A partir de los años 70, el movimiento ecologista se radicaliza buscando un nuevo estilo de vida y alternativas globales a la sociedad industrial y consumista. Los conocimientos se profundizan y la conciencia colectiva está lista para sacar a la luz un pensamiento crítico, global y transformador: la ecología política.
Los primeros partidos verdes: radicalidad y renovación
Por lo tanto, en numerosos países europeos, la creación de partidos políticos “verdes” corresponde a la necesidad de los y las militantes ecologistas quienes, al haber perdido la confianza en los partidos productivistas clásicos tanto de izquierdas como de derechas, quieren poder contar con un movimiento que les represente en la teoría y en la práctica.
Durante los años setenta, junto con el nacimiento de los Amigos de la Tierra (1971) o Greenpeace (1973), vislumbramos los primeros intentos para dar cabida a la opción verde en el espacio político europeo. A pesar de una postura muy crítica frente al sistema electoral y una apuesta radical por la democracia participativa heredada de la contra-cultura de 1968 (1), sale elegido en 1974 en Suiza el primer diputado verde en un parlamento estatal. El mismo año, René Dumont, ingeniero agrónomo y considerado como el padre de la Ecología política en Francia, se presenta a las elecciones presidenciales francesas.
En 1979 con el eslogán “Die Zukunft ist grün” (“el futuro es verde”), se crea el partido verde alemán, desde entonces uno de los principales motores del ecologismo político en Europa. Unos años más tarde, en 1984, tras la constitución de los partidos ecologistas de Alemania, Bélgica, Francia, Holanda, Luxemburgo, Reino-Unido, Suecia y Suiza, se pone en marcha la Coordinación de los partidos verdes europeos que se transformará en 1993 en la Federación de los Partidos Verdes europeos. De la misma manera, se crea en 1988 la Federación de los Jóvenes Verdes europeos, hoy integrada por más de 30 organizaciones juveniles u ONGs ecologistas.
En España, el impulso viene directamente de mano de la principal actriz de Los Verdes alemanes, Petra Kelly. El 29 de mayo de 1983 y aprovechando su visita, 16 activistas ecologistas de todo el Estado firman el “Manifiesto de Tenerife” en el que se expone que no se puede seguir confiando en los partidos existentes para conseguir “cotas crecientes de calidad de vida y de disfrute adecuado de los recursos naturales”.
Tanto en la península ibérica como en el resto de Europa, se imagina la idea de un partido verde desde un rechazo a las organizaciones jerárquicas, machistas y muy poco participativas. Bajo la influencia de los movimientos medioambientalistas, feministas, regionalistas, libertarios y la aportación de unas corrientes marxistas renovadoras (2), se construye la opción verde desde la horizontalidad, la igualdad de género y la participación activa de sus integrantes. Además, tal y como lo plantea el Manifiesto de Tenerife, un partido verde sólo tiene interés si no se olvida “el ejercicio irrenunciable de la presión social”, es decir un movimiento con un pie en los movimientos sociales y otro pie en las instituciones.
Fechas clave para la concienciación de las multitudes
El hundimiento en 1985 por los servicios secretos franceses del barco de Greenpeace, el Rainbow Warrior, conmociona fuertemente al mundo. Este atentado perpetrado por un Estado para evitar que se llevaran a cabo protestas en contra de las pruebas nucleares en el Atolón de Mururoa (Pacífico) pone en evidencia, además de la impunidad de los y las criminales, la falta total de democracia y transparencia en la imposición tecnocrática de la energía nuclear tanto civil como militar.
Apenas un año más tarde, en abril de 1986, surge la catástrofe de Chernobyl que marca también profundamente las mentes y refuerza aún más la conciencia ecologista, al poner en evidencia la globalización y la ausencia de fronteras para los problemas ecológicos y sus repercusiones sociales. Más que nunca la lucha contra la energía nuclear se posiciona en el centro de las reivindicaciones verdes y ecologistas por un mundo más sostenible. Más allá, Chernobyl marca el inicio del derrumbe del bloque comunista productivista donde la labor de terreno de los movimientos ecologistas aportó mucho en el intento de democratización de la región.
En 1987, se publica el informe Brundtland (3) que plasma de forma menos radical que lo hubiera hecho el mismísimo movimiento ecologista pero de forma muy didáctica, una definición hoy bastante popularizada del “desarrollo sostenible”. Definido como aquél que satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones, el desarrollo sostenible introduce un concepto básico de la Ecología política: la solidaridad temporal o intergeneracional.
Basándose en este concepto, tiene lugar la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro en 1992. Este primer evento tiene una repercusión mundial y le siguen otros eventos internacionales hasta llegar a la Cumbre de Kyoto y su protocolo homónimo, cuyos alcances, a pesar de su valor simbólico, satisfacen a medias al movimiento ecologista frente a la gravedad del cambio climático.
