La superstición, que lleva a mantener vigentes prácticas ancestrales y poco ortodoxas para garantizar el éxito de la cohabitación y la buena salud, diferencia a los chácobos de otros pueblos vecinos suyos en el llano boliviano.
Wigberto Rivera Pinto, antropólogo que compartió expediciones con exploradores nativos de esta etnia, destaca sobremanera el peculiar ritual que antecede al matrimonio, y las costumbres e instintivas acciones en torno al concubinato. “Las parejas se forman generalmente y con preferencia entre primos cruzados. Es decir que para un mozo — los hombres son siempre los que toman la iniciativa y tienen la decisión final— es objetivo central lograr hacer su esposa a la hija del hermano de su madre, mozuela a la que se denomina guane”.
El ritual de cortejo tipo empieza cuando el joven chácobo comparte la hamaca con su prima durante alguna temporada, hasta que tarde o temprano los padres los encuentran flagrante. Generalmente, entonces, el muchacho huye, pero más que por temor o para cuidarse de una posible agresión por parte de la familia de su enamorada, para cumplir la siguiente parte del rito de noviazgo. “Provisto siempre del arco y la flecha, se interna en el bosque en busca de alimento — ya sea pescado o un animal de tierra— para entregárselo a la guane y que ella lo destine para el consumo de toda su familia”. Éste es el ritual que termina de materializar el matrimonio, pues luego de demostrar su hombría y su capacidad para mantener un hogar, se allana el camino para la unión.
En algunos casos, si un chácobo cazador entrega su presa a una mujer viuda o divorciada, y ésta la acepta, también puede darse la unión, aunque no goza del mismo respeto y la misma posición dentro de la sociedad.
Otras de las observaciones que recuerda el antropólogo es que cuando la mujer está en periodo de gestación le rapan la cabeza y le prohíben comer ciertas especies de carne y frutas, abstinencia que es compartida por el esposo. “Cuando esperan familia tienen terminantemente prohibido comer víbora, ya que según sus creencias es signo de mal augurio y corren el riesgo de que el hijo nazca muerto”.
El censo que efectuó en 2004 la Confederación Nacional de Nacionalidades Indígenas y Originarias de Bolivia (Conniob) estableció que aún quedan unos 1.050 chácobos.
Asimismo, según el estudioso Milton Eyzaguirre, fue uno de los primeros espacios donde se brindó la educación bilingüe, incluso antes de la Reforma Educativa, tanto en idioma chácobo como en español. “Esto gracias a la llegada del Instituto Lingüístico de Verano, una institución de evangelistas, allá en la década de los setenta”.
Ecorregión: Amazónica norte.
Departamento: Beni
Provincias: Vaca Diez, Yacuma, General Ballivián.
Municipios: Riberalta y Exaltación.
Comunidades: Alto Ivon, Nuevo Mojos, California, Núcleo, Motacusal, Siete Almendros, Cayuses.
Idioma: Paño
Actividad Principal: Recolección y agricultura.
Productos: Castaña, palmito, arroz, maíz, yuca.
Wigberto Rivera Pinto, antropólogo que compartió expediciones con exploradores nativos de esta etnia, destaca sobremanera el peculiar ritual que antecede al matrimonio, y las costumbres e instintivas acciones en torno al concubinato. “Las parejas se forman generalmente y con preferencia entre primos cruzados. Es decir que para un mozo — los hombres son siempre los que toman la iniciativa y tienen la decisión final— es objetivo central lograr hacer su esposa a la hija del hermano de su madre, mozuela a la que se denomina guane”.
El ritual de cortejo tipo empieza cuando el joven chácobo comparte la hamaca con su prima durante alguna temporada, hasta que tarde o temprano los padres los encuentran flagrante. Generalmente, entonces, el muchacho huye, pero más que por temor o para cuidarse de una posible agresión por parte de la familia de su enamorada, para cumplir la siguiente parte del rito de noviazgo. “Provisto siempre del arco y la flecha, se interna en el bosque en busca de alimento — ya sea pescado o un animal de tierra— para entregárselo a la guane y que ella lo destine para el consumo de toda su familia”. Éste es el ritual que termina de materializar el matrimonio, pues luego de demostrar su hombría y su capacidad para mantener un hogar, se allana el camino para la unión.
En algunos casos, si un chácobo cazador entrega su presa a una mujer viuda o divorciada, y ésta la acepta, también puede darse la unión, aunque no goza del mismo respeto y la misma posición dentro de la sociedad.
Otras de las observaciones que recuerda el antropólogo es que cuando la mujer está en periodo de gestación le rapan la cabeza y le prohíben comer ciertas especies de carne y frutas, abstinencia que es compartida por el esposo. “Cuando esperan familia tienen terminantemente prohibido comer víbora, ya que según sus creencias es signo de mal augurio y corren el riesgo de que el hijo nazca muerto”.
El censo que efectuó en 2004 la Confederación Nacional de Nacionalidades Indígenas y Originarias de Bolivia (Conniob) estableció que aún quedan unos 1.050 chácobos.
Asimismo, según el estudioso Milton Eyzaguirre, fue uno de los primeros espacios donde se brindó la educación bilingüe, incluso antes de la Reforma Educativa, tanto en idioma chácobo como en español. “Esto gracias a la llegada del Instituto Lingüístico de Verano, una institución de evangelistas, allá en la década de los setenta”.
Datos
Habitantes: Censo INE (2001): 380. Conniob (Confederación Nacional de Nacionalidades Indígenas Originarias de Bolivia) (2004): 1.050.Ecorregión: Amazónica norte.
Departamento: Beni
Provincias: Vaca Diez, Yacuma, General Ballivián.
Municipios: Riberalta y Exaltación.
Comunidades: Alto Ivon, Nuevo Mojos, California, Núcleo, Motacusal, Siete Almendros, Cayuses.
Idioma: Paño
Actividad Principal: Recolección y agricultura.
Productos: Castaña, palmito, arroz, maíz, yuca.
Para mayor información comunicate con nosotr@s al mail: madalbo@gmail.com
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