miércoles, 30 de diciembre de 2015

El pequeño Edipo y la troika

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Traducido del inglés por Sinfo Fernández.

¿Qué pasó con Syriza? ¿Fue un buen partido que acabó mal o un mal partido que acabó mal? Esa es la diferencia entre tragedia y farsa.El Eurogrupo compró Grecia por 86.000 millones de euros. El pasado agosto la troika (el Banco Central Europeo, la Comisión Europea y el Fondo Monetario Internacional) emitió 10.000 millones de euros de uso inmediato para recapitalizar los bancos griegos. En la primera semana de diciembre, el Parlamento griego aprobó el “Plan de Estabilización” de 2016 (153 votos a favor, 145 en contra) a fin de asegurar 16.000 millones de euros del total de 26.000 millones de euros del primer tramo, que serían liberados tras la exitosa “privatización” de los activos griegos por un coste aproximado de 50.000 millones a finales de 2015.
El plan aprobado por el Parlamento griego reduce el gasto público en 5.700 millones de euros (1.800 millones de recortes a las pensiones; 500 millones en defensa) y sube los impuestos en 2.000 millones. En los próximos tres años, el 80% del plan de “rescate” de los 86.000 millones de euros se dedicará a refinanciar la vieja deuda (53%) y a recapitalizar los bancos (30%). El Gobierno griego se quedará con 10.000 millones para la gestión del Estado, mientras sus inversiones para relanzar la economía quedarán hipotecadas por el éxito de las llamadas privatizaciones.
Así pues, la soberanía de Grecia se quemó en las ofrendas. Por si fuera poco, sus políticas de defensa han quedado subordinadas a la OTAN, convirtiendo prácticamente a Grecia en una base militar de EEUU. Este statu quo, impuesto por un partido elegido ante la promesa de desatar el nudo de la horca económica impuesta por la troika, es merecedor de una sesión con un psicólogo porque parece que han perdido la cabeza.
Ya que estamos hablando de Grecia, podemos empezar por el complejo de Edipo. ¿Ha renunciado el líder de Syriza, Alexei Tsipras, a la idea de justicia a cambio de apaciguar a los Padres autocráticos del Olimpo financiero en Bruselas, Frankfurt y Berlín? ¿Su impotencia para cruzar el umbral de la adolescencia a la edad adulta le ha dejado reducido a un servil chico de los recados neoliberal?
Si así fuera, Alexei Tsipras ha elegido el oportunismo por encima de la justicia. A diferencia del Edipo de Sófocles, ha seguido el consejo del sacerdote-profeta Tiresias: “No busques la verdad, ni el conocimiento, ni la justicia, porque esta búsqueda te destruirá personalmente a ti y a tu familia”. En cambio, Edipo acusa a Tiresias de traidor, porque constituye traición decirle a un gobernante que ponga su propio interés por delante de los intereses del pueblo. La grandeza de Edipo se apoya en que hace su elección en aras del bien mayor, la mezquindad de Tsipras es lo contrario.
Alexei Tsipras tendría que haber aprendido en su educación griega que el mandato del Oráculo de Delfos “conócete a ti mismo”, era la base de la justicia. El autoconocimiento implica empatía. Conocerse uno mismo es conocer la imperfección de la humanidad. Sin embargo, las acciones de Tsipras sugieren que tomó toda esta literatura moralista como si de una tontería se tratase, lo que es perfectamente coherente con la política amoral de nuestra era neoliberal: el egoísmo es el mayor bien. Sacó de Sófocles la lección pragmática de que los primeros ministros ambiciosos no se reúnen con la troika en la encrucijada de Bruselas y acaban con ella, a menos que deseen que sus esposas se suiciden y que a continuación ellos se claven los alfileres de sus broches en sus propios ojos, pierdan sus puestos de primeros ministros y tengan que seguir a tientas en la soledad del destierro a cambio de acabar con una peste de troika que no hace otra cosa que liquidar a los pueblos y sus ovejas.
Las interpretaciones psicológicas de los acontecimientos políticos tienen un valor de entretenimiento. Son el método preferido de análisis para extraer la manzana podrida individual y salvar el carro entero. Pero el carro de Syriza, que borbotea de compota de manzana keynesiana, endulzado con la vana esperanza de convertir a la Unión Europea en una democracia socialmente responsable, compartió el erróneo juicio político de Tsipras. El tiempo para el retorno a la economía keynesiana está fuera de toda posibilidad.
Vivimos una época de cleptocracia y autocracia pura y dura del capital financiero. Esta hegemonía exige que la agresión imperialista global tome impulso hacia adelante. Esta arremetida no puede “mejorarse”. Es un tren desbocado que está a un paso de arrastrar a la humanidad hacia el abismo. Tratar de cambiar su curso aplicando los oxidados frenos de un capitalismo más amable y gentil es ilusorio. Tampoco vivimos una época de capitalismo pacífico: el chovinismo en tiempos de guerra es rampante y rabioso, el llamamiento quejumbroso a las reformas queda ahogado en la cacofonía de las mentiras que aturden la mente y en la abusiva propaganda de los círculos oficiales y sus medios de comunicación.
La Unión Europea está dirigida por un trust de monopolistas financieros. El objetivo de la troika es la dominación, no la igualdad ni la autodeterminación. Es la negación de la democracia y la libertad, el desarrollo desigual y la subordinación de la periferia al centro. En una palabra, el capitalismo financiero monopolista es imperialista. El ahora aparente fracaso de Syriza para comprender la naturaleza de este inextricable autoritarismo le llevó a pensar que podría negociar con los usureros de la troika sobre bases políticas honestas. Fue un error fatal. La troika retorció el cuello político de Syriza limpiamente, como si fuera un pollo. Al neutralizar así el poder político se anexó económicamente Grecia. Actualizando la famosa cita de Rosa de Luxemburgo en la I Guerra Mundial, sólo podemos concluir diciendo que en estos momentos “la democracia social griega es un cadáver en descomposición”.
Tras las elecciones en España del 20 de diciembre, todos los ojos están puestos ahora en Podemos. ¿Veremos otra farsa?

