Andres Kogan Valderrama
Rebelión
Las múltiples manifestaciones a lo largo de todo el mundo, en el marco del Friday For The Future, del cual Greta Thunberg ha sido su principal vocera, a través de su presencia en la Cumbre del Clima de la ONU, ha generado una enorme controversia sobre el rol que ha jugado la activista sueca en este movimiento ambiental, luego que ciertos sectores de izquierda, progresistas y decoloniales han puesto en duda sus reales intenciones políticas, denunciado así una supuesta nueva marioneta de los grandes poderes económicos para impulsar un nuevo capitalismo verde.De ahí que las críticas hacia Greta Thunberg vayan desde la idea de que no es más que un producto occidental de grandes empresas que están impulsando “energías limpias” en los distintos países, en reemplazo de combustibles fósiles, como también que su lucha es usada deliberadamente por los grandes medios de información para ocultar otras luchas provenientes de distintos pueblos en el mundo empobrecidos y saqueados históricamente. No es casualidad por tanto que se llegue a desacreditar a Greta Thunberg, por el solo hecho de ser blanca y provenir de un país occidental como Suecia.
Es así como estamos en presencia de un discurso conspiracionista de izquierda no muy diferente a lo planteado por la derecha negacionista actual, la cual también ve a la irrupción de Greta Thunberg como una construcción del globalismo mundial, financiada por un magnate como George Soros. En otras palabras, ambos discursos usan la figura de la activista sueca para confirmar planteamientos ideológicos reduccionistas que terminan por invisibilizar lo que debiera ser el centro de la discusión, que es una crisis socioambiental que está poniendo en riesgo las condiciones mínimas de vida en el planeta.
Ante esto, lo importante es situar la discusión a lo que está pasando con todas las luchas que se están generando en los territorios, a través de distintos activistas y organizaciones socioambientales en el planeta, independiente si es en Estados Unidos, Suecia, China, Bolivia, India, Sudáfrica o Filipinas. No se trata con esto de desconocer la deuda climática histórica proveniente de las potencias del Norte, en lo que respecta a contaminación y emisiones de CO2 generadas con sus economías industrializadas, como la misma Greta Thunberg ha señalado, sino en ir mucho más allá de eso, cuestionando un estilo de vida imperial expandido en todo el mundo y centrado en la producción y el consumo ilimitado de mercancías, el cual se busca en todos los países, sin excepción.
Por eso que es crucial que la lucha que está dando Greta Thunberg actualmente, pueda traducirse, como bien dice su nombre, en nuevas Grietas ecoterritoriales al sistema actual, para enfrentar así el extractivismo imperante y posibilitar la articulación con otras luchas dadas con otros movimientos y referentes de la región, como bien señaló recientemente Francia Márquez, luego de la controversia que ha generado la irrupción de la activista sueca, planteando que “todas las voces y acciones son necesarias para frenar la crisis ambiental”.
En consecuencia, más que cuestionar las luchas de algunos, hay que sumarlas con otras voces críticas, como es el caso de lo realizado por Máxima Acuña en Perú, Rodrigo Mundaca en Chile, Alberto Curamil en Wallmapu, Oscar Olivera en Bolivia, Sofía Gatica en Argentina, Francisco Pineda en El Salvador, Randall Arauz en Costa Rica, Humberto Ríos en Cuba, Jesús León en México, Libia Grueso en Colombia, Tarsicio Feitosa da Silva en Brasil, José Andrés Tamayo en Honduras, Pablo Fajardo en Ecuador, Elías G. Diaz de Paraguay, Luis Jorge Rivera en Puerto Rico, quienes han puesto el cuerpo para frenar a mega corporaciones, las cuales no tienen ningún tipo de asco en asesinar a quien tengan por delante, en complicidad con los estados, con tal de llevar a cabo sus proyectos extractivos.
