“La familia de Kafka fue propietaria de una industria del amianto en la que él trabajó”
Francisco Báez, ex trabajador de Uralita en Sevilla, inició en los años 70 del pasado siglo la lucha contra este industria de la muerte desde las filas del sindicato de CCOO. Ha dedicado más de 40 años a la investigación sobre el amianto. Paco Puche, otro luchador imprescindible, reseñó su obra (escrito editado en las páginas de rebelión).
***
-Me toca preguntarle sobre estos “acuerdos con pistola en la sien”. Antes de ello. Una información que llega de usted por supuesto: “Dos casos de reconocimiento de enfermedad por exposición laboral al amianto, que destacan por la índole de las situaciones laborales respectivas: http://www.deia.com/2015/05/17/economia/dos-juzgados-de-bilbao-confirman-que-la-exposicion-al-amianto-causo-el-cancer-de-dos-trabajadores.
En un caso, por el amianto utilizado en los hornos de panadería, y en el otro, por la exposición padecida en los talleres de reparación de automóviles”. ¿Hornos de panadería? ¿Talleres de reparación? ¿Pero es que el amianto ha estado (¿está?) por todas partes?
-También en los talleres de joyería, en los de prótesis dental, en los de fontanería, en la industria tabaquera, en la industria papelera, en la industria azucarera, en la industria del vidrio, en la industria cerámica, en la industria del caucho, en las centrales de generación de energía eléctrica, en las fundiciones, en los barcos, en la industria petrolífera, en la industria química (incluyendo a la industria del cloro, que destaca por la intensidad de su uso, hasta nuestros días, y en la que no rige la prohibición de su empleo en la Unión Europea), etc., etc.
-De forma muy generalizada pues. Escribe usted: Dos noticias, para dos situaciones. La primera: http://www.elmundo.es/andalucia/2015/05/19/5559dc9e22601d3c528b4580.htmlLa segunda: http://sevilla.abc.es/andalucia/huelva/20150519/sevi-padres-ayamonte-exigen-retirada-201505191701.html ¿Qué situaciones con esas?
-La primera de ella, versa sobre la decisión de aplazar el desamiantado de unos terrenos, en vecindad inmediata con un colegio, esperando a que el curso escolar haya concluido. En la información se especifica que “los vecinos” están indignados, porque temen que una vez pasado el tiempo de elecciones municipales, los políticos se vuelvan a olvidar del asunto, que arrastra sin resolverse desde que se cerró la fábrica de productos de amianto-cemento de la empresa Uralita, en Sevilla. Aun entendiendo perfectamente esa inquietud de los vecinos, yo creo que la decisión del aplazamiento es acertada, y que quizás ellos no son plenamente conscientes de la gravedad del riesgo al que expondrían a alumnos y profesores, lo cual es mucho decir por mi parte, habida cuenta de que se trata de una barriada –Bellavista-, en la que en muchos de sus hogares ya saben, por desgracia, qué efectos tiene el amianto; pero de lo que quizás no son plenamente conscientes, es del hecho, perfectamente comprobado a ciencia cierta, de que para desencadenar un mesotelioma, que aflorará varias décadas después de efectuada la inhalación, bastan con dosis mínimas, esporádicas, o incluso puntuales y únicas.
En cuanto a la segunda, referida también a otro colegio con riesgo por el amianto de una cubierta hecha con placas de asbesto-cemento, y en estado ya de obsolescencia, recoge la protesta de los padres de los alumnos, ante la pasividad de las autoridades, que por lo visto no lo perciben como un riesgo inminente e importante.
-"La anulación del juicio reivindica a Stephan Schmidheiny, pionero en la lucha contra el uso del asbesto en el mundo”. ¿Esto va en serio? ¿Dónde ha ocurrido?
