir hacia atrás"

La cumbre del clima de la ONU COP22 en Marruecos y una simbólica Tierra sonriente
La cumbre del clima de la ONU COP22 en Marruecos y una simbólica Tierra sonriente (foto: ANSA)
18:51, 15 NOVMARRAKECH
(ANSA) - MARRAKECH, 15 NOV - La conferencia sobre el clima Marrakech COP22 se puso hoy al rojo vivo, con la apertura de la Asamblea de los países firmantes, la CMA1, donde los líderes políticos y los ministros tienen que decidir qué hacer para poner en práctica los objetivos del Acuerdo de París. Pero bajo la carpa del centro de convenciones Bab Ighli, donde se da la bienvenida a la multitud de delegados, hay un convidado de piedra: el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, que podría impulsar a su país a salirse del pacto parisino y socavar los esfuerzos del resto del mundo para reducir los gases de efecto invernadero.
    Después de las bromas entre los jefes de Estado y delegados, después de la foto del grupo, el secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, se puso serio y aseguró que "el camino recorrido no se puede detener" y que el Acuerdo de París "tiene el mayor número de suscripciones". Un tratado con 109 firmas.
    Y acotó: "La mayoría de los estados que forman los Estados Unidos ha dado cuenta de la urgencia con los problemas relacionados con el cambio climático. Estoy seguro de que el nuevo presidente no puede ignorarlos, no puede dejar de comprenderlos".
    El ambiente entre los cientos de delegados en la sala, sin embargo, no es relajado. En la carpa central de Bab Ighli y por encima de todo, emerge el miedo sobre lo que pueda hacer la administración Trump. Es que el republicano puede encontrar un resquicio para salir del acuerdo climático, firmado por 196 países y ratificado hasta ahora por 109 (incluso por Estados Unidos), el 75% del total de los que generan gases de efecto invernadero.
    El presidente francés, Francois Hollande, fue categórico en defender "su" tratado. "El Acuerdo de París es irreversible, los Estados Unidos debe respetar tal derecho. Quiero creer que Trump no va a tomar las decisiones anunciadas durante la campaña presidencial. Sería el primero en aceptar todos los riesgos, ya que las primeras víctimas serían las empresas de Estados Unidos" disparó el mandatario francés.
    Mañana, el secretario de Estado de la administración de Barack Obama, John Kerry hablará aquí. Y el mismo día se intentará abordar la espinosa cuestión del Fondo Verde para el Clima, el fondo compartido de 100 mil millones de dólares al año para financiar la la lucha contra el calentamiento global.
    El anfitrión de esta COP22, el rey Mohammed VI de Marruecos, reiteró solemnemente: "Lo que está en juego es la existencia del hombre. Y por lo tanto, nuestro deber común es trabajar de la mano, juntos, para proteger a la humanidad".
    Italia está representada por el ministro de Medio Ambiente, Gian Luca Galletti, quien tampoco pudo dejar de hablar de Trump.
    "En lugar de preocuparse, no hay que esperar a lo que haga, pero soy optimista, Trump verá la prueba de los hechos. Esta mañana hubo una gran determinación, sobre todo por parte de países como China y Brasil, para avanzar en el camino indicado por el acuerdo de París. Y eso es muy tranquilizador", afirmó el italiano.
    El mismo papa Francisco, desde Roma, invitó a los delegados a actuar "sin retrasos" liberándose de la "presión política y económica". Flavia Bustreo, de Mundo Salud, reafirmó que el calentamiento global causará 250.000 más muertes por enfermedad por año entre 2030 y 2050, mientras el Proyecto de Divulgación del Carbono estima que la sequía, la contaminación y inundaciones tendrán un costo en los negocios 14 mil millones de dólares en 2016. En tanto, Marruecos y Alemania alientan una alianza de Marrakech que involucre a 42 países del Norte y del Sur del mundo, para ayudar con dinero y know-how a los más pobres para alcanzar sus objetivos de reducción de los gases de efecto invernadero. (ANSA).
