Opinión , 13/07/2011 ( Opinión, M1
Por: ALEJANDRO CARVAJAL GUZMÁN | 13/07/2011 | Ed. Imp.
El proceso de construcción de la vigente Constitución Política del Estado demostró pugnas entre las diversas posiciones en las diferentes áreas que se trabajaban. Se nos dijo con gran algarabía que el viejo Estado-Nación, ese que nos inculcaban en la educación formal tradicional, había quedado en el pasado y nos encaminábamos hacia un nuevo horizonte, el Estado Plurinacional. Sobre éste se conculcaba la inclusión del rostro indígena y exactamente parece que los indígenas quedaron en un rostro… sus posicionamientos, sentires y saberes no estaban considerados dentro de aquella inclusión.
Comenzar un artículo con esta afirmación puede traernos calificativos como derechista, opositor, vendido, etc. Sin el afán de dar un dictamen tomemos como ejemplo el caso del Tipnis, territorio habitado por “naciones originarias”, no pueblos ni etnias reducidas a un museo antropológico viviente sino con derechos colectivos constitucionalizados. Aunque el reconocimiento se quedó corto y se delimitó su poder de decisión al derecho a consulta mas no veto. El problema de la negativa a que la carretera cruce este territorio es visto desde las esferas gubernamentales a partir de diferentes antagonismos: esencialismo ecologista, protección de élites para mantener el monopolio de la comercialización de carne, intervencionismo tipo ONG, jugada política de la oposición, entre otras. Y por ello, las palabras del presidente fueron claras: “la carretera se construye sí o sí”, claro que fueron expresadas en la zona habitada por los productores de hoja de coca.
Lo que se debería aclarar entonces es un punto nodal del discurso político actual, es necesaria una clarificación del desarrollo al cual apunta el Estado y la misma sentará los límites hasta los cuales pueden llegar la defensa del territorio de los pueblos indígenas, el respeto a la Pachamama y los discursos de desarrollo alternativos permitidos. Al mismo tiempo, esto permitiría tener una idea clara sobre la concepción de los derechos colectivos que son posibles de respetarse con la consiguiente visión de lo que el actual Gobierno entiende por “Nación Indígena” y “Estado Plurinacional”. También es preciso acotar que al tratarse de un proceso, su comprensión pasa por una construcción donde las diferentes líneas al interior del MAS todavía no poseen un vencedor en esta guerra de posiciones. Lo que se pide es, rescatando el título de un libro cuya autoría pertenece a uno de los últimos intelectuales invitados por la Vicepresidencia -Slavoj Zizek-, Amor sin piedad… Hacia una política de la verdad.
Comenzar un artículo con esta afirmación puede traernos calificativos como derechista, opositor, vendido, etc. Sin el afán de dar un dictamen tomemos como ejemplo el caso del Tipnis, territorio habitado por “naciones originarias”, no pueblos ni etnias reducidas a un museo antropológico viviente sino con derechos colectivos constitucionalizados. Aunque el reconocimiento se quedó corto y se delimitó su poder de decisión al derecho a consulta mas no veto. El problema de la negativa a que la carretera cruce este territorio es visto desde las esferas gubernamentales a partir de diferentes antagonismos: esencialismo ecologista, protección de élites para mantener el monopolio de la comercialización de carne, intervencionismo tipo ONG, jugada política de la oposición, entre otras. Y por ello, las palabras del presidente fueron claras: “la carretera se construye sí o sí”, claro que fueron expresadas en la zona habitada por los productores de hoja de coca.
Lo que se debería aclarar entonces es un punto nodal del discurso político actual, es necesaria una clarificación del desarrollo al cual apunta el Estado y la misma sentará los límites hasta los cuales pueden llegar la defensa del territorio de los pueblos indígenas, el respeto a la Pachamama y los discursos de desarrollo alternativos permitidos. Al mismo tiempo, esto permitiría tener una idea clara sobre la concepción de los derechos colectivos que son posibles de respetarse con la consiguiente visión de lo que el actual Gobierno entiende por “Nación Indígena” y “Estado Plurinacional”. También es preciso acotar que al tratarse de un proceso, su comprensión pasa por una construcción donde las diferentes líneas al interior del MAS todavía no poseen un vencedor en esta guerra de posiciones. Lo que se pide es, rescatando el título de un libro cuya autoría pertenece a uno de los últimos intelectuales invitados por la Vicepresidencia -Slavoj Zizek-, Amor sin piedad… Hacia una política de la verdad.
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