viernes, 6 de marzo de 2015

LOS ANDES, TARIJA, CARNAVAL Y REGIONALISMO

LOS ANDES, TARIJA, CARNAVAL Y REGIONALISMO




Donovan Osorio Suárez- Biogeógrafo *** 
Creo que “Tarija” es una palabra que se ha convertido en un eufemismo; retórica de amor e invitación a la defensa, que normalmente es pronunciada por un grupo de personajes influyentes, auto delegados regionalistas, unos son cívicos, algunos políticos de todos los partidos, otros periodistas vinculados a los medios de comunicación, y músicos, que reducen lo “Andino” solo al Altiplano (Puna), a ciertos departamentos o puntos cardinales, Caporales Tinkus y Morenadas, todo aquello del “norte”. Según el regionalismo boliviano de la mitad del siglo XX y principios del siglo XXI se considera “andino” solo al altiplano o puna, tanto en lo ecológico como en lo cultural. En estos últimos años el amor y defensa a Tarija se convirtió en odio a los “Collas”.
Este mal nacional del regionalismo, desde mi punto de vista es el origen de muchas de nuestras crisis, estereotipa, reduce, estigmatiza, crea fronteras “artificiales”, genera odio y no entiende de manera integral las regiones y paisajes, que trascienden los departamentos, y nuestro país, pero respecto a las culturas también se reducen al arte folclórico como paradigma, sumado a clase social, pertenencia étnica y “nacionalidad” obviando la historia, relaciones políticas, sociales y económicas a través del tiempo, migraciones. No se toma en cuenta la producción y creación: artística, filosófica y científica. Aquellos críticos ilustrados regionalistas, tanto de la oposición y oficialismo político partidario, e incluso en el “centralismo”, también creen que el paradigma de la cultura solamente es el arte folclórico y que ella se define en función de las "raíces", la “autenticidad” y “pureza” del origen, por lo tanto evaden y subestiman la información científica de ciencias como la etnohistoria y biogeografía, harto publicados, conocidos y científicamente abarcados. Las matrices culturales y biodiversidad no conocen fronteras políticas administrativas, por ello Tarija y La Paz, comparten Puna, Valle y Yungas, Cacharpayas, Huayños, Cuecas y Bailecitos, etc. como elementos “tradicionales” de sus culturas y paisajes. Es una cuestión de forma, no de fondo. El regionalismo convierte en fondo la forma y no ayuda a la comprensión del departamento y del país. Una visión deshonesta de la geografía, ecología, biodiversidad, historia precolombina, colonial, republicana y actual de Tarija y Bolivia, que integre al país para planificar mejor el “desarrollo” parece lejana cuando actores regionalistas candidatean por el denominado “proceso de cambio” en el marco de la tan mentada “descolonización” con una mentalidad similar a la de sus opositores.
Culturalmente lo “andino” tampoco se supedita solo a puna, valles y yungas, sino a la costa del pacífico, pie de monte amazónico y chaqueño, ya que los ayllus controlaban territorios discontinuos, en ecosistemas de diferentes “pisos ecológicos”, eso explica el conocimiento, domesticación y denominación de especies del desierto, puna, valle y selva. [Cortés, 1992:169 (Condarco &Murra 1987) Cruz 2009:136]. Ecológicamente lo “andino” tampoco se supedita solamente a la puna o altiplano y nevados, sino también a los valles secos interandinos y yungas (áreas de Cercado, Arce y O´Connor) de la vertiente oriental de la cordillera, a partir de aproximadamente 1000 msnm en el noroeste boliviano y 600 msnm en el sur boliviano y norte argentino (Mérida, Ibisch, Beck.2004, Navarro &Ferreira.2009 basados en la biogeografía ecológica de RIVAS-MARTINEZ)
Los regionalistas de Tarija no consideran el rol y presencia de los Chichas “Orejones”, Churumatas, Tomatas, Moyo-Moyo, etc. al servicio de los Incas, ya sea sometidos por conquista, reconquista, alianzas, privilegios y jerarquías dentro el Tawantinsuyo (Memorial de Charcas), políticas dirigidas para resistir la invasión chiriguana en territorios y regiones aparentemente desvinculadas de lo “andino” como la provincia Cercado, Arce, Chaco y O’Connor. Parece que existió una incontestable presencia Inca, Chicha, Churumata, Moyo-Moyo, etc. en “tierras bajas” inmediatas de Tarija, lo que pone en tela de juicio la famosa “coincidencia” entre los límites “ecológicos” y las fronteras “políticas” del mundo andino. (Renard-Casevitz, F. Th. Saignés y A. Taylor 1988:111). Se confirma la presencia de los Chichas-Orejones y Churumatas en las yungas australes o Boliviano-Tucumano de la cuenca del Alto Bermejo (Provincia Arce) y “Orechones” en la llanura chaqueña cerca del rio Pilcomayo del mapa geográfico de América Meridional de Juan de la Cruz Cano y Olmedilla de 1775.