   

fuente:http://www.ansalatina.com/americalatina/noticia/sociedad/2016/11/15/cop22-la-incognita-de-trump-en-el-vertice-marroqui_589a20af-65bd-4830-9a1a-c53cde91ccdb.html

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lunes, 14 de noviembre de 2016

La “gentrificación”: del abandono y el estigma al urbanismo neoliberal


El sociólogo Daniel Sorando presenta el libro “First we take Manhattan” (Carata) en la librería Primado de Valencia




“No me gustan sus negocios de moda, señor. Y no me gustan esas drogas que nos mantienen delgados. No me gusta lo que le ha sucedido a mi hermana. Primero tomaremos Manhattan, luego Berlín”. La canción “First we take Manhattan”, que Leonard Cohen dedicó al distrito más conocido de Nueva York, también da título a libros. En “First we take Manhattan (se vende ciudad). La destrucción creativa de las ciudades” (Catarata, 2016) un sociólogo, Daniel Sorando, y un arquitecto, Álvaro Ardura, proponen un largo paseo por diferentes barrios de Europa y Estados Unidos donde se han materializado procesos de “gentrificación”. Recorren Soho (Nueva York), Beleville (París), Southwark (Londres) o Kreuzberg (Berlín), pero también la calle del Desengaño en Malasaña (Madrid), el barrio de La Magdalena (Zaragoza), El Cabanyal (Valencia) y la Rambla del Raval (Barcelona).En el viaje por los citados espacios urbanos los autores constatan las fases del proceso de “gentrificación”: abandono, estigma, regeneración, mercantilización y, en muchos casos, resistencias. Los tiempos han cambiado, por esta razón, “ya no hace falta dar cargas de caballería contra las barricadas de la Comuna de París, ni bombardear la ciudad; en esta ciudad del conocimiento y del endeudamiento, las batallas se diseñan en las oficinas a manos de los estrategas de las empresas (…)”, afirma en la introducción el catedrático de Sociología de la Universidad Complutense, Jesús Leal.
Ruth Glass hizo uso por primera vez del término “gentrificación” en 1964. El concepto remitía a la “gentry”, la pequeña nobleza rural británica. El sociólogo señalaba de ese modo la llegada de familias de clase media -que en muchas ocasiones retornaban de los suburbios-, a los barrios tradicionalmente de clase obrera en el centro de Londres. Estos hogares recién llegados promovían actuaciones de rehabilitación en viviendas y edificios, de manera que aumentó el valor de los inmuebles: primero sólo de los reformados, y después en el conjunto del barrio. “Las familias de clase trabajadora encontraron cada vez más difícil pagar la renta que los propietarios exigían por el alquiler de sus viviendas”, apunta Daniel Sorando, quien ha presentado el ensayo “First we take Manhattan” en la Librería Primado de Valencia. “Tuvieron que abandonar paulatinamente el barrio donde residían”. En resumen, se produjo un proceso de sustitución y desplazamiento de las clases trabajadoras por clases medias y altos profesionales. Principalmente, de piel blanca.
El libro de 175 páginas profundiza en este esquema. Por ejemplo, puede aplicarse a Manhattan. Hasta la década de los 80 (del pasado siglo), en la isla neoyorkina se registraban contrastes palmarios entre los rascacielos del Midtown (en la zona centro) y los Flophouses (hoteles baratos); en 2016, se mantienen las grandes edificaciones financieras, pero en Tompkins Square Park ya no se registran enfrentamientos con la policía, ni los “homeless” se congregan para dormir. Los autores destacan qué puede encontrar el viajero en su lugar: un “collage” de Muffins, salones de teatro alternativo, galerías de arte, tiendas de ropa “vintage” y toda gama de restaurantes étnicos. “Un lugar ineludible para cualquier cazador de tendencias urbanas”, concluyen. Daniel Sorando cuenta que el ensayo publicado por Catarata parte de una experiencia personal. A los 26 años se fue a vivir al barrio de Malasaña, uno de los ejemplos más citados de “gentrificación” en España. Cuando paseaba por las calles, veía pequeños comercios y tiendas tradicionales; abandonó la barriada madrileña y cuando volvió, dos años después, se encontró con salones ingleses en los que se dispensaba vodka ruso. “Algo socialmente complejo ocurría allí”.
