De la ciencia a la política
Término usado en biología, la “ecología” es – en su origen – una disciplina científica. Es la ciencia que estudia la relación triangular entre los individuos de una especie, la actividad organizada de esta especie, y su medio ambiente, que es a la vez condición y producto de esta actividad, condición de vida de esta especie. Sin embargo, los hombres – al contrario que el resto de las especies – son animales no sólo sociales sino también políticos.
Término usado en biología, la “ecología” es – en su origen – una disciplina científica. Es la ciencia que estudia la relación triangular entre los individuos de una especie, la actividad organizada de esta especie, y su medio ambiente, que es a la vez condición y producto de esta actividad, condición de vida de esta especie. Sin embargo, los hombres – al contrario que el resto de las especies – son animales no sólo sociales sino también políticos.
El paso de la ecología como ciencia a la ecología como pensamiento político introduce entonces la cuestión del sentido de lo que hacemos, lo cual implica una serie de interrogaciones: ¿en qué medida nuestra organización social, la manera en que producimos, en que consumimos modifican nuestro medio ambiente? Dicho de otra manera, ¿cómo pensar la combinación, la interpenetración de estos factores en su acción sobre el medio ambiente? ¿Favorecen o no a los individuos estas modificaciones? La ecología política nos dice cuáles son los efectos de nuestros comportamientos y prácticas, pero no es ella sino los hombres los que deben escoger el modo de desarrollo que desean, en función de la evolución de los valores en el debate público y demócratico. Al tomar en serio los desequilibrios ecológicos generados por la actividad humana, la ecología política cuestiona la modernidad y desarrolla un análisis crítico del funcionamiento de nuestras sociedades industriales y de la cultura occidental, así como los valores y conceptos clave sobre los que descansa.
Una visión crítica y global del mundo
La ecología política entra entonces en el campo de la crítica y de la acción política y, al igual que otras ideologías – socialismo, comunismo, liberalismo, etc., propone una visión global de la sociedad, de su futuro, de las relaciones entre seres humanos, de las relaciones entre éstos y su entorno natural y de las actividades productivas humanas. La ecología política no es la parte medioambiental de un programa político, sino que afecta directamente al corazón de las sociedades humanas puesto que vincula la sostenibilidad ecológica con la justicia social, tanto a nivel local como mundial.
No se puede hoy pensar un modelo de desarrollo que no tome en cuenta estas dos facetas. No se puede hablar de un desarrollo que no sea al mismo tiempo humano (justo) y sostenible. ¿Qué vale el bienestar de una sociedad y de sus miembros sin que ese mundo tenga viabilidad a largo plazo para las generaciones futuras? ¿Qué vale la sostenibilidad del mundo si mientras tanto las riquezas naturales y productivas se quedan en manos de unos/as cuantos/as?
Por lo tanto, la ecología política propone un abanico completo de ideas y actuaciones, siempre tomando en cuenta las relaciones íntimas que unen los ecosistemas con las organizaciones sociales. En ningún momento puede considerarse que la ecología política es una “ideología parcial”, ni puede reducirse a otro pensamiento político (capitalista, comunista o social-demócrata – cada uno con sus numerosas variantes). Surge en un momento histórico preciso y viene dando respuestas a una determinada crisis social, ecológica y económica que los otros pensamientos mencionados no sólo no habían previsto sino incluso provocado. De hecho, la ecología política critica tanto a los movimientos de derechas como a los de viejas izquierdas por ser “desarrollistas” y “productivistas”, es decir, por ignorar las relaciones entre modelo de desarrollo, desequibrios ecológicos e injusticia social.
