«Hiroshima», de John Hersey, fue sin duda la obra periodística estadounidense más impactante de la historia. Incluía descripciones estremecedoras de lo que una pequeña bomba (en relación con las armas actuales) hizo a los habitantes de una ciudad.
Hay mucha mitología nuclear relacionada con el desarrollo y despliegue del armamento nuclear. El difunto Bernard Brodie, el primer teórico nuclear, argumentó a finales de la década de 1940 que las armas nucleares habían creado un equilibrio estable de terror, lo que queda desmentido por la violencia de la posguerra. Teóricos nucleares como Herman Kahn y Albert Wohlstetter argumentaron en la década de 1950 que el equilibrio era «precario» y que era esencial medir el daño relevante que sufriría un bando u otro en un intercambio nuclear. Henry Kissinger, de Harvard, tenía la teoría más obtusa de todas, al creer que los usos «limitados» del armamento nuclear no se irían de las manos. Estas teorías se utilizaron para justificar el creciente desarrollo de armas nucleares que ha creado la situación de «overkill» en los arsenales de Estados Unidos y Rusia. La nueva doctrina y práctica nuclear de China producirá una capacidad adicional de «overkill».
Estados Unidos ha impulsado la carrera nuclear desde el principio. El uso de bombas atómicas en Japón en 1945 fue un arma de terror; la administración Truman creía que la muerte de civiles inocentes presionaría a los líderes japoneses para que se rindieran. La tecnología estadounidense también impulsó la carrera armamentística de la Guerra Fría, en particular el desarrollo de los vehículos de reentrada múltiple independiente (MIRV) que podrían haberse detenido en la década de 1970 si el principal negociador de Washington, Henry Kissinger, hubiera estado dispuesto a escuchar a la comunidad de control de armamentos.
Una vez más, Estados Unidos es uno de los principales impulsores de la carrera armamentística sobre la base de un programa de modernización de 10 años y 1,5 billones de dólares que es innecesario. Va acompañado de programas de modernización rusos y chinos. El programa estadounidense hace hincapié en una nueva ojiva estratégica; un nuevo misil de crucero; nuevos núcleos de plutonio para ojivas; y nuevos submarinos, bombarderos y misiles balísticos intercontinentales (ICBM). Todo ello innecesario.
Los avances de China son preocupantes, en particular la ampliación y reconstrucción de la zona de pruebas de Lop Nor, en Xinjiang. La zona tiene el tamaño de Virginia, y en los últimos cinco años China ha añadido y renovado 30 edificios; estas acciones apuntan a la reanudación de las pruebas de armas nucleares y a una estrategia nuclear más agresiva. Xi Jinping propició estos avances. Creó las Fuerzas de Cohetes Chinas en 2015, y ordenó la modernización de la base aérea estratégica cerca de Lop Nor en 2018 tras el énfasis de Donald Trump en un «reinicio nuclear» y pruebas renovadas.
Rusia también está empeñada en modernizar su programa nuclear, pero la guerra en Ucrania ha empeorado los problemas de producción y financieros, además de los problemas de gestión de la era soviética. Ha habido éxitos en la modernización de las Fuerzas de Cohetes Estratégicos, en particular el arsenal ruso de misiles balísticos intercontinentales, pero otros aspectos de la tríada nuclear -buques y bombarderos- se han quedado rezagados. El nivel primitivo de los programas rusos de robotización y automatización ha sido un obstáculo. La retirada del presidente Vladimir Putin de las inspecciones internacionales ha comprometido los esfuerzos para verificar y supervisar los programas rusos.
En la zona euroatlántica, Rusia está intensificando el sabotaje, los actos de violencia, la interferencia cibernética y electrónica, las campañas de desinformación y otras operaciones híbridas. Los miembros de Europa Oriental de la OTAN -especialmente Polonia y los países bálticos- han expresado su profunda preocupación por las acciones híbridas de Rusia, que constituyen una amenaza para la seguridad aliada.
Los presidentes republicanos George W. Bush y Donald Trump ampliaron las misiones nucleares y derogaron los tratados de control de armas, creando el peor de los mundos estratégicos posibles. En 2002, Bush derogó el Tratado de Misiles Antibalísticos (ABM), la piedra angular de la disuasión y una de las perlas de la política de desarme, allanando el camino para la defensa nacional antimisiles, que cuesta cientos de miles de millones de dólares pero no proporciona ninguna seguridad genuina. En 2018, Trump derogó el Tratado sobre Fuerzas Nucleares Intermedias (INF), uno de los tratados de desarme más exitosos de la historia, lo que condujo a una renovada carrera armamentística en Europa. El villano en ambas decisiones fue John Bolton, el niño pastor del complejo militar-industrial, que fue asesor de control de armas de Bush y asesor de seguridad nacional de Trump.
El regreso de Trump a la Casa Blanca sería desastroso. Cuando el ex secretario de Estado Rex Tillerson se refirió a Trump como un «jodido imbécil», fue después de una delicada sesión informativa sobre armas nucleares para el nuevo presidente en el Pentágono en 2017. Desde entonces, Trump ha dicho que Japón estaría «mejor» con armas nucleares; se ha jactado de construir nuevas armas nucleares («Tenemos cosas de las que Putin y Xi nunca han oído hablar»); y ha discutido en secreto el uso de un arma nuclear contra Corea del Norte. Trump argumentó que podría culpar a otro país de un ataque estadounidense contra el régimen comunista, según el corresponsal del New York Times Michael Schmidt.
Como presidente, Trump creó una Fuerza Espacial, que violaba el Tratado del Espacio Exterior que firmó el presidente Lyndon Johnson en 1967. La semana pasada, Rusia vetó una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU para prohibir la colocación de armas nucleares en el espacio, lo que significa que el Tratado sobre el Espacio Exterior es el último tratado de control de armas de la era de la Guerra Fría que se queda en el camino. El veto de Rusia refuerza la idea de que Putin está a favor de lanzar un arma nuclear al espacio.
Antes de las elecciones de 2020, el jefe del Estado Mayor Conjunto, Mark Milley, tomó medidas sin precedentes para evitar que Trump hiciera un mal uso del arsenal nuclear del país durante el último mes de su presidencia. Según Bob Woodward y Robert Costa, del Washington Post, Milley llamó al jefe de las fuerzas armadas chinas y le dijo que «el gobierno estadounidense es estable y «no vamos a atacar»». Presumiblemente, Xi Jinping ha tenido en cuenta esta llamada en lo que se refiere a su propio pensamiento del peor de los casos en relación con el equilibrio de poder nuclear. Además, está la amenaza de Putin de utilizar armas nucleares en Ucrania.
A pesar del final de la «Guerra Fría» hace tres décadas y de la constatación de la ilusión de lo nuclear «limitado» o de los aspectos suicidas de la «destrucción mutua asegurada», todavía no existe un enfoque global hacia el desarme nuclear. Cicerón dijo que «el dinero sin fin forma los tendones de la guerra», lo que sin duda ha sido el caso del uso de la fuerza por parte de Estados Unidos durante las últimas tres décadas. Al mismo tiempo, se ha producido una retirada del mundo del control de armas y el desarme.
El Secretario de Estado Antony Blinken y el asesor de seguridad nacional Jake Sullivan ni siquiera se han molestado en defender de boquilla la idea del desarme. El presidente Bill Clinton suprimió la Agencia de Control de Armamentos y Desarme hace casi 30 años, y actualmente hay menos funcionarios del Servicio Exterior en el Departamento de Estado que miembros de las bandas del servicio militar. La visión del presidente Barack Obama de un mundo libre de armas nucleares, expuesta en Praga en 2009, marcó una visión valiente y elevada. Pero las administraciones Trump y Biden la han ignorado y, como resultado, las esperanzas de control de armas y desarme siguen desvaneciéndose.