Un joven blanco, de clase media, con estudios universitarios, nómina y un punto de mala conciencia había llegado a un barrio atractivo, Malasaña. Pero también podría tratarse de La Magdalena (Zaragoza), El Raval (Barcelona) o Ruzafa (Valencia). Allí pueden encontrarse espacios de encuentro, culturales y para gente con ideas progresistas; integrados en barrios de mezcla, donde uno puede sentarse cómodamente en una librería “cool” con wifi, a tomarse un capuchino. “Pero allí vive también gente de otras clases sociales y otras necesidades; si no lo problematizas todo te parece estupendo”, sugiere Daniel Sorando, quien además de investigador y doctor en Sociología por la Universidad Complutense, colaboró en la redacción del informe colectivo “Urbanismo neoliberal en Zaragoza. Planes de recuperación urbana y efectos socioeconómicos en el barrio de San Pablo-El Gancho” (ASSI, 2015).
Advierte que lo mismo puede ocurrirles a los activistas sociales, que a veces plantean acciones que tienen más sentido para ellos que para los vecinos. “Con nosotros llegan nuestras contradicciones, aunque uno se haya trasladado para vivir con los pobres y los diferentes”. El resultado del proceso puede ser una antigua fábrica convertida en mercado, con seguridad privada y vedado a la clase trabajadora, la población inmigrante y las minorías étnicas. La incomodidad personal que el proceso le generaba le llevó a la siguiente conclusión: la “gentrificación” no es una inercia, sino un proceso político.
El libro “First we take Manhattan” aborda en el primer capítulo la fase inicial, el abandono. En el Lower East Side de Manhattan la degradación de las viviendas y los servicios públicos hizo que los residentes de esta barriada neoyorkina se fueran marchando, casa por casa. Más de la mitad de los habitantes abandonaron el barrio entre 1970 y 1980. “No se fueron por el ascenso social en busca del ‘American Dream’, sino debido a la pesadilla cotidiana del corte de calefacción por parte del propietario o el avance de las grietas en los muros de las paredes”, explican Daniel Sorando y Álvaro Ardura. Los detalles de esta mutación urbana fueron señalados en 1974 por la organización Homefront, en el informe “Housing abandonment in New York city”: en la década de 1970 la urbe estadounidense vivía un abandono sistemático de las viviendas en alquiler para rentas más bajas. De hecho, los propietarios huían para no continuar abonando las tasas ligadas a la propiedad, ni pagar para el mantenimiento en buen estado de las viviendas (en las que continuaban habitando sus residentes). En barrios como el Lower East Side de Manhattan, se explicó oficialmente el abandono por una legislación “rígida” que protegía a los inquilinos y por el envejecimiento de las viviendas. Pero hay otras razones, como el declive industrial de los años 70, que afectó a los obreros empleados en las manufacturas (buena parte de ellos afroamericanos). El informe de Homefront señala otros tres agentes fundamentales en el proceso: el sistema financiero (“los bancos delimitaron ciertos barrios como zonas vetadas a su financiación”), las empresas inmobiliarias y las administraciones públicas.
Un caso de “gentrificación” en el estado español es el centro histórico de Zaragoza. Los autores resaltan las “prácticas abusivas” desplegadas por algunos agentes inmobiliarios, que compraron edificios enteros y, para ello, “adquirían las viviendas de los propietarios, asustados por el abandono extremo de los barrios donde vivían”. Se alcanzaban acuerdos por cifras mínimas. ¿Qué ocurría entonces con los inquilinos, a quienes protegía la legislación sobre alquileres de renta antigua? Sobre todo, porque todas estas víctimas de la especulación no podían a menudo abandonar los barrios, pues allí tenían sus medios de vida. Los nuevos propietarios se afanaron en desalojarlos y para ello utilizaron dos métodos: el desplazamiento físico y la declaración de ruina del edificio. Daniel Sorando y Álvaro Ardura apuntan que para alcanzar estos fines “no se escatimó en medios, sobre todo a partir de la década de 1980”.