-Se trata, evidentemente, del panegírico de un “estómago agradecido”, sin escrúpulos y con suprema desfachatez. Facilito el enlace de acceso al texto:
https://www.facebook.com/RedEcoCostas/posts/961199190575078
-¡Qué barbaridad! Una de sus notas: “Estaré en Fuengirola, desde el 1 al 8 de Junio. Mi intención es acercarme a Málaga, donde queremos visitar al nuevo museo de arte ruso. ¡A ver si encontramos alguna de las obras de Picasso o Kandisky, pintadas sobre plancha de amianto-cemento!.. Como sabrás, algo de eso ha habido. Si te parece bien, podríamos quedar, para vernos y charlar”. ¿Plancha de amianto-cemento? ¿Picasso, Kandinsky y el amianto?
-Se trataba de una broma, dirigida a nuestro común amigo y mi editor, Paco Puche. No hay que tomárselo al pie de la letra.
Quizás el hallazgo más sorprendente se produjo en el Museo de Arte Moderno de París, con una pintura que mide 600 metros cuadrados, y que representa una celebración de la ciencia y el poder de la electricidad. Se trata de una obra del pintor Raoul Dufy, efectuada por encargo de una compañía de electricidad de París, para decorar su “Salón de la luz”, en la Exposición Universal de París, de 1937. Cuando los restauradores del museo accedieron a la parte de atrás de los 250 paneles que conforman la pintura, se pudo constatar la presencia masiva de amianto, lo que obligó a un cuidadoso planeamiento, del que no había precedentes, y que en su momento supuso un costo estimado en siete millones de francos, según el diario “Le Parisien”.
Lo más parecido que hemos podido hallar, respecto a una situación como la precedentemente descrita, es el caso del cuadro, pintado por Pablo Picasso, y titulado “Pastoral”, efectuado sobre una placa de amianto-cemento, así como, también, "La alegría de vivir", del mismo autor, y fechado en 1946: “ripolín” sobre fibrocemento. No sería el único cuadro realizado con este material: cuando residió en Antibes, y según una factura de la Sociedad de Materiales de Cannes, compró seis placas de amianto-cemento "Eternit", de 250x120 cm., al parecer con el propósito de utilizarlas como soporte pictórico.
Más insólito se nos antoja el uso de ese material, como soporte de unos frescos (“Triunfo de la muerte”), retirados del camposanto de Pisa, en 1949, al prepararlos sobre bastidor para su traslado, para lo cual fueron troceados en catorce partes, para adaptarlos a las dimensiones, antes citadas, de las planchas de amianto-cemento. «Amianto», y «Triunfo de la muerte», son, ciertamente, términos que casan perfectamente. Mejor, en cualquier caso, que con «La alegría de vivir», salida de la paleta del famoso pintor malagueño.
-¡Qué cosas! Una nota que me ha llegado de otras fuentes:
“Buenos días, Adjunto le remitimos Nota de Prensa para su difusión si lo consideran oportuno. Se trata de una nueva Resolución del Ministerio de Defensa de fecha 31 de marzo de 2.015 por la que, en definitiva se declara que el fallecimiento de un capitán de Navío de la Armada Española, aconteció como consecuencia de un acto de servicio por su exposición al amianto en diversos buques. Si lo desean, podemos hacerles llegar dicha Resolución”. ¿Sabe algo de este tema?
-Sé, por ejemplo, que cuando se firmaron con Estados Unidos los acuerdos de cooperación defensiva, se nos cedieron una serie de buques, ya bastante obsoletos, y cargados de amianto, “hasta allí donde la espalda pierde su casto nombre”.
-¡Esta es otra, claro! ¡A veces uno no piensa en lo más elemental! Habla usted en el capítulo 3 del libro de acuerdos bajo enorme presión, con la pistola apuntando la sien. ¿Nos da algún ejemplo?
