Por
Donovan Osorio Suárez*
No
voy a comenzar reflexionando o criticando a cerca del por qué estas cumbres son
la cúspide de la retórica, demagogia e hipocresía mundial y nacional respecto a
estos temas “ambientales”, sino que aquellos que critican con justas razones al capitalismo mundial como
una de las causas del cambio climático, pero que también subestiman los aportes
de los países “pobres”, “subdesarrollados”, “en “vías de desarrollo”, del “sur”, al
mentado calentamiento global, como Bolivia, que abandera y apropia la difusión de los
derechos de la madre tierra, pero que depende de la renta de la exportación de materias primas
proveniente de la explotación, que deviene de la demanda de recursos naturales
de los poderes transnacionales y nacionales, que en nuestro país causa grandes problemas
socioambientales; cambios del uso del suelo y aguas, siendo estas las
principales fuentes de gases de efecto invernadero, y causas que aportan al calentamiento global, por ejemplo nuestras ciudades, paradigmas de
desarrollo que imitan y dependen del “desarrollo” de los países ricos, capitalistas
y socialistas del “norte” del planeta, y sus empresas transnacionales, que
definitivamente va contra el discurso y paradigma del “buen vivir”.
Más
bien intento desnudar las relaciones de poder existentes en torno al Cambio
Climático, para dejar en evidencia que no sólo los países “ricos” sino también
en los “pobres”, este problema no es más que motivo para sugestivas poses
discursivas.
Cambio
climático es principalmente un problema político. No se trata tan sólo de
cuantificar las emisiones de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero,
tampoco es suficiente identificar las mayores fuentes de contaminación en
general, sino precisar quiénes y por qué razones los emiten, o más aún,
precisar quiénes evitan su resolución y por qué.
Mientras
tanto las discusiones en este tipo de cumbres, conferencia y foros, se debaten
y reducen prácticamente a propuestas encaminadas a quien tiene más culpa, si
los ricos o los pobres, si cuantos grados centígrados, o partes por millón de
gases de efecto invernadero, más o menos, serán el límite para la catástrofe climática
sin retorno.
Prima
la soberbia de los países más consumistas y derrochadores del planeta, que
emiten más gases de efecto invernadero, pero los países “pobres” del “sur”
buscan que los daños del “desarrollo” del norte, -nuestra imitación y complicidad con la misma, y que le llamarán
“derecho al desarrollo” en la COP 21 de este noviembre en Francia- sean compensados con dinero, para los ricos; mercados de carbono de la economía verde, consiste en pagar a los contaminadores por
dejar de contaminar, algo parecido al mecanismo de la mafia, a la cual había
que pagarle para estar “protegido” de ella misma. Es decir, legalizaría la
contaminación atmosférica. En otras, los países ricos ganarán por contaminar;
pagando algo de dinero para que los pobres supuestamente fijen y almacenen el
dióxido de carbono emitido en el norte y que el sur fijará o almacenará en sus
bosques, mientras los países “pobres” suministren los insumos necesarios para
ello, seguir contaminando, pues más o menos una molécula de dióxido de carbono
pueden ser millones de dólares de ganancias o pérdidas, pero darles “derechos
al desarrollo” a los pobres exportando materias primas que se vuelven gases de
efecto invernadero, empobreciendo, contaminando suelos y aguas en el sur. Para
los pobres; supuestamente luchando por derecho y justicia se crearía un
tribunal de justicia climática para que los países ricos compensen a los pobres
como resultado de alguna violación, es decir medidas mitigadoras, no
precautorias. Gana el Capitalismo.
Contener
el cambio climático y sus efectos no pasa por denostar y maldecir el
capitalismo. Aunque razones sobren para ello, eso está bien sólo para foros
como el de las Naciones Unidades y las cumbres como Tiquipaya, o la COP 21, en
realidad, de lo que se trata es de superar las formas de organización social y
económica que han causado el problema.
En
este sentido también debería impulsarse las experiencias de producción agrícola
local y comunitaria, apuntalar su sustentabilidad y potenciarlas, que este tipo
de actividades agrícolas no coticen en Wall Street, no significa que no puedan
alimentar a la humanidad entera. Al mismo tiempo se debería estimular la investigación
de energías “limpias” y renovables, y
promover su sustitución paulatina en todos aquellos aspectos donde se ha
demostrado que son más económicas y viables que los combustibles fósiles, sobre
todo si se toma en cuenta el ciclo completo de producción y desecho, y se
internalizan los costos ambientales de extraer, refinar y utilizar
hidrocarburos. Sin embargo, este tipo de agricultura y el uso de energías
renovables implican y exigen que optemos por un tipo de vida y relacionamiento
social distinto al desarrollismo y consumismo capitalista. Por lo tanto la
exportación de energía proveniente de mega represas, también son
contraproducentes ya que generan metano, gas de efecto invernadero, generan
graves impactos socioambientales, quedando descartadas si vamos a ser fieles al
discurso pachamamista, así también quedan fuera la
obsoleta energía nuclear, que cada vez mas, en el “norte”, es desechada, en Bolivia, por principio
precautorio y consecuencia con el discurso nacional en foros internacionales deberíamos evitar y debatir estos temas mas en casa con una fuerte carga de auto crítica.
