Las conclusiones de las investigaciones de impacto ambiental fueron entregadas al Gobierno de Bolivia.
Brasil afirma que el impacto de la construcción de las represas del Complejo Hidroeléctrico del Río Madera, en la frontera con Bolivia, será debidamente mitigado para no afectar a la biodiversidad y el equilibrio ecológico en la región amazónica.
“Las conclusiones del estudio de impacto ambiental han sido entregadas a Bolivia, en todos los aspectos como protección de la fauna, control de la salud pública, cauces de los ríos y posibilidad de inundaciones entre otros temas”, aseguró el ministro consejero de la Embajada de Brasil en Bolivia, Carlos França.
El Complejo Hidroeléctrico del río Madera se constituye en el proyecto hidroenergético más grande de la Amazonia. Embalsará el segundo río más caudaloso de la cuenca, después del Amazonas.
Sector privado
El canciller de Brasil, Antonio Patriota, quien está de visita en Bolivia, anunció ayer que existe mucho interés en la consolidación del proyecto junto al sector privado de ambos países.
“Hemos transmitido (a las autoridades bolivianas) el deseo de trabajar juntos para acercar a los sectores privados. Hay un enorme interés en nuestro sector privado de trabajar con los vecinos, vuelvo a Brasil y me reuniré con el ministro de Energía sobre el potencial del río Madera para hablar sobre las oportunidades que ofrecen aquí”, dijo ayer el jefe de la diplomacia brasileña.
Megaproyecto
El proyecto comprende cuatro hidroeléctricas. Dos de ellas: Santo Antonio y Jirau están ubicadas en el estado de Rondonia, Brasil, frontera con Bolivia y están en fase de construcción.
Otra represa en territorio boliviano es Cachuela Esperanza, está en fase avanzada de estudios. Mientras que la restante, Guayaramerín, en aguas binacionales Brasil-Bolivia. Esta última está en estudios iniciales, según Bank Information Center (BIC) USA.
Entidades de defensa del medio ambiente y de los pueblos originarios advirtieron sobre la posibilidad de un impacto negativo en el ecosistema de la zona, lo que es rechazado por Brasil.
“Las normas son sumamente rígidas, todo el proyecto se ha manejado con total transparencia, con mecanismos de defensa del medio ambiente, mediante procesos de mitigación sobre los posibles impactos”, acotó França.
26,9 mil millones de dólares costarán las dos represas brasileñas del Proyecto Hidroeléctrico.
Pesca y desplazamiento
Con referencia a la preocupación sobre la posibilidad de una radical disminución de peces en los afluentes fluviales bolivianos, el consejero afirmó que esto es muy poco probable.
“Lo que no se dice es que esos peces se trasladan a aguas bolivianas por cinco vías y no sólo por una. Sabemos que cuando se construye una presa, se debe ayudar a los peces a migrar”.
Con relación al desplazamiento de comunidades originarias, dijo que la reubicación tiene un proceso de compensación.
“Se les da nuevas casas, recalificación de trabajo y todo este tipo de cosas está englobado en el proyecto y por esto se da las licencias ambientales que ordenan las leyes”, agregó.
Pronostican una catástrofe ecológica
Según Bank Information Center USA, estudios realizados por Furnas Centrales Eléctricas Sociedad Anónima de Brasil, demuestran que en el primer año después de la construcción de la represa San Antonio desaparecerá un 70% de las especies existentes de peces, entre ellas muchas aún desconocidas.
El proceso de sedimentación será especialmente activo en el tramo superior del embalse de Jirau, abarcando hasta Bolivia, donde cabe esperar que los niveles del lecho y del agua suban varios metros con respecto a la situación actual.
La sedimentación producida provocaría inundaciones en grandes extensiones.
Se prevé entre otros efectos que el crecimiento de ríos tenga efectos sobre el pantanal amazónico y sus anfibios.
Estas inundaciones también afectarían a tierras de cultivo y bosques de castaña en toda la zona y tierras donde se alimenta el ganado, en las riberas del río Mamoré.
También se menciona que habrá un incremento significativo por la contaminación por mercurio debido que es utilizado para la minería artesanal de oro en los ríos de Brasil y ésta llegaría a Bolivia.
El estancamiento de las aguas en las represas provocaría epidemias de dengue, fiebre amarilla, enfermedades diarreicas y parasitosis, entre otros males.
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