Rebelión
El asbesto ha formado parte de más de tres mil productos, incluyendo masillas, barnices, selladores, asfaltos, aglomerados… y pinturas.El amianto ha sido un ingrediente incorporado a determinadas pinturas, principalmente las epoxídicas o las bituminosas, contándose entre tales productos, a los fabricados por empresas tales como, por ejemplo, «Pecora Paint Company, Inc.», «Rust-Oleum Corp», «Wilbur & Williams Co.», «ASBESTOS Harwest Paints», «Tropical Paint & Oil Co.», «TRACTOR SUPPLY Company», «Merkin Paints», «SHERWIN WILLIAMS», «W P FULLER PAINT», « Kelly-Moore Paint Co.», etc.
Por lo que respecta a esta última, y como evidencia fehaciente de la inclusión del asbesto en la composición de pinturas fabricadas por dicha empresa, diremos que utilizó el amianto como agente espesante de sus pinturas, una decisión que ha originado del orden de 48.000 demandas, pudiendo citar entre ellas, por ejemplo, la presentada por el señor Alfredo Hernández, de El Paso, y su familia, con unas indemnizaciones de 5’515 millones de dólares para la esposa, 14 millones para los cuatro hijos, 15 millones en daños punitivos, y un monto total de 55,5 millones de dólares, otorgado en 29 de Agosto de 2001; el fallo no fue recurrido, y el caso quedó resuelto en Noviembre de dicho año, en términos confidenciales.
El vínculo etiológico entre la presencia de amianto en las pinturas, y las patologías asbesto-relacionadas, queda evidenciado, en el caso del cáncer pulmonar, en el estudio epidemiológico de Chen & Seaton (1998).
Por lo que respecta al mesotelioma, dicho vínculo etiológico lo veremos constatado en Jung et al. (2006).
La presencia de amianto en las pinturas, en algún caso ha venido determinada por su condición de contaminante natural del talco, singularmente el de la compañía «RT Vanderbilt».
Históricamente, el crisotilo puede ser hallado en los más insospechados lugares. Es lo que le ocurrió a la arqueóloga Ionna Kakoulli, cuando investigaba las pinturas bizantinas de los muros del monasterio Enkleistra de San Neófitos, en Chipre. Los monjes, hacia el siglo XII, lo habían añadido al yeso de soporte de los iconos, al parecer para proporcionar a la pintura una superficie lisa como un espejo.
Modernamente, el uso habitual de las pinturas que incluyen amianto en su composición, es para el pintado de calderas, de techumbres, o más en general, de superficies en exteriores, incluyendo a las estructuras de obra civil, como es el caso de las ferroviarias -véase, por ejemplo: Vaudeux (2013)-.
La retirada de este tipo de pinturas, ofrece unos riesgos específicos, derivados de varias circunstancias, que seguidamente iremos abordando.
La primera de ellas, viene condicionada, sobre todo en el ámbito de las propiedades de titularidad privada, por el hecho de que es frecuente que nadie tenga memoria del tipo de pintura que se aplicó en su día, es posible que de ello no reste, conservada y localizable, la correspondiente documentación, y pudiendo suceder, incluso, que ni siquiera se llegue a cuestionar esa posibilidad, ni, una vez acometido el decapado, la presencia de asbesto llegue a ser advertida.
En su aspecto definitivo, después del secado, nada permite colegir, a simple vista, la presencia de unas fibras que previamente fueron reducidas a su dimensión microscópica de disgregación, para facilitar su manejo mecánico durante la fabricación, para evitar la decantación de su emulsión, para no perjudicar la estética de su aspecto, una vez aplicada la pintura, y para uniformizar su reparto, y el de las propiedades buscadas con su incorporación al producto final.
A tenor de lo antedicho, lo más probable es que su retirada no sea encomendada a una empresa especializada en el desamiantado, sino a quienes ni están capacitados para ello, ni conocen el riesgo real al que se van a someter, ni están concienciados respecto del mismo, ni están dotados de los adecuados elementos de protección individual para afrontar un trabajo de esa índole. Esto último es, por supuesto, lo más decisivo, por lo que veremos a continuación.
