jueves, 5 de agosto de 2010

El sincretismo religioso Chapaco




Definimos el sincretismo en el conjunto de los grandes procesos, que llevan a sistemas de transculturación; es decir, lo entendemos como fenómeno histórico que, en "co-presencia" de diversidades socio-culturales, tiende a incluir y no a excluir nuevos elementos existenciales. La dinámica de tal contexto se origina en momentos de comunicación intensa, donde por las cercanías de las experiencias, los aspectos discordantes se reajustan entre sí. Se trata de otra articulación que, integrando elementos antiguos, puede reproponerse en las nuevas circunstancias de vida del grupo.


En tal sentido, el concepto de sincretismo, se aleja de la lectura semiótica de confusión de códigos para considerarse en dimensión abierta a recibir signos y significaciones nuevas. La singularidad de las partes, queda fiel a sus orígenes, adaptándose a la contextualización que se impone. Lo que puede definirse elemento ganador es precisamente quien logra redefinir la globalidad del conjunto. Por tanto, examinando la fiesta de Todos Santos, resaltan estas presencias, autónomas e interdependientes:

•  El universo agrícola de carácter "animista" en relación con lo sagrado; son gestos y acciones que hablan por sí mismas: poner comida, atenciones de viajes hacia la ultratumba y la morada de un estar que rescata la precariedad de lo cotidiano.
•  La organización del universo cultural andino, con antropomorfización del tiempo según la producción agrícola y que une el mundo subjetivo con las formalidades sociales a través de imágenes teatralizadas que a su vez combinan gestos, palabras y acciones.
•  La dimensión católica que repropone el más acá en un más allá verticalizando los significados globales e intelectualizando elementos del destino humano.
•  La capa de modernidad atenúa los colores de las acciones y hace sobrevivir piezas sueltas de la liturgia global de Todos Santos. Se trata del proceso de secularización que, sea religioso, sea civil, se centraliza en el recuerdo de los difuntos.



Por lo que se refiere al factor católico, sobresalen los elementos tradicionales que tienen su apoyo en la evangelización antigua que se emaizó en la región andina. Es interesante observar que en el departamento de Tarija lo uno y la otra desaparecen como oposición cuando interactúan en el universo" chapaco". La definición que podemos dar de este último es de transculturación general en un proceso de mestizaje que, sin connotación negativa, une a las diversidades. Sería un "criollismo" que ha abandonado características y actitudes violentas. Estas, sin embargo, mantendrían su oposición con el universo chiriguano, donde resistiría el concepto colonial de Tarija como" frontera" y por tanto unida al hinterland andino y defensa respecto a lo amazónico Dos fiestas religiosas revelan tal ideología: la de la Virgen de Chaguaya y la de la Virgen de Guadalupe de Entre Ríos.



La de Chaguaya con sus reverberaciones del pensamiento aymara-quechua emaizado en la Pachamama y en la invocación a la Virgen María. En la perspectiva señalada, la misma religiosidad católica más que fiesta de "petición de cosas" subraya una solicitud de protección: ayuda relativamente a los males de la vida que pueden suceder. Tal intercambio de intenciones se realiza en el tipo de "promesa" de los peregrinos, que van en romería de Tarija a Chaguaya en una caminata de 14 horas. En realidad se trata de una Virgen en nada "victoriosa". Su historia tiene raíces en la misión de Salinas, destruida por los Chiriguanos que dieron muerte al jesuita padre Lizardi en el año 1735.

La estatua pasó de allí a la capilla del marqués de Tojo, que dominaba con sus haciendas las zonas interandinas que iban de Tarija hasta Jujuy. El pasar de la región este a la oeste era poner en territorio seguro a la Virgen haciéndola pasar de un territorio "bárbaro" a un territorio "civilizado". La apropiación por el universo quechua se manifiesta en la estructuración de un ayllu a su favor, jugando sobre la toponimia de Chaguaya que en quechua significa: dame leche. La verdad es que el santuario se ubica en las faldas de dos cerros que son antropomorfizados en "tetillas". Por los contenidos internos, sin embargo, se marcan otras oposiciones. El cerro donde está el santuario de la Virgen (ubicado antes en posición paralela y no de frente al río) es de género femenino mientras que el cerro de al lado es mantenido en género masculino y por tanto definido Calvario. El río, que corre en el medio propone la significación semántica global: una ritualidad de fertilidad, que nace entre tierra yagua. La transformación del santuario ancestral a santuario católico se debe a la acción de la religiosidad popular que extiende su visión teológica en escenarios narrativas. Allí, manejando secuencias de imágenes, el devoto es un silencioso actor de sus gestos y de sus acciones.
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La fiesta de Guadalupe que se celebra en Entre Ríos no expresa una ideología de "refugio" sino de "toma de posesión de la plaza y del templo" respecto al conjunto salvaje. Las oposiciones entre civilizados/bárbaros se disuelven con la victoria de los primeros por la presencia de los jinetes. La Virgen, como agente salvador no es unidad entre mundos diferentes sino estandarte de los unos contra los otros. Así la correlación de fiesta entre temploplaza celebra el nacimiento de un pueblo cristiano en un contexto salvaje, donde la supervivencia del uno niega la del otro. Lo que es ideología de exclusión se mantiene en toda la sucesión de las acciones: llegada de los devotos, invocación a la Virgen y hechos de guerra en la tarde. El peso de la intelectualización católica se manifiesta sobre todo en la primera parte de la fiesta (hasta horas 12) como dimensión religiosa; y en la tarde surge la dimensión civil. Haciendo hincapié en este segundo tiempo se ha desarrollado una religión de sociedad sin conexión con lo sagrado: la Virgen de Guadalupe, fundadora del pueblo a pesar de la agresividad chiriguana. Los aspectos ideológicos de la intelectualización quedan subyacentes, pero manifestados claramente. Lo interesante es observar que los chiriguanos asisten a la fiesta como observadores, esparcidos en los alrededores de la plaza y del campo de guerra. Una versión interpretativa de la "batalla" corregiría la ideología tradicional negando el "frente a frente" con el enemigo presente y justificando la lucha como dimensión de enemistad en el universo salvaje; es decir entre Chiriguanos y Matacos. En esta versión, la significación principal se traslada en las oposiciones de paz en el mundo civilizado y de guerra en el mundo salvaje.