Lo Verde en la actualidad: profundización y globalización
Con la caída del muro de Berlín en 1989 se destruye uno de los dos sistemas en competición. Frente a la incapacidad del socialismo realmente existente de proveer democracia, justicia social y sostenibilidad ecológica, las miradas se concentran en el sistema capitalista. A pesar de su victoria geopolítica, el sistema socio-económico dominante se muestra igual de productivista e incapaz de resolver el incremento de las destrucciones medioambientales y las desigualdades sociales. Peor: las políticas neoliberales aplicadas a partir de principio de los años 80 han profundizado las crisis ecológicas y sociales. Por lo tanto, se afirma desde los partidos verdes una tercera vía ecologista fuera de la dicotomía capitalista-comunista.
Aunque busca a sus aliados con exclusividad o prioridad -según los países y sus evoluciones históricas- a la izquierda (4), el ecologismo político representa un paradigma ideológico autónomo en fuerte desarrollo, rebasando en numerosos sitios los partidos de vieja izquierda. En Europa, basándose en su característica transnacional, Los Verdes son el primer movimiento que ha creado un partido político europeo (Roma – 21/02/2004) que haya presentado un programa común en las elecciones europeas de 2004.
A nivel mundial, gracias al empujón del ecologismo en América del Norte (5) y en África (6) y a pesar del más lento desarrollo de la opción verde en América Latina, la Ecología política se afirma poco a poco como una visión necesariamente global capaz de federar a una gran diversidad de movimientos sociales y políticos del planeta como lo demuestra la Carta de los Verdes Mundiales firmado en Canberra (Australia – 2001). En enero de 2007, tendrá lugar el Congreso de Los Jóvenes Verdes Mundiales y en enero de 2008, el Congreso de Los Verdes Mundiales, lo que demuestra una vez más que el eslogan de los primeros activistas de la Ecología política sigue vigente: “piensa globalmente, actúa localmente”.
Por lo tanto, en numerosos países europeos, la creación de partidos políticos “verdes” corresponde a la necesidad de los y las militantes ecologistas quienes, al haber perdido la confianza en los partidos productivistas clásicos tanto de izquierdas como de derechas, quieren poder contar con un movimiento que les represente en la teoría y en la práctica.
Durante los años setenta, junto con el nacimiento de los Amigos de la Tierra (1971) o Greenpeace (1973), vislumbramos los primeros intentos para dar cabida a la opción verde en el espacio político europeo. A pesar de una postura muy crítica frente al sistema electoral y una apuesta radical por la democracia participativa heredada de la contra-cultura de 1968 (1), sale elegido en 1974 en Suiza el primer diputado verde en un parlamento estatal. El mismo año, René Dumont, ingeniero agrónomo y considerado como el padre de la Ecología política en Francia, se presenta a las elecciones presidenciales francesas.
En España, el impulso viene directamente de mano de la principal actriz de Los Verdes alemanes, Petra Kelly. El 29 de mayo de 1983 y aprovechando su visita, 16 activistas ecologistas de todo el Estado firman el “Manifiesto de Tenerife” en el que se expone que no se puede seguir confiando en los partidos existentes para conseguir “cotas crecientes de calidad de vida y de disfrute adecuado de los recursos naturales”.
Tanto en la península ibérica como en el resto de Europa, se imagina la idea de un partido verde desde un rechazo a las organizaciones jerárquicas, machistas y muy poco participativas. Bajo la influencia de los movimientos medioambientalistas, feministas, regionalistas, libertarios y la aportación de unas corrientes marxistas renovadoras (2), se construye la opción verde desde la horizontalidad, la igualdad de género y la participación activa de sus integrantes. Además, tal y como lo plantea el Manifiesto de Tenerife, un partido verde sólo tiene interés si no se olvida “el ejercicio irrenunciable de la presión social”, es decir un movimiento con un pie en los movimientos sociales y otro pie en las instituciones.
Fechas clave para la concienciación de las multitudes
Apenas un año más tarde, en abril de 1986, surge la catástrofe de Chernobyl que marca también profundamente las mentes y refuerza aún más la conciencia ecologista, al poner en evidencia la globalización y la ausencia de fronteras para los problemas ecológicos y sus repercusiones sociales. Más que nunca la lucha contra la energía nuclear se posiciona en el centro de las reivindicaciones verdes y ecologistas por un mundo más sostenible. Más allá, Chernobyl marca el inicio del derrumbe del bloque comunista productivista donde la labor de terreno de los movimientos ecologistas aportó mucho en el intento de democratización de la región.