-Permítame responderle trayendo a colación un párrafo incluido en un artículo mío, próximo a publicarse también en «Rebelión» (quizás, cuando esta entrevista se publique, ya haya sido editado), el cual se titulará «EL AMIANTO, A JUICIO. El abordaje de la problemática del asbesto, en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos»: “El verdadero rostro de la industria del asbesto, más allá de disquisiciones sobre si en tal fecha o en tal otra había, o no, un conocimiento generalizado sobre los letales efectos del amianto, queda perfectamente reflejado en un párrafo del artículo publicado el 25 de noviembre de 2014 en la edición internacional del diario “El País”, escrito por Eliane Brum, y titulado: «Romana y el billonario del amianto: el dolor que no prescribe». Dice lo siguiente:
Las víctimas de la asbestosis mueren lenta y dolorosamente por asfixia. En Brasil, era en ese momento cuando empresas como Eternit mandaban a sus representantes a los hospitales para que los trabajadores en plena agonía firmasen un documento aceptando una indemnización irrisoria a cambio de la vida que acababa, impidiendo así que sus familias iniciasen acciones judiciales después de su muerte.
-Habla también de cláusulas abusivas. Un ejemplo por favor.
-Sucede frecuentemente, que lo que se indemniza en estos acuerdos extrajudiciales, es meramente el coste de los gastos del tratamiento médico, que además ha de hacerse obligatoriamente en la clínica privada que se le presenta a la víctima como única alternativa, y que invariablemente se tratará de una concertada previamente por la empresa empleadora, y cerrada a cal y canto para quienes no sean el propio enfermo ingresado en ella, de opacidad total respecto de cualquier dato imaginable, ya sea del diagnóstico, de la etiología de la enfermedad, de su curso, de la prognosis, del tratamiento, etc., y de la que, en la práctica, sólo se sale “con los pies por delante”, hurtando al escrutinio público todo el asunto, del que las autoridades sanitarias o judiciales, o los representantes sindicales, no llegan a conocer, en realidad, absolutamente nada. Estos decesos quedan igualmente fuera de registro de las estadísticas oficiales sobre enfermedades profesionales: “no existen”.
Todo esto funciona, en el contexto de naciones en las que una sanidad pública y de acceso gratuito para los trabajadores, mediante un seguro médico, es inexistente. Es de esa circunstancia de la que se valen las empresas del amianto, para hacer “apetecible” su oferta de acuerdo extra-judicial al trabajador ya afectado, bajo compromiso de mutismo total, y por supuesto que con la obligación contractual de hacer expresa renuncia de cualquier eventual demanda judicial posterior.
Ni la víctima, ni sus familiares, reciben compensación alguna por el daño causado. Meramente, se hacen cargo de los gastos médicos (sin ninguna posibilidad de modificación respecto de lo que la empresa buenamente quiera ofrecer)… y punto final.
-¿Qué argumento esgrime usted contra la hipótesis de la consanguineidad como elemento explicativo, no causal, del mesotelioma familiar?
-Pues porque el «mesotelioma familiar» se da también, en ausencia de dicha circunstancia. Lo que nunca falta, invariablemente, es la exposición al asbesto, cualquiera que sea su modalidad: ocupacional, o no. En el caso de la contaminación por tremolita, presente, de forma natural, en la vermiculita de Libby, Montana, se registró el caso de un clan familiar, en el que se contabilizó un total de 27 afectados por el mesotelioma. Comprenderá usted, que en esas circunstancias, forzosamente se incluyen relaciones de parentesco que no implican consanguineidad. Y no se trata de un caso excepcional, ni mucho menos, por lo que respecta a la ausencia de consanguineidad entre los afectados de una misma unidad familiar, de un mismo hogar. Si, por poner un ejemplo que se ha dado en la realidad, resultan afectados por el mesotelioma, un matrimonio y alguno de sus hijos, la consanguineidad la habrá, de padres a hijo, pero no entre ambos cónyuges.
Puede haber alguna predisposición innata, y eso vendría a explicar el hecho de que, a igualdad de dosis y de desfase temporal desde cuando hubo la exposición, unos enfermen y otros, en cambio, no lo hagan, al menos de memento (nunca se puede asegurar que esa afortunada situación se mantenga para siempre), pero, de todos modos, el factor decisivo es la exposición al asbesto, condición que siempre está presente, y no la consanguineidad, que es un mero factor concurrente, puramente subsidiario respecto de la condición fundamental, que es la inhalación o la ingesta de amianto.
