lunes, 30 de noviembre de 2015

El recambio climático, el sobrecalentamiento global y el defecto invernadero




No hay duda que las equivocaciones en contra de la Madre Tierra, marcan el rumbo ecológico de nuestra Humanidad. Somos erráticos por naturaleza, y estamos destruyendo el futuro ambiental de las próximas generaciones de Seres Humanos, por el capricho de vivir bajo un estilo de vida salvajemente capitalista, consumista y egoísta.En nuestro mágico planeta NO todo lo que brilla es oro, y aunque a simple vista siempre pecamos de inocentes, la realidad siempre se encarga de romper esa mágica ficción. Llueve sobre mojado cuando las letras de sabiduría, chocan de frente con la clásica violencia verbal, que jamás se cansa de ofender, humillar y maltratar a la hermosa Pachamama.
Creemos que la sustentabilidad del Medio Ambiente solo es posible de alcanzar, demostrando un poco de amor y respeto por la biosfera de la Tierra. De allí, que la práctica del Conservacionismo garantiza el bienestar del entorno social que albergamos, y masifica el interés de las comunidades y sus habitantes, en lograr la preservación de los recursos naturales, la utilización de fuentes de energías renovables, y el reciclaje de los desechos sólidos generados a diario.
Pero lamentablemente, el tercermundismo mental que sufre la Sociedad Moderna del siglo XXI, arruinó la posibilidad de evolucionar con los ojos del corazón, y eligió involucionar con los billetes de la razón. Por eso, la irracionalidad humana que coexiste a sol y sombra del Universo, nos castiga con una horda de gravísimos inconvenientes ambientales, que son imposibles de resolver debido al cerebro retrógrado envenenado.
El primer inconveniente se llama “Recambio Climático”, que es la consecuencia directa del legendario Cambio Climático, visto como la acelerada variación del clima de la Tierra a escala regional y global, por los factores meteorológicos presentes en una zona específica y en un tiempo determinado (nubosidad, precipitaciones, temperatura).
El Cambio Climático no tendría que preocupar necesariamente a la Humanidad, porque su acción depende en gran medida de los designios celestiales de la Madre Tierra. Sin embargo, la sistemática intervención del Hombre en los espacios geográficos naturales, viene trastocando con rudeza el equilibrio ecológico de los territorios.
Una prueba irrefutable del Recambio Climático, se observa con la omnipresencia del fenómeno El Niño, que se ha convertido en un fuerte dolor de cabeza para los latinoamericanos, a causa de una rebeldía llena de inestabilidad atmosférica que se traduce en calor, sequía, lluvias, inundaciones, deslaves, y millonarias pérdidas económicas para los agricultores, ganaderos y campesinos.
La Organización Meteorológica Mundial (OMM), ya alzó la voz de alerta para los países de Centroamérica y Sudamérica, que no deben esperar la estampida climática para socorrer a las víctimas de la desgracia. El fenómeno de El Niño, pasó de ser una eventualidad a una constante en los pueblos latinoamericanos, que resienten la emergencia sanitaria por la falta de acceso al agua potable, por las fallas en el suministro de electricidad, por la desertificación de los suelos, y por la sobrepoblación que deviene del agresivo crecimiento urbanístico.
La fuerza destructiva de El Niño, obligó a que las naciones de América Latina recurrieran a la “siembra de nubes” con yoduro de plata, para derrotar la sequía que seca los embalses de agua, y complica el abastecimiento del vital líquido. Además, se espera que durante el primer semestre del 2016, se intensifique el holocausto de un hiperactivo Niño, que promete ser uno de los más devastadores en los últimos 65 años.
El segundo inconveniente se llama “Sobrecalentamiento Global”, que es la consecuencia directa del legendario Calentamiento Global, visto como el fenómeno causado por el aumento de la temperatura promedio en la atmósfera terrestre y en los océanos.
Si bien el Calentamiento Global es parte de la cíclica homeostasis planetaria, es también evidente que los grados centígrados, las corrientes marinas y los índices de humedad en el planeta Tierra, están manifestando un comportamiento climático anormal en las cuatro estaciones del año, superando el impacto ambiental negativo ocasionado por la contaminación del Hombre, y adentrándose en una disyuntiva socio-cultural de pronóstico reservado.