Luciana Bohne es cofundadora de Film Critism, una revista de cinematografía. Es profesora en la Universidad de Edinboro, en Pensilvania. Puede contactarse con ella en: [email protected]
Fuente: http://www.counterpunch.org/2015/12/28/little-oedipus-and-the-troika/


Whatever happened to Syriza? Was it a good party that came to a bad end or a bad party that came to a bad end? It’s the difference between tragedy and farce.
With 86 billion euro, the Eurogroup bought itself Greece. Last August, the Troika (the European Central Bank, the European Economic Council, and the International Monetary Fund) released10 billion euro for immediate use to recapitalize the banks. In the first week of December, the Greek parliament approved the “Stabilization Plan” for 2016 (153 votes in favor; 145 against), in order to secure 16 billion euro of the 26 billion total of the first tranche to be released upon successful “privatization” of Greek assets to the tune of 50 billion by the end of 2015.
The Greek parliament’s approved plan reduces public expenses by 5.7 billion euro (1,8 billion slashed from pensions; 500 million from defense) and increases taxes by 2 billion. In the next three years, 80% of the “rescue” plan of 86 billion euro will be disbursed to refinance the old debt (53%) and to recapitalize the banks (30%). The Greek government will be left with 10 billion euro to manage the state, while its investments for re-launching the economy will be mortgaged against the success of the so-called privatizations.
Thus, Greece’s sovereignty is burnt offerings. Additionally, its defense policies are subordinated to NATO’s, for Greece is virtually a US military base. This status quo enforced by a party elected with the promise of untying the Troika’s economic noose deserves a session with a psychologist, for it seems to have lost its mind.
Since we’re talking about Greece, we can begin with the Oedipus complex. Has Syriza’s leader, Alexis Tsipras, given up the idea of justice in return for appeasing the autocratic Fathers of financial Olympus in Brussels, Frankfurt, and Berlin? Has this impotence to cross the threshold of adolescence into manhood reduced him to a servile neoliberal errand boy?
If so, Alexei Tsipras has chosen opportunism over justice. Unlike Sophocles’ Oedipus, he has taken the priest-prophet Tiresias’s advice: don’t search for truth, knowledge, or justice because this quest will personally destroy you and your family. By contrast, Oedipus accuses Tiresias of treason, for it is treasonous to tell a ruler to put his self-interest before the interests of the people. The greatness of Oedipus rests with choosing to act for the greater good; the smallness of Tsipras in the opposite.
Alexei Tsipras should have learned from his Greek education that the Delphic Oracle’s injunction, “Know Thyself,” was the bedrock of justice. Self-knowledge means empathy. To know oneself is to know flawed humanity. Tsipras’ actions, however, suggest that he took all this high-minded literature as a crock—which is perfectly consistent with the amoral politics of our neoliberal age: selfishness is the greatest good. He took from Sophocles a pragmatic lesson that ambitious prime ministers do not meet the Troika at the crossroads of Brussels and slay it—unless they long to suicide their wives, pierce their own eyes with their wife’s broach, lose their premiership, and go groping about blind in the wilderness of exile, for the price of ending the Troika’s pestilence mowing down the people and their sheep.
Psychological interpretations of political events have their entertainment value. They are the preferred method of analysis for selecting the individual bad apple to save the cart. But Syriza’s cart, bubbling in Keynesian applesauce, flavored with the forlorn hope of returning socially responsible democracy to the European Union, shared Tsipras’ flawed political judgment. The time for a return to Keynesian economics is out of joint.
We live in a time of kleptocracy and naked autocracy by finance capital. This hegemony requires the forward thrust of global imperialist aggression. This onslaught cannot be “improved.” It is a run-away train two inches away from dragging humanity into the abyss. Trying to reverse its course by applying the rusted brakes of a kinder, gentler capitalism is delusional. Nor do we live in a time of peaceful capitalism: wartime chauvinism is rampant and rabid; the bleating appeal for reforms is drowned by the cacophony of mind-numbing lies and mind-abusive propaganda in officialdom and its media.
The European Union is led by a trust of financial monopolists. The Troika’s goal is domination, not equality and self-determination. It is denial of democracy and freedom; it is unequal development and subordination of periphery to center. In a word, monopoly financial capitalism is imperialist. Syriza’s now apparent failure to grasp the nature of this intractable authoritarianism thought it could deal with the Troika’s usurers on level political grounds. That was a fatal mistake. The Troika wrung Syriza’s political neck as neatly as if it were a chicken’s. Having thus neutralized political power, it annexed Greece economically. To update Rosa Luxemburg WW I-era famous quotation, we can only conclude that today “Greek social democracy is a putrid corpse.”
All eyes on Spain’s Podemos now after the elections of 20 December. Another farce?



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