Domitila ha muerto como vivió: de manera sencilla y entre la gente de su pueblo
El cáncer acabó finalmente con Domitila Chungara, la indomable minera que luchó infatigablemente contra las dictaduras militares que gobernaron Bolivia entre 1964 y 1982. El 7 de mayo próximo habría cumplido 75 años, la mayor parte de ellos dedicados a la lucha contra la explotación laboral y por conseguir las libertades democráticas. En 1967, el Gobierno del general René Barrientos intervino militarmente los distritos mineros para frenar una huelga. La represión se saldó con la muerte de decenas de hombres y mujeres en las minas de Catavi y Siglo XX. La reacción indignada de Domitila le costó la vida de un hijo que murió al nacer en una celda tras ser golpeada y pateada por los militares que la detuvieron. Domitila continuó la lucha durante la dictadura del general Banzer que había enviado al ejército a ocupar otra vez los distritos mineros. En diciembre de 1977, con cuatro esposas más de trabajadores mineros, participó en una huelga de hambre, en el arzobispado de La Paz, exigiendo una amnistía política y el retorno a la democracia mediante elecciones generales. Una huelga que fue secundada rápidamente por miles de bolivianos en todo el país hasta arrancar de Banzer el decreto de amnistía y la promesa de elecciones a corto plazo. Esta victoria tuvo una gran repercusión internacional y Domitila y su organización, "Amas de casa de Siglo XX," se convirtieron en un importante instrumento de apoyo a los sindicatos de trabajadores mineros y en un referente para la lucha de las mujeres trabajadoras en el mundo. A partir de entonces, Domitila fue la portavoz de la lucha conjunta de trabajadores y trabajadoras contra el sistema de explotación capitalista y llevó esta convicción a múltiples Foros de Mujeres en el mundo. Domitila, la palliri, mujer dedicada a rescatar mineral entre los residuos o desmontes en los centros mineros bolivianos, se convirtió, por su valentía y convicción emancipadora, en un símbolo de la lucha por la emancipación laboral y femenina. Una lucha en la que la mujer no debía luchar contra el hombre, sino contra el sistema de dominación económica, política y cultural de los pueblos. Su constancia en la lucha y la resonancia de sus dos libros testimoniales que tuvieron difusión mundial, "Si me permiten hablar" y "Aquí también Domitila", la llevaron a ser nominada para el Premio Nobel de la Paz en 2005. Fue Madre de once hijos, cuatro de ellos fallecidos, y en la década de los ochenta tuvo que exiliarse varias veces a diferentes países europeos. En su etapa de exilio en Francia fue cuando la conocimos y compartimos con ella sus esfuerzos solidarios hacia el pueblo boliviano. Cuando pudo volver a Bolivia se instaló en Cochabamba. Allí impulsó un centro de formación, la Escuela Móvil de Formación Sindical, destinada a las jóvenes de los barrios más empobrecidos de esa ciudad. Tras la muerte de esta infatigable luchadora minera, el Gobierno de Evo Morales decretó tres días de duelo, y la ministra de Comunicación, Amanda Dávila, la calificó como “una de las más importantes representantes de la lucha por la democracia en Bolivia”. No obstante, como lo ha revelado a la prensa el ex dirigente minero y fundador del Movimiento Al Socialismo (MAS), Filemón Escobar, el presidente Evo Morales rechazó a Domitila como su candidata a la vicepresidencia de Bolivia. En sus declaraciones, Escobar ha acusado, además, a las dirigentes masistas Leonilda Zurita y Silvia Lazarte de oponerse a que la ex lider minera pudiera postular por el MAS a una diputación a la Asamblea Cosntituyente en 2006-2007, precisando que "estas dos jovencitas cocaleras, cuando propuse la candidatura de Domitila, echaron el grito al cielo, y ahora lloran su muerte". Sea lo que sea, el echo es que Domitila ha muerto como vivió: de manera sencilla y entre la gente de su pueblo. Su fallecimiento, tras cinco días de estar internada en el Hospital Viedma de Cochabamba, fue debido a complicaciones pulmonares y renales, secuelas de las torturas y padecimientos durante la dictadura militar de Banzer y otras que siguieron tras breves periodos de democracia formal. Las informaciones que nos llegan de Bolivia enfatizan que, "pese a los múltiples reconocimientos y nombramientos de diferentes presidentes e instituciones sindicales y municipales, a los que se suman las distinciones de otros países, "Domi" optó por internarse en una cama de la sala común del Hospital Viedma para no gozar de ningún privilegio". Para nosotros es preferible que haya sido así y que, pese a las contradicciones humanas, podamos guardar de Domitila un recuerdo confirmando lo que ella siempre fue: una luchadora íntegra, solidaria y orgullosa de pertenecer a la clase de los explotados y dominados, a seguir al lado de la gente común. Ariane Gransac y Octavio Alberola
madalbo@gmail.com
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