miércoles, 17 de agosto de 2011

La Conferencia sobre Biodiversidad de ONU no cierra de manos vacías (Lunes, 01 de noviembre de 2010 a las 23:20)



Tras dos semanas de duras negociaciones, los delegados de los 193 países que asisten a la décima Conferencia sobre Biodiversidad de la ONU en Japón lograron alcanzar un acuerdo para la protección del medio ambiente.



193 Estados se comprometen a salvar especies antes de 2020.

Poner de acuerdo a 193 Estados no es fácil. Avanzar en materia ecológica tampoco. Los presentes en la décima Conferencia sobre Biodiversidad de Naciones Unidas abandonaron Japón, sin embargo, más contentos de lo que en un principio se hubiera predicho. Una serie de medidas para la protección del medio ambiente han conseguido recibir el visto bueno del conjunto de los participantes en el evento. Entre ellas, la decisión de poner freno a la pérdida de varias especies antes de 2020.

"La señal que con esto se envía a la comunidad internacional es contundente y remarca la importancia de asegurar la diversidad de especies. De ella depende, entre otras cosas, la propia subsistencia", recordó Hubert Weiger, presidente de la oficina alemana de Amigos de la Tierra.


Se temía el fracaso, pero al final la Conferencia sobre Biodiversidad de Nagoya pudo salvarse.


Por un reparto equitativo

Ante el parcial estancamiento de las conversaciones a lo largo de los últimos días, los ecologistas llevaban tiempo advertido de la posibilidad de que se produjera un "segundo Copenhague", en referencia a la cumbre climática que fracasó hace casi un año en la capital danesa.

El principal conflicto surgido en las presentes negociaciones estaba relacionado con el reparto equitativo de las ganancias obtenidas a partir de la explotación de los recursos biológicos que se utilizan en la fabricación de drogas, cosméticos y otros productos.

En el último minuto y con los nubarrones ya en el frente, el anfitrión de la cumbre, el ministro de Medio Ambiente japonés, Ryu Matsumoto, presentó una propuesta que encontró acogida en el protocolo final de Nagoya: según éste, en el futuro los beneficios que se extraigan del comercio con los  recursos naturales, por ejemplo aquellos que produzca la medicina, serán divididos equitativamente entre los países de origen y los usuarios.

Esta cláusula cumple, aseguró Matsumoto, “un sueño largamente añorado". La completa demanda de los países en desarrollo- consistente en que no se repartiera sólo lo obtenido en la venta de dichos bienes, sino también las ganancias retroactivas- no pudo, por el contrario, ser adoptada. (dpa)

Editora: Luna Bolívar Manaut
madalbo@gmail.com



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