sábado, 25 de junio de 2016

Deconstruyendo un comunicado nuclear


Indymedia


Un derrame de agua pesada radiactiva en la Central Nuclear Embalse, el comunicado de la operadora de la planta, y algunas consideraciones sobre la seguridad de los trabajadores que realizan la extensión de vida de la vieja central.
La empresa estatal Nucleoeléctrica Argentina SA emitió un comunicado el 20 de abril de 2016: “Ante informaciones periodísticas referidas a la planta, vertidas en el día de la fecha, la Central Nuclear Embalse desmiente lo mencionado por los medios”. Ya en su primer párrafo, con una desmentida ecuménica que no señala a un medio o periodista en particular, se revela uno de los elementos discursivos de la industria nuclear: tiene el monopolio de la técnica y el diagnóstico de los riesgos. Toda versión que no sea la oficial es mentira, la información está sacralizada.Desde sus orígenes a mediados del siglo pasado, con la creación de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), el sector nuclear argentino procuró imitar sistemas de objetos y acciones pretéritos de los países centrales. La división territorial del trabajo nuclear le asignó a Embalse un lugar de jerarquía con la central nuclear más grande del país. La localidad cambió para siempre su orientación turística, para convertirse en un pueblo atómico con la central como destino laboral codiciado, por tratarse de un empleo tecnológico estable y con buenos salarios.
Una central nuclear funciona de manera similar a una central térmica de generación eléctrica, sólo que la fuente de calor, en vez de provenir de un combustible fósil es de origen nuclear. La fisión del uranio produce el calor necesario, además de desechos radiactivos que perdurarán eternamente. En marzo de 2012 la Central Nuclear Embalse alcanzó su vida útil de diseño, que es el tiempo durante el cual se espera que sus componentes cumplan con las especificaciones técnicas bajo las cuales fueron construidos [1].

Un spa atómico
El Estado Nacional dispuso que siga funcionando, para ello implementó el Proyecto Extensión de Vida (PEV), que lleva casi una década y arrastra numerosos retrasos; para su tercera etapa tiene previsto las tareas más sensibles que son el retubado del reactor y el reemplazo de los generadores de vapor. Otro aspecto a considerar es el diseño de la central, que proviene de Canadá, país que domina la tecnología de extensión de vida, y ya no la aplica a sus centrales debido a los altos costos implicados en el procedimiento [2]. En Canadá cuesta tres veces más que en Argentina, de ahí que en nuestro país se ocultan los costos reales, y/o no se exigen las medidas de seguridad necesarias.
En el PEV participa una armada brancaleone de empresas, sindicatos, obras sociales y aseguradoras de riesgo de trabajo. Para apreciar el grado de precarización laboral, basta señalar que más de un millar de personas prestan servicios con contratos temporarios y recurrentes conflictos salariales. En tales condiciones, cabe preguntar que pasará con aquellos trabajadores que padezcan enfermedades ocupacionales varios años después de concluido el PEV y no tengan la cobertura social necesaria para tratarlas.
Lejos de estas preocupaciones, Nucleoeléctrica sostiene que es saludable trabajar en la central embalseña. El Estudio de Impacto Ambiental del PEV analiza los riesgos a la salud de los trabajadores y concluye que en las tres décadas de operación de la planta la cantidad de cánceres encontrados es menor que para una población de similar cantidad. Una especie de spa atómico donde las campañas para dejar de fumar y la buena nutrición mejoraron las estadísticas.
La desmentida paradójica
La radiación es un tipo de energía que puede penetrar en el cuerpo y dañar la salud. Es un peligro invisible, no lo sentimos, no lo vemos, ni lo notamos, ni lo olemos. Pero aun así puede matarnos [4]. La radiación ionizante es una causa conocida de cáncer.
Cuando menos es paradójico que la desmentida de Nucleoeléctrica haya confirmado los trascendidos: “Al respecto informamos que el viernes 15 de abril aproximadamente a las 17:30 hs durante tareas de mantenimiento en el Edificio del Reactor se produjo un derrame de 10 litros de agua pesada que mojó parcialmente la ropa de trabajo de nueve operarios” [5]. Sobre el asunto, el biólogo Raúl Montenegro explicó que el agua pesada en sí misma no es radiactiva: “Si los operarios hubieran estado en contacto con agua pesada recién adquirida, obviamente ni siquiera alcanza para noticia, ni hubiera sido necesaria ninguna aclaración, por lo tanto la conclusión es que estos operarios estuvieron en contacto con el agua pesada que forma parte del circuito primario, por ende agua radioactiva”. Histórico activista antinuclear, Montenegro preside la Fundación para la Defensa del Ambiente (Funam) y es una figura despreciada por el lobby nuclear argentino.
Una cosa es segura, no fue el primer derrame de agua pesada, ni el más grave, ni tampoco será el último. Tomemos por caso el ocurrido el 9 de noviembre de 2009, cuando un trabajador de mantenimiento mecánico estuvo expuesto a un ambiente con una alta concentración de tritio en unas válvulas, debido a un venteo del sistema moderador. El tratamiento consistió en el incremento de la ingesta de líquidos y diuréticos por unas semanas, hasta que el trabajador fue dado de baja “porque terminó sus tareas de parada” según la versión de la empresa [6] [7].
Síndromes radioinducidos
Y llegamos al argumento principal de Nucleoeléctrica, un ladrillo literario con el que arman sus comunicados: “Cabe destacar que luego de las mediciones tomadas al personal involucrado, se constató que la dosis individual recibida fue 20 veces menor al límite anual establecido según normas internacionales”. El derrame de agua pesada radiactiva se produjo el mismo día de la Radioprotección en América Latina y el Caribe. Una fecha para recordar que la industria nuclear y los organismos que la controlan, establecieron umbrales de dosis para regular sus actividades [8].
Si la dosis es baja o se recibe en un lapso de tiempo prolongado, hay más probabilidades de que las células dañadas se reparen con éxito. Aun así pueden producirse efectos a largo plazo. Un estudio publicado en octubre de 2015, indica las estimaciones más precisas de los riesgos de cáncer relacionados con la exposición prolongada a la radiación ionizante de bajo nivel entre los trabajadores de la industria nuclear. El estudio incluyó a 308.297 trabajadores de la industria nuclear de Francia, Reino Unido y Estados Unidos, que fueron controlados por exposición a la radiación externa, y seguidos durante una media de 27 años. Los resultados sugieren un aumento lineal de la tasa relativa de cáncer con el aumento de la exposición. Contrariamente a la creencia de que las dosis altas son sustancialmente más peligrosas que las dosis bajas, el riesgo por unidad de dosis entre los trabajadores era similar a las estimaciones derivadas de los estudios a los sobrevivientes de la bombas atómicas en Japón [9].
Monsergas pronucleares
El comunicado de Nucleoeléctrica fue difundido en facebook por CoolFM Calamuchita, y tuvo 57 comentarios. A lo largo de los cuales se aprecia la conflictiva relación afecto- rechazo que produce la energía nuclear. Afecto al presentarse como una solución, y rechazo al suscitar peligros y situaciones confusas. Entre los comentarios se destacan los de Roman, que trabaja en radioprotección en Atucha y considera que a la empresa se la defiende con fundamentos, no con agresiones. De esta manera explicó los detalles de su profesión a cuanta persona encontró en la red social.

Referencias
  1. En marzo de 2012, tras 28 años de operación, la Central Nuclear Embalse alcanzó las 210.248 horas efectivas a plena potencia (HEPP), cumpliendo con la licencia original de diseño. Entonces, la Autoridad Regulatoria Nuclear (ARN) modificó la licencia de operación mediante la Resolución 98/2012, a fin de prolongar el funcionamiento del reactor hasta las 225.000 HEPP. Finalmente, el 31 de diciembre de 2015 la central salió de servicio.
  2. El modelo CANDU fue desarrollado por la estatal Atomic Energy of Canada Limited (AECL), que llevó a cabo el proyecto de extensión de vida de la centrales canadienses de Point Lepreau y Bruce, además de Wolsong-1 en Corea del Sur. En el caso de Gentilly-2, gemela de Embalse, se procedió a sucierre y decomisionado.
  3. Estudio de Impacto Ambiental del Proyecto de Extensión de Vida de la Central Nuclear Embalse, febrero 2016, Nucleoeléctrica Argentina SA, pg 50 a 56.
  4. La frase pertenece a Wenola Paile, Chief Medical Officer de la Radiaton and Nuclear Safety Authority Finland, y fue extraída del muy recomendado documental Into Eternity, que trata el dilema ético intergeneracional que representan los desechos nucleares.
  5. “La CNE necesita para su operación y funcionamiento agua pesada (D2O), que tiene una doble función, la de refrigeración de los elementos combustibles y la de moderación de los neutrones provenientes de la fisión nuclear. El agua pesada no es radioactiva, pero se convierte en radioactiva al someterla al bombardeo de neutrones ya que algunos núcleos de deuterio (D) transmutan en tritio (T), con lo cual se obtiene agua tritiada, en realidad agua pesada con contaminación de moléculas de agua con tritio”. Daniel Eduardo Martín, Tasación de la Central Nuclear Embalse y de Agua Pesada.
  6. Viotto I.D., Dominguez S.C., Stoll E.L., Seguimiento dosimétrico a personal con incorporación elevada de tritio, Central Nuclear Embalse, X Congreso Regional Latinoamericano IRPA de Protección y Seguridad Radiológica, Bs As 12 al 17 de abril de 2015.
  7. Cabe recordar el derrame ocurrido en junio de 1996. Le ofrecemos al lector dos versiones diferentes, la de Greenpeace y la de la ARN.
  8. La unidad de dosis efectiva es el Sievert (Sv), y es utilizada para medir diferentes magnitudes en protección radiológica. El límite para personas dedicadas a trabajos con exposición radiactiva es de 100 milisievert (100 mSv) en 5 años, con un máximo de 50 mSv en un año. Para la población general el límite es de 1 milisievert (1 mSv) en 1 año. La unidad de dosis absorvida de radiación ionizante es el Gray (Gy).
  9. David B Richardson, et al. Risk of cancer from occupational exposure toionising radiation: retrospective cohort study of workers in France, the United Kingdom, and the United States (INWORKS).


Fuente: http://argentina.indymedia.org/news/2016/06/893050.php


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