Melvin A. Goodman es investigador principal del Centro de Política Internacional y profesor de Gobierno en la Universidad Johns Hopkins. Antiguo analista de la CIA, Goodman es autor de Failure of Intelligence: The Decline and Fall of the CIA y National Insecurity: The Cost of American Militarism y A Whistleblower at the CIA. Sus libros más recientes son «American Carnage: Las guerras de Donald Trump» (Opus Publishing, 2019) y «Containing the National Security State» (Opus Publishing, 2021). Goodman es columnista de seguridad nacional en counterpunch.org.
Pakistán aspira a desarrollar un puerto de aguas profundas en Gwadar, con la intención principal de convertir el modesto pueblo pesquero en un destacado centro de transporte comparable a Dubái.
La construcción de este megapuerto fue controvertida, pues el pasado 12 de mayo del año en curso se llevó a cabo una manifestación. Según el Comité Baloch Yakjehti (CBY) “El proyecto colonial de cercado en Gwadar es parte del Corredor Económico China-Pakistán (CPEC), que tiene como objetivo desalojar a la población local de Gwadar y entregar la región a China, pero nosotros, la población local, no entregaremos nuestra tierra y mar a los extranjeros”.
En las imágenes de protesta que comparte el CBY se puede observar, bajo un sol abrasador, a mujeres con turbantes sosteniendo pancartas. En una de ellas se puede leer: «En tiempos de genocidio, cercar las tierras indígenas en Gwadar es otra forma de opresión». Así mismo en las plataformas de Instagram y X se encontraron publicaciones y comentarios de baluchíes que se oponen a la construcción, como el de la doctora y defensora de los derechos humanos, Mahrang Baloch: “Poblaciones enteras de Baluchistán están siendo arrancadas de sus tierras ancestrales, a pesar de esto, el resistente pueblo baluchí se ha negado a abandonar su tierra.” Sin duda, su mensaje nos invitaba a mirar más allá de las apariencias y a reconocer las luchas silenciosas que enfrentan las poblaciones locales por preservar sus tierras y su identidad.
Gwadar se encuentra en la provincia de Baluchistán, donde las montañas de Kirthar y Makran se alzaban majestuosas, los desiertos susurraban historias antiguas y las costas acunaban los secretos del Mar Arábigo, donde según el Fondo Monetario Internacional (FMI), en su publicación “Actualización de perspectivas de la economía mundial 2024”, fluye un 11% del comercio mundial, pero más allá de la superficie terrenal, es la provincia más grande de Pakistán, abarcando el 44% del territorio con una población de 19,713 millones de habitantes, en un país que de acuerdo al Banco Mundial, es de 235,8 millones de personas.
Baluchistán guardaba tesoros en las profundidades de su subsuelo, los recursos minerales, como el gas natural, yacían ocultos bajo la tierra, pero según el investigador estadounidense Mickey Kupecz en su artículo, publicado en 2012 titulado “La insurgencia baluch de Pakistán”, mencionaba que Baluchistán había visto pocos beneficios de sus yacimientos de gas, siendo el verdadero proyecto con importancia significativa la construcción del megapuerto en Gwadar.
El mismo periódico pakistaní de Danw, en su artículo titulado “Puerto de Gwadar: «hitos históricos», nos mencionaba que el sueño de Pakistán de tener un puerto en Gwadar se remontaba décadas atrás, con raíces que se hundían en la historia. Inicialmente propuesto en 1954 por Worth Condrick, designado por Estados Unidos para estudiar la costa de Baluchistán, después el proyecto cobró impulso en mayo de 2001, cuando el presidente general Pervez Musharraf discutió la iniciativa con el primer ministro chino Zhu Rongji. A pesar de obstáculos y retrasos, la construcción del puerto continúa hoy en día, marcando hitos históricos en el camino hacia su realización.
Pero en la investigación de Kupecz,“el gobierno federal había marginado a los baluchíes del proceso de desarrollo de Gwadar”, ya que la dirección del proyecto recaía exclusivamente en manos del gobierno federal, con una escasa representación de baluchíes empleados en la construcción del extenso puerto. La propia Mahrang comentaba que “Las afirmaciones de Pakistán de convertir Gwadar en una ciudad similar a Singapur y Dubái eran infundadas”. “La población nativa de Gwadar no había experimentado ningún beneficio o amenidad tangible del megaproyecto”.
Sin duda China juega un papel importante en Pakistán, habiendo firmado incluso en 2015 un acuerdo bilateral China-Pakistan Economic Corridor, (CPEC) el cual permitiría a China tener acceso directo al Mar Arábigo conectando la provincia Xinjiang con Gwadar, según Pakistan Today. Al 1 de enero de 2024 se habían ejecutado exitosamente 36 proyectos con una inversión total de 24.000 millones de dólares. Además, se encontraban en proceso de construcción 22 proyectos adicionales, valuados en 5.000 millones de dólares. Pero para China llevar a cabo sus proyectos en Pakistán es todo un reto, aparte de la oposición de los baluchíes a China, también el 26 de marzo de este año se produjo un ataque, que mató a cinco ciudadanos chinos, de acuerdo con el Portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores Lin Jian, que decía que “Condenamos enérgicamente este acto terrorista. China y Pakistán son socios cooperativos estratégicos a prueba de todo y su amistad férrea está profundamente arraigada en los dos pueblos”, con esta declaración no cabe duda de que ambas naciones resaltaban su compromiso mutuo y la resistencia de su relación bilateral.
Es crucial reflexionar sobre cómo el desarrollo podía afectar a las comunidades locales, especialmente aquellas en riesgo de ser marginadas o desplazadas. En este caso, la resistencia de los baluchíes a la construcción del megapuerto mostraba su determinación para proteger su hogar y su identidad, a pesar de los desafíos y la presión externa. Pero de igual forma, es fundamental que los proyectos de desarrollo se realicen de manera inclusiva, respetuosa y protegiendo los derechos de las poblaciones minoritarias garantizando su participación en el proceso.
Álvaro Espino Ibáñez, estudiante de la licenciatura en Historia en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Para mayor información comunicate con nosotr@s al mail: madalbo@gmail.com
Fuentes: The Guardian. [Imagen: La crisis climática ya está causando graves daños a vidas y medios de subsistencia en todo el mundo. Ilustración: Guardian Design/Halil Kahraman]
Traductor: Luis Lluna Reig
Exclusivo: El planeta se encamina a un calentamiento de al menos 2,5°C con resultados desastrosos para la humanidad, según una encuesta realizada a cientos de científicos
Cientos de los principales científicos del clima del mundo esperan que las temperaturas globales aumenten este siglo al menos 2,5i°C (4,5i°F) por encima de los niveles preindustriales, superando los objetivos acordados internacionalmente y causando consecuencias catastróficas para la humanidad y el planeta, según ha revelado una encuesta exclusiva de The Guardian.
Casi el 80% de los encuestados, todos del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), prevén al menos 2,5 °C de calentamiento global, mientras que casi la mitad anticipa al menos 3i°C (5,4i°F). Solo el 6% cree que se cumplirá el límite acordado internacionalmente de 1,5 °C (2,7 °F).
Muchos de los científicos vislumbran un futuro «semidistópico», con hambrunas, conflictos y migraciones masivas, impulsados por olas de calor, incendios forestales, inundaciones y tormentas de una intensidad y frecuencia muy superiores a las que ya se han producido.
«Creo que estamos abocados a un gran trastorno social en los próximos cinco años», dijo Gretta Pecl, de la Universidad de Tasmania. «[Las autoridades] se verán desbordadas por un evento extremo tras otro, la producción de alimentos se verá afectada. No podría sentir mayor desesperación ante el futuro».
¿A cuánto llegará el calentamiento global?
¿A cuánto cree que aumentará la temperatura media mundial de aquí a 2100?
Recuento de respuestas dadas por los expertos en clima del IPCC
El 77% de los climatólogos espera un aumento de al menos 2,5 oC
Each square is 1 answer = Cada cuadrado es 1 respuesta
Pero muchos afirmaron que la lucha climática debe continuar, por mucho que aumente la temperatura global, porque cada fracción de grado que se evite reducirá el sufrimiento humano.
Peter Cox, de la Universidad de Exeter, Reino Unido, dijo: «El cambio climático no se volverá peligroso de repente con 1,5i°C, ya lo es. Y no se “acabará el juego” si rebasamos los 2ioC, algo a lo que muy bien podríamos llegar.».
The Guardian se puso en contacto con cada autor principal o editor de revisión localizable de los informes del IPCC desde 2018. Casi la mitad respondió, 380 de 843. Los informes del IPCC son las evaluaciones de referencia del cambio climático, aprobadas por todos los gobiernos y elaboradas por expertos en ciencias físicas y sociales. Los resultados muestran que muchas de las personas más informadas del planeta prevén que se produzcan estragos climáticos en las próximas décadas.
La crisis climática ya está causando un profundo daño a las vidas y los medios de subsistencia en todo el mundo, con solo 1,2i°C (2,16i°F) de calentamiento global promedio en los últimos cuatro años. Jesse Keenan, de la Universidad de Tulane en Estados Unidos, aseveró: «Esto es solo el principio: abróchense los cinturones».
Nathalie Hilmi, del Centro Científico de Mónaco, que espera un aumento de 3ioC, coincidió: «No podremos mantenernos por debajo de 1,5 oC».
Los expertos dijeron que ahora es fundamental realizar los preparativos masivos para proteger a la población de las peores catástrofes climáticas que se avecinan. Leticia Cotrim da Cunha, de la Universidad Estatal de Río de Janeiro, dijo: «Estoy sumamente preocupada por el coste en vidas humanas».
El objetivo de 1,5i°C se eligió para evitar lo peor de la crisis climática y ha sido visto como una importante guía para las negociaciones internacionales. Las políticas climáticas actuales conducen a que el planeta alcancealrededor de 2,7 °C [en este siglo], y la encuesta de The Guardian muestra que pocos expertos del IPCC esperan que el mundo adopte las enormes medidas necesarias para reducir ese nivel de calentamiento.
Los científicos más jóvenes se mostraron más pesimistas, ya que el 52% de los encuestados menores de 50 años esperaban un aumento de al menos 3i°C, frente al 38% de los mayores de 50 años. Las mujeres científicas también fueron más pesimistas que los hombres, pues el 49% pensaba que la temperatura global aumentaría al menos 3i°C, frente al 38 %. No hay gran diferencia entre los científicos de los diferentes continentes.
Dipak Dasgupta, del Instituto de Energía y Recursos de Nueva Delhi, dijo: «Si el mundo, increíblemente rico como es, se queda de brazos cruzados y hace poco para abordar la difícil situación de los pobres, al final todos saldremos perdiendo».
Los expertos fueron claros al explicar por qué el mundo está fracasando al abordar la crisis climática. Casi tres cuartas partes de los encuestados mencionaron la falta de voluntad política, mientras que el 60% también culpó a los intereses creados de las empresas, como la industria de los combustibles fósiles.
Muchos también adujeron la desigualdad y el fracaso del mundo rico para ayudar a los pobres, que son los que más sufren los impactos climáticos. «Espero un futuro semidistópico con mucho dolor y sufrimiento para la gente del Sur Global», dijo un científico sudafricano, que prefirió no revelar su nombre. «La respuesta del mundo hasta la fecha es censurable: vivimos en una época de necios».
Aproximadamente una cuarta parte de los expertos del IPCC que respondieron pensaba que el aumento de la temperatura global se mantendría en 2i°C o menos, pero incluso sus esperanzas eran moderadas.
«Estoy convencido de que tenemos todas las soluciones necesarias para una trayectoria de 1,5 °C y que las implementaremos en los próximos 20 años», dijo Henry Neufeldt, del Centro del Clima de Copenhague de la ONU. «Pero temo que nuestras acciones lleguen demasiado tarde y rebasemos uno o varios puntos de inflexión«.
Lisa Schipper, de la Universidad de Bonn en Alemania, dijo: «Mi única fuente de esperanza es el hecho de que, como educadora, puedo ver que la próxima generación será muy inteligente y entenderá la política».
Están aterrorizados, pero decididos a seguir luchando.
Esto es lo que dijeron
“A veces es casi imposible no sentirse desesperada y destrozada», dice la climatóloga Ruth Cerezo-Mota. «Después de todas las inundaciones, incendios y sequías de los últimos tres años en todo el mundo, todas relacionadas con el cambio climático, y después de la furia del huracán Otis en México, mi país, realmente pensé que los gobiernos estaban listos para escuchar a la ciencia, para actuar en el mejor interés de la gente».
Por el contrario, Cerezo-Mota prevé que el mundo se caliente hasta un catastrófico 3ioC este siglo, superando el objetivo acordado internacionalmente de 1,5 oCy causando un enorme sufrimiento a miles de millones de personas. Esta es su visión optimista, dice.
«Cuando llegué al límite fue en una reunión en Singapur», dice Cerezo-Mota, experta en modelización climática de la Universidad Nacional Autónoma de México. Allí, escuchó a otros expertos explicar la conexión entre el aumento de las temperaturas globales y las olas de calor, los incendios, las tormentas y las inundaciones que causan daño a las personas, no a finales de siglo, sino hoy. «Fue entonces cuando todo quedó claro.”
«Sufrí una depresión», dice. «Fue un momento muy oscuro en mi vida. No podía hacer nada y simplemente me limitaba a sobrevivir».
Cerezo-Mota se recuperó para continuar con su trabajo: «Seguimos haciéndolo porque tenemos que hacerlo, así que [los poderosos] no pueden decir que lo ignoraban. Sabemos de lo que hablamos. Pueden decir que no les importa, pero no pueden decir que no lo sabían».
En Mérida, en la península de Yucatán, donde vive Cerezo-Mota, el calor está aumentando.
“El verano pasado, tuvimos un máximo de alrededor de 47i°C. Pero lo peor es que, incluso por la noche, la temperatura es de 38 °C, que es una temperatura superior a la corporal. No le da al cuerpo ni un solo minuto al día para que trate de recuperarse».
Dice que las olas de calor sin precedentes provocaron muchas muertes en México. «Es muy frustrante porque muchas de estas cosas podrían haberse evitado. Y es una tontería pensar: ‘Bueno, no me importa que México quede destruido’. Hemos visto estos eventos extremos ocurriendo en todas partes. No hay un lugar seguro para nadie.
«Pienso que 3ioC es ser optimista y conservador. 1,5ioC ya es malo, pero no creo que vayamos a cumplirlo. No hay ninguna señal clara por parte de ningún gobierno de que realmente vayamos a mantenernos por debajo de 1,5 oC».
– 77% de los encuestados cree que [en este siglo] las temperaturas globales alcanzarán al menos 2,5i°C por encima de los niveles preindustriales, un nivel devastador de calentamiento;
– Casi la mitad, el 42%, piensa que se llegará a más de 3 °C;
– Solo el 6% opina que se mantendrá el límite de 1,5 °C.
La tarea a la que se han dedicado los investigadores del clima es elaborar una imagen de los posibles mundos que se avecinan. Ya fueran expertos en atmósfera y océanos, energía y agricultura, economía y política, el estado de ánimo de casi todos aquellos a los que The Guardian encuestó era sombrío. Y el futuro que muchos preveían era desgarrador: hambrunas, migraciones masivas, conflictos. «Me parece exasperante, angustioso, abrumador», dijo un experto, que prefirió no dar su nombre. «Me alivia no tener hijos, sabiendo lo que nos depara el futuro», manifestó otro.
Las respuestas de los científicos a la encuesta ofrecen opiniones fundamentadas sobre cuestiones críticas para el futuro de la humanidad. ¿Hasta qué punto se calentará la Tierra y cómo será? ¿Por qué el mundo no actúa con la urgencia necesaria? ¿Se ha acabado el juego o debemos seguir luchando? También muestran una visión poco frecuente de lo que supone vivir con estos conocimientos día tras día.
La crisis climática ya está causando graves daños, debido a que la temperatura media mundial ha alcanzado alrededor de 1,2 oC por encima de la media preindustrial en los últimos cuatro años. Pero la escala de los impactos futuros dependerá de lo que suceda -o no- en la política, las finanzas, la tecnología y la sociedad global, y de cómo respondan el clima y los ecosistemas de la Tierra.
Anomalías diarias de temperatura
Anomalías de la temperatura media diaria mundial con respecto a la referencia preindustrial, oC
↓ 1958 Primer día por encima de 1 oC
―Media móvil de cinco años
Feb 2024
Cuatro días consecutivos por encima de 2 oC
← 2023 Primer día por encima de 2 oC
← 2015 Primer día por encima de 1,5 oC
Each dot is a daily global average = Cada punto representa una media diaria global
Each vertical strip is a year = Cada franja vertical corresponde a un año
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) ha convocado a miles de expertos en todos estos campos para elaborar los informes más fidedignos disponibles, que son aprobados por todos los gobiernos. Fue fundada en 1988 por las Naciones Unidas, que ya en ese momento estaban preocupadas de que el calentamiento global podría «ser desastroso para la humanidad de no tomarse medidas oportunas a todos los niveles».
La tarea del IPCC consistía en elaborar un examen exhaustivo y recomendaciones, lo que ya ha hecho seis veces en 35 años. En términos de escala e importancia, puede ser el esfuerzo científico más importante en la historia de la humanidad.
Los expertos del IPCC son, en definitiva, las personas más informadas del planeta sobre el clima. Lo que piensan importa. Así que The Guardian se puso en contacto con todos los autores principales o editores de revisión disponibles de todos los informes del IPCC desde 2018. Casi la mitad respondió: 380 de 843, una tasa de respuesta muy alta.
Sus previsiones sobre el aumento de la temperatura global son desoladoras. Lisa Schipper, de la Universidad de Bonn, prevé un aumento de 3ioC: «Parece realmente desolador, pero creo que es realista. Simplemente, es la consecuencia de que no estamos tomando las medidas necesarias». Según los científicos, técnicamente es posible alcanzar un pico de temperatura más bajo, pero pocos confían en que se consiga.
Sus sentimientos abrumadores eran el miedo y la frustración. «Espero un futuro semidistópico con mucho dolor y sufrimiento para la gente del Sur Global», dijo un científico sudafricano que prefirió no ser identificado. «La respuesta del mundo hasta la fecha es reprobable: vivimos en una época de necios».
«Huir de él es imposible»
¿Cómo afrontan los científicos que su trabajo haya sido ignorado durante décadas y que vivan en un mundo que, según sus conclusiones, está en una «autopista hacia el infierno»?
Camille Parmesan, del centro francés de ecología del CNRS, estuvo a punto de abandonar hace 15 años. «Había dedicado mi vida a la investigación [climatológica] y nada cambiaba», explica. «Empecé a sentirme [como], bueno, me encanta cantar, quizá me haga cantante de discoteca».
La entrega que vio en los jóvenes activistas de la turbulenta cumbre de la ONU sobre el clima celebrada en Copenhague en 2009 la animó a continuar. «Todos estos jóvenes estaban tan excitados, tan apasionados. Así que me dije que continuaría con la labor, no por los políticos, sino por ellos».
«La gran diferencia [con el informe más reciente del IPCC] fue que todos los científicos con los que trabajé estaban increíblemente frustrados. Todo el mundo estaba al límite de sus fuerzas, preguntándose: ¿qué coño tenemos que hacer para hacerle entender a la gente lo malo que es esto realmente?»
«Los científicos somos humanos: también somos personas que vivimos en esta Tierra, que sufrimos los impactos del cambio climático, que tenemos hijos y estamos preocupados por el futuro», dijo Schipper. Hicimos nuestra ciencia, elaboramos este informe verdaderamente bueno y, vaya, realmente no marcó una diferencia en la política. Es muy duro ver eso, siempre igual».
El cambio climático es nuestra «realidad ineludible», dijo Joeri Rogelj, del Imperial College de Londres. «Huir de él es imposible y solo aumentaría los retos de afrontar las consecuencias y aplicar soluciones».
Henri Waisman, del instituto de investigación política IDDRI (Francia), manifiesta: «Me enfrento regularmente a momentos de desesperación y culpabilidad por no haber conseguido que las cosas cambiaran más rápidamente, y estos sentimientos se han intensificado desde que soy padre. Pero, en tales momentos, me ayudan dos cosas: recordar lo mucho que se ha avanzado desde que empecé a trabajar en el tema en 2005 y que cada décima de grado importa mucho, y por ello considero que sigue siendo útil continuar la lucha.»
«1,5 oC es un juego político»
En la crisis climática, incluso las fracciones de grado importan: cada décima extra provoca que 140 millones de personas más sufran un calor peligroso. El objetivo de 1,5 °C fue impuesto en negociaciones internacionales por una alianza de pequeños estados insulares excepcionalmente vulnerables. Consideraban que el objetivo anterior de 2ioC condenaba a sus naciones a la destrucción causada por la subida de los océanos y las tormentas.
El objetivo de 1,5i°C se adoptó como una meta ambiciosa en la cumbre climática de la ONU en París en 2015, y el acuerdo fue considerado como un triunfo, una declaración de verdadera ambición multilateral entre sonrisas radiantes y aplausos eufóricos. Rápidamente se convirtió en el objetivo preestablecido para minimizar el daño climático, y las cumbres de la ONU se llevaron a cabo con el repetido estribillo de: «¡Mantengamos vivo el 1,5!». El objetivo se incumplirá si las temperaturas globales estén por encima de 1,5 °C durante varios años, no solo durante un único año.
Sigue siendo un objetivo político vital para muchos diplomáticos climáticos, ya que afianza los esfuerzos climáticos internacionales e impulsa la ambición. Pero para casi todos los expertos del IPCC encuestados por The Guardian, está muerto. Un científico de una nación insular del Pacífico dijo: «La humanidad se dirige hacia la destrucción. Tenemos que apreciarnos, ayudarnos y querernos unos a otros».
Schipper dijo: «Se argumenta que si decimos que es demasiado tarde para 1,5 °C, nos estamos predisponiendo para la derrota y proclamando que no hay nada que podamos hacer, pero no estoy de acuerdo».
Jonathan Cullen, de la Universidad de Cambridge, fue particularmente contundente: «1,5i°C es un juego político, nunca podríamos alcanzar este objetivo».
La emergencia climática ya está aquí. Un calentamiento de tan solo 1°C ha desencadenado los fenómenos meteorológicos extremos del planeta, provocando olas de calor abrasadoras en los EE. UU., Europa y China que de otro modo habrían sido imposibles. Como resultado de ello, es muy probable que millones de personas ya hayan muerto prematuramente. Con solo 2 °C, la brutal ola de calor que azotó la región noroccidental del Pacífico en América del Norte en 2021 será entre 100 y 200 veces más probable.
Pero un mundo que se calienta 2,5ioC, 3ioC o más, como prevén la mayoría de los expertos, nos lleva a un territorio verdaderamente inexplorado. Es difícil cartografiar completamente este nuevo mundo. Nuestra sociedad global, por su compleja interconexión, provoca que el impacto de la crisis climática en un lugar pueda propagarse en cascada por el resto del mundo, mediante subidas de precios de los alimentos, ruptura de las cadenas de suministro y migraciones.
Un estudio relativamente simple examinó el impacto de un aumento de 2,7 °C, el promedio de las respuestas en la encuesta de The Guardian. Según este estudio, 2.000 millones de personas quedarían fuera del «nicho climático» de la humanidad, es decir, de las condiciones benignas en las que surgió toda la civilización humana en los últimos 10.000 años.
La última evaluación del IPCC dedica cientos de páginas a los impactos climáticos, con pérdidas irreversibles en la selva amazónica, daños por inundaciones cuadruplicados y miles de millones de personas expuestas a la fiebre del dengue. Con 3i°C de calentamiento global, ciudades como Shanghái, Río de Janeiro, Miami y La Haya acabarán por debajo del nivel del mar.
«Es la mayor amenaza a la que se ha enfrentado la humanidad, con el potencial de destrozar nuestro tejido social y nuestra forma de vida. Tiene la capacidad de matar a millones, si no miles de millones, por inanición, guerras por los recursos, desplazamientos», dijo James Renwick, de la Universidad Victoria de Wellington, Nueva Zelanda. «Ninguno de nosotros dejará de verse afectado por la devastación».
«Estoy muy asustado, no veo cómo podremos salir de este lío», dijo Tim Benton, experto en seguridad alimentaria y sistemas alimentarios del foro Chatham House. Afirmó que el costo de proteger a las personas y de su recuperación de los desastres climáticos será enorme, a lo que hay que añadir la discordia y demora sobre quién paga las facturas. Numerosos expertos estaban preocupados por la producción de alimentos: «Apenas hemos empezado a ver las consecuencias», dijo uno.
Otra gran preocupación fue los puntos de inflexión climáticos, donde un insignificante aumento de la temperatura hace que partes cruciales del sistema climático colapsen, como la capa de hielo de Groenlandia, la selva amazónica y las corrientes atlánticas clave. «La mayoría de la gente no es consciente de la magnitud de estos riesgos», dijo Wolfgang Cramer, del Instituto Mediterráneo de Biodiversidad y Ecología.
«Toda la humanidad necesita unirse y cooperar»
Ante un peligro tan colosal, ¿por qué la respuesta mundial es tan lenta e inadecuada? Los expertos del IPCC señalaron abrumadoramente un obstáculo: la falta de voluntad política. Casi tres cuartas partes de los encuestados citaron este factor, y el 60% también culpó a los intereses creados de las empresas.
«El cambio climático es una amenaza existencial para la humanidad y la falta de voluntad política y los intereses creados de las empresas nos impiden hacerle frente. Me preocupa el futuro que heredarán mis hijos», afirmó Lorraine Whitmarsh, de la Universidad de Bath (Reino Unido).
La falta de dinero sólo preocupa al 27% de los científicos, lo que sugiere que la mayoría cree que existe financiación para la transición ecológica. Pocos encuestados creen que la falta de tecnología ecológica o de conocimientos científicos sobre el tema sea un problema: el 6% y el 4%, respectivamente.
«Toda la humanidad tiene que unirse y cooperar: ésta es una oportunidad monumental para dejar a un lado las diferencias y trabajar juntos», afirmó Louis Verchot, del Centro Internacional de Agricultura Tropical de Colombia. «Desgraciadamente, el cambio climático se ha convertido en un tema político que mete cizaña (…) Me pregunto cuán profunda tiene que ser la crisis para que todos empecemos a remar en la misma dirección».
Dipak Dasgupta, economista y ex asesor del Gobierno indio, afirmó que el cortoplacismo de gobiernos y empresas es un gran obstáculo. La acción por el clima necesita una planificación a lo largo de décadas, en contraste con los ciclos electorales de sólo unos pocos años, dijeron otros.
Un mundo de caos climático requeriría centrarse mucho más en proteger a las personas de los impactos inevitables, dijeron muchos científicos, pero nuevamente la política se interpone en el camino. «Se liquidaron varios billones de dólares para su uso durante la pandemia, pero parece que no hay suficiente voluntad política para comprometer varios miles de millones de dólares en fondos de adaptación», dijo Shobha Maharaj, de Trinidad y Tobago.
Se citó con frecuencia el control que ejercen sobre los políticos y los medios de comunicación las grandes empresas de combustibles fósiles y los petroestados, cuyo petróleo, gas y carbón son la causa principal de la crisis climática. «Los intereses económicos de las naciones suelen tener prioridad», afirmó Lincoln Alves, del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales de Brasil.
Stephen Humphreys, de la London School of Economics, dijo: «El cálculo tácito de los responsables de la toma de decisiones, particularmente en la anglosfera (Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Australia), pero también en Rusia y los principales productores de combustibles fósiles de Oriente Medio, nos está llevando a un mundo en el que los vulnerables sufrirán, mientras que los adinerados esperarán mantenerse a salvo por encima de la línea de flotación», incluso con el aumento catastrófico de 3 oC que espera. Cuando se le preguntó qué acción individual sería efectiva, dijo: «Desobediencia civil».
La desinformación fue una de las principales preocupaciones de los científicos, desde Brasil hasta Ucrania. Esto estaba polarizando a la sociedad, agravando una mala comprensión pública del riesgo climático y cegando a la gente ante el hecho de que casi todas las soluciones climáticas necesarias estaban a la mano, dijeron.
Ralph Sims, de la Universidad Massey de Nueva Zelanda, afirma: «No se comprende bien la magnitud del problema”. «Así que habrá millones de refugiados medioambientales, una escalada de fenómenos meteorológicos extremos, escasez de alimentos y agua, antes de que la mayoría acepte la urgencia de reducir las emisiones, y para entonces será demasiado tarde».
«El capitalismo nos ha entrenado bien»
«Luchemos por un mundo más justo». Ese sencillo mensaje de un científico francés reflejaba el pensamiento de muchos, que afirmaban que la enorme brecha entre ricos y pobres del mundo era una barrera gigantesca para la acción climática, haciéndose eco del abismo entre los responsables de la mayor parte de las emisiones y los que más sufren sus efectos.
La solidaridad global podría superar cualquier crisis ambiental, según Esteban Jobbágy, de la Universidad de San Luis en Argentina. «Pero las crecientes desigualdades actuales son el principal obstáculo para ello».
Aditi Mukherji, del grupo de investigación del CGIAR, dijo: «Los países ricos han acaparado todo el presupuesto de carbono, dejando muy poco para el resto del mundo». El Norte Global tiene la ineludible obligación de solucionar un problema que él mismo ha creado reduciendo drásticamente sus emisiones y proporcionando financiación climática al resto del mundo, dijo. Recientemente, el gobierno indio le puso un precio: al menos 1 billón de dólares al año.
El consumo excesivo en los países ricos también se citó como un obstáculo. «Me siento resignado al desastre, ya que no podemos separar nuestro amor por lo más grande, lo mejor, lo más rápido, siempre “lo más”, de lo que puede ayudar al mayor número de personas a sobrevivir y prosperar», dijo un científico estadounidense. «El capitalismo nos ha entrenado bien».
Sin embargo, Maisa Rojas, científica del IPCC y ministra de Medio Ambiente de Chile, dijo: «Necesitamos comunicar que actuar sobre el cambio climático puede ser un beneficio, con el apoyo adecuado del Estado, en lugar de una carga personal».
Ella forma parte de una minoría de los expertos encuestados, menos del 25%, que todavía piensa que el aumento de la temperatura global se limitará a 2 °C o menos. La vicepresidenta del IPCC, Aïda Diongue-Niang, meteoróloga senegalesa, es otra de las que manifiesta: «Creo que se tomarán medidas más ambiciosas para evitar temperaturas entre 2,5 °C y 3 °C».
Entonces, ¿a qué se debe el optimismo de estos científicos? Una de las razones es el rápido despliegue de tecnologías verdes, desde las energías renovables hasta los coches eléctricos, impulsado por la acelerada caída de los precios y los múltiples beneficios asociados que reportan, como un aire más limpio. «Cada vez es más barato salvar el clima», dijo Lars Nilsson, de la Universidad de Lund en Suecia.
Incluso la creciente necesidad de proteger a las comunidades contra las inevitables olas de calor, inundaciones y sequías podría tener un lado positivo, dijo Mark Pelling, del University College de Londres. «Abre posibilidades emocionantes: al tener que vivir con el cambio climático, podemos adaptarnos de forma que nos lleve a un modo de vida más inclusivo y equitativo».
En un mundo así, la adaptación iría de la mano con la reducción de la pobreza y la vulnerabilidad, la provisión de mejores viviendas, agua y electricidad limpias y fiables, mejores dietas, una agricultura más sostenible y una menor contaminación del aire.
Sin embargo, en su mayoría las esperanzas estaban muy contenidas. «La buena noticia es que el peor de los casos es evitable», dijo Michael Meredith, del British Antarctic Survey. «Todavía tenemos en nuestras manos la posibilidad de construir un futuro que sea mucho más benigno climáticamente que el que nos espera actualmente». Pero también prevé que «nuestras sociedades se verán obligadas a cambiar y el sufrimiento y el daño a las vidas y los medios de subsistencia serán graves».
«Creo en los puntos de inflexión sociales«, donde los pequeños cambios en la sociedad desencadenan una acción climática a gran escala, dijo Elena López-Gunn, de la empresa de investigación Icatalist en España. «Desafortunadamente, también creo en los puntos de inflexión climáticos».
De vuelta en México, Cerezo-Mota sigue confusa: «Realmente no sé qué tiene que pasar para que la gente que detenta todo el poder y posee todo el dinero haga el cambio. Pero entonces contemplo la lucha de las generaciones más jóvenes y renace en mí algo de esperanza».
Nota: Julian Ganz proporcionó el apoyo técnico para realizar la encuesta, que se envió el 31 de enero de 2024. Los hombres constituyeron el 68% de los encuestados, las mujeres el 28% y el 4% prefirió no declarar su género. Esta distribución refleja la división de género de los autores del IPCC en general. La gran mayoría de los científicos, el 89%, tenían entre 40 y 69 años y procedían de 35 países diferentes de todo el mundo, y cada continente estaba representado por decenas de expertos. Laspreguntas sobre edad y sexo no eran obligatorias, pero fueron respondidas por 344 y 346 encuestados, respectivamente.
Extractos de filmaciones e imágenes tomadas de la cobertura climática de The Guardian
Este artículo fue modificado el 10 de mayo de 2024. Una versión anterior decía que Stephen Humphreys, de la London School of Economics, había esperado un aumento de 3,5 °C por encima de los niveles preindustriales durante este siglo; esa cifra debería haber sido de 3 °C.
NdT.- En esta traducción figuran solo unas imágenes de las filmaciones de The Guardian.
Fuentes: La marea climática [Imagen: las causas de la deforestación en México. Foto: Greenpeace]
Un estudio liderado por Greenpeace Internacional cifra en 278 billones de dólares los créditos otorgados por los bancos europeos a empresas que destruyen los ecosistemas. El Santander es la sexta entidad financiera con sede en la UE que más dinero da a este tipo de compañías.
Desde la firma del Acuerdo Climático de París en diciembre de 2015, se ha destinado más de un trillón de dólares en créditos para grandes empresas que operan en sectores de riesgo para los ecosistemas, además de 693.000 millones de dólares en inversiones. Los bancos europeos son responsables del 22,1% de esos créditos (278 billones de dólares) y el 9,4% de la inversión (65 billones). Son las principales conclusiones del informe EU bankrolling ecosystem destruction, publicado por una coalición de ONG lideradas por Greenpeace Internacional.
Más allá de las cifras, el corolario del estudio deja claro que, “mediante el consumo de productos y materias primas procedentes de tierras deforestadas y degradadas, y a través de la financiación de empresas que se benefician de ello, la UE contribuye a la destrucción de bosques y otros ecosistemas, dentro y fuera de sus fronteras”.
Seis multinacionales que destruyen los ecosistemas se han llevado 26.500 millones de dólares
El informe señala que más de cuatro quintas partes (86,6%) del crédito de los bancos europeos a los principales actores en los sectores de riesgo para los ecosistemas vino de instituciones financieras con sede en cuatro países: Francia, los Países Bajos, Alemania y España.
“La totalidad de los grandes bancos europeos, y muchas otras instituciones financieras de la UE, tienen relaciones con muchos de los grupos corporativos más grandes en múltiples sectores con riesgos conocidos para los ecosistemas, incluidos grupos con vínculos reportados con la destrucción de los ecosistemas después de 2020: los vínculos del sector financiero de la UE con los riesgos para los ecosistemas son generalizados y de carácter sistémico”.
Además, el estudio apunta a seis multinacionales que considera “actores clave”, puesto que aparecen frecuentemente citados en investigaciones e informes por sus vínculos directos o en la cadena de suministro con la deforestación reciente, principalmente en América del Sur y el Sureste Asiático, incluso después de diciembre de 2020, la fecha límite establecida por el Reglamento de la UE sobre productos libres de deforestación (EUDR) para el cumplimiento de los productos con sus condiciones libres de deforestación estándar.
Estos grupos (que, en conjunto, se han llevado 26.500 millones de dólares en créditos desde 2016) son Bunge y Cargill (dos de los mayores comerciantes del mundo de gran parte de las materias primas); JBS y Marfrig (dos de los mayores productores de carne), y RGE y Sinar Mas (dos productores procesadores de aceite de palma y madera para pasta de papel).
El Santander es el sexto banco europeo que más crédito da a empresas que ponen en riesgo los ecosistemas
Dentro de los bancos europeos que financian a empresas que ponen en riesgo los ecosistemas, obviamente, también hay instituciones financieras españolas. En concreto, de ellas han salido 29.600 millones de dólares en créditos, y 1.100 en inversiones desde 2016.
Lo que convierte al sector financiero español, según el informe de Greenpeace, en el cuarto mayor proveedor de crédito y el noveno mayor inversor en estos sectores entre los miembros de la UE.
La entidad con sede en España que más crédito proporcionó a este tipo de compañías es, con mucha diferencia, el Santander (21.338 millones de dólares desde 2016). Por detrás está el BBVA (7.679 millones) y La Caixa Group (180 millones).
De hecho, la empresa de Ana Botín es el sexto proveedor de crédito con sede en la UE a grandes grupos empresariales activos en sectores de riesgo. Según el estudio, “el Grupo Santander es el principal banco internacional con vínculos con el sector agropecuario responsable de la quema y deforestación de los bosques en Brasil”.