Prácticas destacadas de “regeneración” urbanística tuvieron lugar también en Barcelona, por ejemplo en el “barrio chino”. Sólo con la nomenclatura utilizada desde los años 20 (del siglo pasado) para designar al antiguo arrabal, ya se connotaba claramente a la barriada: se le asimilaba a los “chinatown” de Nueva York o Los Ángeles. Periodistas, escritores y reformadores sociales propagaron esta acuñación. Prostitutas, inmigrantes, mendigos, traficantes, asaltadores y anarquistas, todos reunidos en un territorio estigmatizado. Frente al orden burgués, resumen Daniel Sorando y Álvaro Ardura, estos grupos sociales representaban “el emblema de una insubordinación”. Pero en “el chino” también vivían sectores obreros de la Barcelona industrial, y en el barrio proliferaban las redes de solidaridad frente al abandono urbano. El libro “First we take Manhattan” desarrolla ampliamente la cuestión, es una de las paradas en el viaje que pergeña el texto. Entre los hitos que marca el cambio de fisonomía figura el Plan especial de Reforma Interior (PERI) de 1985. Plantea la apertura de grandes vías y equipamientos, reducir la densidad de población e instalar grandes espacios públicos y culturales. “Se propuso la demolición de manzanas enteras; como si de un barrio poseído por el demonio se tratara, los ayuntamientos democráticos se apresuraron a exorcizarlo mediante el agua bendita del urbanismo”, resaltan los autores sobre El Raval barcelonés.
El libro cita ejemplos actuales (“y brutales por su dimensión”) como el de Detroit. Pasó de ser la bandera de la industria automovilística (foco de la Ford y el fordismo) y la cuarta ciudad con mayor población de Estados Unidos en 1950, a contar actualmente con 700.000 habitantes. Recuerdan los autores de “First we take Manhattan” que el municipio cuenta con una extensión similar a la de Boston, San Francisco y Manhattan juntos. Sin embargo, la población del área metropolitana se mantuvo estable, desde 1960, en torno a los 5,5 millones de habitantes. No es una cuestión meramente estadística y de desequilibrio demográfico. El contraste es palmario entre la ciudad central, con un 80% de población negra y tasas muy altas de pobreza; frente a una corona suburbana mayoritariamente blanca, muy por encima de los índices medios de renta. “El resultado es una ciudad con unos niveles de abandono que lo han hecho famoso mundialmente”, concluyen Sorando y Ardura.
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“El cambio climático es un problema pero también una oportunidad”

Entrevista al eurodiputado de EQUO Florent Marcellesi


La Marea


El eurodiputado de Equo, Florent Marsellesi, participará en unos días en la Cumbre del Clima de Marrakech. “Si conseguimos seguir con la línea política y social iniciada en París, la transición ecológica es imparable”, sostiene.
“El cambio climático es un problema pero también una oportunidad”
El eurodiputado de EQUO, Florent Marcellesi

Acaba de llegar al Parlamento Europeo, pero Florent Marcellesi (Equo) ya se ha topado con la firma del CETA, el acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea y Canadá que este eurodiputado llevaba tiempo denunciando. Este político y ecologista aterrizó en la Eurocámara el pasado 11 de octubre para sustituir a Jordi Sebastiá (Compromís), tal y como habían acordado para concurrir juntos en la lista de Primavera Europea. Mercellesi recibe a La Marea en Madrid antes de poner rumbo a Marrakech, donde se celebrará dentro de pocos días la Cumbre Climática COP22. Precisamente este viernes entran en vigor los acuerdos alcanzados hace ahora casi un año en la Cumbre de París, cuyo principal objetivo es que la temperatura del planeta no suba más de 2 grados antes de 2030. España no ha ratificado todavía el acuerdo formalmente.
¿Qué tal han sido sus primeros días en el Parlamento Europeo?
Muy intensos. He llegado justo en un momento político muy polémico en torno al CETA. Primero hicimos con los Verdes Europeos una cumbre social en Bruselas, con la participación de muchísimos cargos electos y miembros de la sociedad civil en contra de este tratado. La semana siguiente tuve mi primera intervención en el Pleno justo sobre el CETA, y justo unos días más tarde la UE y Canadá firmaban ese tratado. Fueron unos días muy interesantes y ya estamos planteando los próximos pasos a seguir porque dentro de muy poco vamos a tener que votar sí o no, sin enmiendas, al CETA.