El registro arqueológico amplia las hipótesis en cuanto a que los Inca y sus aliados Chichas, inclusive con la participación de otras jefaturas de la llamada confederación Charca, como los Churumatas, Tomatas, Erquis, Coimatas y Chuis, habían logrado avanzar sobre su frontera oriental hasta regiones de yungas entre los ríos Pilcomayo y Bermejo en el extremo austral de la actual Bolivia [(Renard-Casevitz, Saignés y Taylor: 1988) (Ventura & Oliveto2014:291) (Raffino 2006:100)]. Esto ha continuado hasta hoy en día, desde tiempos remotos hasta el presente ha habido un flujo migratorio de poblaciones “andinas” de distintas regiones y provincias biogeográficas de los Andes Tropicales Centrales. Desde la desértica Costa del pacífico, Puna, Prepuna, Valles Interandinos, Yungas, hasta pie de monte amazónico y chaqueño.
Me resulta curioso que en Tarija, a pesar de los topónimos aymara-quechua de lugares, serranías, montañas, poblaciones, cerros, ríos, fauna, flora, especies y semillas de especies nativas de cultivos (germoplasma), modismos y palabras quechua y aymaras en el habla popular chapaca y chaqueña, ch’alla, aloja de quinua, ritmos musicales como el Huayño, Cacharpaya, Kaluyo, que influyen en las cuecas y bailecitos, que hablan de “Amancayas” ( nombre de una princesa Inca), leyendas poco conocidas como la “Karallanta”, paisajes culturales mayormente se encuentra en la vertiente oriental de los Andes como lo hizo notar la obra del intelectual tarijeño Víctor Varas Reyes, se niegue lo “andino” en Tarija. Actualmente se enseña guaraní paraguayo en las escuelas de la ciudad de Tarija a pesar de los vinos de altura.
Finalmente la desagradable confrontación entre el Carnaval Chapaco y el Carnaval “Andino” o Integración es penosa ya que el último no es un carnaval, ya que carece de calendario, es solo una entrada folclórica de danzas y ritmos altiplánicos como Caporal, Tinku y Morenada ( bien recibidos en el cambodromo, Puno y Salta), cuya creación, diversificación y complejidad evoluciona relativamente más reciente que los ritmos “chapacos” como la Cacharpaya, Huayños y Kaluyos ( música de los “Chunchos”) que son preincaicos, lo que cambia es la forma de interpretación e instrumentos, dependiendo la región. Aun así se niega el Charango (Tomayapo) y Sikus (norte de Méndez) de Tarija, pero el Erke y Caja también son tradicionales de Potosí y Chuquisaca. Mientras que en el Jisk´a Anata de La Paz hace tiempo se baila ritmos y danzas “chapacas” sin ninguna protesta “colla” resulta que Anata (como le dicen a las Tarkas en Yunchará y Copacabana) son parte del carnaval de una Tarija desconocida.
Mediante el reconocimiento y estudio de las matrices culturales andinas presentes en la cultura chapaca y chaqueña, la cultura dejará de ser situada solamente del lado de los “datos” y las “cosas”, o del arte folclórico, para ser reubicada decididamente del lado de los sujetos y sus puntos de vista, y ya no así basada solo en los mitos urbanos de una elite regionalista que sueña con turismo, pero que no estaría capaz de ofrecer información fidedigna al visitante más que mitos folclóricos que reflejan un crisis de identidad. Considero que se debería tomar en cuenta lo Chicha como “originario” de Tarija cuya matriz cultural indígena está presente en el campesino tarijeño y chaqueño.
Por lo tanto la diferencia cultural no estaría en los elementos considerados por separado, sino en las relaciones entre ellos; no en contenidos concretos, sino en una forma peculiar de organizarse. La cultura es productiva y reproductiva. Esa productividad se halla en el mundo del trabajo, la consciencia de clase, etc. pero también en esferas marginalmente consideradas: la vida doméstica, el entorno barrial, el relato, el humor, la sociabilidad, etc.
La academia juega un rol importante para resolver este mal del regionalismo hipócrita, aunque no siempre, pero se necesita carreras de antropología, arqueología, sociología, historia, ecología, filosofía, artes y letras para Tarija.

http://diarionuevosur.com/index.php/actualidad/opinion/18175-los-andes-tarija-carnaval-y-regionalismo

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