Campañas de pequeños productores y consumidores europeos lograron un resultado aunque parcial pero importante en su lucha por un futuro libre de glifosato: Una autorización temporal en Europa por ser este producto “probablemente cancerígeno”.
¿Y Bolivia QUÉ?
(nota de Maria Lohman, Bolivia 29 de julio de 2016)
A fines del mes de junio la Comisión Europea determinó sacar una nueva autorización o extensión de permiso por “sólo” 18 meses para productos que contienen glifosato (entre ellos el Roundup fabricado por Monsanto que está directamente ligado a las semillas transgénicas), “…a la espera de informes definitivos sobre sus efectos en la salud humana”.
CAMPAÑAS Y CONTRACAMPAÑAS
Pese al gigantesco aparato propagandístico de las empresas transnacionales de alimentos y químicos en universidades, medios y en las mismas esferas políticas, no lograron imponer una nueva autorización por otros 9 años. La renovación o suspensión fue debatida en los diferentes países europeos al calor de campañas y contracampañas y -al menos- el resultado demuestra que la conciencia en torno a los efectos dañinos de estos productos químicos ha ido creciendo.
COMPAS DE ESPERA
Mientras tanto, habrá un año y medio más de autorización (es decir, hasta el 31 de diciembre de 2017), para que Monsanto –principalmente- continúe con su agro/químico/negocio (que le rinde más de 4000 millones de dólares al año), con las fumigaciones con GLIFOSATO sobre todo en los cultivos de soya transgénica, pero también de maíz y otros productos como la coca (!), no sólo en Europa, sino también en Estados Unidos, Brasil, Argentina, Colombia, Bolivia y otros países donde los cultivos transgénicos requieren de estos productos tóxicos.
OMS: GLIFOSATO “PROBABLEMENTE CANCERÍGENO”
El glifosato es un componente presente en muchos herbicidas. Pero, pese a las denuncias de largos años desde los campos fumigados contra sus efectos nocivos en la tierra, el agua, la biodiversidad y en los mismos humanos, la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer, relacionada a la Organización Mundial de Salud (OMS), recién en marzo de 2015 informó que el glifosato es un “posible cancerígeno”.
Hoy, este informe es un instrumento de lucha para los “pueblos fumigados”, como expresan los médicos argentinos que luchan a favor de miles de hombres, mujeres y niños afectados por las fumigaciones con glifosato en campos de soya transgénica* (que requiere de este agrotóxico), donde abundan los casos de cáncer, deformaciones, autismo, enfermedades renales, alergias, alzheimer y abortos naturales.
El informe también es un instrumento de lucha para los consumidores que ingerimos residuos de estos agrotóxicos, que vienen junto a los cultivos transgénicos que sufrieron una manipulación genética y cuyos efectos para un gran grupo de científicos a nivel mundial SI son nocivos.
Este informe obviamente significa una amenaza para los intereses de Monsanto y sus empresas relacionadas. Se ha podido observar que invirtieron aceleradamente millones de dólares para ocultar estudios críticos al respecto, para hacer callar a los opositores, para comprar a universidades y científicos (hasta premios nobel), a medios de comunicación, universidades y centros de investigación.
EL INFORME MANIPULADO DE LOS AGROINDUSTRIALES
Nada casual que justo el 21 de mayo de este año -Día Mundial contra Monsanto, los Transgénicos y el Glifosato- apareció un informe con aire científico- basado en un estudio de la National Academy of Sciences de los EE.UU, en que se habla de que “..los transgénicos son 100% sanos” y también en otro informe de una Reunión Conjunta FAO/OMS sobre residuos de plaguicidas, que concluye que es “improbable que los usos actuales de glifosato en la agricultura suponga un riesgo de cáncer para humanos a través de la exposición a la dieta”. Estos informes fueron difundidos en todo el mundo.
¿Y BOLIVIA QUE?
En Bolivia no quedamos atrás.
Fueron los llamados “especialistas en agrobiotecnología” del Instituto Boliviano de Comercio Exterior, IBCE (institución privada creada en 1986 y dirigida por la CAO, ANAPO y otros empresarios agroindustriales) que utilizaron estos informes no sólo para defender a los cultivos transgénicos, sino para justificar el uso del glifosato, el agrotóxico que le acompaña, indicando que “…no es dañino para la salud”, sin siquiera hacer mención de los impactos negativos de las fumigaciones con glifosato, más allá de la “dieta”, reconocidos incluso por gobiernos como Colombia y otros gobiernos del mundo.
Y la mayoría de los medios masivos, antes de informar sobre las acciones de millones de productores y consumidores del mundo entero, que estuvimos aquel 21 de mayo en diversas campañas contra Monsanto, prefirieron ser voceros de los agroindustriales y sus informes pro-transgénicos y pro-glifosato.
¿CUÁL LA POSICIÓN DEL GOBIERNO?
