Entrevista a Manolis Kogevinas, epidemiólogo
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Manolis Kogevinas es uno de los epidemiólogos, residente en España, que más ha estudiado la exposición laboral a cancerígenos. Ya en 2005 colaboró con ISTAS dirigiendo un estudio pionero que estimaba los casos de cáncer laboral en España y ponía cifras al escandaloso subregistro existente. En la actualidad es codirector del Centro de Investigación de Epidemiología Ambiental (CREAL), centro aliado de ISGlobal, pionero en la investigación de las causas medioambientales de la enfermedad. pEx podía haberle entrevistado en cualquier momento de la última década, pues su trabajo ha sido clave en la visualización del cáncer laboral en España, pero lo hacemos ahora atraídos por su último trabajo con Consol Serra y Anastasia Maltseva sobre los casos de cáncer de vejiga en una fundición de aluminio ubicada en el municipio barcelonés de Santa Margarida i Monjós.
-Ocupational Medicine acaba de publicar una investigación en la que ustedes muestran la relación entre la antigua fundición de AGMA y el cáncer de vejiga de sus trabajadores. ¿Puede explicarnos en qué ha consistido el trabajo?
-Muchos de los habitantes del pueblo trabajaban en esta fábrica que ya hace años que está cerrada. Entre la sociedad civil y los trabajadores había la sospecha de que existía un vínculo entre la fábrica y la mortalidad por cáncer. Esto pasa muchas veces, y después haces una investigación y los datos no son concluyentes porque la mortalidad por cáncer es elevada en la población española, un tercio de las muertes no traumáticas, es decir, que hay bastantes casos de cáncer en cualquier entorno. Sin embargo, parecía que había algo más en este caso y con Consol Serra, que dirige el Centro de Investigación de Salud Laboral de la Universitat Pompeu Fabra (UPF), y Anastasia Maltseva, una de las estudiantes del Máster de Salud Laboral de la UPF, planteamos esta investigación. Localizando a todos los trabajadores de la fundición en el municipio hemos podido construir la cohorte, aproximadamente de unos 100 trabajadores. Hemos comparado su mortalidad y la incidencia del cáncer de vejiga con las de la población en general y hemos encontrado que la incidencia es tres veces superior, y la mortalidad, seis veces superior a la existente en la población en general. Este aumento del cáncer de vejiga no se puede explicar por el tabaquismo, que es el primer argumento que se suele utilizar desde la industria, se dice: “los trabajadores fuman más que la población en general”. Eso es cierto, pero calculamos el efecto del tabaco y podía explicar una parte muy pequeña del aumento de la incidencia y la mortalidad por cáncer de vejiga. La explicación más probable de estas cifras inusualmente altas es la exposición a cancerígenos en el trabajo.
-¿El cáncer de vejiga es uno de los primeros que se asociaron, junto con el amianto, a exposiciones en el trabajo?
-Sí. Las aminas aromáticas que se utilizaban en muchas industrias como las del caucho o tintes han provocado exposiciones tremendas. Por ejemplo, antes de 1950, nos encontramos con departamentos enteros, lugares donde todos los trabajadores se veían afectados por cáncer de vejiga. En la actualidad, en Europa, la exposición a muchas aminas aromáticas se ha limitado, pero tenemos exposición a hidrocarburos poliaromáticos en muchas industrias, o como ocurre con la fundición secundaria de aluminio, que es el caso de AGMA, una exposición combinada a cancerígenos que resulta ser mortal como la inhalación de sílice, potasio, magnesio, cobre, hierro y titanio o la exposición a disolventes. Los trabajadores del metal tienen mayor probabilidad que el resto de la población de padecer un cáncer de vejiga, es algo que está plenamente corroborado por estudios con cohortes muy amplias, tanto en Europa como en EEUU.
-En 2005, para estimar el cáncer laboral en España, usted consideró, en base a la literatura científica, que el 4% de la totalidad de los casos de cáncer tiene su origen en exposiciones laborales. Diez años después, ¿ese porcentaje sigue siendo válido para realizar estimaciones?