La trágica llegada del Sobrecalentamiento Global, augura una disminución de la capacidad de reproducción humana, que impedirá el correcto desarrollo sexual y alterará los rasgos fenotípicos de los individuos, poniéndose en riesgo la supervivencia de nuestra especie. También se advierte que antes de la finalización del siglo XXI, será imposible la habitabilidad del Hombre en Oriente Medio, porque la gigantesca ola de calor no permitirá que el cuerpo humano regule su temperatura en el Golfo Pérsico. En paralelo, se teme que el irreversible deshielo en la Antártida Occidental, aumente en tres metros el nivel del mar, porque la tasa de fusión del hielo no puede resistirse al cálido ecocidio vislumbrado.
El tercer inconveniente se llama “Defecto Invernadero”, que es la consecuencia directa del legendario Efecto Invernadero, visto como la retención de gases tóxicos en la atmósfera, por la exagerada quema de combustibles fósiles (petróleo, gas natural y carbón), que se acumulan por el canibalismo corporativo de las transnacionales, y que se liberan en forma de Dióxido de Carbono, Metano y Óxido Nitroso.
Aunque el Efecto Invernadero fue emparentado con la exitosa globalización financiera, tecnológica y comercial del planeta Tierra, que obligó a polucionar el aire para obtener productos y servicios de venta a los consumidores. Con el paso de los años, terminó siendo un cruel reflejo de la anarquía asiática y norteamericana, que acrecentaba la oferta y demanda de artículos de consumo masivo, a costa de malograr las condiciones ambientales del orbe.
El efecto letal del vicio consumista en el siglo XX, se transmutó en el Defecto Invernadero que bloqueó los pulmones de la Tierra en el siglo XXI, porque las emisiones de dióxido de carbono aumentaron en más de un 60% desde el año 1990, porque el forzamiento radiativo se incrementó en más de un 35% desde el año 1990, y porque las profundidades del Océano Pacífico llevan más de 25 años recibiendo millones de toneladas de basura doméstica e industrial, que tarde o temprano, liberarán millones de toneladas de metano para acidificar por completo el sagrado manantial azulado.
Resulta obvio afirmar que la crisis ambiental en el Mundo, rebasó los linderos de la comprensión humana. Es muy difícil frenar el vertiginoso Recambio Climático, mientras se espera dejar en pobreza extrema a más de 100 millones de personas en el 2030. Aceleramos con la voracidad del Sobrecalentamiento Global, que viene arrebatándoles la filopatría a las maravillosas aves migratorias. Y remarcamos el tatuaje enrojecido del furioso Defecto Invernadero, que se vale del smog fotoquímico para corromper el alma de los esclavos al volante.
Dicen que nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde, y vemos que la Humanidad está convirtiendo las profecías de los científicos más chiflados, en el más catastrófico preludio de una muerte anunciada.
Basta con recordar la inolvidable serie de televisión estadounidense “Dinosaurios”, que fue transmitida a principios de la década de los años noventa, y que retrató en detalle la devastación ambiental que sufriría el planeta Tierra. Allí vimos la relación malsana entre Earl Sinclair, quien trabajaba como un obrero encargado de derribar árboles, para cumplir con las órdenes impuestas por el mandamás B.P Richfield, quien era el dueño de la tiránica empresa “PorqueYolodigo”.
Earl vivía adulando y obedeciendo las reglas de Richfield, porque necesitaba el trabajo y el dinero para alimentar a su familia. Pero Richfield quería apoderarse de las riquezas materiales e inmateriales del Mundo, y usaba tácticas de manipulación para que sus asalariados cumplieran con la deforestación.
En el último capítulo de la serie llamado “Naturaleza Cambiante”, vimos la arbitrariedad vandálica de Richfield, quien autorizó la fumigación y masacre de todo el pelotón de escarabajos, que cada 14 de mayo se dedicaban a cubrir el cielo con un fascinante arcoíris, y se comían las infinitas enredaderas de amapola. Richfield decidió transformar la ciénaga donde se aparearían los escarabajos, en una gigantesca fábrica de fruta escarchada con tecnología de punta, y obligó a que se exterminaran todas las enredaderas con un potente herbicida, el cual acabó extinguiendo la flora autóctona del entorno.