Entre las empresas cuya actividad pone en riesgo los ecosistemas, que más dinero en forma de crédito han recibido de los bancos españoles, están Nestlé (6.394 millones de dólares desde 2016), Danone (2.842) y Unilever (2.111).
[Segunda contribución de un estudio de varias partes – ver aquí la primera parte– sobre las causas e implicaciones de la entrada del capitalismo global en una era donde las enfermedades infecciosas son cada vez más comunes. Mis opiniones están sujetas a debate continuo y a la puesta a prueba de la práctica. Se aceptan aclaraciones y correcciones – IA]
La mayoría de los relatos sobre la pandemia del Covid-19 no plantean la pregunta: ¿por qué ahora? ¿Por qué un virus que durante siglos vivió pacíficamente en un animal salvaje de la China rural de repente ha atacado a millones de humanos en todo el mundo1/?
Para que un virus potencialmente mortal cause una enfermedad, las condiciones deben ser las adecuadas para que infecte a una planta o un animal y se multiplique. Y para que una enfermedad se convierta en epidemia o pandemia, las condiciones deben ser las adecuadas para que se propague rápidamente a otras personas. Las epidemias y pandemias son a la vez micro-biológicas y macro-ecológicas2/: surgen y se propagan a través de la interacción y el conflicto entre el cambio biológico y el cambio social.
Para comprender por qué están aumentando las nuevas enfermedades virales en la actualidad, primero nos centraremos en la incesante evolución de las entidades biológicas más pequeñas y numerosas de la Tierra.
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Si se pregunta a la mayoría de las personas qué son los virus, responderán que son microbios y bacterias. De hecho, hasta hace poco, así los veían la mayoría de los científicos: en 1977, los famosos biólogos Jean y Peter Medawar escribieron que un virus es “simplemente una mala noticia envuelta en una proteína”. Nadie podía ver un virus antes de la invención del microscopio electrónico en la década de 1930 y, a menos que causara una enfermedad, los científicos no sabían que era necesario investigarlo. Durante décadas, los virus se han clasificado según su apariencia y su impacto en la salud humana.
Sólo en este siglo el análisis genético automatizado ha permitido la rápida identificación de un gran número de virus, lo que ha provocado una revolución en el campo de la virología. Estudio tras estudio, los científicos están descubriendo miles de virus previamente desconocidos, tan numerosos que los esfuerzos para catalogarlos han tenido dificultades para mantenerse al día y no tenemos ninguna idea de lo que hacen la mayoría de ellos (si es que hacen alguna cosa).
Las cifras son terroríficas. ¿Se puede realmente entender cifras como las de los 10 31/ virus individuales estimados en la Tierra, lo que es 10 millones de veces más que el número estimado de estrellas en el Universo? Cada litro de agua de mar contiene alrededor de 100 mil millones de virus, y el polvo arrastrado por el viento transporta unos 800 millones de virus a cada metro cuadrado de la superficie terrestre cada día. Hay alrededor de un billón de virus en nuestro cuerpo en un momento dado: algunos infectan a nuestras células humanas, otros infectan a los millones de bacterias que todos albergamos y otros simplemente pasan a través de nuestra alimentación o de nuestro aliento.
Como escribe el biólogo evolutivo John Thompson, son, en muchos sentidos, “la forma de vida más exitosa en la Tierra”3/.
“Los virus son, con diferencia, las entidades orgánicas más abundantes que conocemos; de hecho, probablemente estén más extendidos que todas las demás formas de vida juntas… Cada nicho ecológico en el que se puede encontrar vida ha sido penetrado por la virosfera. Más de 100 millones de tipos de virus infectan a todas las especies de seres vivos, incluidos los animales, los microbios y las plantas”4/.
La mayoría de los virus son especialistas que sólo pueden infectar a especies concretas de microorganismos, plantas o animales y, por lo general, sólo a tipos específicos de células de especies concretas. La rabia, por ejemplo, primero infecta a las células musculares de algunos mamíferos y luego ataca sus células cerebrales. Los virus del Ébola se dirigen a las células del hígado y al sistema inmunológico de los humanos, así como a las paredes de sus venas y arterias. Los coronavirus infectan a las células del tracto respiratorio humano, algunos causan síntomas leves de resfriado y otros causan SARS (síndrome respiratorio agudo severo) o el Covid-19.
Los virus desempeñan un papel importante en los ciclos biogeoquímicos* que definen y gobiernan todo el sistema terrestre. Algunos virus matan cada día a miles de millones de organismos unicelulares en los océanos, haciendo fluir (y en última instancia reciclando) a millones de toneladas de carbono orgánico. Aproximadamente una cuarta parte del carbono fijado pasa a través de estos procesos virales, y el cinco por ciento del oxígeno que respiramos proviene de la fotosíntesis estimulada por los virus en los océanos. Muchos virus coexisten en relaciones simbióticas permanentes dentro de las células de plantas y animales, matando a bacterias dañinas, estimulando la producción de sustancias químicas esenciales, ayudando a la digestión y muchas otras cosas más. Aproximadamente el 8% del genoma humano está formado por ADN proveniente de diversos virus.
Pero en este artículo me centro en la pequeña minoría, una fracción del uno por ciento de todas las especies de virus, que pueden causar enfermedades en humanos y otros animales. Dos características biológicas, comunes a todos los virus, hacen que estos agentes patógenos potenciales sean particularmente peligrosos.
1.- Los virus no pueden reproducirse por sí solos. Los virus no se parecen a ninguna otra forma de vida; de hecho, continúa el debate sobre si son seres vivos o no. No tienen un sistema metabólico propio ni una fuente de energía para hacer nada. Se trata de una vida (si ese término se aplica) reducida a un puñado de instrucciones de ARN (ácido ribonucleico) o ADN (ácido desoxirribonucleico) para hacer copias de sí misma. Sólo puede reproducirse entrando en una célula viva y secuestrando a sus mecanismos reproductivos. Al hacerlo, pueden crear cientos o miles de copias y liberarlas al medio ambiente en cuestión de horas.
Este proceso reproductivo puede provocar enfermedades, ya sea impidiendo que las células realicen funciones esenciales para el organismo en su conjunto, sea provocando una reacción exagerada del sistema inmunológico del huésped o mediante una combinación de ambas. Como escribe la viróloga Marilyn Roossinck:
“Si imaginamos que los virus tienen un objetivo, es simplemente multiplicarse. No están impulsados a causar enfermedades ni a hacer el bien; sólo quieren producir más virus. A veces, en este impulso de reproducirse benefician a sus anfitriones y, en este caso, puede haber una fuerte selección para mantener la relación. Otras veces, accidentalmente causan daño a sus anfitriones, especialmente si ellos y su anfitrión tienen una nueva relación que aún debe perfeccionarse mediante la adaptación y la evolución. En última instancia, un virus se adaptará a cualquier cosa que favorezca su reproducción”5/. /
A pesar del término de “objetivos”, los virus no buscan en modo alguno nuevas células para infectar. Cuando no están en las células, los virus son inertes y no pueden hacer nada. Sólo el contacto accidental con células adecuadas les permite comenzar a reproducirse nuevamente, pero como hay millones de ellas, existe una buena posibilidad de que algunas de ellas infecten a nuevas células y comiencen a reproducirse nuevamente6/.