-Sí. Recientemente Lesley Rushton y sus colaboradores han estudiado la incidencia del cáncer laboral en Inglaterra y han vuelto a obtener que un 4% de cánceres tiene su origen en exposiciones ocupacionales. Y es sorprendente, pues esperaríamos que con todo lo que se ha hecho en prevención ese porcentaje se hubiera reducido. Es verdad que los ingleses tienen mucha más exposición al amianto que nosotros porque lo utilizaron mucho más. Es cierto que el amianto todavía está ahí y que la latencia de los mesoteliomas y los cánceres de pulmón es muy larga y pueden estar manifestándose ahora. Sin embargo, lo que esperaríamos es que ese porcentaje se hubiera reducido adoptando medidas preventivas. La verdad es que con todo lo que sabemos sobre el cáncer laboral deberíamos poder prevenirlo mucho más.
-¿Sabemos mucho?
-Sí. Sabemos mucho sobre las causas del cáncer laboral. Mucho. Así que si sabemos las causas, deberíamos poder prevenirlo mucho mejor. Hay una descompensación enorme entre el conocimiento científico y la prevención. Y esto es algo que ha de quedar claro para los trabajadores y para las empresas. Hay que llegar a un gran consenso para prevenir esta enfermedad.
-Pues parece que estamos lejos del reconocimiento del problema por parte de las Administraciones. No sé si sabe que en 2015, la Administración reconoció solo 23 cánceres de origen laboral en toda España, la mitad que en 2014. Eso sí, casi cuatro veces más que en 2003, cuando usted realizó su trabajo sobre el cáncer laboral en España. ¿Qué le parece?
-Esas cifras son ridículas. Es completamente inaceptable ese subregistro. El problema es que si no identificas el problema la gente piensa que no existe. Hace unos meses, en unas jornadas, me encontré con personas con responsabilidades en la Generalitat de Catalunya que no veían un problema en los cánceres laborales, simplemente porque no habían pensado que podríamos tener una infradeclaración tan brutal. Podemos discutir si son 4.000 o 13.000 los cánceres de origen laboral en España, podemos hablarlo, pero claro, cuando identificas 23, es inaceptable. Y es verdad que es difícil identificar el origen de todos los cánceres, sencillamente no se puede en todos los casos, pero incluso si identificáramos solo el 10% de los existentes, estaríamos hablando de unos miles de casos.
-¿Qué piensa al ver que la situación del infrarregistro no ha mejorado sustancialmente en diez años?
-Pienso que nos tenemos que mover mucho más todos: los investigadores, los médicos, la Administración, los trabajadores, la prensa... No hay otra manera de cambiar la situación. Se está haciendo un trabajo interesante en el Hospital del Mar, desde la Unidad de Salud Laboral que dirige Consol Serra. Están intentando que cada vez que un médico tiene una duda sobre si un caso tiene relación con exposiciones laborales a cancerígenos, remita su consulta a esta unidad y desde allí se investiga. El sistema está dando resultados y desde ahí se están identificando más casos. Lo que está claro es que son necesarias actuaciones a gran escala: si se están identificando 23 casos y tenemos más de 6.000, es evidente que el sistema no funciona y tenemos que hacer algo. Hay más muertes por cáncer laboral que por accidentes de trabajo y, sin embargo, hay mucha menos conciencia porque son invisibles. El accidente sucede en el lugar del trabajo, pero el cáncer se detecta en la consulta médica; por eso es muy necesario hacer un trabajo muy serio de información y sensibilización. Son importantes también iniciativas como las que está llevando Jaume de Monserrat en el Institut de Seguretat i Salut Laboral de la Generalitat de Catalunya con el CAREX-CAT, un sistema de información sobre la exposición laboral a cancerígenos que sigue el modelo del sistema CAREX internacional y que puede ayudar a los médicos a identificar casos de cáncer laboral, pues de manera inmediata les informa de qué cánceres están asociados a qué exposiciones.
Fuente original: http://www.istas.net/pe/articulo.asp?num=73&pag=20&titulo=Sabemos-tanto-del-cancer-laboral-que-deberiamos-poder-prevenirlo-mucho-mas
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