lunes, 24 de noviembre de 2014

Al fin nadie es inocente

  Los países del planeta se reunirán en Lima el 1° de diciembre (COP 20) y cada uno intentará desembarazarse de la responsabilidad propia sobre el cambio climático endilgándole a algún otro una responsabilidad mayor pasada, presente o futura. Así, Estados Unidos culpará a China por tener las mayores emisiones mundiales, mientras China culpará a Estados Unidos por haber arrojado mucho más CO2 que todo el resto del mundo a lo largo de los últimos cien años.

Pero lo cierto es que varias industrias norteamericanas trabajan en China emitiendo lo que no pueden en su país y la nueva burguesía china se llena los bolsillos vendiendo sus productos con una enorme mochila de carbono a los estadounidenses, que gracias a este novedoso método bajan sus emisiones cada año.

Es que en este mundo globalizado nadie es inocente. Los países latinoamericanos levantan la mano para hablar de sus planes de mitigación y de cómo siembran molinos de viento para reducir sus emisiones. Y con la otra mano le venden todo el petróleo y el gas que pueden a los países ricos para que lo puedan quemar tranquilamente, fuera de fronteras que no engorden sus propios inventarios nacionales de gases de efecto invernadero.

Con estos recursos fiscales que los países de la región consiguen, subsidian el combustible que se consume internamente. Con la excusa de alivianar los costos energéticos de los más pobres las camionetas 4 x 4 se reproducen sin parar en las urbes latinoamericanas consumiendo una gasolina que en muchos países es más barata que el agua.

El pueblo tampoco es inocente. Cuando Evo Morales quiso transparentar los costos del combustible y retirar parte de los subsidios a la gasolina, el pueblo salió a la calle a protestar contra el “gasolinazo”. Y muchos no tenían auto. Uno de los mayores deseos del pueblo latinoamericano es tener su carro propio, sueño que llevará a la región a tener más de 100 millones de autos circulando en los próximos 15 años. Por realidad o por deseo, nadie es inocente.

Por supuesto estos carros son fabricados en China o India. Muchos con licencias o capitales europeos que se rasgan las vestiduras en la Convención de Cambio Climático anunciando grandes recortes a sus emisiones locales, mientras recogen a paladas las ganancias por las ventas de autos en el tercer mundo. ¿Quién es responsable del “Premier Rio” ensamblado en India con tecnología norteamericana y motor francés que se vende en Sudáfrica?

Nadie es inocente. En todos los países alguien hace dinero a costa del clima. En todos los mundos: en el primero, el tercero o como se le llame en la moderna clasificatoria global. Entretanto, sigue habiendo en el planeta 2.500 millones de personas que cocinan con bosta o con los tristes palitos que puedan recoger en algún bosque cercano o lejano. Estos están en África, Bangladesh y también en India y China… Pero a estos no les llegan los beneficios del crecimiento. No le cae ni una gotita miserable del despilfarro petrolero del mundo.

La diferencia no es entre países desarrollados y no desarrollados. La diferencia es entre pobres y ricos de cualquier país del mundo. La diferencia es entre grandes emisores y carentes -hasta de emisiones- del planeta. La diferencia es entre los que disfrutan del festín y los que ni siquiera lo pueden mirar por televisión. Mientras esto no se comprenda, los países seguirán debatiendo quien es el mayor culpable, sin reconocer jamás que ninguno es inocente.

Gerardo Honty es analista de CLAES (Centro Latinoamericano de Ecología Social)

Nota: El título de esta nota es una expresión robada a Juan Gelman que la utilizó en otro contexto y para otro tema.

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