2.- Los virus están en constante evolución a medida que se reproducen. A diferencia de las células, los virus no se reproducen dividiéndose. Obligan a la célula huésped a crear las proteínas necesarias y luego ensamblarlas en copias de sí misma. A diferencia del ADN, con su famosa estructura de “doble hélice”, que identifica y corrige los errores de copia cuando una célula se divide, el material genético de la mayoría de los virus es el ARN, que no tiene esa capacidad de corrección de errores. En promedio, hay un error o mutación en cada copia de un virus de ARN7/. Si dos tipos de virus infectan a la misma célula, pueden mezclar sus genes, creando híbridos. La mayoría de las mutaciones y los intercambios de genes debilitan o desactivan el virus, pero aquellos que confieren una ventaja de supervivencia tienden a propagarse por toda la población viral.
“Esta mezcla de genes crea infinitas oportunidades para que nuevos virus y partículas virales evolucionen y pasen a través de diversas formas de vida. Así, a lo largo de varios miles de millones de generaciones, los primos antiguos crean descendientes que son progresivamente más distintos entre sí”8/.
En esencia, la combinación de errores de copia y selección natural darwiniana conduce a una gran cantidad de experimentos de evolución viral simultáneos. Como señaló el biólogo Richard Levins hace tres décadas, los constantes cambios evolutivos dan a los patógenos microbianos una ventaja significativa sobre la ciencia médica.
“La composición genética de las poblaciones de patógenos… cambia fácilmente, no sólo a largo plazo, sino también en el transcurso de una sola epidemia y dentro de un solo huésped durante un episodio de enfermedad. La biología de los patógenos está sujeta a fuertes demandas opuestas para seleccionar el acceso a los nutrientes, evitar las defensas del organismo y navegar hacia un nuevo huésped. Las variaciones en el estado nutricional del organismo, su sistema inmunológico, la presencia o ausencia de otras infecciones, el acceso al tratamiento, el régimen de tratamiento y las condiciones de transmisión son factores que empujan y atraen la composición genética de las poblaciones de patógenos en diferentes direcciones. Esto significa que constantemente vemos surgir nuevas cepas, que difieren en su resistencia a medicamentos y antibióticos, su evolución clínica, su virulencia y sus características bioquímicas. Algunos incluso desarrollan resistencia a tratamientos que aún no se han utilizado si estos amenazan la supervivencia de los patógenos del mismo modo que los tratamientos antiguos”9/.
Un virus que mata a su huésped muere a menos que pueda infectar a otro antes de que muera el primer huésped. Normalmente, este movimiento sólo ocurre dentro de una especie, pero pueden ocurrir infecciones zoonóticas cuando un virus salta de los animales a los humanos. En este caso, un virus que es inofensivo para la especie original puede causar enfermedades graves o incluso la muerte en la especie siguiente. Pero un virus no puede infectar a una nueva especie si no se cumplen las condiciones necesarias para que la especie cambie. El ecologista Jaime García-Moreno explica que las barreras físicas y biológicas para el cambio de una especie a otra han hecho que estos cambios sean relativamente raros.
“Los agentes patógenos a menudo están confinados a una especie huésped (o grupo de especies relacionadas) y por lo tanto, aunque uno está continuamente expuesto a múltiples patógenos que tienen otras especies como huéspedes, la mayoría de ellos no pueden infectar a los humanos y no lo hacen; aquellos que lo consiguen rara vez causan enfermedades en las personas humanas y casi siempre conducen a la ruptura de las cadenas de infección…
Está claro que la mera aparición de un nuevo patógeno no es suficiente para causar una nueva enfermedad, porque muchos factores determinan en última instancia si un agente patógeno puede infectar a un huésped potencial y si la infección puede propagarse desde el mismo -distribución del huésped, liberación del agente patógeno del huésped y supervivencia, exposición de humanos (o de otro nuevo huésped) o respuesta inmunitaria, por nombrar algunos. Estamos expuestos a muchos virus todos los días, pero sólo unos pocos de ellos han desarrollado los mecanismos necesarios para provocar un ciclo exitoso de infección en personas humanas”10/.
Sin embargo, a lo largo de los siglos, muchos virus han conseguido dar el salto. Sin duda, los primeros cazadores contrajeron enfermedades mortales a través de la sangre de los animales que mataban, despiezaban y comían, pero sus sociedades eran demasiado pequeñas para que los patógenos persistieran como enfermedades humanas. La situación cambió con la revolución neolítica, cuando la cría de animales puso a un gran número de seres humanos en contacto directo y frecuente con los animales.
“La cría ha creado una ‘ganancia inesperada para nuestros microbios’. Cuando domesticamos animales sociales, como las vacas y los cerdos, ya padecían enfermedades epidémicas que esperaban ser transmitidas a nosotros”11/.
Pero el simple hecho de cambiar a huéspedes humanos no garantizaba el éxito viral a largo plazo. Para seguir siendo patógeno para los humanos, un virus debe poder saltar a los humanos no infectados antes de que las personas infectadas mueran o desarrollen inmunidad. Esta condición se cumplió con la formación de grandes asentamientos y ciudades que acompañaron la adopción de la agricultura. Un gran número de personas que vivían muy cerca unas de otras proporcionaban un entorno ideal para que los patógenos animales se propagaran y se adaptaran a la biología humana.
Desde el período Neolítico, cientos de virus han saltado con éxito de animales a humanos, infectando primero a comunidades locales y luego propagándose a los cuerpos de soldados y comerciantes. En algunos casos –la invasión europea de las Américas es un ejemplo particularmente horrible– causó pandemias que mataron a millones de personas que no habían desarrollado inmunidad.
La mayoría de las enfermedades infecciosas que afectan a los humanos hoy en día (incluidos los virus, las bacterias, los hongos y los parásitos) se originaron en animales domésticos y salvajes. Según un informe publicado en 2020, “En todo el mundo, las 13 zoonosis más comunes han tenido el mayor impacto en los ganaderos pobres de los países de ingresos bajos y medianos y han causado aproximadamente 2.400 millones de casos de enfermedad y de 2,7 millones de muertes en humanos por año”12/. Estas cifras han quedado obsoletas casi de inmediato por el Covid-19.
La cantidad de patógenos microscópicos que enfrentamos hoy no tiene precedentes en nuestra historia, y habrá más por venir. Como dijo un panel de expertos científicos al gobierno de Estados Unidos en 1993:
“No es realista esperar que la humanidad logre una victoria completa sobre la multitud de enfermedades microbianas existentes o las que aparecerán en el futuro… Los microbios se encuentran entre los organismos más numerosos y diversos del planeta; los microbios patógenos pueden ser enemigos resistentes y peligrosos. Aunque es imposible predecir su aparición individual en el tiempo y el espacio, podemos estar seguros de que aparecerán nuevas enfermedades microbianas…
Aunque hay pocas posibilidades de que un organismo seleccionado al azar se convierta en un patógeno humano eficaz, la gran variedad de microorganismos en la naturaleza aumenta estas posibilidades… La coevolución de los patógenos y sus huéspedes animales y humanos seguirá siendo un desafío para la ciencia médica, porque el cambio, la novedad o ‘novedad’ son una parte integrante de estas relaciones…”13/.
Los cambios ambientales radicales, impulsados por el inexorable impulso del capitalismo de crecimiento a toda costa, han debilitado las barreras naturales contra la aparición de nuevos patógenos y han aumentado las oportunidades para que virus agresivos infecten a los humanos. Como resultado, estamos viendo el surgimiento de un mayor número de enfermedades zoonóticas y podemos esperar que las pandemias globales caractericen cada vez más el Antropoceno.
Texto original: À l’Encontre. Artículo original publicado en el sitio web de Ian Angus Climate&Capitalism, 14/3/2024
* Un ciclo biogeoquímico es el proceso de transporte y transformación cíclica (reciclaje) de un elemento o compuesto químico entre los grandes reservorios que son la geosfera, la atmósfera, la hidrosfera, en los que se encuentra la biosfera.