Muerte lenta pero ganancias rápidas para el sector agroquímico
Colin Todhunter
Traducido del inglés por Beatriz Morales Bastos |
Un reportaje especial del periódico The Observer de Reino Unido publicado el 23 de junio de 2019 se preguntaba por qué se reduce la esperanza de vida. En el artículo se indicaba que por primera vez en diez años las y los británicos mueren antes. Reino Unido tiene actualmente las peores tendencias sanitarias de Europa occidental.
Aparte de las cifras referentes a personas ancianas y desfavorecidas, también se ha producido un cambio preocupante en las tasas de mortalidad infantil, que desde 2014 ha aumentado cada año: la cifra de 2017 es significativamente mayor que la de 2014. Para explicar este aumento de la mortalidad infantil algunos expertos culpan de ello a la "austeridad", al hecho de que haya menos matronas, a un servicio de ambulancias sobrecargado, al deterioro general de los hospitales, a una mayor pobreza de las mujeres embarazadas y a los recortes que implican que haya menos personas que ejercen la enfermería a domicilio para quienes lo necesitan.
Aunque puede que estas explicaciones sean válidas, según la defensora del medioambiente la dra. Rosemary Mason, este relato dominante omite algo: "Se nos está envenenando con herbicidas y otros pesticidas presentes en lo que comemos y con los herbicidas que se rocían indiscriminadamente en nuestras comunidades. Los medios de comunicación no hablan de ello".
Su último informe, Why is life expectancy faltering: The British Government has worked with Monsanto and Bayer since 1949. [¿Por qué se reduce la esperanza de vida? El Gobierno británico ha trabajado con Monsanto y Bayer desde 1949] se centra en el envenenamiento del público de Reino Unido por parte de la industria agroquímica.
Ofrecemos a continuación un resumen del informe en el que la autora cita muchas fuentes e informes oficiales así como numerosos estudios revisados por otros científicos que apoyan sus argumentos.
Mason empieza ofreciendo una breve historia de Monsanto en Reino Unido. En 1949 esta compañía estableció una fábrica de productos químicos en Newport, Gales, donde fabricó PCB (policlorobifenilos) hasta 1977 y otros productos químicos peligrosos. Finalmente se descubrió que Monsanto estaba vertiendo residuos tóxicos en el río Severn, en las vías fluviales públicas y en el alcantarillado. Entonces pagó a un contratista que vertió ilegalmente miles de toneladas de productos químicos cancerígenos, incluidos PCB, dioxinas y derivados del agente naranja en dos canteras en Gales, Brofiscin (80.000 toneladas) y Maendy (42.000 toneladas), entre 1965 y 1972.
Monsanto dejó de producir PCB en Anniston, Estados Unidos, en 1971 después de varios escándalos. Sin embargo, el gobierno británico autorizó que Monsanto aumentara su producción en la fábrica de Newport. En 2003, cuando los vertidos tóxicos de la cantera empezaron a filtrarse en los arroyos públicos en Grosfaen, a las afueras de Cardiff, se contrató a la Agencia del Medioambiente (una agencia gubernamental que se ocupaba de las inundaciones y la contaminación) para limpiar el lugar en 2005.
Mason indica que esta agencia no hizo responsable a Monsanto por el papel que había desempeñado en la contaminación del lugar (un papel que Monsanto negó desde el principio) y quitó importancia sistemáticamente al peligro de los propios productos químicos.
Según un informe elaborado por la agencia y las autoridades locales en 2005 pero que nunca se hizo público, el lugar contiene al menos 76 productos químicos tóxicos. Se han identificado siete PCB, además de cloruros de vinilo y naftalina. El informe afirma que la cantera no sellada sigue produciendo filtraciones: "Se ha estado contaminando el agua desde la década de 1970, se ha demostrado que los residuos y las aguas subterráneas contienen cantidades importantes de materiales venenosos, nocivos y contaminantes, el agua […] seguirá estando contaminada".
Continúa la duplicidad
Además de los sucedido en Gales, Mason destaca la naturaleza tóxica en general de Monsanto en Reino Unido. Menciona, por ejemplo, la cantidad sorprendentemente alta de herbicidas en los cereales empaquetados. Recientemente se enviaron muestras de cuatro cereales para el desayuno a base de avena que se comercializan para niñas y niños en Reino Unido al Health Research Institute de Fairfield, Iowa, un laboratorio acreditado para realizar pruebas de glifosato. El dr. Fagan, director del centro, afirma acerca de los resultados: "Estos resultados son muy preocupantes. Los niveles consumidos en una sola ración diaria de cualquiera de estos cereales, incluso el que tiene el nivel más bajo de contaminación, son suficientes para hacer que los niveles de glifosato de quien los consuma sean superiores a los niveles que provocan la enfermedad del hígado graso en las ratas (y probablemente en las personas)".
Según Mason, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria y la Comisión Europea actuaron en connivencia con el Grupo de Trabajo Europeo sobre el Glifosato y le permitieron redactar la reevaluación del glifosato. Mason enumera varios estudios clave revisados por otros científicos provenientes de América del Sur donde se cultivan cultivos modificados genéticamente y que el Grupo de Trabajo Europeo sobre el Glifosato omitió convenientemente de su revisión. De hecho, muchos estudios provienen de países latinoamericanos donde se cultivan casi exclusivamente cultivos modificados genéticamente Roundup Ready.
Mason cita un estudio que hace referencia a muchos artículos elaborados en todo el mundo que confirman que los herbicidas a base de glifosato como el Roundup de Monsanto son perjudiciales para el desarrollo del cerebro fetal y que la exposición continua es tóxica para el cerebro de una persona adulta y puede provocar alteraciones de la actividad locomotora, ansiedad y problemas de memoria.
Otro estudio indica cambios neurotransmisores en el cerebro de las ratas tras haber estado expuestas al glifosato. Lo principal ese estudio indica que la exposición oral al glifosato provocó neurotoxicidad en ratas, que el cerebro era susceptible a cambios en los niveles de monoamina del sistema nervioso central, que el glifosato redujo los niveles de serotonina, dopamina y noropinefrina en el cerebro en función de las dosis y que el glifosato alteró los sistemas serotoninérgico, dopaminérgico y noradrenérgico.
Mason concluye que no es de extrañar que se aprecie un aumento de varias condiciones degenerativas. Se centra en los y las niñas, la parte más vulnerable de la población, y cita al experto de la ONU en toxicidad Baskut Tuncak, que 6 de noviembre de 2017 escribió un artículo contundente en The Guardian sobre los efectos de los agrotóxicos en la salud de las y los niños:
Es una vergüenza que se ignorara la importante investigación de Theo Colborn de principios de la década de 1990 sobre las sustancias químicas que estaban cambiando a los seres humanos y el medioambiente. Mason habla de las investigaciones de Colborn acerca de las sustancias químicas alteradores endocrinos, unas sustancias químicas artificiales que se generalizaron en el medio ambiente tras la Segunda Guerra Mundial.
En un libro publicado en 1996, The Pesticide Conspiracy [La conspiración de los pesticidas], Colborn, Dumanoski y Peters revelaron todo el horror de lo que le estaba pasando al mundo a consecuencia de la contaminación con sustancias químicas alteradores endocrinos.
En aquel momento se estaban publicando varias investigaciones científicas sobre cómouna amplia variedad de sustancias químicas artificiales alteran los delicados sistemas hormonales de los seres humanos. Estos sistemas desempeñan un papel fundamental en diferentes procesos que van desde el desarrollo de la sexualidad humana al comportamiento, la inteligencia y el funcionamiento del sistema inmunológico
En aquel momento se demostró que los PCB, el DDT, el clordano, el lindano, la aldrina, la dieldrina, la endrina, el toxafeno, el heptacloro, la dioxina, la atrazina+ y el dacthal eran alteradores endocrinos. En la población de Reino Unido se encuentran muchos de estos residuos.
Colborn ilustró el problema elaborando un esquema del recorrido de una molécula de PCB desde una fábrica en Alabama hasta un oso polar y afirmó: "La concentración de productos químicos persistentes puede aumentar millones de veces mientras viajan hasta los confines de la tierra. […] Muchas sustancias químicas que amenazan a la siguiente generación han logrado llegar a nuestros cuerpos. No hay ningún lugar seguro, sin contaminar".
Mason describe cómo las sustancias químicas alteradores endocrinos interfieren con el delicado sistema hormonal en el desarrollo sexual. El glifosato es un alterador endocrino y del sistema nervioso. Mason se pregunta si Colborn previó que una consecuencia de ello era que los seres humanos iban a sentirse confusos de acerca de su género o sexo.
A continuación aborda la contaminación generalizada de la población de Reino Unido. Un estudio realizado a principios de este siglo concluyó que cada persona a la que se había examinado estaba contaminada con un cóctel de sustancias químicas que se sabía que eran altamente tóxicas y que se prohibieron en Reino Unido durante la década de 1970 y siguen suponiendo riesgos desconocidos para la salud: la mayor cantidad de sustancias químicas encontradas en una persona fue 49, casi dos tercios (63%) de las sustancias químicas que se buscaban.
Mason menciona la duplicidad corporativa y la corrupción institucionalizada que permiten que los agroquímicos lleguen al mercado comercial. Señala el impacto catastrófico que tienen estas sustancias en la salud, además de en el Servicio Nacional de Salud y en el medioambiente.
Por supuesto, Bayer, que compró Monsanto, está pagando ahora las consecuencias. Mason se refiere a que los abogados han sacado a la luz la estrategia criminal de Monsanto para hacer que el Roundup continuara en el mercado y a la sentencia del tercer "juicio del Roundup" que condena a Monsanto a pagar dos mil millones de dólares.
El abogado Brent Wisner argumenta que durante décadas Monsanto suprimió los artículos científicos que relacionan su herbicida a base de glifosato con el cáncer elaborando artículos académicos fantasma y alimentando la "mala ciencia" de la EPA [Agencia de Protección del Medioambiente estadounidense]. Pidió al jurado que "castigara" a Monsanto con una indemnización de 1.000 millones de dólares por daños y perjuicios. El lunes 13 de mayo [de 2019] el jurado declaró a Monsanto culpable de no ofrecer advertencias sanitarias [sobre los riesgos para la salud], de defectos de diseño y de negligencia.
Robert F Kennedy Jr., otro abogado que lucha contra Bayer en los tribunales, afirma que el Roundup provoca muchas otras lesiones aparte del linfoma no Hodgkin: " Lo que que quizá es más preocupante para Bayer es que Monsanto también se enfrenta a gran cantidad de pruebas científicas que relacionan el glifosato con toda una serie de otras enfermedades que se han vuelto prevalentes desde que se introdujo, entre las que se incluyen la obesidad, la depresión, el Alzheimer, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (ADHD, por sus siglas en inglés), el autismo, la esclerosis múltiple, el Parkinson, la enfermedad renal y la enfermedad inflamatoria intestinal, el cáncer de cerebro, mama y próstata, los abortos espontáneos, los defectos congénitos y el descenso de la cantidad de espermatozoides. La ciencia sugiere que el glifosato es el causante de los niveles epidémicos de enfermedad celíaca, colitis, sensibilidad al gluten, diabetes y cáncer de hígado no alcohólico que, por primera vez, ataca a niños de tan sólo 10 años".
Por último, Mason señala la preocupante voluntad del actual gobierno británico de impulsar los cultivos modificados genéticamente Roundup Ready después del brexit. Por lo que respecta a los pesticidas, se podría abandonar el principHYPERLINK "http://eur-lex.europa.eu/legal-content/EN/TXT/?uri=URISERV:l32042"io de precaución de la UE a favor de un enfoque al estilo estadounidense basado en el riesgo que permitiría que se autoricen más rápido.
Rosemary Mason muestra que la salud de la población de Reino Unido ya va por detrás de otros países de Europa occidental y lo relaciona con la cantidad cada vez mayor de agroquímicos que se aplican a los cultivos. Si Reino Unido establece un acuerdo con Estados Unidos tras el brexit, sólo podemos esperar que se acabe con las normas medioambientales a instancias de Estados Unidos, lo que será mucho peor para el medioambiente y la salud pública.
Colin Todhunter es un escritor independiente y fue sociólogo investigador residente en Reino Unido e India.
Para mayor información comunicate con nosotr@s al mail: madalbo@gmail.com
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