Aunque el concepto de desarrollo sostenible fue utilizado por primera vez de forma oficial el año 1987 en las esferas de las Naciones Unidas (a partir del informe de la Comisión Brundtland) el término ya había sido propuesto en 1980 en un informe de la UICN en el cual se definía a una sociedad sostenible como aquella que satisface sus necesidades actuales sin poner en riesgo las capacidades de las generaciones futuras. Este mismo informe de la UICN define por primera vez el desarrollo sostenible como: “El proceso de cambio en el cual la explotación de los recursos, la dirección de las inversiones, y la orientación de la tecnología y el cambio institucional, están todos en armonía y mejoran la potencialidad para satisfacer las necesidades y aspiraciones humanas tanto actuales como futuras”. Estos elementos sirvieron de soporte ideológico al Informe de la Comisión Brundtland, cuyo mayor mérito fue realizar una eficiente sistematización de muchas ideas e información elaboradas años después de la Conferencia de Estocolmo. La Conferencia de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y Desarrollo o CNUMAD desarrollada en junio de 1992 en Río de Janeiro (que se denominó Río 92 o Cumbre de la Tierra) fue ciertamente un hito mundial que congregó a cientos de representantes de Estados y miles de voceros de ONG´s y organizaciones sociales.
Las expectativas de realización de esta Cumbre provenían de algunos años atrás, cuando se había redactado el Informe Brundtland. En el Principio 3 de la declaración oficial de Río 92, resalta el enunciado de la equidad transgeneracional derivado del concepto de desarrollo sostenible que había popularizado del informe Brundtland (a su vez tomado de otras fuentes): “Aquel desarrollo que satisface las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las generaciones futuras para atender sus propias necesidades”. También destaca la definición de tratados como el de la Convenio sobre la Diversidad Biológica, la Convenio Marco sobre Cambio Climático y el Convenio Contra la Desertificación y la Sequía.
La CNUMAD definió el concepto de desarrollo sostenible como un objetivo factible en todo el mundo, ya fuese a escala local, nacional, regional o internacional. Reconocía que la integración y el equilibrio de los intereses económicos, sociales y medio ambientales son vitales para preservar la vida en el planeta. También reconocía que para conseguir este tipo de integración y equilibrio entre las dimensiones económica, social y medio ambiental se necesitarían nuevas perspectivas de producir, consumir, vivir, trabajar, relacionarnos y tomar decisiones.
El desarrollo sostenible fue planteado desde los ámbitos oficiales de las Naciones Unidas (CNUMAD) y los Jefes de Estado del mundo a partir de los 27 principios que guiaron la Declaración de Río 92 y que fueron la base filosófica “olvidada” del modelo del desarrollo sostenible, los más destacables de estos principios mencionan:
El derecho a una vida saludable y productiva en armonía con la naturaleza (principio 1); el derecho al desarrollo debe responder equitativamente a las necesidades de desarrollo y ambientales de las generaciones presentes y futuras (principio 3); la protección del medio ambiente deberá constituir parte integrante del proceso de desarrollo y no podrá considerarse en forma aislada (principio 4); la tarea esencial de erradicar la pobreza como requisito indispensable del desarrollo sustentable(principio 5); la especial prioridad de la situación y las necesidades especiales de los países en desarrollo, en particular los países menos adelantados y los mas vulnerables desde el punto de vista ambiental (principio 6); los Estados deberán cooperar con espíritu de solidaridad mundial para conservar, proteger y restablecer la salud y la integridad del ecosistema de la Tierra (principio 7); los países desarrollados reconocen la responsabilidad que les cabe en la búsqueda internacional del desarrollo sustentable, en vista de las presiones que sus sociedades ejercen en el medio ambiente mundial (principio 7); para alcanzar el desarrollo sustentable y una mejor calidad de vida para todas las personas, los Estados deberían reducir y eliminar las modalidades de producción y consumo insustentables (principio 8); el mejor modo de tratar las cuestiones ambientales es con la participación de todos los ciudadanos interesados, en el nivel que corresponda. En el plano nacional, toda persona deberá tener acceso adecuado a la información sobre el medio ambiente de que dispongan las autoridades publicas, incluida la información sobre los materiales y las actividades que encierran peligro en sus comunidades, así como la oportunidad de participar en los procesos de adopción de decisiones. Los Estados deberán facilitar y fomentar la sensibilización y la participación de la población poniendo la información a disposición de todos. Deberá proporcionarse acceso efectivo a los procedimientos judiciales y administrativos, entre estos el resarcimiento de daños y los recursos pertinentes (principio 10); con el fin de proteger el medio ambiente, los Estados deberán aplicar ampliamente el criterio de precaución conforme a sus capacidades. Cuando haya peligro de daño grave o irreversible, la falta de certeza científica absoluta no deberá utilizarse como razón para postergar la adopción de medidas eficaces en función de los costos para impedir la degradación del medio ambiente (principio 15); las autoridades nacionales deberían procurar fomentar la internalización de los costos ambientales (principio 16); movilizar la creatividad, los ideales y el valor de los jóvenes del mundo para forjar una alianza mundial orientada a lograr el desarrollo sustentable (principio 21); la guerra es, por definición, enemiga del desarrollo sustentable. (principio 22); la paz, el desarrollo y la protección del medio ambiente son interdependientes e inseparables. (principio 25). Las propuestas de la CNUMAD, desencadenó desde un inicio un acalorado debate entre las representaciones oficiales y los voceros de la sociedad civil, respecto de la profundidad del tratamiento de las causas profundas del deterioro social y ambiental del planeta y de cuáles deberían ser las acciones para subsanar las desigualdades y perturbaciones ambientales, que ya entonces adquirían un matiz crítico.
Un compromiso central de los países desarrollados en Río 92, fue el de realizar un aporte de 0.7 % de su PIB hacia los países pobres para fines de desarrollo. Esto fue calificado por las representaciones no oficiales como migajas. Aún así el nivel de cumplimiento fue irrisorio, en general los países que honraron este compromiso a lo largo de los años posteriores fueron los países nórdicos.
A pesar de la relativa contundencia, esta declaración de principios no llegó a satisfacer la expectativa o esperanza que en su momento se había puesto en la cumbre de la Tierra o Río 92. Alguien mencionó alguna vez, que si se hubiera cumplido tan solo la tercera parte de estos principios, el planeta no estaría en el estado en que ahora se encuentra. De cualquier forma, como se puede comprobar en la actualidad, muy poco sino nada de este listado de “buenas intenciones” se ha cumplido ya sea que se mire el nivel global o lo que se ha hecho en cada país del orbe, algo que ya se puso de evidencia acremente en la Cumbre del Desarrollo Sostenible de Johannesburgo el año 2002 (irónicamente llamada Rio + 10 y por muchos Río – 10 por el retroceso).
Referencia_
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