-Habla usted de casos de contaminación producidos cuando la víctima era solo un niño. Nos explica un caso por favor.
-Los casos son innumerables, ya sea en el entorno de las minas sudafricanas, ya sea en Dos Hermanas (Sevilla), en cuya barriada «Fuente del Rey» la empresa Uralita realizó vertidos incontrolados de los residuos de su fabricación. Una de las partes demandantes, en un juicio colectivo, formulado contra la citada empresa, correspondió a una víctima no ocupacional, contagiada durante su infancia, a través de sus reiterados juegos infantiles, sobre los montones de escombros de amianto-cemento.
-Kafka aparece en el capítulo que comentamos. ¿Qué tiene que ver el autor de El proceso con el tema del amianto?
-Pues más de lo que quizás algunos creen, dado que su familia fue propietaria de una industria del amianto, en la que él personalmente trabajó.
-¡Otra cosa que ignoraba! ¿Y Sade, el marqués? ¿Qué tiene que ver Sade con este tema?
-Lo explico en mi libro, al que cito literalmente: “El marqués de Sade, en su obra “Les antiquaires”, hace reiterada referencia al amianto, en lo que sin duda era un tributo de admiración por ser una substancia incombustible, por sus propiedades ignífugas, (que algunos atribuyeron erróneamente a la salamandra, pese a que Marco Polo ya había puesto de manifiesto la existencia de una mina de amianto, por él visitada).
Cuando, el que prestó su patronímico para que la posteridad acuñara el término “sadismo”, hizo uso de tal recurso literario, no podía imaginar, hasta qué punto era concordante esa alusión, con la propia idiosincrasia criminal del autor.
-Abre usted el apartado 3.1 con una hermosa cita de John Donne: “La muerte de cualquier hombre me disminuye porque soy parte de la humanidad y, por lo tanto, nunca preguntes por quién doblan las campanas”. ¿Nunca? ¿En ninguna ocasión hay que preguntar por ello?
-La cita completa, es: “... La muerte de cualquier hombre me disminuye, porque soy parte de la humanidad y por lo tanto, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti”.
***
-Me toca preguntarle sobre estos “acuerdos con pistola en la sien”. Antes de ello. Una información que llega de usted por supuesto: “Dos casos de reconocimiento de enfermedad por exposición laboral al amianto, que destacan por la índole de las situaciones laborales respectivas: http://www.deia.com/2015/05/17/economia/dos-juzgados-de-bilbao-confirman-que-la-exposicion-al-amianto-causo-el-cancer-de-dos-trabajadores.
En un caso, por el amianto utilizado en los hornos de panadería, y en el otro, por la exposición padecida en los talleres de reparación de automóviles”. ¿Hornos de panadería? ¿Talleres de reparación? ¿Pero es que el amianto ha estado (¿está?) por todas partes?
-También en los talleres de joyería, en los de prótesis dental, en los de fontanería, en la industria tabaquera, en la industria papelera, en la industria azucarera, en la industria del vidrio, en la industria cerámica, en la industria del caucho, en las centrales de generación de energía eléctrica, en las fundiciones, en los barcos, en la industria petrolífera, en la industria química (incluyendo a la industria del cloro, que destaca por la intensidad de su uso, hasta nuestros días, y en la que no rige la prohibición de su empleo en la Unión Europea), etc., etc.
-De forma muy generalizada pues. Escribe usted: Dos noticias, para dos situaciones. La primera: http://www.elmundo.es/andalucia/2015/05/19/5559dc9e22601d3c528b4580.htmlLa segunda: http://sevilla.abc.es/andalucia/huelva/20150519/sevi-padres-ayamonte-exigen-retirada-201505191701.html ¿Qué situaciones con esas?