Para mayor desgracia, en estas operaciones de decapado de pinturas con contenido de amianto, se llegan a generar, durante su realización, concentraciones de fibras de asbesto, suspendidas en la atmósfera del puesto de trabajo, tan altas, que para poder respetar a la normativa vigente, hay que limitar la actividad a un máximo de una única hora de trabajo al día: Nouyrigat (2016).
Un respeto a la normativa vigente, que las pertinentes mediciones in situ y en tiempo real de realización, deberán garantizar, y que por lo que respecta a la contingencia de contraer un mesotelioma, jamás puede llegar a ser un riesgo descartado totalmente, a su pesar.
Cuando no se trata de retiradas puramente artesanales, suele recurrirse a métodos tales como, por ejemplo, la aplicación, a presión, de un chorro de arena, o a la de agua a ultra alta presión.
Eventualmente, al amianto puede unirse el efecto de otros contaminantes que pueden estar presentes como integrantes de la composición de la pintura, como es el caso del plomo: Vaudeux (2013).
La conjunción de todos estos factores vienen a determinar lo que constituye un gravísimo riesgo para los operarios afectados por esta situación, que sólo vendrá a veces paliado por el carácter esporádico o puntual de la susodicha exposición laboral o, en su caso, del bricolaje.
En consecuencia, es el riesgo de adquirir un mesotelioma, en estas precisas circunstancias, el que asume verdadera entidad, habida cuenta de que para desencadenarlo pueden bastar exposiciones débiles, breves, esporádicas o incluso únicas y puntuales.
Esos operarios ocasionales de un desamiantado no reconocido ni identificado como tal, jamás censados en un registro de expuestos ocupacionales, y en consecuencia, jamás incluidos en ningún protocolo de seguimiento a través de específicos reconocimientos médicos periódicos, que vengan a atenuar el riesgo soportado y sus potenciales efectos de nocividad maligna, quedan así desamparados de toda asistencia, incluyendo, en su momento, el reconocimiento a una indemnización, si se trata de asalariados que adquirieron su condición de expuestos laborales, a través de un trabajo por cuenta ajena.
Su estadística vendrá a engrosar las cifras de los mesoteliomas sin evidencia de exposición al asbesto, salvo que una autopsia venga, en su momento, a dejar constancia de lo contrario.
Si de «ilotas de la gleba» hemos calificado, en uno de nuestros escritos –ver bibliografía-, a los ejecutantes de los desguaces de barcos en las playas del sureste asiático, no cabe duda de que los operarios del decapado de pinturas con contenido de amianto, cuando no están integrados en una empresa de desamiantado, respetuosa de la normativa vigente, no le van mucho a la zaga, cuando unos adecuados elementos de protección no les protege, por su ausencia o por su inadecuación o mal uso.
La difusión de realidades como las aquí ahora comentadas, debiera de contribuir a alertar a los potenciales afectados, sobre ese siniestro riesgo oculto.
La actitud vigilante de las autoridades concernidas, singularmente por lo que respecta a la renovación del pintado de estructuras o edificaciones de titularidad pública, debiera igualmente de contribuir a evitar calamitosas exposiciones, en condiciones de alto riesgo higiénico.
Bibliografía
Francisco Báez Baquet Los ilotas de la gleba. (e-book) Algunas profesiones relacionadas con el amianto «Rebelión», 29/01/2016http://www.rebelion.org/docs/208366.pdf
Chen R, Seaton A. A meta-analysis of painting exposure and cancer mortality. Cancer Detect Prev. 1998;22(6):533-9.
Jung, S. H., Kim, H. R., Koh, S. B., Yong, S. J., Choi, B. S., Ahn, Y. S., ... & Chung, Y. K. Epidemiologic characteristics revealed with a malignant mesothelioma surveillance system in Korea. Korean Journal of Occupational and Environmental Medicine. 2006; 18(1), 46-52.
Vincent Nouyrigat AMIANTE – LE PROBLÈME NE FAIT QUE COMMENCER Science & Vie, Nº 1184 – Mai 2016, pp. 36-42
Delphine Vaudeux AMIANTE – Quand le décapage tourne au casse-tête Travail & Sécurité. Nº 737 – mars 2013; pp. 38-40file:///C:/Users/Administrador/Downloads/TS737page38.pdfPor lo que respecta a esta última, y como evidencia fehaciente de la inclusión del asbesto en la composición de pinturas fabricadas por dicha empresa, diremos que utilizó el amianto como agente espesante de sus pinturas, una decisión que ha originado del orden de 48.000 demandas, pudiendo citar entre ellas, por ejemplo, la presentada por el señor Alfredo Hernández, de El Paso, y su familia, con unas indemnizaciones de 5’515 millones de dólares para la esposa, 14 millones para los cuatro hijos, 15 millones en daños punitivos, y un monto total de 55,5 millones de dólares, otorgado en 29 de Agosto de 2001; el fallo no fue recurrido, y el caso quedó resuelto en Noviembre de dicho año, en términos confidenciales.
El vínculo etiológico entre la presencia de amianto en las pinturas, y las patologías asbesto-relacionadas, queda evidenciado, en el caso del cáncer pulmonar, en el estudio epidemiológico de Chen & Seaton (1998).
Por lo que respecta al mesotelioma, dicho vínculo etiológico lo veremos constatado en Jung et al. (2006).
La presencia de amianto en las pinturas, en algún caso ha venido determinada por su condición de contaminante natural del talco, singularmente el de la compañía «RT Vanderbilt».
Históricamente, el crisotilo puede ser hallado en los más insospechados lugares. Es lo que le ocurrió a la arqueóloga Ionna Kakoulli, cuando investigaba las pinturas bizantinas de los muros del monasterio Enkleistra de San Neófitos, en Chipre. Los monjes, hacia el siglo XII, lo habían añadido al yeso de soporte de los iconos, al parecer para proporcionar a la pintura una superficie lisa como un espejo.
Modernamente, el uso habitual de las pinturas que incluyen amianto en su composición, es para el pintado de calderas, de techumbres, o más en general, de superficies en exteriores, incluyendo a las estructuras de obra civil, como es el caso de las ferroviarias -véase, por ejemplo: Vaudeux (2013)-.
La retirada de este tipo de pinturas, ofrece unos riesgos específicos, derivados de varias circunstancias, que seguidamente iremos abordando.
La primera de ellas, viene condicionada, sobre todo en el ámbito de las propiedades de titularidad privada, por el hecho de que es frecuente que nadie tenga memoria del tipo de pintura que se aplicó en su día, es posible que de ello no reste, conservada y localizable, la correspondiente documentación, y pudiendo suceder, incluso, que ni siquiera se llegue a cuestionar esa posibilidad, ni, una vez acometido el decapado, la presencia de asbesto llegue a ser advertida.
En su aspecto definitivo, después del secado, nada permite colegir, a simple vista, la presencia de unas fibras que previamente fueron reducidas a su dimensión microscópica de disgregación, para facilitar su manejo mecánico durante la fabricación, para evitar la decantación de su emulsión, para no perjudicar la estética de su aspecto, una vez aplicada la pintura, y para uniformizar su reparto, y el de las propiedades buscadas con su incorporación al producto final.
A tenor de lo antedicho, lo más probable es que su retirada no sea encomendada a una empresa especializada en el desamiantado, sino a quienes ni están capacitados para ello, ni conocen el riesgo real al que se van a someter, ni están concienciados respecto del mismo, ni están dotados de los adecuados elementos de protección individual para afrontar un trabajo de esa índole. Esto último es, por supuesto, lo más decisivo, por lo que veremos a continuación.
Para mayor desgracia, en estas operaciones de decapado de pinturas con contenido de amianto, se llegan a generar, durante su realización, concentraciones de fibras de asbesto, suspendidas en la atmósfera del puesto de trabajo, tan altas, que para poder respetar a la normativa vigente, hay que limitar la actividad a un máximo de una única hora de trabajo al día: Nouyrigat (2016).
Un respeto a la normativa vigente, que las pertinentes mediciones in situ y en tiempo real de realización, deberán garantizar, y que por lo que respecta a la contingencia de contraer un mesotelioma, jamás puede llegar a ser un riesgo descartado totalmente, a su pesar.
Cuando no se trata de retiradas puramente artesanales, suele recurrirse a métodos tales como, por ejemplo, la aplicación, a presión, de un chorro de arena, o a la de agua a ultra alta presión.
Eventualmente, al amianto puede unirse el efecto de otros contaminantes que pueden estar presentes como integrantes de la composición de la pintura, como es el caso del plomo: Vaudeux (2013).
La conjunción de todos estos factores vienen a determinar lo que constituye un gravísimo riesgo para los operarios afectados por esta situación, que sólo vendrá a veces paliado por el carácter esporádico o puntual de la susodicha exposición laboral o, en su caso, del bricolaje.
En consecuencia, es el riesgo de adquirir un mesotelioma, en estas precisas circunstancias, el que asume verdadera entidad, habida cuenta de que para desencadenarlo pueden bastar exposiciones débiles, breves, esporádicas o incluso únicas y puntuales.
Esos operarios ocasionales de un desamiantado no reconocido ni identificado como tal, jamás censados en un registro de expuestos ocupacionales, y en consecuencia, jamás incluidos en ningún protocolo de seguimiento a través de específicos reconocimientos médicos periódicos, que vengan a atenuar el riesgo soportado y sus potenciales efectos de nocividad maligna, quedan así desamparados de toda asistencia, incluyendo, en su momento, el reconocimiento a una indemnización, si se trata de asalariados que adquirieron su condición de expuestos laborales, a través de un trabajo por cuenta ajena.
Su estadística vendrá a engrosar las cifras de los mesoteliomas sin evidencia de exposición al asbesto, salvo que una autopsia venga, en su momento, a dejar constancia de lo contrario.
Si de «ilotas de la gleba» hemos calificado, en uno de nuestros escritos –ver bibliografía-, a los ejecutantes de los desguaces de barcos en las playas del sureste asiático, no cabe duda de que los operarios del decapado de pinturas con contenido de amianto, cuando no están integrados en una empresa de desamiantado, respetuosa de la normativa vigente, no le van mucho a la zaga, cuando unos adecuados elementos de protección no les protege, por su ausencia o por su inadecuación o mal uso.
La difusión de realidades como las aquí ahora comentadas, debiera de contribuir a alertar a los potenciales afectados, sobre ese siniestro riesgo oculto.
La actitud vigilante de las autoridades concernidas, singularmente por lo que respecta a la renovación del pintado de estructuras o edificaciones de titularidad pública, debiera igualmente de contribuir a evitar calamitosas exposiciones, en condiciones de alto riesgo higiénico.
Bibliografía
Francisco Báez Baquet Los ilotas de la gleba. (e-book) Algunas profesiones relacionadas con el amianto «Rebelión», 29/01/2016http://www.rebelion.org/docs/208366.pdf
Chen R, Seaton A. A meta-analysis of painting exposure and cancer mortality. Cancer Detect Prev. 1998;22(6):533-9.
Jung, S. H., Kim, H. R., Koh, S. B., Yong, S. J., Choi, B. S., Ahn, Y. S., ... & Chung, Y. K. Epidemiologic characteristics revealed with a malignant mesothelioma surveillance system in Korea. Korean Journal of Occupational and Environmental Medicine. 2006; 18(1), 46-52.
Vincent Nouyrigat AMIANTE – LE PROBLÈME NE FAIT QUE COMMENCER Science & Vie, Nº 1184 – Mai 2016, pp. 36-42
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