Otra manifestación de religiosidad popular se da en la fiesta de San Roque, que se realiza en la ciudad de Tarija en los días que van desde el16 de agosto hasta el segundo mar tes de septiembre. Nuevamente se vuelve al concepto de protección. Sin embargo el conjunto de los significados religiosos no manifiesta una relación "de invocación" como en el caso de la Virgen de Chaguaya. San Roque es compañero de camino, solidario con sus promesantes.

Además del templo de la ciudad, a él está dedicada una morada en la campiña, próxima a Tarija, que es denominada Lazareto donde se concluye el ciclo festivo. San Roque fue un terciario franciscano de Francia, que vivió pobremente y asistiendo a los leprosos; y él mismo morirá leproso. El perro que lo acompaña testimonia su situación de aislamiento de la vida de los hombres: él era quien le llevaba comida. Seguramente la presencia del convento franciscano en Tarija dio razones por esta devoción, testimoniada ya en los tiempos coloniales. En 1858 serán nuevamente los franciscanos quienes construirán El Lazareto: lugar apartado, de abundante agua y de fácil defensa (presencia de grutas naturales) contra las inclemencias del tiempo.



En realidad, no es San Roque que se desplaza en las tantas procesiones y visitas a lugares religiosos y civiles, sino más precisamente son sus promesantes, denominados chunchos, que andando marcan pasos de danza al ritmo de una melodía lenta y triste, marcada a su vez con compases de la "flecha". El vestido de los chunchos es típico de quienes quieren esconder su realidad corporal: cara, parte superior del cuerpo y el pollerín, que cae hasta más abajo de las rodillas. A tales atributos hay que añadir que la denominación de chunchos indica a los habitantes de los valles sobre todo paceños. Sin embargo la referencia en este caso no es geográfica o de identidad cultural. Nosotros la justificamos como indicación de "leproso" que es enfermedad de zonas húmedas. ¿Y porqué el lugar separado, la vestimenta especial y la "flecha"? La legislación de salud en la edad media prescribía al leproso el vivir apartado, cubrir su cuerpo delante de las personas y avisar de su presencia a quienes podían recorrer su mismo camino. Tal norma ti vi dad fue traída a la región de Tarija. Si estas son las especificaciones de vida de un "sujeto con lepra", la fiesta insiste más en la vertiente de la integración del "enfermo" en la vida de la ciudad; y por tanto su situación de aislamiento no debe realizarse en términos de exclusión de la vida pública. Se trataría de una incorporación del "inhabilitado" a los derechos civiles, justificada en términos evangélicos y de tradición socio-eclesial.

La aparición de San Roque está definida con concepto de "entrada": su andar toca a todas las iglesias del casco viejo como a otros lugares de actividad pública, que son el Mercado Central y el Hospital General. La intención de los chunchos es doble: adquirir derechos y, al mismo tiempo, recibir de la caridad de los otros "promesantes" (que los esperan en las calles y en los lugares indicados) bebidas y alimentos. Así es que el pacto de caridad se consolida en obligaciones de los ciudadanos. Amparados por San Roque, los chunchos predican derechos suyos y deberes de los ciudadanos en un deseo de salud colectiva. Los chunchos, que encubren a los leprosos, en el mes de agosto sufren, por ser estación de invierno, necesidades de supervivencia. Las varias fiestas en la ciudad y en los pueblos cercanos tienen la duración de un mes y todas se esparcen desde el núcleo central de tiempo, que son tres días más la octava. En cada uno de ellos, después de las liturgias de los bailes y del cantar de los chunchos sobresalen momentos de regocijo donde la significación religiosa y civil se hace realidad.

Lorenzo Calzavarini

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