-La primera de ella, versa sobre la decisión de aplazar el desamiantado de unos terrenos, en vecindad inmediata con un colegio, esperando a que el curso escolar haya concluido. En la información se especifica que “los vecinos” están indignados, porque temen que una vez pasado el tiempo de elecciones municipales, los políticos se vuelvan a olvidar del asunto, que arrastra sin resolverse desde que se cerró la fábrica de productos de amianto-cemento de la empresa Uralita, en Sevilla. Aun entendiendo perfectamente esa inquietud de los vecinos, yo creo que la decisión del aplazamiento es acertada, y que quizás ellos no son plenamente conscientes de la gravedad del riesgo al que expondrían a alumnos y profesores, lo cual es mucho decir por mi parte, habida cuenta de que se trata de una barriada –Bellavista-, en la que en muchos de sus hogares ya saben, por desgracia, qué efectos tiene el amianto; pero de lo que quizás no son plenamente conscientes, es del hecho, perfectamente comprobado a ciencia cierta, de que para desencadenar un mesotelioma, que aflorará varias décadas después de efectuada la inhalación, bastan con dosis mínimas, esporádicas, o incluso puntuales y únicas.
En cuanto a la segunda, referida también a otro colegio con riesgo por el amianto de una cubierta hecha con placas de asbesto-cemento, y en estado ya de obsolescencia, recoge la protesta de los padres de los alumnos, ante la pasividad de las autoridades, que por lo visto no lo perciben como un riesgo inminente e importante.
-"La anulación del juicio reivindica a Stephan Schmidheiny, pionero en la lucha contra el uso del asbesto en el mundo”. ¿Esto va en serio? ¿Dónde ha ocurrido?
-Se trata, evidentemente, del panegírico de un “estómago agradecido”, sin escrúpulos y con suprema desfachatez. Facilito el enlace de acceso al texto:
https://www.facebook.com/RedEcoCostas/posts/961199190575078
-¡Qué barbaridad! Una de sus notas: “Estaré en Fuengirola, desde el 1 al 8 de Junio. Mi intención es acercarme a Málaga, donde queremos visitar al nuevo museo de arte ruso. ¡A ver si encontramos alguna de las obras de Picasso o Kandisky, pintadas sobre plancha de amianto-cemento!.. Como sabrás, algo de eso ha habido. Si te parece bien, podríamos quedar, para vernos y charlar”. ¿Plancha de amianto-cemento? ¿Picasso, Kandinsky y el amianto?
-Se trataba de una broma, dirigida a nuestro común amigo y mi editor, Paco Puche. No hay que tomárselo al pie de la letra.
Quizás el hallazgo más sorprendente se produjo en el Museo de Arte Moderno de París, con una pintura que mide 600 metros cuadrados, y que representa una celebración de la ciencia y el poder de la electricidad. Se trata de una obra del pintor Raoul Dufy, efectuada por encargo de una compañía de electricidad de París, para decorar su “Salón de la luz”, en la Exposición Universal de París, de 1937. Cuando los restauradores del museo accedieron a la parte de atrás de los 250 paneles que conforman la pintura, se pudo constatar la presencia masiva de amianto, lo que obligó a un cuidadoso planeamiento, del que no había precedentes, y que en su momento supuso un costo estimado en siete millones de francos, según el diario “Le Parisien”.
Lo más parecido que hemos podido hallar, respecto a una situación como la precedentemente descrita, es el caso del cuadro, pintado por Pablo Picasso, y titulado “Pastoral”, efectuado sobre una placa de amianto-cemento, así como, también, "La alegría de vivir", del mismo autor, y fechado en 1946: “ripolín” sobre fibrocemento. No sería el único cuadro realizado con este material: cuando residió en Antibes, y según una factura de la Sociedad de Materiales de Cannes, compró seis placas de amianto-cemento "Eternit", de 250x120 cm., al parecer con el propósito de utilizarlas como soporte pictórico.