Hace poco publicó un artículo en el que decía que después de las elecciones en Francia y Alemania es muy probable que se retoquen los tratados fundacionales de la UE. ¿Es optimista al respecto, teniendo en cuenta el contexto de creciente nacionalismo y crisis económica?
No soy ni pesimista ni optimista, soy voluntarista. Es decir, pienso que tenemos que plantear día a día la lucha si queremos ganarla dentro de dos años. Seguramente se van a abrir esos tratados, la caja de pandora. No sabemos hasta qué punto, pero sabemos que algo se va a mover. Si queremos que nuestras ideas estén en el centro de la batalla política y cultural, tenemos que aunar fuerzas a nivel europeo, por ejemplo con Varoufakis, con gente a nivel local y del sector social y político. No nos vale sólo con decir que no queremos esta Europa: tenemos que decir qué tipo de economía queremos, qué planeta queremos dejar a nuestros hijos, qué tipo de política industrial… Tenemos que ser mucho más profundos en la estrategia positiva.
A veces pensamos que luchar contra el cambio climático significa perder calidad de vida, renunciar a muchas comodidades… En su opinión, ¿qué oportunidades representa esta lucha para la humanidad?
Básicamente, la oportunidad de repensar el modelo de producción y consumo en el que vivimos. El cambio climático es un problema porque está afectando a los empleos, a los derechos, a nuestro bienestar hoy y mañana, pero también es una oportunidad porque nos dice que podemos cambiar a mejor. Por ejemplo, con empleos que en vez de destruir el medio ambiente y la dignidad de los trabajadores, sean dignos y respeten el planeta. Los empleos verdes, por ejemplo, que crean muchísimos más puestos de trabajo que los llamados empleos marrones. En España estamos hablando de dos millones de puestos de trabajo, y en el conjunto de Europa de 20 millones, tantos como desempleados hay en la Unión Europea.
¿Qué son los empleos marrones?
Son aquellos que son muy intensivos en energía, emisiones de CO2 y uso de agua y materia. Aquellos que lo que hacen es destruir valor social y ecológico en vez de construir un mundo mejor. Esos empleos claramente no nos valen en un mundo donde queremos al mismo tiempo justicia social y sostenibilidad, por eso necesitamos una gran transición ecológica en la economía y acompañar a los trabajadores de los sectores marrones hacia otros ámbitos laborales. Eso puede pasar, por ejemplo, con el carbón: nosotros no estamos en contra de los mineros, estamos en contra del carbón. A los mineros les proponemos una transición hacia otros sectores que sean pan para hoy y para mañana.
Volvamos al CETA. En su opinión, ¿cuáles son los grandes riesgos medioambientales y sociales de este tratado?
Tanto el CETA como el TTIP plantean problemas sociales, democráticos y ecológicos bastante parecidos. En lo social, podemos hablar de la destrucción de puestos de trabajo. El CETA significará una pérdida de 200.000 empleos en Europa; el TTIP, de 600.000. Después está el riesgo en lo democrático, que está en dar más poder a las multinacionales a través, por ejemplo, de los tribunales de arbitraje. Y en el ámbito ecológico hay varias cosas. Sería más fácil traer arenas bituminosas desde Canadá, que son mucho más contaminantes que los petróleos convencionales, que ya es decir. Al mismo tiempo, son tratados que van a aumentar de forma radical las emisiones de CO2. Por tanto, aquí debemos preguntarnos si podemos firmar el Acuerdo de París y, a la vez, ratificar otros tratados que van en el sentido contrario, como el CETA o el TTIP. Tenemos que ser coherentes en nuestras políticas.
Cuando piensa en un modelo económico diferente, ¿a qué tipo de modelo se refiere exactamente?
Primero, se trata de un horizonte donde tenemos empleos que valgan la pena desde el punto de vista social y ecológico. Segundo, es un modelo donde tenemos repartos de distribución de las riquezas, sean económicas, sociales, ecológicas, con reparto también del trabajo. Y al mismo tiempo es una sociedad donde hay democracia participativa, desde abajo, representativa, potente a nivel europeo.
El Acuerdo de París tuvo mucha publicidad y Francia es un anfitrión fuerte a nivel internacional. Sin embargo, a nivel de compromisos no tuvo tanta fuerza. ¿Cómo percibe los ánimos de cara a la COP22?