En 1987, se publica el informe Brundtland (3) que plasma de forma menos radical que lo hubiera hecho el mismísimo movimiento ecologista pero de forma muy didáctica, una definición hoy bastante popularizada del “desarrollo sostenible”. Definido como aquél que satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones, el desarrollo sostenible introduce un concepto básico de la Ecología política: la solidaridad temporal o intergeneracional.
Basándose en este concepto, tiene lugar la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro en 1992. Este primer evento tiene una repercusión mundial y le siguen otros eventos internacionales hasta llegar a la Cumbre de Kyoto y su protocolo homónimo, cuyos alcances, a pesar de su valor simbólico, satisfacen a medias al movimiento ecologista frente a la gravedad del cambio climático.
Lo Verde en la actualidad: profundización y globalización
Aunque busca a sus aliados con exclusividad o prioridad -según los países y sus evoluciones históricas- a la izquierda (4), el ecologismo político representa un paradigma ideológico autónomo en fuerte desarrollo, rebasando en numerosos sitios los partidos de vieja izquierda. En Europa, basándose en su característica transnacional, Los Verdes son el primer movimiento que ha creado un partido político europeo (Roma – 21/02/2004) que haya presentado un programa común en las elecciones europeas de 2004.
A nivel mundial, gracias al empujón del ecologismo en América del Norte (5) y en África (6) y a pesar del más lento desarrollo de la opción verde en América Latina, la Ecología política se afirma poco a poco como una visión necesariamente global capaz de federar a una gran diversidad de movimientos sociales y políticos del planeta como lo demuestra la Carta de los Verdes Mundiales firmado en Canberra (Australia – 2001). En enero de 2007, tendrá lugar el Congreso de Los Jóvenes Verdes Mundiales y en enero de 2008, el Congreso de Los Verdes Mundiales, lo que demuestra una vez más que el eslogan de los primeros activistas de la Ecología política sigue vigente: “piensa globalmente, actúa localmente”.
(1) El actual coportavoz del Grupo Verde europeo, Daniel Cohn-Bendit, fue uno de los líderes de la rebelión estudiantil de 1968 en Francia, lo que le costó su expulsión a Alemania.
(2) Pensadores y teóricos de origen marxista como André Gorz y Alain Lipietz teorizan el paso de lo “rojo al verde”. Ver por ejemplo, “Adiós al proletariado”, 1980 de André Gorz.
(3) Informe Escrito para la ONU. Originalmente se llama “Nuestro futuro común” (“Our common future”).
(4) El partido verde francés afirma en su congreso de 1994 que la ecología política, desde su condición autónoma, sólo puede entrar en coaliciones con partidos de izquierdas. Al mismo tiempo, el partido verde alemán llega en algunos casos a realizar alianzas puntuales con partidos democristianos mientras en Europa del Este, Los Verdes, por haber sido víctimas de la represión soviética, ven con recelo a los herederos del movimiento comunista.
(5) El movimiento verde americano existe desde el principio de los 1980s, tiene 305.000 afiliados y cuenta con la fuerte influencia del abogado y activista Ralf Nader conocido por su lucha contra la cultura del consumo.
(6) Bajo la impulsión de la premio nobel Wangari Maathai, diputada por Los Verdes en Kenia, y del Green Belt Movement, la ecología se instala en África. Por otra parte, en agosto de 2006, se creó la Federación de los Jóvenes Verdes Africanos.
(2) Pensadores y teóricos de origen marxista como André Gorz y Alain Lipietz teorizan el paso de lo “rojo al verde”. Ver por ejemplo, “Adiós al proletariado”, 1980 de André Gorz.
(3) Informe Escrito para la ONU. Originalmente se llama “Nuestro futuro común” (“Our common future”).
(4) El partido verde francés afirma en su congreso de 1994 que la ecología política, desde su condición autónoma, sólo puede entrar en coaliciones con partidos de izquierdas. Al mismo tiempo, el partido verde alemán llega en algunos casos a realizar alianzas puntuales con partidos democristianos mientras en Europa del Este, Los Verdes, por haber sido víctimas de la represión soviética, ven con recelo a los herederos del movimiento comunista.
(5) El movimiento verde americano existe desde el principio de los 1980s, tiene 305.000 afiliados y cuenta con la fuerte influencia del abogado y activista Ralf Nader conocido por su lucha contra la cultura del consumo.
(6) Bajo la impulsión de la premio nobel Wangari Maathai, diputada por Los Verdes en Kenia, y del Green Belt Movement, la ecología se instala en África. Por otra parte, en agosto de 2006, se creó la Federación de los Jóvenes Verdes Africanos.
madalbo@gmail.com
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