POR: Nicolás Parducci
Continúo leyendo Laudato si del papa Francisco y encuentro el capítulo Ecología integral, que incluye la ambiental, económica y social; la cultural; y, la de la vida cotidiana.
Traslado lo que considero más relevante.
La ecología estudia las relaciones entre los organismos vivientes y el ambiente donde se desarrollan. Todo está conectado.
El medioambiente indica una relación entre la naturaleza y la sociedad que la habita. Estamos incluidos en ella, somos parte de ella y estamos interpenetrados. Es fundamental buscar soluciones integrales que consideren las interacciones de los sistemas naturales entre sí y con los sistemas sociales. Las líneas para la solución requieren una aproximación integral para combatir la pobreza, devolver la dignidad a los excluidos y, simultáneamente, cuidar la naturaleza.
La investigación para determinar el impacto ambiental de un emprendimiento debería permitir reconocer también cómo las distintas criaturas se relacionan conformando esas unidades mayores llamadas ecosistemas.
Estos intervienen en el secuestro de anhídrido carbónico, en la purificación del agua, en el control de enfermedades y plagas, en la formación del suelo, en la descomposición de residuos y en muchísimos otros servicios que olvidamos o ignoramos.
Cuando se habla de “uso sostenible”, siempre hay que incorporar una consideración sobre la capacidad de regeneración de cada ecosistema en sus diversas áreas y aspectos.
El análisis de los problemas ambientales es inseparable del de los contextos humanos, familiares, laborales, urbanos.
Hay una interacción entre los ecosistemas y los diversos mundos de referencia social.
Cualquier menoscabo de la solidaridad y del civismo produce daños ambientales. La ecología social es necesariamente institucional y alcanza progresivamente distintas dimensiones.
En la administración del Estado, en las distintas expresiones de la sociedad civil o en las relaciones de los habitantes entre sí, se registran con excesiva frecuencia conductas alejadas de las leyes, que pueden ser dictadas en forma correcta, pero suelen quedar como letra muerta.
La ecología también supone el cuidado de las riquezas culturales en su sentido más amplio. La cultura no puede excluirse al repensar la relación del ser humano con el ambiente.
La visión consumista tiende a homogeneizar las culturas y debilitar la inmensa variedad cultural, tesoro de la humanidad. La desaparición de una cultura puede ser tanto o más grave que la de una especie animal o vegetal.
En nuestra habitación, casa, lugar de trabajo y barrio, usamos el ambiente para expresar nuestra identidad.
A veces es encomiable la ecología humana que pueden desarrollar los pobres en medio de tantas limitaciones.
Experiencias de salvación comunitaria suelen provocar reacciones creativas para mejorar edificios o barrios.
Hace falta cuidar nuestro sentimiento de “estar en casa” dentro de la ciudad que nos contiene y une.
¡Qué lindas son las ciudades llenas de espacios que conectan, relacionan, favorecen el reconocimiento del otro!
La ecología humana implica la necesaria relación de la vida del ser humano con la ley moral escrita en su propia naturaleza, para poder crear un ambiente más digno.
¿Qué le parece toda esta doctrina? ¿Sería tan amable en darme su opinión?
Para mayor información comunicate con nosotr@s al mail: madalbo@gmail.com
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