Ecoportal
“Hace apenas unos días Repsol estrenó un spot publicitario cuyo slogan no solo resulta sintáctica y terminológicamente incorrecto, sino que con los antecedentes que arrastra la empresa, parece francamente un chiste (y de muy mal gusto): Energía sostenible.”
Una tomadura de pelo
La palabra sostenible está tan de moda y es tan “políticamente correcta” que se la usa para todo y de las maneras más insólitas que se puedan imaginar. Sostenible según la Real Academia: es una acción que se puede mantener en el tiempo sin que se agoten los recursos empleados o se causen daños medioambientales.
Así que para empezar energía sostenible es algo que No Existe, en todo caso se podría hablar de producción de energía de forma sostenible, cosa que todo el mundo sabe que NO hace Repsol; mucho morro tiene solo con insinuarlo (y encima hacerlo mal).
Negro historial mundial
Hablamos de una compañía que cuenta con un nutrido y vasto historial de atropellos medioambientales y a los Derechos Humanos en los diversos países donde opera, que afectan a miles de personas y que ha destruido (y lo sigue haciendo con más impunidad que control) importantes ecosistemas de forma irreversible, como la Amazonía, los bosques africanos, el altiplano boliviano y la Patagonia.
La única certeza que se tiene respecto a Repsol es que resulta una empresa insegura, a la que solo le mueve el afán de ganar dinero sin importarle los costos en vidas humanas ni en daños ecológicos, que destina un presupuesto insuficiente e ineficaz a la prevención de accidentes, que gestiona los riesgos de la peor forma posible, que se auto denomina “verde” pero tiene una política ambiental pésima y que allí donde instalan sus factorías siembra muerte y destrucción. Para muestra basta un botón.
Repsol en Tarragona
En Tarragona, la petroquímica de Repsol es la responsable de los numerosos vertidos de fenoles que se volcaron al Río Francolí, de los periódicos y recurrentes derrames de hidrocarburos sobre las riberas y de los innumerables casos de cáncer y de enfermedades respiratorias que padecen los vecinos de la fábrica de Pobla de Mafumet.
Hasta ahora solo se ha comprobado un caso a nivel judicial de cáncer provocado por la entidad, el de un trabajador de una empresa subsidiaria que padecía de linfoma folicular y que según dictaminó el Juzgado Soc. Nº1 de Tarragona se debe a causas laborales, lo cual implica una seria irresponsabilidad de la empresa en cuanto a las medidas de prevención de salud laboral que se tomaron.
Casi nulo control
Lo que más indigna es que la Generalitat se compromete a mucho pero luego se escuda en las normativas de la UE. Un caso claro es el control de las fuertes emisiones de gases contaminantes, de las que solo hay que pasar cerca de las plantas para comprobar in situ la irrespirabilidad del aire circundante.
Los controles de dicho aire que hace la Generalitat se limitan al Benceno (del que se encontró una cifra 10 veces mayor que la cantidad permitida) ya que es lo que indica la UE, pero hay más de 160 compuestos que se encuentran en el enrarecido aire, que son insalubres y que quien se ha tomado la molestia de medirlos ha comprobado que superan los parámetros considerados “normales”.
Un ejemplo es el compuesto llamado 1.3 Butiadeno, un subproducto de la destilación del petróleo que se emite cuando se fabrican plásticos y caucho o gomas sintéticas para neumáticos, calificado por la IARC como cancerígeno (no probable sino efectivamente carcinógeno) y del que se encontraron en el aire, niveles que decuplican lo permitido.
Dichas mediciones las ha llevado a cabo la Universidad de Cataluña a pedido de las fuerzas vivas de los municipios involucrados, cansados de respirar veneno y de que las autoridades que se entiende deberían responsabilizarse del tema, demostraran no solo incompetencia, sino una absoluta falta de interés en dar respuestas y en buscar soluciones reales.
La Generalitat aduce que no es posible ubicar la fuente específica de dicho componente, lo cual ha dejado de boca abierta a sus interlocutores, que se preguntan si lo que mueva a esa respuesta es la pasividad, la connivencia o la ineptitud.
Por su parte, Repsol admite que sus factorías de plásticos (en Tarragona se produce más del 40 % de la demanda del país) producen dicho compuesto, pero explican que la vigilancia y el control son exhaustivos dentro de la planta, por lo que les causaba “sorpresa” la presencia del mismo fuera de ella.
Una reflexión final
Los índices de cáncer en las zonas aledañas a las factorías de Repsol en todo el mundo se disparan, lo mismo que el agravamiento de enfermedades respiratorias y de alergias, el aire circundante está enrarecido siempre, se ven llamaradas “quemando” quién sabe qué residuos provenientes de las chimeneas y los suelos cercanos están irremediablemente contaminados.
¿Es que tiene que morirse efectivamente la gente para que alguien mueva un dedo, mientras la empresa hace autobombo mediático de sostenibilidad y firma acuerdos para patrocinar los Juegos Mediterráneos? ¿Qué es lo que están esperando todos los que de una u otra manera están siendo cómplices del desastre medioambiental y de la degradación de la salud de los trabajadores y vecinos?
No es posible que solo un puñado de vecinos, un par de medios de comunicación responsables y algunas ONG´s se preocupen de denunciar estos hechos, más que comprobados, mientras que las autoridades pertinentes, la mayoría de los proveedores y quienes defienden que “dan trabajo” sigan mirando para otro lado, con tal de sacar tajada económica o no “meterse en problemas”.
Fuente: http://www.ecoportal.net/Eco-Noticias/Repsol-mata-lentamente-y-nadie-se-queja
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