A todas luces ha ido creciendo una alianza del gobierno con los agroindustriales, quienes van ganando cada vez mayor terreno en sus demandas por introducir paquetes de semillas transgénicas, acompañadas del glifosato:
• Desde el año 2005 los agroindustriales del Oriente gozan de una licencia (“Ley Veltzé”) para cultivar soya transgénica (acompañada siempre del glifosato), que en 10 años alcanzó a ser casi el 100% de la producción total de soya en el país (sobre un millón y medio de hectáreas). Pese a la nueva Constitución del año 2009 -que en su artículo 255, inciso 8 establece la “prohibición de importación, producción y comercialización de organismos genéticamente modificados y elementos tóxicos que dañen la salud y el medio ambiente”- esta Ley nunca fue revisada.
• En la “Cumbre Agropecuaria” de junio de 2015 los agroindustriales dieron un paso más para lograr abrir las puertas para lograr el permiso de la introducción de maíz transgénico (aparte del azúcar y algodón transgénicos), poniendo en peligro definitivamente las 77 variedades de maíz con que cuenta Bolivia (primer país del mundo) y cuyas semillas nativas están protegidas por la misma Constitución Política del Estado.
• Ante la Campaña Nacional “No quiero glifosato en mi plato” el gobierno prefirió mantener un silencio, evadiendo respuestas a preguntas obvias, considerando que Bolivia importa anualmente más de 12 millones de litros de glifosato.
Resulta por demás inquietante esta nueva situación de posible violación de los derechos de consumidores y productores, después de haber mantenido silencio durante los 10 años de su gobierno frente a la soya transgénica, las fumigaciones masivas con glifosato en el oriente y ahora también en el Chapare, en los mismos cultivos de coca.
Ahora, nuestra información inicial sobre la limitada autorización (18 meses) en la Unión Europa para el glifosato “…a la espera de informes definitivos sobre sus efectos sobre la salud humana”, cobra más que nunca importancia, considerando que lo que pasa allá tendrá mucho impacto sobre las políticas nacionales.
NUEVOS RETOS
Será demasiado importante que universidades, medios, políticos y activistas nos unamos en estos 18 meses para realizar un esfuerzo mancomunado por cuestionar, investigar, denunciar y realizar acciones ahí donde sobre todo el SUR sufre de los efectos negativos de esta substancia tóxica para la salud humana, para la biodiversidad y la economía del país.
Mientras Monsanto insiste en que “el glifosato es seguro, eficiente y rentable”, a los millones de consumidores y pequeños productores quedan muchas tareas para seguir avanzando en esa lucha por una vida libre de glifosato y de transgénicos; así lo indican en sus innumerables documentos, fotos, y entrevistas en las redes sociales decenas y decenas de grupos de acción, protesta y propuestas que se resumen a continuación:
- Difundir -hasta el cansancio- el documento de la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC) de la Organización Mundial de Salud – OMS, que mantiene al glifosato en la lista 2A, de principios activos que “se clasifican como probables cancerígenos para los seres humanos”.
- Denunciar y solidarizarse con los “pueblos fumigados” del continente y del mundo.
- Informar a los consumidores sobre los peligros de los agrotóxicos – especialmente el glifosato y la amenaza de perder cada vez más nuestra soberanía alimentaria, nuestros choclos, tamales, el somo, las humintitas y calditos de maíz, el pan de maíz, la chicha.
- Cuestionar este modelo agroexportador que solo beneficia a los empresarios agroindustriales del Oriente, engordando al ganado de China y Europa y cargando “biocombustibles” a los autos del norte (usando cultivos transgénicos y glifosato).
- Vigilar –junto a los millones de activistas europeos- los pasos de la Agencia Europea de Productos Químicos (ECHA), encargada de sacar un informe definitivo sobre el glifosato y sus efectos para que la Unión Europea pueda alargar o retirar el permiso para el uso de este herbicida.
- Unirse a la organización Greenpeace de exigir durante el plazo ahora concedido de “autorización del glifosato” (en Europa), para que los gobiernos “pongan en marcha restricciones para evitar la exposición a ciudadanos y trabajadores a este herbicida, la prohibición de los usos no profesionales dentro o cerca de parques públicos, zonas de juegos infantiles, jardines y en el uso de prácticas de desecación o para adelantar la cosecha de los cultivos”.
- Hacer seguimiento a las Campañas contra Monsanto (posiblemente mañana de propiedad de Bayer, con quien hoy por hoy están en negociaciones; ¡una “danza de millones” entre transnacionales!)
- Estudiar en forma permanente sobre el tema del glifosato y los transgénicos en:
FACE: No Quiero Transgénicos en Bolivia
FACE: Bolivia Libre de Transgénicos
FACE: Si a la Vida. No al Glifosato
*Maria Lohman es responsable de Somos Sur e integrante de la Plataforma Bolivia Libre de Transgénicos - maria@somossur.net
----------------------------------------
*La soya es el mayor cultivo transgénico del mundo. En Brasil ya son 40 millones de hectáreas, en Argentina 30 millones y en Bolivia ya hay 1,5 millones de hectáreas)
Para mayor información comunicate con nosotr@s al mail: madalbo@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario