jueves, 11 de junio de 2015

Crítica al consumo desde una perspectiva marxista


Por Joseph Renau (*)
En "Sociedad de consumo"

En la teoría marxista es el trabajo el que valoriza a la mercancía porque la convierte en objeto que adquiere valor y, a partir de ahí, entra en la circulación del consumo.



De ahí nacerá la teoría de la explotación, no sólo en cuanto a las condiciones de trabajo, sino en relación con la ecuación salario, precio y beneficio. El beneficio surgirá de la minusvaloración (salario) del trabajo productivo del trabajador respecto al precio de venta del producto, una vez descontados los costes de maquinaria y, en la sociedad actual, logística, publicidad y otros elementos que permiten la introducción de los productos en el mercado.

De aquí se extrae una primera conclusión que los comunistas muy pocas veces traducen socialmente de un modo lo bastante visible en la lucha por concienciar a los trabajadores: sin la intervención del trabajador y su jornada de trabajo no existe valor añadido a la mercancía. Él la convierte en producto. Su trabajo hace que una mercancía inerte v.g., papel, tinta y textos que se conviertan en un periódico- cobre vida y adquiera valor real. Él es la única fuente generadora de riqueza y no el empresario, que sólo es un mayorista del empleo y un almacenista de la mercancía inerte. Por tanto, una figura perfectamente sustituible y contingente. En este proceso intervienen diferentes tipos de asalariados, de distintas categorías y a los cuales se escamotea una parte de la plusvalía. De ahí que, en la sociedad actual, quepa hablar de clases trabajadoras o asalariadas antes que propiamente de clase obrera.

Hasta aquí la teoría marxista clásica sobre la plusvalía. Se obtiene en el centro de trabajo y en la producción.

Pero a Marx y Engels les interesaba de un modo especial la reproducción (aunque no desarrollasen una teoría de ella tan exhaustiva y profunda como del trabajo); esto es, el espacio de tiempo, de acciones y vivencias del ser humano en las que este se ocupa tanto de su supervivencia material como espiritual. El término es muy resbaladizo pero pongamos que incluye cuestiones como alimentarse, vestirse, educarse, cultivarse, disfrutar del ocio o consumir, en general, todo tipo de mercancías y servicios que son ajenos a la actividad productiva del trabajador, aunque hayan sido producidas por otros trabajadores, a los que, a su vez, también se extrae plusvalía.

Decía el barbudo de Treveris que en la sociedad comunista, donde cada individuo no tiene acotado un círculo exclusivo de actividades, sino que puede desarrollar sus aptitudes en la rama que mejor le parezca, la sociedad se encarga de regular la producción general, con lo que hace cabalmente posible que yo pueda dedicarme hoy a esto y mañana a aquello, que pueda por la mañana cazar, por la tarde pescar y por la noche apacentar el ganado, y después de comer, si me place, dedicarme a criticar, sin necesidad de ser exclusivamente cazador, pescador, pastor o crítico, según los casos . (1)

El marxismo es humanista, a pesar de Althusser y su famosa ruptura epistemológica (tomada de Bachelard) entre el joven Marx, idealista según él, y el Marx maduro, científico. En realidad, el pensamiento de Marx busca liberar al hombre de su explotación en la producción para hacerlo pleno en su tiempo libre, en el que puede desplegarse todo el potencial de su emancipación. El ocio creativo en el que las sociedades humanas progresan en civilización.
Esto, si uno se queda atrapado en El Capital , la obra que la inmensa mayoría de los marxistas no han leído, pero apelan a ella para hacer doctrina, no se entiende. El Capital es un análisis económico poderoso de cómo se explota y aliena al hombre en la producción como los Manuscritos Económicos y Filosóficos y La ideología alemana nos muestran a un Marx a la búsqueda del hombre pleno y libre. Hay un Marx que busca la emancipación del ser humano y otro que explica cómo se produce su esclavitud. Simple complemento.
La fundamentación de la teoría marxista no tendría sentido sin una base moral en la que se inspire todo el proyecto revolucionario y subversor del orden social establecido por el sistema capitalista. Como dice Adolfo Sánchez Vázquez el marxismo es (...) un proyecto (...) de emancipación social, humana, o de nueva sociedad como alternati­va social en la que desaparezcan los males sociales criticados. Se trata de un proyecto de nueva sociedad (socialista-comunista) en la que los hombres libres de la opresión y la explotación, en condiciones de libertad, igualdad y dignidad humana, dominen sus condiciones de existen­cia; un proyecto a su vez deseable, posible y realizable (2)

Pero volvamos a lo que importa. Marx dedujo que la circulación de la mercancía, es decir, la distribución, había de tener una importancia decisiva en el destino del hombre fuera de la producción, aunque apenas llegase a desarrollar la idea.

Cuando escribió su obra el proletariado era ajeno a un consumo que no fuera básico y de mera supervivencia. El desarrollo del capitalismo y su estrategia expansiva, basada en la masificación del consumo convertiría, en el siglo XX y en lo que conocemos del XXI, el ámbito de la reproducción en un espacio decisivo para el logro exponencial del beneficio capitalista.

Hoy el asalariado trabaja no para lograr su supervivencia, su bienestar o su reproducción sino para devolver al capital, a través del consumo, el salario que éste previamente le había pagado por su trabajo. De tal modo que el orden capitalista es actualmente una inmensa fábrica, con hipermercado adosado, en la que el trabajador produce, por un salario, lo que luego ha de comprar con ese mismo sueldo. Ello es así hasta tal punto que el asalariado, en el mundo capitalista avanzado, vive a crédito, quedándose a primeros de mes con su cuenta temblando porque el banco le ha extraído el dinero que el mes anterior le prestó para vivir al día . Se trabaja en pasado, se paga en futuro y se permanece en un eterno presente contínuo endeudado.

El sistema económico cierra así el círculo perfecto. Un trabajo productivo que le sale casi gratis porque el salario obtenido con él va a una segunda acumulación del beneficio, la que nace del consumo. Se suman el beneficio en la producción (derivada de la tasa de plusvalía) y en la distribución, que nace de convertir al asalariado, ahora en su papel de consumidor, en productor de otra forma de plusvalía; la nacida de ser un homo consumer , la estación Termini en la que acaba siempre la gigantesca cadena de producción del sistema capitalista.

El hombre vive para trabajar, trabaja para consumir y consume para que la bicicleta estática del sistema capitalista no cese su pedaleo y termine por quedar parada y muerta. En ese proceso infernal se produce la doble alineación del sujeto:
En la producción, al ser expoliado del producto elaborado por él que pertenece, en el orden capitalista, al empresario. También se enajena de su actividad productiva, que se realiza por un salario, viéndose desprovisto de sus facultades creadoras y de la satisfacción de ser dueño de su trabajo y de la proyección del mismo. Alineación del proceso productivo en el que el trabajador se convierte en un medio para transformar el objeto en producto; se cosifica, al dejar de ser un fin como persona y convertirse sólo en un medio, de producción.

(1) Marx, Karl: La ideología alemana
(2) Sánchez Vázquez, Adolfo: Ética y marxismo


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