Podemos definir el acuerdo de París con tres palabras: fue al mismo tiempo un milagro, un desastre y una oportunidad. Milagro, porque es increíble que hayamos conseguido de forma unánime firmar un acuerdo que tenga una meta ambiciosa. Es un desastre porque las herramientas que están dentro del acuerdo no permiten alcanzar los objetivos. Y es una oportunidad porque si conseguimos seguir con la línea política y social que ha iniciado este tratado, podemos ver que la transición ecológica es imparable. Es el último punto el que más nos interesa de cara a Marrakech, porque hemos visto que en un año ha entrado en vigor lo acordado en París, lo cual también es un milagro. Teniendo en cuenta también la presión social y política que hay detrás, y la capacidad de no volver atrás en la transición, este acuerdo es una oportunidad. Va a depender siempre de la capacidad de movilización que tengamos a nivel social y político, porque únicamente se cumplirán las palabras si detrás hay gente a nivel local, regional, estatal y europeo que esté dispuesta a luchar por él.
Se celebran cumbres climáticas desde 1972, ¿qué tiene que pasar para que los gobiernos se pongan manos a la obra y se den cuenta de que el tiempo se acaba?
Que haya aún más empujón desde la sociedad, aunque desde Podemos se ponga mucho el foco en los gobiernos diciendo que no han ido demasiado lejos, algo que compartimos nosotros también porque como ecologistas nos habría gustado un acuerdo más potente. La Cumbre de París coincidió con época electoral en España, y ningún partido, salvo el nuestro, habló de cambio climático. Podemos achacar mucho la responsabilidad a los gobernantes, pero si ni siquiera somos capaces de poner el tema como prioridad, es complicado después decirle a los gobiernos lo que no hacen. Incluso podemos decir que en París, los gobiernos hicieron más de lo que hicimos nosotros en campaña electoral. Deberíamos pensar que quizás el problema no está sólo en los gobiernos, sino también en la forma de poner las prioridades políticas.
En París, con los atentados todavía recientes, hubo muchas limitaciones y represión contra la movilización social, que al fin y al cabo es una herramienta de presión. ¿Cree que en Marruecos también se limitará la movilización en las calles?
Es complicado ver lo que va a pasar porque a veces pensamos que los países que llamamos “desarrollados” es donde vamos a tener más libertad, y sucede al revés. Nunca sabemos cómo nos van a tratar, pero esperamos que en Marruecos nos dejen expresarnos tanto en el recinto oficial como fuera, donde estarán las movilizaciones sociales, porque es importantísimo. Tampoco tenemos mucha esperanza con el gobierno marroquí. Hay muchas temáticas que estamos siguiendo con ellos, como el nefasto acuerdo pesquero o su política colonial en el Sáhara Occidental… Espero que la voz de la ciudadanía se pueda oír porque es fundamental para conseguir un buen acuerdo.
Se acercan las elecciones en EEUU. Obama, que despertó esperanzas al principio entre muchos ecologistas, pronto abandonará la Casa Blanca. ¿Qué valoración hace de sus mandatos, y cómo ve el panorama con Hillary Clinton o Donald Trump en su puesto?
Tenemos una relación de amor-odio con Obama. De odio porque en muchas cosas no ha estado a la altura: a nivel de paz, de cambio climático… Y también de amor, porque ha hecho mucho más que otros presidentes de Estados Unidos, empezando por el Acuerdo de París, donde tuvo un papel muy importante para alcanzar un pacto a pesar de tener las manos atadas con el Senado y el Congreso en contra. Cuando vemos quién puede ser su sucesor, podemos decir que Obama es casi de lo mejor que ha tenido Estados Unidos como presidente. Trump dice que el Acuerdo de París es un peligro para los intereses comerciales y económicos de su país y que lo primero que hará si llega a la Casa Blanca será retirarse del mismo. Estamos en una situación paradójica, con Obama y su falta de ambición al frente del primer país emisor de CO2 del mundo, que va a parecer un ángel en comparación con lo que viene detrás.
Imagino que está al tanto de los protocolos contra la contaminación en Madrid. El Ayuntamiento se plantea limitar la circulación en el centro de la capital sólo a residentes. Sin embargo, a menudo estas propuestas finalmente no se llevan a cabo. ¿Hay miedo a dar pasos en este sentido?