Earl no quiso defender al pelotón de escarabajos, ya que solo pensaba en estrenar su nueva barbacoa con inyección de combustible, en beber un frenesí de cervezas, y en ser el “tonto útil” que apoyaría públicamente el exterminio de las enredaderas. Pero tras observar el desolador paisaje contaminado desde la ventana de su casa, Earl intentó convencer a Richfield para que detuviera la pesadilla ambiental, y no le declarara la guerra a la todopoderosa Naturaleza.
No obstante, el multimillonario Richfield prefirió crear una lluvia artificial mediante la colocación de bombas, en el interior de todos los volcanes del Mundo. Desafortunadamente, las erupciones volcánicas no produjeron la torrencial lluvia natural que restablecería el clima, y tampoco ayudaron a recuperar la cadena alimenticia en los ecosistemas de Pangea. Por el contrario, se formaron densas nubes de hollín y azufre, que bloquearon la entrada de los rayos solares, y generaron una mortífera nieve que presagiaba la era de hielo.
Sabiendo de antemano el trágico final que se avecinaba, Earl le pidió perdón a su familia por haber confiado ciegamente en el progreso tecnológico, y con tristeza reconoció sus errores en contra de la Naturaleza. Mientras que Richfield estaba alegre y eufórico, porque la gente mitigaba el frío comprando estufas, frazadas, chocolate en taza, y todos los productos de la marca “PorqueYolodigo”.
Lo más impactante, fue ver la reacción que tuvo el hijo menor de Earl llamado “Bebé Sinclair”, quien tras conocer el desastre ambiental le preguntó con nerviosismo a su familia ¿Y qué pasará con nosotros? Nadie pudo responderle con certeza al infante, que simbolizaba el miedo latente de los niños del planeta Tierra, por la irresponsabilidad ecológica de sus padres.
Al final, Richfield jugó a ser dios para ganar más y más dinero, pero fue por culpa de esa terrible ambición y codicia, que acabó extinguiendo a todos los dinosaurios, y mató a su propia especie animal.
Queda claro que la perversión de la empresa “PorqueYolodigo”, es un espejo de la seguidilla de ecocidios perpetrados en la actualidad por transnacionales como Monsanto, Bayer, Coca-Cola, Shell, Nestlé, Volkswagen, Chevron, McDonalds y muchísimas otras corporaciones, que no se cansan de enfermar a la gente con alimentos transgénicos, de arrasar hectáreas fértiles con la infertilidad del Glifosato, de extinguir el milagroso vuelo de las abejas, de manchar los océanos con derrames de petróleo, y de perforar las rocas con los megaproyectos mineros.
Nadie sabe qué tan cerca o lejos estamos de una sexta extinción masiva, de una infernal era de glaciación global, o de una tormenta solar de proporciones bíblicas. Lo único que podemos afirmar con total seguridad, es que el dedo intermedio del simpático Aye-aye en Madagascar, ya señaló al orgulloso Ser Humano como la próxima víctima del siniestro evangelio nocturno.
No olvidemos que sin tierrita sucia en nuestros pies, no hay economía, no hay deporte, no hay educación, no hay salud, no hay amor y no hay religión. Sin tierrita sucia en nuestros pies, no hay compras en el supermercado, no hay clases en la universidad, no hay películas en el cine, no hay trabajo en la oficina, y no hay besos hasta el amanecer. Sin tierrita sucia en nuestros pies, simplemente NO hay vida por vivir.
Querido lector y querida lectora, no podemos seguir rechazando el gran valor del Conservacionismo, por culpa del bombardeo publicitario de la televisión, por culpa de la corrupción de los gobiernos de turno, y por culpa de la tremenda indiferencia que nos caracteriza. Si usted desea caminar a paso firme, debe tomar enserio el tema ecológico, y no seguir viviendo a expensas de la ignorancia.
A lo largo del artículo demostramos que la alerta roja de nuestro reloj biológico, se queda corta ante la psicodélica amenaza que sufre el planeta Tierra. De norte a sur y de este a oeste, hay más calor en verano y más frío en invierno, por lo que el Vals de primavera ya no armoniza la música del paraíso otoñal. Sigamos leyendo, informándonos y compartiendo el aprendizaje adquirido, para construir un mejor mañana en el oscuro horizonte por recorrer.

Para mayor información comunicate con nosotr@s al mail: madalbo@gmail.com

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