Una visión transformadora
La ecología política busca a la vez sostenibilidad y justicia y, por lo tanto, ataca a las propias bases de los sistemas socio-económicos productivistas actuales. Propone un cambio radical de rumbo lo que le confiere, a largo plazo, una dimensión profundamente transformadora y revolucionaria. Al mismo tiempo, no rechaza el reformismo del día a día ni la “política de los pequeños pasos”. Este camino, que hace una síntesis entre objetivos radicales a largo plazo y acciones reformistas a corto plazo, es conocido como “reformismo radical”. Para llevar a cabo este planteamiento, y por esencia, la ecología política escoge el camino del pacifismo y de la democracia que se define ante todo como participativa.
Por último, la ecología política plantea la necesaria acción conjunta de los movimientos sociales y políticos, y promueve la acción tanto dentro como fuera de las instituciones, tomando en cuenta la fértil interacción continua de la sociedad civil con lo político. Ambas, sociedad civil y política, son las dos caras de una misma moneda, o sea las dos piernas para caminar con equilibrio hacia el cambio.
Una visión crítica y global del mundo
La ecología política entra entonces en el campo de la crítica y de la acción política y, al igual que otras ideologías – socialismo, comunismo, liberalismo, etc., propone una visión global de la sociedad, de su futuro, de las relaciones entre seres humanos, de las relaciones entre éstos y su entorno natural y de las actividades productivas humanas. La ecología política no es la parte medioambiental de un programa político, sino que afecta directamente al corazón de las sociedades humanas puesto que vincula la sostenibilidad ecológica con la justicia social, tanto a nivel local como mundial.
No se puede hoy pensar un modelo de desarrollo que no tome en cuenta estas dos facetas. No se puede hablar de un desarrollo que no sea al mismo tiempo humano (justo) y sostenible. ¿Qué vale el bienestar de una sociedad y de sus miembros sin que ese mundo tenga viabilidad a largo plazo para las generaciones futuras? ¿Qué vale la sostenibilidad del mundo si mientras tanto las riquezas naturales y productivas se quedan en manos de unos/as cuantos/as?
Por lo tanto, la ecología política propone un abanico completo de ideas y actuaciones, siempre tomando en cuenta las relaciones íntimas que unen los ecosistemas con las organizaciones sociales. En ningún momento puede considerarse que la ecología política es una “ideología parcial”, ni puede reducirse a otro pensamiento político (capitalista, comunista o social-demócrata – cada uno con sus numerosas variantes). Surge en un momento histórico preciso y viene dando respuestas a una determinada crisis social, ecológica y económica que los otros pensamientos mencionados no sólo no habían previsto sino incluso provocado. De hecho, la ecología política critica tanto a los movimientos de derechas como a los de viejas izquierdas por ser “desarrollistas” y “productivistas”, es decir, por ignorar las relaciones entre modelo de desarrollo, desequibrios ecológicos e injusticia social.
Una visión transformadora
La ecología política busca a la vez sostenibilidad y justicia y, por lo tanto, ataca a las propias bases de los sistemas socio-económicos productivistas actuales. Propone un cambio radical de rumbo lo que le confiere, a largo plazo, una dimensión profundamente transformadora y revolucionaria. Al mismo tiempo, no rechaza el reformismo del día a día ni la “política de los pequeños pasos”. Este camino, que hace una síntesis entre objetivos radicales a largo plazo y acciones reformistas a corto plazo, es conocido como “reformismo radical”. Para llevar a cabo este planteamiento, y por esencia, la ecología política escoge el camino del pacifismo y de la democracia que se define ante todo como participativa.
Por último, la ecología política plantea la necesaria acción conjunta de los movimientos sociales y políticos, y promueve la acción tanto dentro como fuera de las instituciones, tomando en cuenta la fértil interacción continua de la sociedad civil con lo político. Ambas, sociedad civil y política, son las dos caras de una misma moneda, o sea las dos piernas para caminar con equilibrio hacia el cambio.
* Este apartado “De la ciencia a la política” se inspira en los trabajos de Alain Lipietz, economista y eurodiputado verde. Ver http://lipietz.net
madalbo@gmail.com
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