viernes, 9 de octubre de 2015

Conferencia mundial en Bolivia sobre el Cambio Climático

DOS CARAS DEL GOBIERNO Y MEDIA CARA DE ONGS AMBIENTALES


Gustavo Portocarrero Valda *

Mediante distintos medios de difusión, el gobierno boliviano ha convocado a la segunda “Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y Defensa de la Vida”, a realizarse en Tiquipaya, Cochabamba, Bolivia del 10 al 12 de octubre próximo. La primera, efectuada en abril de 2010 también en la misma región boliviana, resultó impresionante como exitosa y reunió un número considerable de personas de base que se trasladaron desde distintos confines del mundo e hicieron sentir la voz de la comunidad internacional. Se trataba de la inquietud de los pueblos, angustiados por los problemas críticos del planeta Tierra, y no de sus gobiernos, –excepto algunos– como respuesta al fracaso de la conferencia de Copenhague, que hizo burla a la inquietud especial del Tercer Mundo sobre el Cambio Climático.

Aquella anterior conferencia, tuvo el mérito de ser la primera de esta naturaleza, vincular a quienes piensan en lo mismo, aportar con ideas significativas de estrategia de lucha, ilustrarse con las experiencias de luchadores ecologistas de otros países y difundir un material intelectual útil de reivindicación del ser humano. No cupo idea contraria de que si el causante de todos los males terrestres es el sistema capitalista de explotación, todo continuaría igual, mientras no sea substituido como causa estructural de todos los males.
Entre las tareas que ahora esperan a la referida conferencia, como una especie de preámbulo a la próxima reunión internacional a realizarse el próximo diciembre en París, bajo auspicio de las Naciones Unidas, se halla la evaluación de los resultados y la articulación de las luchas y estrategias en defensa de la vida, el mal uso de la tecnología para encarar el cambio climático (la geoingeniería y radiación solar) También entrará en consideración la perversidad de los intereses económicos contra la vida, la acción de las transaccionales contra la salud, el agua, los bosques, la alimentación, agua, plagas y la muerte de seres vivos. Finalmente la acción geopolítica de los imperios, para saquear tierras y territorios, su aparato militar como parte de la estructura financiera e industria de la muerte (la guerra)
Se acaba de anunciar la presencia en aquél evento, del Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon.
Naturalmente este destacado personaje –también de organización destacada– desconoce que el auspiciador de la referida conferencia, el gobierno boliviano, lleva esta vez –a diferencia de la primera, cuando concurrió impoluto– unos cuantos pecados mortales sacrílegos. Todo aquello porque –haciendo un cuarto de conversión– muestra haber renunciado a sus principios de respeto por la Madre Tierra. Hace ya bastante tiempo que ha comenzado a adoptar medidas antiecológicas, en su propia gestión de Estado, claramente identificadas como negativas que harán tremendo e irreparable daño al medioambiente nacional de distintos lugares y con variedad de agentes físicos negativos.
La primera de aquellas, lleva ya cierto número de años. Pretende partir en dos la selva primaria del Tipnis, declarada intangible por propia ley nacional; y pretende hacerlo sin haber sido tal tema, objeto de previa consulta al pueblo boliviano. Quede claro que el problema no solo es nacional sino internacional, porque se trata de un pulmón ecológico en pleno centro de América del Sur. Con semejante medida arrasará con los aborígenes de la región, en beneficio particular de intereses de petroleros, madereros, hoteleros (de cinco estrellas) y aún cocaleros.
La segunda, es su afán de extraer hidrocarburos de las tres regiones más importantes selváticas del país, contra los aborígenes norte, centro y sud. Este último guaraní
La tercera, otra calificada como crimen contra el medioambiente, consiste en sus pasos iniciales (con pagos ya efectuados) para estudios técnicos sobre la construcción de dos centrales hidroeléctricas nuevas de gran magnitud, en el centro del país (distrito de Cochabamba) pretendiendo generar 324 gigavatios/h y 1095 gigavatios/h respectivamente. Se destruirá enormes ecosistemas naturales.
La cuarta, es su determinación de instalar el primer reactor nuclear en el distrito de La Paz, a un costo de 2.000 millones de dólares. Las consultas que han pasado por varios gobiernos desde la República de Irán hasta la República Argentina. Para adornar la figura expone que sus fines no son bélicos sino “pacíficos, medicinales y energéticos”. Según palabras textuales el presidente Evo Morales: ‘No queremos ser potencia, pero queremos aportar a la vida.”, sin entender el grave riesgo que arrastra semejante proyecto. Su estrategia es instalar primero, finamente, un “centro de investigaciones nucleares”; después viene el garrotazo final.