Lamentablemente,
este tipo de medidas y opciones, perfectamente viables, no cristalizan ni se
generalizan porque la economía mundial y las relaciones internacionales están
estructuradas para precautelar los intereses de una cuantas transnacionales;
así como las economías nacionales y locales, las relaciones sociales entabladas
a su alrededor, están ordenadas para favorecer a los grupos sociales
entroncados con dicho orden, como las antiguas y nuevas elites corporativas
bolivianas Por este motivo, urge planificar la economía y embridar el libre
desenvolvimiento de los intereses privados con visión y misión comunitaria; no
sólo con el fin de potenciar los caminos y opciones señaladas para
contrarrestar el cambio climático, sino también para reorganizar la sociedad y
la economía en función de los intereses colectivos de la humanidad. Suma a la
contradictoria realidad el empecinamiento gubernamental por instalar una planta
nuclear, comprar armamento e impulsar mega obras improvisadas eludiendo
transparentar la información, los estudios medioambientales correspondientes y
el debate plural sobre estos asuntos.
El
giro neo-extractivista de Bolivia se traduce en la autorización para
exploración y explotación hidrocarburifera en áreas protegidas y la ampliación de
la frontera agrícola para transgénicos. Lo hacen sin sonrojarse siquiera, con
el cinismo propio de subestimar a propios más que a extraños. ¿Será porque
según el Gobierno las áreas protegidas son un invento gringo e imperial?, ¿Será
por eso que desdeñamos las auditorias petroleras de Mariaca? Se nota por el
borrón y cuenta nueva a las petroleras de ex ministro de hidrocarburos Gutiérrez,
luego ¿sobreviene la entrega de las áreas protegidas a las transnacionales?, o
el olvido de nacionalizar las áreas protegidas propuesta por el gobierno del
MAS y SERNAP en agosto del 2006??
Según
expertos, la agenda internacional frente al inexorable cambio climático, apunta
a la necesidad de reducir el porcentaje
de emisiones derivadas de la explotación de recursos energéticos y de la
deforestación acelerada. Al respecto ¿cómo andamos por casa?
La
deforestación en Bolivia preocupa. Bajo el argumento de que no queremos ser los
“guardabosques” del planeta proponemos la ampliación de la frontera agrícola
para monocultivos extensivos de transgénicos y coca, cediendo a la presión
sobre la tierra de empresarios de la agroindustria y de campesinos
“interculturales” cocaleros que avasallan parques y bosques impunemente.
Considero
que en estos 10 años se nos negó la oportunidad para debatir y crear políticas
que sean coherentes y precautorias relativo a la necesidad de “desarrollar” e
industrializar, y la de proteger nuestros ecosistemas, sobre todo las funciones
ambientales que contribuyen al formación de suelos y agua saludables. El
retroceso en este campo ha sido notable y proporcional a la pérdida de
credibilidad del Gobierno en estos asuntos.
Tras el montaje del show, escenas, retórica y discursos, en Bolivia prevalece el reino de la
informalidad e improvisación, que como
en tiempo coloniales, los “espejitos” encandilan a gobernantes y gobernados
cual Felipillo y Malinches.
La cumbre estuvo organizada en 12 mesas de
trabajo y una casi extraoficial, la 18, que fue la contestaría a todas las
mesas oficiales. Esta mesa estuvo conformada por las organizaciones sociales,
urbanas e indígenas, Comcipo, Conamaq, APG, Condecob y otras 20 organizaciones;
resolvió la unidad para impulsar la campaña por el NO a la reelección, no a la
derecha tradicional, expulsión de las transnacionales, fin del latifundio, no
al modelo extractivista neoliberal.
Los puntos de vista de la
mesa 18 con mucho realismo fueron expuestos por Pablo Solón, ex embajador ante
las Naciones Unidas, quien dijo que Bolivia “pierde su credibilidad” a nivel
internacional debido a que las propuestas que planteó en la anterior
Conferencia no están siendo respaldadas con medidas coherentes a nivel
interno”. Pero hasta el 1 de octubre de este año, sólo 148 países miembros de
las Naciones Unidas presentaron la propuesta de contribución a la reducción de
emisiones, “es lo que ellos van a reducir, pero bajo la lógica voluntaria” y no
obligatoria. A pesar de ser una propuesta “voluntaria”, Bolivia fue uno de los
países que no presentó su documento a pesar de tener una conferencia, Bolivia
no ha presentado su propuesta y el tema principal en el país, en cuanto a
emisiones, no es combustibles fósiles, sino es la deforestación.
La política que adoptó el
Gobierno de Evo Morales es “muy contradictoria, ya que nos muestra que en
realidad el compromiso interno no es un compromiso fuerte” de preservar y
respetar los derechos de la Madre Tierra, como profesa a nivel internacional. La
principal causa del cambio climático en Bolivia es la deforestación y los
compromisos asumidos del Gobierno de incentivar esta práctica mediante la
ampliación de la frontera agrícola e hidrocarburífera. Lo mismo ocurre con las
megas represas, generadoras de grandes cantidad de metano, un gas de efecto
invernadero más efectivo que el dióxido de carbono. Una prueba clara de lo
anterior son los acuerdos de la Cumbre Agropecuaria de este año, que planteó
ampliar la frontera agrícola y ganadera en un millón de Has, por año y
convertirnos en exportadores de energía
En
estas cumbres y foros los gobernantes latinoamericanos progresistas de
izquierda no están trabajando por cambiar la raíz del problema, sino por
obtener mejores posiciones en el tablero mundial de las relaciones y el poder
mundiales, como cualquier otro gobierno de derecha.
La Paz, 15 de octubre 2015
Para mayor información comunicate con nosotr@s al mail: madalbo@gmail.com
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