Por lo mismo, se hace necesario construir una nueva memoria histórica de luchas socioambientales dadas por personas que han perdido su vida por defender los territorios en esos mismos países de la región, como ocurrió fatalmente con Berta Cáceres, Chico Méndes, Sabino Romero, Camilo Catrillanca, Isidro Baldenegro, Macarena Valdés, Sami Flores, Alejandro Castro, Emilsen Manyoma, Laura Vásquez y tantas otras y otros que entendieron que lo que está en juego es mucho más que una mera lucha ideológica entre izquierdas y derechas, sino de formas de concebir, habitar y relacionarse con el planeta.
Es así como estamos en presencia de un discurso conspiracionista de izquierda no muy diferente a lo planteado por la derecha negacionista actual, la cual también ve a la irrupción de Greta Thunberg como una construcción del globalismo mundial, financiada por un magnate como George Soros. En otras palabras, ambos discursos usan la figura de la activista sueca para confirmar planteamientos ideológicos reduccionistas que terminan por invisibilizar lo que debiera ser el centro de la discusión, que es una crisis socioambiental que está poniendo en riesgo las condiciones mínimas de vida en el planeta.
Ante esto, lo importante es situar la discusión a lo que está pasando con todas las luchas que se están generando en los territorios, a través de distintos activistas y organizaciones socioambientales en el planeta, independiente si es en Estados Unidos, Suecia, China, Bolivia, India, Sudáfrica o Filipinas. No se trata con esto de desconocer la deuda climática histórica proveniente de las potencias del Norte, en lo que respecta a contaminación y emisiones de CO2 generadas con sus economías industrializadas, como la misma Greta Thunberg ha señalado, sino en ir mucho más allá de eso, cuestionando un estilo de vida imperial expandido en todo el mundo y centrado en la producción y el consumo ilimitado de mercancías, el cual se busca en todos los países, sin excepción.
Por eso que es crucial que la lucha que está dando Greta Thunberg actualmente, pueda traducirse, como bien dice su nombre, en nuevas Grietas ecoterritoriales al sistema actual, para enfrentar así el extractivismo imperante y posibilitar la articulación con otras luchas dadas con otros movimientos y referentes de la región, como bien señaló recientemente Francia Márquez, luego de la controversia que ha generado la irrupción de la activista sueca, planteando que “todas las voces y acciones son necesarias para frenar la crisis ambiental”.
En consecuencia, más que cuestionar las luchas de algunos, hay que sumarlas con otras voces críticas, como es el caso de lo realizado por Máxima Acuña en Perú, Rodrigo Mundaca en Chile, Alberto Curamil en Wallmapu, Oscar Olivera en Bolivia, Sofía Gatica en Argentina, Francisco Pineda en El Salvador, Randall Arauz en Costa Rica, Humberto Ríos en Cuba, Jesús León en México, Libia Grueso en Colombia, Tarsicio Feitosa da Silva en Brasil, José Andrés Tamayo en Honduras, Pablo Fajardo en Ecuador, Elías G. Diaz de Paraguay, Luis Jorge Rivera en Puerto Rico, quienes han puesto el cuerpo para frenar a mega corporaciones, las cuales no tienen ningún tipo de asco en asesinar a quien tengan por delante, en complicidad con los estados, con tal de llevar a cabo sus proyectos extractivos.
Por lo mismo, se hace necesario construir una nueva memoria histórica de luchas socioambientales dadas por personas que han perdido su vida por defender los territorios en esos mismos países de la región, como ocurrió fatalmente con Berta Cáceres, Chico Méndes, Sabino Romero, Camilo Catrillanca, Isidro Baldenegro, Macarena Valdés, Sami Flores, Alejandro Castro, Emilsen Manyoma, Laura Vásquez y tantas otras y otros que entendieron que lo que está en juego es mucho más que una mera lucha ideológica entre izquierdas y derechas, sino de formas de concebir, habitar y relacionarse con el planeta.
Para mayor información comunicate con nosotr@s al mail: madalbo@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario