Marco Octavio Ribera Arismendi
22 de Agosto 2011
El gobierno nuevamente recurre a declaraciones ligeras e infundadas en el afán de desvirtuar y distorsionar la marcha indígena del TIPNIS y la CIDOB. Estomuestra por un lado, la mala fe en el manejo de la información, pero también el pésimo asesoramiento estratégico hacia los altos niveles de decisión del Estado, lo cual desemboca en una suerte de intencionalidad de abierto menosprecio no solo a la inteligencia, sino al sentido común de la sociedad.
Una carretera como la que se proyecta cruzando el TIPNIS es la puerta para la ocupación ilegal y los negociados de tierras, así como para el saqueo de la madera, es un razonamiento de aritmética básica, y esa es una de las razones fundamentales para el rechazo y resistencia de las comunidades del TIPNIS al proyecto caminero y en especial al tramo 2 y 3. Es ilógico, por no decir absurdo, que el gobierno declare oscuras intenciones de la marcha, relacionadas al comercio de tierras e intereses madereros. La intención de copamiento de tierras ha sido no hace mucho, explicitado por el sector de colonización y cocalero de la región, mientras que una de las primeras propuestas de dicho camino en los años 90, provino precisamente por el interés de algunas empresas madereras que operan en el vecino Bosque Chimanes. De tal forma, que las noticias de supuestos negociados de tierras indígenas en la región de Guarayos en Santa Cruz, es lo que de denomina en jerga criolla “buscarle cinco pies el gato”.
En días pasados se quiso mostrar una aparente pugna y falsa contradicción entre los vecinos de la población de San Ignacio de Moxos y las demandas de la marcha indígena. Es legítimo que los vecinos y cívicos de San Ignacio mayoritariamente quieran y apoyen el camino, como también es legítimo que los indígenas rechacen el camino cruzando el TIPNIS y la TCO TIM, por los riegos de devastación ecológica a mediano y largo plazo que implica. Lo que no se explicó ni debatió fue, que el camino sí puede llegar a San Ignacio, bordeando el TIPNIS por el este del río Isiboro y sin afectar al TIPNIS, ni promover severos conflictos sociales al futuro.
Respecto a dicha ruta alternativa que, desde todo punto de análisis es la que tendría menor costo ambiental y social, el costo de construcción tampoco subiría demasiado, como se ha querido mostrar. Desde la zona de Santo domingo en el Sécure, hacia el norte, las condiciones topográficas y de drenaje, presentarían similares desafíos a la constructora, que en el borde este del río Isiboro. Ambas zonas son fuertemente inundadas en la época de lluvias, a lo cual se debe incluir un detalle clave que lamentablemente, no aparece en el Estudio de Impacto Ambiental del tramo 3, el año 2007, a raíz de un efecto hidrológico propio de la dinámica de los ríos amazónicos, el río Sécure cambió de curso unos kilómetros al noreste de Santo Domingo y su caudal se dirige en la actualidad al río Tijamuchí, el cual se ha convertido en el tramo activo del Sécure, habiendo por lo tanto, migrado el cono aluvial de inundaciones fuertes, hacia la llanura oeste entre Monte Grande y San Ignacio de Moxos, situación que equipara aún mas las condiciones dificultosas del trazo 3, con la alternativa del río Isiboro.
En otro ámbito, el pliego de demandas del sector indígena, que sorprendió tanto a algunos ministros, tiene como punto central no partir en dos el TIPNIS, en tanto que la mayor parte del resto de las demandas, encuentra plena legitimidad y están contempladas en la actual Constitución Política del Estado y en otras varias normas vigentes, siendo una obligación del Estado el cubrirlas y no concitar tanta sorpresa.
madalbo@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario