Inundaciones, calores extremos, desertificación y sequías, son varias de las múltiples señales que nos envía el planeta. O se cambia el sistema económico o desaparecemos.
Lo que está pasando con el planeta es un tema que grupos políticos, grandes empresarios, unos pocos científicos y seguramente personas del común no se lo toman en serio. Sin embargo, son varias las cumbres sobre el cambio climático que se han realizado y allí los gobiernos se comprometen a generar cambios que contribuyan a la salud de la Tierra.
Desde la primera reunión de la ONU en 1972, conocida como la Conferencia de Estocolmo, pasando por la de 1997, conocida como Protocolo de Kioto y en la que los países industrializados se comprometieron con un calendario para que durante el periodo 2008 al 2012, se redujeran las emisiones de los 6 gases que más contribuían al efecto invernadero en un 5,2% con respecto al de 1990, el planeta no cesa de contaminarse.
Este año, que ha sido muy caliente, también ha subido la ‘temperatura’ de las declaraciones relacionadas sobre el cambio climático de connotados representantes de la sociedad. El papa Francisco sacó la encíclica ecológica y da declaraciones culpando a los gobiernos y al capitalismo de ser los responsables.
Atribuye gran parte del problema a la voracidad de las grandes compañías, pero también a la impotencia de los gobernantes; y resalta que proceden muy mal aquellos políticos que subestiman las advertencias de los ecologistas y enfatiza que a las próximas generaciones podríamos dejarles demasiados escombros, desiertos y suciedad.
Los Nobel se manifiestan
También 36 premios Nobel han expresado públicamente su preocupación sobre las consecuencias del cambio climático. Consideran que lo que está pasando es una realidad que pone en peligro el bienestar de la humanidad.
Recientemente el gobierno francés convocó en París a 50 líderes políticos y religiosos. Fue una cita preparatoria a la Cumbre del Clima que se realizará este diciembre en la Ciudad Luz. Allí -entre otras cosas - se dijo que la lucha contra el cambio climático es un deber moral para con las próximas generaciones.
El presidente, François Hollande, abrió la reunión comparando el proceso actual en torno de un combate global contra el calentamiento del planeta al que vivió el mundo después de la II Guerra Mundial con la creación de la ONU y la defensa de los Derechos Humanos.
Igualmente Michael Higgins, presidente de Irlanda, expresó: “El cambio climático traerá más pobreza y desigualdad. No podemos permitirlo”. Y agregó que es un desafío para la seguridad y la paz.
Pretendiendo marcar una ruta, que ojalá se siga, Hollande ya está formulando políticas para contribuir a la solución del problema. Con su Ley de transición, Francia promoverá el transporte eléctrico, la edificación sostenible, la tecnología limpia y la limitación de le energía nuclear, cancelando viejos reactores.
Pretendiendo marcar una ruta, que ojalá se siga, Hollande ya está formulando políticas para contribuir a la solución del problema. Con su Ley de transición, Francia promoverá el transporte eléctrico, la edificación sostenible, la tecnología limpia y la limitación de le energía nuclear, cancelando viejos reactores.
La comunidad científica alerta
Para tratar de convencer a los que todavía dudan sobre la enfermedad del planeta, debo decir que no solo los Nobel se manifiestan, pues también casi toda la comunidad científica está de acuerdo del carácter antropogénico del cambio climático, como lo indica el 97,1% de los estudios sobre el calentamiento global publicados en 20 años (desde 1991 hasta el 2011).
Los datos anteriores surgieron del trabajo de un grupo de científicos de los principales países anglosajones que revisaron 11.944 artículos publicados en 1.980 revistas científicas, trabajos que tenían que ver con el calentamiento global como tema de estudio.
En medio de esta atmósfera de voces manifestándose por la forma como unos pocos –capitalistas y políticos- están haciendo rotar la Tierra hacia el despeñadero, en marzo salió a la luz un libro: Esto lo cambia todo. El capitalismo contra el clima, de la escritora Naomi Klein. Basándome en esta obra titulé este artículo.
Ella es conocida en el mundo académico y social con otras dos magníficas obras: No Logo: El poder de las marcas y la Doctrina del Shock: El auge del capitalismo. Así que ella ya tiene una trilogía Best Seller, donde explica al mundo qué significa el neoliberalismo y la globalización, en términos de pobreza para la mayoría y riqueza para unos pocos.
Klein: Periodista estudiosa
Klein es periodista canadiense galardonada con varios premios y escribe para The National y The Guardian. Ha sido titular de la cátedra Miliband en la London School of Economics y es doctora honoris causa en leyes por la universidad de King’s College. En el Sondeo Global de intelectuales, listado de los intelectuales más importantes del mundo, ocupó el puesto undécimo, el más alto logrado por una mujer.
En su última obra, hace énfasis en que “la naturaleza intenta decirnos que necesitamos un modelo económico radicalmente diferente”. Citando a Víctor Hugo, en la primera parte del texto, ella entra en consonancia con el escritor cuando decía en 1840: “Produce una inmensa tristeza pensar que la naturaleza habla mientras que el género humano no escucha”.
En la contraportada dice: “La verdad, aunque sea realmente incómoda, es que la culpa no la tiene el dióxido de carbono, la culpa es del capitalismo. Pero hay otra verdad, mucho más constructiva y fácil de asumir: podemos usar nuestra crisis existencial para transformar nuestro fallido sistema económico y construir algo radicalmente mejor”.
Igual que sus libros anteriores, el actual es fruto de mucho trabajo investigativo que se refleja en la cantidad de datos e información, sus vivencias personales y sus argumentos que explican no solo la magnitud del problema, sino también posibles alternativas para tratar de solucionarlo.
Hay que globalizar las luchas
En sus 572 páginas, Klein expone - entre otras cosas - las luchas que han librado los habitantes de ciudades como Hamburgo, en Alemania, que en 2013 y valiéndose de la participación electoral, decidieron que el gobierno volviera a asumir el control directo sobre redes eléctricas, gas y calefacción. Esa decisión fue un no al neoliberalismo que con su nefasta ideología ha promovido que los gobiernos entreguen a capital privado los servicios públicos.
Otro aspecto que trata la escritora es la relación entre las grandes empresas y las organizaciones ecologistas. Ella, si bien aplaude la honestidad de las ONG que enfrentan a empresas responsables de la contaminación, también critica la desastrosa fusión entre el gran capital y fundaciones y organismos que dicen luchar por un planeta más verde.
Crítica que abarca incluso a los organizadores de las cumbres sobre el cambio climático. Refiriéndose a la del 2013 dice: “Este ‘mundo al revés’ alcanzó nuevos niveles de absurdidad en noviembre de 2013, en la cumbre anual de Naciones Unidas sobre el clima celebrada en Varsovia (Polonia). El encuentro fue patrocinado por una panoplia de compañías productoras de combustibles fósiles, (…)”.
Con ese contubernio es imposible que tanto gobiernos como organizaciones como la ONU planteen algo concreto sobre las energías fósiles, responsables de buena parte de la emisión de CO2 y que además es responsable de un millón de muertos al año.
El libro es una apuesta contra el capitalismo y sus últimas manifestaciones: el neoliberalismo y la globalización, porque es ese modelo económico el principal responsable del desastre ecológico. Así que es un texto de consulta obligada por todas las personas que miran con seriedad el cambio climático y sueñan con no dejarle una cloaca a las próximas generaciones.
Por Diego Arias Serna (*)
Madrid, España
Madrid, España
(*) Presidente Fundación Semillero Científico EAM
darias@fis.ucm.es
darias@uniquindio.edu.co
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Para mayor información comunicate con nosotr@s al mail: madalbo@gmail.com
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