La quinta, constituye su falta de interés para adoptar firmeza frente al proceso avanzado y creciente de la deforestación del país y, a la inversa, lo fomenta con agentes madereros, que lucran a costa de la destrucción del medioambiente, reducción de flora y fauna, empobrecimiento del suelo, destrucción del clima e incrementando el calentamiento terrestre. Nunca quiso prohibir ni paralizar semejante barbaridad incorporando aquello en su nueva Constitución, pese a proyectos específicos que remitió el autor del presente artículo.
Lo peor de todo es que cualquiera que reclame la pureza de los bosques, la limpieza del medioambiente, el cese de la depredación, “es un agente extranjero” a la voz del gobierno boliviano. Su Vicepresidente ha declarado textualmente que el gobierno no va a ser jamás “guardabosques” de intereses de las potencias extranjeras transnacionales, porque se pretende evitar que Bolivia use sus recursos naturales “para su desarrollo”.
Con todos los antecedentes anteriores no se entiende cómo puede existir semejante dualidad de conducta en los actos del gobierno boliviano, porque de otro lado el Presidente Evo Morales ha declarado que todos tienen la responsabilidad de “parar” el calentamiento global en la ya cercana Conferencia Mundial a realizarse en París a comienzos de diciembre. Insistió además que hay que “curar y sanar a la Madre Tierra” y prevenir el futuro de las nuevas generaciones. ¿Cómo podría curar tan curioso médico, malestares y dolores, si aquél mismo aumenta la infección dentro el cuerpo enfermo?
Salvo que vivamos un mundo de locura no se entiende semejante contradicción entre las palabras y los hechos del gobierno boliviano. Sin embargo, y sobre este particular, la socióloga y filósofa argentina Maristella Swampa estima haber explicado semejante fenómeno en el hecho de que la corriente de tipo desarrollista le ha ganado al ecologismo la batalla dentro el poder. Por ello prima el criterio extractivista; depredador de los recursos naturales, pero se autodenomina: “socialista”, siendo un vulgar protector de la empresa privada, la banca y el capital extranjero.
¿Qué hacer ahora? La conferencia de Tiquipaya ya se halla cerca y será escenario del discurso –falso como vergonzante– de quien ya nada tiene de defensor del planeta, aunque en la anterior conferencia de 2010 generosamente le concedió “derechos” –en el papel– a la Madre Tierra, pese a habérsele observado semejante ridiculez. De otro lado las entidades ecologistas en Bolivia, que funcionan como ONGs, se hallan atemorizadas e intimidadas por el gobierno ante la amenaza de clausura y se percibe además que muchos de sus ejecutivos carecen de fuerza moral para sobreponerse al miedo y enfrentar con valentía intelectual –aun convocando a la ciudadanía– para detener los atropellos del gobierno contra la Madre Tierra. [Alguien decía que a aquellos les faltan pantalones o se hallan emasculados]
He escrito, en repetidas oportunidades, que no hay peor cosa que los ecologistas de escritorio porque son pesados, burocráticos y, otros, cobardes; tan malos como la burocracia del Estado. No conocen el desprendimiento, el apostolado moral, la virilidad del gladiador social, y cuidan con pavor sus intereses (cuando no su salario) por supuesto hay excepciones. Sin embargo su labor en general no beneficia, sino es ofensiva al planeta Tierra que, en los momentos críticos actuales –del Siglo XXI– requiere de heroísmo y aún el riesgo de la vida, como así se ha demostrado en otras partes del mundo.
Quede claro que ninguna ONG criolla, subvencionada con recursos foráneos, ha tenido un solo héroe ecologista como otros espontáneos y ejemplares hijos de este planeta. Recordemos a Petra Kelly en Alemania, Chico Mendes en Brasil, Barry Horne en Inglaterra, Ken Saro-Wiwa en Nigeria, Rod Coronado en Canadá, Judy Barry y Jonnathan Paul en EE.UU. y muchos otros más que pagaron, con su sangre y vida, el honor de ser y actuar –sin miedo– como soldados defensores de la Tierra.
Es muy poco lo que aquellos tímidos puedan hacer, si se animan –y atreven– a abrir la boca. Y si se produce el milagro de que así lo hagan, quizá volverían esperanzas.
Lo evidente es que –contra la propia voluntad de los que amamos nuestra casa común planetaria– no podría augurarse éxito completo a un cónclave respetable y sagrado como se trata de la Madre Naturaleza, si concurren al evento algunos hijos (o hijastros) mal nacidos –cobardes algunos, depredadores otros– ambos encabezados por apóstatas de su propia religión pachamamista. Por añadidura, embusteros.
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