viernes, 16 de octubre de 2015

TIQUIPAYA, LA CUMBRE DEL SHOW.



Por Donovan Osorio Suárez*


No voy a comenzar reflexionando o criticando a cerca del por qué estas cumbres son la cúspide de la retórica, demagogia e hipocresía mundial y nacional respecto a estos temas “ambientales”, sino que aquellos que critican  con justas razones al capitalismo mundial como una de las causas del cambio climático, pero que también subestiman los aportes de los países “pobres”, “subdesarrollados”,  “en “vías de desarrollo”, del “sur”, al mentado calentamiento global, como Bolivia,  que abandera y apropia la difusión de los derechos de la madre tierra, pero que depende de la renta  de la exportación de materias primas proveniente de la explotación, que deviene de la demanda de recursos naturales de los poderes transnacionales y nacionales, que en nuestro país causa grandes problemas socioambientales; cambios del uso del suelo y aguas, siendo estas las principales fuentes de gases de efecto invernadero, y causas que aportan  al calentamiento global,  por ejemplo nuestras ciudades, paradigmas de desarrollo que imitan y dependen del “desarrollo” de los países ricos, capitalistas y socialistas del “norte” del planeta, y sus empresas transnacionales, que definitivamente va contra el discurso y paradigma del “buen vivir”.

Más bien intento desnudar las relaciones de poder existentes en torno al Cambio Climático, para dejar en evidencia que no sólo los países “ricos” sino también en los “pobres”, este problema no es más que motivo para sugestivas poses discursivas.

Cambio climático es principalmente un problema político. No se trata tan sólo de cuantificar las emisiones de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero, tampoco es suficiente identificar las mayores fuentes de contaminación en general, sino precisar quiénes y por qué razones los emiten, o más aún, precisar quiénes evitan su resolución y por qué.
Mientras tanto las discusiones en este tipo de cumbres, conferencia y foros, se debaten y reducen prácticamente a propuestas encaminadas a quien tiene más culpa, si los ricos o los pobres, si cuantos grados centígrados, o partes por millón de gases de efecto invernadero, más o menos,  serán el límite para la catástrofe climática sin retorno.

Prima la soberbia de los países más consumistas y derrochadores del planeta, que emiten más gases de efecto invernadero, pero los países “pobres” del “sur” buscan que los daños del “desarrollo” del norte, -nuestra imitación y complicidad con la misma, y que le llamarán “derecho al desarrollo” en la COP 21 de este noviembre en Francia-  sean compensados con dinero,  para los ricos;  mercados de carbono de la economía verde,  consiste en pagar a los contaminadores por dejar de contaminar, algo parecido al mecanismo de la mafia, a la cual había que pagarle para estar “protegido” de ella misma. Es decir, legalizaría la contaminación atmosférica. En otras, los países ricos ganarán por contaminar; pagando algo de dinero para que los pobres supuestamente fijen y almacenen el dióxido de carbono emitido en el norte y que el sur fijará o almacenará en sus bosques, mientras los países “pobres” suministren los insumos necesarios para ello, seguir contaminando, pues más o menos una molécula de dióxido de carbono pueden ser millones de dólares de ganancias o pérdidas, pero darles “derechos al desarrollo” a los pobres exportando materias primas que se vuelven gases de efecto invernadero, empobreciendo, contaminando suelos y aguas en el sur. Para los pobres; supuestamente luchando por derecho y justicia se crearía un tribunal de justicia climática para que los países ricos compensen a los pobres como resultado de alguna violación, es decir medidas mitigadoras, no precautorias. Gana el Capitalismo.

Contener el cambio climático y sus efectos no pasa por denostar y maldecir el capitalismo. Aunque razones sobren para ello, eso está bien sólo para foros como el de las Naciones Unidades y las cumbres como Tiquipaya, o la COP 21, en realidad, de lo que se trata es de superar las formas de organización social y económica que han causado el problema.

En este sentido también debería impulsarse las experiencias de producción agrícola local y comunitaria, apuntalar su sustentabilidad y potenciarlas, que este tipo de actividades agrícolas no coticen en Wall Street, no significa que no puedan alimentar a la humanidad entera. Al mismo tiempo se debería estimular la investigación de energías “limpias” y renovables,  y promover su sustitución paulatina en todos aquellos aspectos donde se ha demostrado que son más económicas y viables que los combustibles fósiles, sobre todo si se toma en cuenta el ciclo completo de producción y desecho, y se internalizan los costos ambientales de extraer, refinar y utilizar hidrocarburos. Sin embargo, este tipo de agricultura y el uso de energías renovables implican y exigen que optemos por un tipo de vida y relacionamiento social distinto al desarrollismo y consumismo capitalista. Por lo tanto la exportación de energía proveniente de mega represas, también son contraproducentes ya que generan metano, gas de efecto invernadero, generan graves impactos socioambientales, quedando descartadas si vamos a ser fieles al discurso pachamamista, así también quedan fuera la obsoleta energía nuclear, que cada vez mas,  en el “norte”, es desechada, en Bolivia, por principio precautorio y consecuencia con el discurso nacional en foros internacionales deberíamos evitar y debatir estos temas mas en casa con una fuerte carga de auto crítica.