Más insólito se nos antoja el uso de ese material, como soporte de unos frescos (“Triunfo de la muerte”), retirados del camposanto de Pisa, en 1949, al prepararlos sobre bastidor para su traslado, para lo cual fueron troceados en catorce partes, para adaptarlos a las dimensiones, antes citadas, de las planchas de amianto-cemento. «Amianto», y «Triunfo de la muerte», son, ciertamente, términos que casan perfectamente. Mejor, en cualquier caso, que con «La alegría de vivir», salida de la paleta del famoso pintor malagueño.
-¡Qué cosas! Una nota que me ha llegado de otras fuentes:
“Buenos días, Adjunto le remitimos Nota de Prensa para su difusión si lo consideran oportuno. Se trata de una nueva Resolución del Ministerio de Defensa de fecha 31 de marzo de 2.015 por la que, en definitiva se declara que el fallecimiento de un capitán de Navío de la Armada Española, aconteció como consecuencia de un acto de servicio por su exposición al amianto en diversos buques. Si lo desean, podemos hacerles llegar dicha Resolución”. ¿Sabe algo de este tema?
-Sé, por ejemplo, que cuando se firmaron con Estados Unidos los acuerdos de cooperación defensiva, se nos cedieron una serie de buques, ya bastante obsoletos, y cargados de amianto, “hasta allí donde la espalda pierde su casto nombre”.
-¡Esta es otra, claro! ¡A veces uno no piensa en lo más elemental! Habla usted en el capítulo 3 del libro de acuerdos bajo enorme presión, con la pistola apuntando la sien. ¿Nos da algún ejemplo?
-Permítame responderle trayendo a colación un párrafo incluido en un artículo mío, próximo a publicarse también en «Rebelión» (quizás, cuando esta entrevista se publique, ya haya sido editado), el cual se titulará «EL AMIANTO, A JUICIO. El abordaje de la problemática del asbesto, en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos»: “El verdadero rostro de la industria del asbesto, más allá de disquisiciones sobre si en tal fecha o en tal otra había, o no, un conocimiento generalizado sobre los letales efectos del amianto, queda perfectamente reflejado en un párrafo del artículo publicado el 25 de noviembre de 2014 en la edición internacional del diario “El País”, escrito por Eliane Brum, y titulado: «Romana y el billonario del amianto: el dolor que no prescribe». Dice lo siguiente:
Las víctimas de la asbestosis mueren lenta y dolorosamente por asfixia. En Brasil, era en ese momento cuando empresas como Eternit mandaban a sus representantes a los hospitales para que los trabajadores en plena agonía firmasen un documento aceptando una indemnización irrisoria a cambio de la vida que acababa, impidiendo así que sus familias iniciasen acciones judiciales después de su muerte.
-Habla también de cláusulas abusivas. Un ejemplo por favor.
-Sucede frecuentemente, que lo que se indemniza en estos acuerdos extrajudiciales, es meramente el coste de los gastos del tratamiento médico, que además ha de hacerse obligatoriamente en la clínica privada que se le presenta a la víctima como única alternativa, y que invariablemente se tratará de una concertada previamente por la empresa empleadora, y cerrada a cal y canto para quienes no sean el propio enfermo ingresado en ella, de opacidad total respecto de cualquier dato imaginable, ya sea del diagnóstico, de la etiología de la enfermedad, de su curso, de la prognosis, del tratamiento, etc., y de la que, en la práctica, sólo se sale “con los pies por delante”, hurtando al escrutinio público todo el asunto, del que las autoridades sanitarias o judiciales, o los representantes sindicales, no llegan a conocer, en realidad, absolutamente nada. Estos decesos quedan igualmente fuera de registro de las estadísticas oficiales sobre enfermedades profesionales: “no existen”.
Todo esto funciona, en el contexto de naciones en las que una sanidad pública y de acceso gratuito para los trabajadores, mediante un seguro médico, es inexistente. Es de esa circunstancia de la que se valen las empresas del amianto, para hacer “apetecible” su oferta de acuerdo extra-judicial al trabajador ya afectado, bajo compromiso de mutismo total, y por supuesto que con la obligación contractual de hacer expresa renuncia de cualquier eventual demanda judicial posterior.
Ni la víctima, ni sus familiares, reciben compensación alguna por el daño causado. Meramente, se hacen cargo de los gastos médicos (sin ninguna posibilidad de modificación respecto de lo que la empresa buenamente quiera ofrecer)… y punto final.
-¿Qué argumento esgrime usted contra la hipótesis de la consanguineidad como elemento explicativo, no causal, del mesotelioma familiar?
-Pues porque el «mesotelioma familiar» se da también, en ausencia de dicha circunstancia. Lo que nunca falta, invariablemente, es la exposición al asbesto, cualquiera que sea su modalidad: ocupacional, o no. En el caso de la contaminación por tremolita, presente, de forma natural, en la vermiculita de Libby, Montana, se registró el caso de un clan familiar, en el que se contabilizó un total de 27 afectados por el mesotelioma. Comprenderá usted, que en esas circunstancias, forzosamente se incluyen relaciones de parentesco que no implican consanguineidad. Y no se trata de un caso excepcional, ni mucho menos, por lo que respecta a la ausencia de consanguineidad entre los afectados de una misma unidad familiar, de un mismo hogar. Si, por poner un ejemplo que se ha dado en la realidad, resultan afectados por el mesotelioma, un matrimonio y alguno de sus hijos, la consanguineidad la habrá, de padres a hijo, pero no entre ambos cónyuges.
Puede haber alguna predisposición innata, y eso vendría a explicar el hecho de que, a igualdad de dosis y de desfase temporal desde cuando hubo la exposición, unos enfermen y otros, en cambio, no lo hagan, al menos de memento (nunca se puede asegurar que esa afortunada situación se mantenga para siempre), pero, de todos modos, el factor decisivo es la exposición al asbesto, condición que siempre está presente, y no la consanguineidad, que es un mero factor concurrente, puramente subsidiario respecto de la condición fundamental, que es la inhalación o la ingesta de amianto.
-Habla usted de casos de contaminación producidos cuando la víctima era solo un niño. Nos explica un caso por favor.
-Los casos son innumerables, ya sea en el entorno de las minas sudafricanas, ya sea en Dos Hermanas (Sevilla), en cuya barriada «Fuente del Rey» la empresa Uralita realizó vertidos incontrolados de los residuos de su fabricación. Una de las partes demandantes, en un juicio colectivo, formulado contra la citada empresa, correspondió a una víctima no ocupacional, contagiada durante su infancia, a través de sus reiterados juegos infantiles, sobre los montones de escombros de amianto-cemento.
-Kafka aparece en el capítulo que comentamos. ¿Qué tiene que ver el autor de El proceso con el tema del amianto?
-Pues más de lo que quizás algunos creen, dado que su familia fue propietaria de una industria del amianto, en la que él personalmente trabajó.
-¡Otra cosa que ignoraba! ¿Y Sade, el marqués? ¿Qué tiene que ver Sade con este tema?
-Lo explico en mi libro, al que cito literalmente: “El marqués de Sade, en su obra “Les antiquaires”, hace reiterada referencia al amianto, en lo que sin duda era un tributo de admiración por ser una substancia incombustible, por sus propiedades ignífugas, (que algunos atribuyeron erróneamente a la salamandra, pese a que Marco Polo ya había puesto de manifiesto la existencia de una mina de amianto, por él visitada).
Cuando, el que prestó su patronímico para que la posteridad acuñara el término “sadismo”, hizo uso de tal recurso literario, no podía imaginar, hasta qué punto era concordante esa alusión, con la propia idiosincrasia criminal del autor.
-Abre usted el apartado 3.1 con una hermosa cita de John Donne: “La muerte de cualquier hombre me disminuye porque soy parte de la humanidad y, por lo tanto, nunca preguntes por quién doblan las campanas”. ¿Nunca? ¿En ninguna ocasión hay que preguntar por ello?
-La cita completa, es: “... La muerte de cualquier hombre me disminuye, porque soy parte de la humanidad y por lo tanto, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti”.
Para mayor información comunicate con nosotr@s al mail: madalbo@gmail.com
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