Ante la crisis climática el sistema busca aprovechar las salidas para continuar con su hegemonía.
Una de las acciones que pone en marcha este modelo ante las problemáticas que el mismo produce, es proponer soluciones al final de tubería que no buscan ir al fondo del problema; a la raíz de la causa, si no llevar acciones que no son sino falsas soluciones encaminadas a fortalecer al sistema, socializando los costos con las comunidades humanas y los ecosistemas centralizando las ganancias económicas en unas cuantas personas, grupos, gobiernos y/o corporaciones transnacionales. Los Mercados de Carbono para “resolver” la crisis climática desde el mismo enfoque sistémico; sin una verdadera critica a las causas-raíz de esta crisis es el ejemplo más tangible de estas soluciones al final de tubería que no son sino un engaño más que su único objetivo es seguir perpetuando un modelo que está en franca decadencia y el cual ha superado sus propios límites.
Es común escuchar en los medios de comunicación hablar del Cambio Climático y sus consecuencias. Nos hablan de esto cada temporada de huracanes y nos presentan las afectaciones o los desastres como parte de la problemática; de vez en cuando nos presentan reportajes del deshielo de los polos, en fin, el bombardeo mediático de los medios se ha instalado en el imaginario colectivo y es común que las personas en la calle hablen del Cambio Climático; pero solo hablan de las consecuencias más visibles, las que permiten mantener este fenómeno en un nivel de culpabilidad compartida entre gobiernos, empresas y ciudadanía. Cuando hablan de sus causas no mencionan a los principales culpables; al contrario, los ocultan en un enredado donde los que tenemos que hacer algo para detener la crisis climática somos la ciudadanía. El sistema con su modelo de producción-consumo no aparece por ningún lado cuando los medios hablan de Cambio Climático; con la excepción de sus falsas soluciones que les permiten avanzar en la extracción y privatización de los bienes naturales y por consiguiente comunes. Esto lo hacen mediante mecanismos que permiten al sistema “maquillarse” como un sistema sustentable, social y ambientalmente responsable impidiendo con esto que las comunidades se involucren de forma local para poner en marcha verdaderas alternativas autogestivas y autónomas ante la crisis sistémica. Mientras que desde los gobiernos y las corporaciones; la idea de resolver los problemas tienen que venir desde arriba con una perspectiva global. Cada vez se hace más necesario una visión local, ecosistémicas que involucre al trabajo de las propias comunidades afectadas en la soluciones de estas problemáticas.
La crisis climática no es sino uno más de los síntomas que presenta un modelo de producción-consumo basado en la extracción desmedida de los bienes comunes; de la privatización de territorios; de la violación constante de los Derechos Humanos básicos a las comunidades afectadas por este modelo; un síntoma como muchos otros que nos han llevado más allá de los límites que el planeta puede soportar antes de convertirse en un espacio sin nada que ofrecer; estos síntomas que no son más que productos de la ambición, del poder que mantienen el uno por ciento de la población humana sobre el resto de nosotras y la naturaleza y el cual poco a poco comienza a resquebrajarse mostrando espacios de resistencia y de acción comunitaria.
Ante la crisis sistémica que vivimos; misma que intenta ocultarse tras sus soluciones de final de tubería sin cuestionar de raíz las causas de dicha crisis, no queda más que apostar por la organización comunitaria, horizontal, incluyente partiendo de los principios básicos de comunalidad y enfoques ecosistémicos, de apoyo mutuo; estas son la base no solo de resistencia, sino como el inicio de nuevas formas de relacionarnos entre nosotras y el planeta.
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