Lamentablemente, este tipo de medidas y opciones, perfectamente viables, no cristalizan ni se generalizan porque la economía mundial y las relaciones internacionales están estructuradas para precautelar los intereses de una cuantas transnacionales; así como las economías nacionales y locales, las relaciones sociales entabladas a su alrededor, están ordenadas para favorecer a los grupos sociales entroncados con dicho orden, como las antiguas y nuevas elites corporativas bolivianas Por este motivo, urge planificar la economía y embridar el libre desenvolvimiento de los intereses privados con visión y misión comunitaria; no sólo con el fin de potenciar los caminos y opciones señaladas para contrarrestar el cambio climático, sino también para reorganizar la sociedad y la economía en función de los intereses colectivos de la humanidad. Suma a la contradictoria realidad el empecinamiento gubernamental por instalar una planta nuclear, comprar armamento e impulsar mega obras improvisadas eludiendo transparentar la información, los estudios medioambientales correspondientes y el debate plural sobre estos asuntos.

El giro neo-extractivista de Bolivia se traduce en la autorización para exploración y explotación hidrocarburifera en áreas protegidas y la ampliación de la frontera agrícola para transgénicos. Lo hacen sin sonrojarse siquiera, con el cinismo propio de subestimar a propios más que a extraños. ¿Será porque según el Gobierno las áreas protegidas son un invento gringo e imperial?, ¿Será por eso que desdeñamos las auditorias petroleras de Mariaca? Se nota por el borrón y cuenta nueva a las petroleras de ex ministro de hidrocarburos Gutiérrez, luego ¿sobreviene la entrega de las áreas protegidas a las transnacionales?, o el olvido de nacionalizar las áreas protegidas propuesta por el gobierno del MAS y SERNAP en agosto del 2006??

Según expertos, la agenda internacional frente al inexorable cambio climático, apunta a  la necesidad de reducir el porcentaje de emisiones derivadas de la explotación de recursos energéticos y de la deforestación acelerada. Al respecto ¿cómo andamos por casa?
La deforestación en Bolivia preocupa. Bajo el argumento de que no queremos ser los “guardabosques” del planeta proponemos la ampliación de la frontera agrícola para monocultivos extensivos de transgénicos y coca, cediendo a la presión sobre la tierra de empresarios de la agroindustria y de campesinos “interculturales” cocaleros que avasallan parques y bosques impunemente.

Considero que en estos 10 años se nos negó la oportunidad para debatir y crear políticas que sean coherentes y precautorias relativo a la necesidad de “desarrollar” e industrializar, y la de proteger nuestros ecosistemas, sobre todo las funciones ambientales que contribuyen al formación de suelos y agua saludables. El retroceso en este campo ha sido notable y proporcional a la pérdida de credibilidad del Gobierno en estos asuntos.  Tras el montaje del show, escenas, retórica y discursos,  en Bolivia prevalece el reino de la informalidad e improvisación,  que como en tiempo coloniales, los “espejitos” encandilan a gobernantes y gobernados cual Felipillo y Malinches.

La cumbre estuvo organizada en 12 mesas de trabajo y una casi extraoficial, la 18, que fue la contestaría a todas las mesas oficiales. Esta mesa estuvo conformada por las organizaciones sociales, urbanas e indígenas, Comcipo, Conamaq, APG, Condecob y otras 20 organizaciones; resolvió la unidad para impulsar la campaña por el NO a la reelección, no a la derecha tradicional, expulsión de las transnacionales, fin del latifundio, no al modelo extractivista neoliberal.

Los puntos de vista de la mesa 18 con mucho realismo fueron expuestos por Pablo Solón, ex embajador ante las Naciones Unidas, quien dijo que Bolivia “pierde su credibilidad” a nivel internacional debido a que las propuestas que planteó en la anterior Conferencia no están siendo respaldadas con medidas coherentes a nivel interno”. Pero hasta el 1 de octubre de este año, sólo 148 países miembros de las Naciones Unidas presentaron la propuesta de contribución a la reducción de emisiones, “es lo que ellos van a reducir, pero bajo la lógica voluntaria” y no obligatoria. A pesar de ser una propuesta “voluntaria”, Bolivia fue uno de los países que no presentó su documento a pesar de tener una conferencia, Bolivia no ha presentado su propuesta y el tema principal en el país, en cuanto a emisiones, no es combustibles fósiles, sino es la deforestación.

La política que adoptó el Gobierno de Evo Morales es “muy contradictoria, ya que nos muestra que en realidad el compromiso interno no es un compromiso fuerte” de preservar y respetar los derechos de la Madre Tierra, como profesa a nivel internacional. La principal causa del cambio climático en Bolivia es la deforestación y los compromisos asumidos del Gobierno de incentivar esta práctica mediante la ampliación de la frontera agrícola e hidrocarburífera. Lo mismo ocurre con las megas represas, generadoras de grandes cantidad de metano, un gas de efecto invernadero más efectivo que el dióxido de carbono. Una prueba clara de lo anterior son los acuerdos de la Cumbre Agropecuaria de este año, que planteó ampliar la frontera agrícola y ganadera en un millón de Has, por año y convertirnos en exportadores de energía

En estas cumbres y foros los gobernantes latinoamericanos progresistas de izquierda no están trabajando por cambiar la raíz del problema, sino por obtener mejores posiciones en el tablero mundial de las relaciones y el poder mundiales, como cualquier otro gobierno de derecha.


*Biólogo y Activista
La Paz, 15 de octubre 2015


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