Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial
Fander Falconí
Rebelión
Las Naciones Unidas han fijado el 21 de marzo como Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial. Hace falta recobrar el espíritu de Einstein cuando respondió a la pregunta de qué raza era: ¡Humana! ¿Por qué el 21 de marzo? Ese día en 1960, la policía sudafricana masacró a quienes manifestaban contra el apartheid. El racismo se manifiesta en múltiples formas y una de esas es el racismo ambiental.La conquista de América trajo relaciones racistas europeas a este continente. En México y en Perú fue la única salida de los españoles ante culturas indígenas avanzadas. Se coartó la libertad, con cómplices locales, para luego alegar una supuesta inferioridad. En la América británica y luego en los Estados Unidos hasta 1863, estaba prohibido que un esclavo aprendiera a leer. El cinismo racista llegó al extremo, al decir que la prueba de la superioridad blanca era la falta de la educación de los negros. En el siglo XXI vemos algo similar.
El racismo ambiental ocurre hoy con minorías étnicas sometidas a la contaminación excesiva, y excluidas de bienes y servicios ambientales como aire y agua limpias. El racismo ambiental incluye la exposición a residuos tóxicos, inundaciones, contaminación por la extracción de recursos naturales e industriales, carencia de bienes esenciales o la exclusión de la administración y toma de decisiones sobre las tierras y los recursos naturales locales. Pese a que los evidentes culpables son los ricos, se suele culpar a los pobres.
Un ejemplo es el caso de Mossville Luisiana, Estados Unidos1. Este pueblo se formó con afroamericanos hace 150 años. Hace unos 90 años, 14 empresas de blancos fueron autorizadas a instalar allí fábricas que usaban sustancias tóxicas. Desde entonces, hasta la actualidad se han presentado serios problemas de salud entre sus habitantes. Según un muestreo confiable, 88% tiene dificultades respiratorias; 54%, padecimientos en la nariz y la garganta; 54%, dolores de cabeza, mareos y escalofríos; 52%, problemas en la piel, y 43%, dificultades cardiovasculares.
En 2005 los perjudicados presentaron su caso en Washington DC ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), adscrita a la Organización de Estados Americanos. Este primer caso de racismo ambiental en Estados Unidos fue aceptado por la Comisión. Pero el caso no puede llegar a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, porque Estados Unidos no ratifica la Convención Americana de Derechos Humanos.
La basura tecnológica de los países ricos suele depositarse en los lugares más pobres de la Tierra, aunque China los compraba hasta hace poco para obtener cobre, por ejemplo. Pero en los países más pobres ni siquiera buscan reciclar, solo reciben basura a cambio de un pequeño pago. La llegada de esta basura tóxica a un país que no puede defenderse de la contaminación puede ser muy perjudicial. Por las leyes de la termodinámica, no son plenamente reciclables los metales pesados, como plomo, mercurio, cromo y cadmio. Los metales pesados interfieren en la síntesis de aminoácidos en las neuronas.
El economista ecológico Joan Martinez-Alier (2016) explica con claridad la esencia del actual racismo ambiental. Es un conflicto ecológico-distributivo, relacionados con la extracción y el transporte de recursos y la disposición de los residuos que se dan en todo el mundo. Hay muchas protestas locales y hasta han existido casos ejemplos en los que las comunidades han detenido el proceso perverso y se han propuesto alternativas. La idea de Martínez Alier es que el mundo está cada vez más consciente de lo que se llama justicia ambiental. Son conceptos surgidos de la militancia ambientalista, al principio poco elaborados por académicos, pero hoy reconocidos a todo nivel.
Desterremos de una vez una de las mayores injusticias del siglo XXI: el racismo ambiental.
Bibliografía:1) Redacción de Proceso (2010-04-25), “Estados Unidos: racismo ambiental”, Revista Proceso, México
2) Martínez Alier, Juan (2016) ¿Existe un movimiento global de justicia ambiental?, UAB, Cataluña
Fander Falconí: Economista ecológico y académico ecuatoriano. Actualmente es ministro de Educación de Ecuador.
El racismo ambiental ocurre hoy con minorías étnicas sometidas a la contaminación excesiva, y excluidas de bienes y servicios ambientales como aire y agua limpias. El racismo ambiental incluye la exposición a residuos tóxicos, inundaciones, contaminación por la extracción de recursos naturales e industriales, carencia de bienes esenciales o la exclusión de la administración y toma de decisiones sobre las tierras y los recursos naturales locales. Pese a que los evidentes culpables son los ricos, se suele culpar a los pobres.
Un ejemplo es el caso de Mossville Luisiana, Estados Unidos1. Este pueblo se formó con afroamericanos hace 150 años. Hace unos 90 años, 14 empresas de blancos fueron autorizadas a instalar allí fábricas que usaban sustancias tóxicas. Desde entonces, hasta la actualidad se han presentado serios problemas de salud entre sus habitantes. Según un muestreo confiable, 88% tiene dificultades respiratorias; 54%, padecimientos en la nariz y la garganta; 54%, dolores de cabeza, mareos y escalofríos; 52%, problemas en la piel, y 43%, dificultades cardiovasculares.
En 2005 los perjudicados presentaron su caso en Washington DC ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), adscrita a la Organización de Estados Americanos. Este primer caso de racismo ambiental en Estados Unidos fue aceptado por la Comisión. Pero el caso no puede llegar a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, porque Estados Unidos no ratifica la Convención Americana de Derechos Humanos.
La basura tecnológica de los países ricos suele depositarse en los lugares más pobres de la Tierra, aunque China los compraba hasta hace poco para obtener cobre, por ejemplo. Pero en los países más pobres ni siquiera buscan reciclar, solo reciben basura a cambio de un pequeño pago. La llegada de esta basura tóxica a un país que no puede defenderse de la contaminación puede ser muy perjudicial. Por las leyes de la termodinámica, no son plenamente reciclables los metales pesados, como plomo, mercurio, cromo y cadmio. Los metales pesados interfieren en la síntesis de aminoácidos en las neuronas.
El economista ecológico Joan Martinez-Alier (2016) explica con claridad la esencia del actual racismo ambiental. Es un conflicto ecológico-distributivo, relacionados con la extracción y el transporte de recursos y la disposición de los residuos que se dan en todo el mundo. Hay muchas protestas locales y hasta han existido casos ejemplos en los que las comunidades han detenido el proceso perverso y se han propuesto alternativas. La idea de Martínez Alier es que el mundo está cada vez más consciente de lo que se llama justicia ambiental. Son conceptos surgidos de la militancia ambientalista, al principio poco elaborados por académicos, pero hoy reconocidos a todo nivel.
Desterremos de una vez una de las mayores injusticias del siglo XXI: el racismo ambiental.
Bibliografía:1) Redacción de Proceso (2010-04-25), “Estados Unidos: racismo ambiental”, Revista Proceso, México
2) Martínez Alier, Juan (2016) ¿Existe un movimiento global de justicia ambiental?, UAB, Cataluña
Fander Falconí: Economista ecológico y académico ecuatoriano. Actualmente es ministro de Educación de Ecuador.
Para mayor información comunicate con nosotr@s al mail: madalbo@gmail.com
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