Hay miedo al cambio, a mudar de costumbres, porque el sistema de transporte que tenemos en Madrid está basado en el coche individual. Este es un proceso a largo plazo en el que tenemos que educarnos de forma diferente sobre transporte y también poner a disposición más restricciones, que son necesarias a corto plazo, para después a medio plazo implantar un sistema de transporte basado primero en el peatón, y después en la bici y en el transporte público. Me consta que el equipo de Manuela Carmena, con apoyo de Equo, está en este camino. Es una cuestión de justicia con la gente trabajadora, que es la que tiene menos recursos, menos acceso a un medio ambiente de buena calidad. Y al mismo tiempo también es justicia con el planeta y las generaciones futuras porque tendremos un Madrid con menos contaminación.
¿Por qué en España, a diferencia de países como Francia, Dinamarca o Alemania, no hay un partido verde independiente y fuerte?
No estoy al 100% de acuerdo con ese diagnóstico porque con la aparición de Equo sí hemos dado un salto cualitativo importante. No vuelvo a las razones históricas de la debilidad del movimiento verde debido al franquismo, la transición democrática y la relación poco consistente con otros partidos de izquierda. Lo más importante es que ahora hay un partido que por fin ha llegado a las instituciones con más fuerza que nunca, con un diputado europeo, tres diputados en el Congreso, varios parlamentarios regionales y autonómicos y cien concejales a nivel estatal. Lo que tenemos que plantearnos ahora es cómo podemos dar un salto cualitativo más para conseguir llegar a esta gente que se considera ecologista, entre un 8% y un 10% en España, pero que no vota al partido ecologista. Tiene mucho que ver con la forma de entender y presentar la ecología como algo transversal que lo cambia todo: cambia las políticas económicas, las políticas de empleo, las sociales… Si somos capaces de transmitir la ecología como algo que va a ser el pilar del nuevo ciclo político, estoy seguro de que Equo no será ningún partido considerado pequeño, sino que será de primera línea.
Con Equo en el Congreso, ¿cuándo vamos a escuchar más voces ecologistas en el pleno?
Yo creo que ya están llegando. Ocurrió hace poco con las consultas con Felipe de Borbón. En las primeras celebradas en julio no estuvimos, pero en las segundas sí que hemos participado porque justamente hemos hecho esa reflexión de que se tiene que escuchar esa voz potente de la ecología política. Hemos dado un paso adelante importante y desde luego tenemos que pensar la ecología política como una fuerza que pueda hablar de igual a igual con el resto de socios de la confluencia.
Podemos h a ido moderando sus propuestas desde su nacimiento y finalmente apuesta por un reparto más equitativo de la riqueza, cambiar de modelo productivo… Pero siempre basándose en la idea de crecimiento económico, que entra en confrontación con los postulados ecologistas. ¿Cómo acomodan estos dos puntos de vista? ¿Existe ese debate?
Este es un debate entre algunos sectores de Podemos que apuestan por el crecimiento, otros que no lo hacen… Nosotros tenemos una visión muy clara: el crecimiento no es la solución, es un problema tanto a nivel social como ecológico. No compartimos con los compañeros de Unidos Podemos al 100% la matriz ideológica, lo cual es lógico porque si no seríamos el mismo partido, pero creo que hemos avanzado bastante. Y creo que la cuestión del crecimiento va a ser central en los próximos años porque Europa, sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial, se construye sobre el dogma del crecimiento, de la reconstrucción. El problema que tenemos ahora mismo, mas allá de cuestiones ideológicas, es que el crecimiento no va a volver, se ha terminado y tenemos que aprender a vivir sin él. El gran reto que tenemos como fuerzas progresistas transformadoras es ver qué tipo de políticas vamos a construir en la sociedad postcrecimiento. Si los partidos transformadores quieren aportar respuestas a la ciudadanía, tienen que tener respuestas en este marco. Creo que en ese sentido Equo y los verdes europeos vamos a aportar muchísimo.
Fuente: http://www.lamarea.com/2016/11/04/cambio-climatico-problema-tambien-una-oportunidad/
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