“La Unión Europea ha concluido un acuerdo ambicioso sobre el clima”:
así es como los media, unánimemente, nos han comunicado las decisiones
tomadas con ocasión de la cumbre de la UE en la noche del pasado jueves a
viernes. Un examen atento nos muestra que este mensaje es en gran
medida pura propaganda….
40% de reducción de emisiones
Los jefes de Estado y de gobierno de la Unión se han puesto de acuerdo en tres nuevos objetivos: reducir las emisiones de gas de efecto invernadero en un 40% por lo menos de aquí al 2030 (con referencia a 1990), llevar la parte de las renovables a un 27% del consumo de energía y aumentar la eficiencia energética en un 27%. El tercer objetivo no es constrictivo, los dos primeros deben conseguirse a nivel de la UE en su conjunto.
Hay que recordar que según los informes del GIEC, para tener una probabilidad de uno a dos de no sobrepasar dos grados Celsius de aumento de la temperatura en relación al siglo XVIII, los países desarrollados, puesto que son los principales responsables del calentamiento, deberían reducir sus emisiones de 80 a 95% en 2050, pasando por una etapa intermedia de 25% a 40% en…2020. El acuerdo concluido el 24 de octubre apunta a la parte alta de la horquilla….pero con diez años de retraso.
Una cifra engañosa
Sobretodo, la cifra del 40% es engañosa porque no tiene en cuenta las “emisiones grises” , es decir las emisiones provocadas por la producción de bienes consumidos en Europa pero importados de otros países. Hay que saber que la contabilidad de las emisiones se basa en el lugar de producción, no en el de consumo. Este método de cálculo se ha adoptado en el marco de las negociaciones internacionales. No es neutro. En efecto, teniendo en cuenta que una parte creciente de los bienes consumidos en los países desarrollados son producidos en los países emergentes, una contabilidad basada en los lugares de producción significa que una parte de las emisiones debidas a los países ricos se imputa a los pobres. Esto da una imagen desviada de la responsabilidad de los primeros…y de sus esfuerzos de “mitigación” del calentamiento.
Evidentemente no hay solamente bienes producidos en el Sur y consumidos en el Norte, sino también bienes producidos en el Norte y consumidos en el Sur, bienes producidos en el Sur y consumidos en otros países del Sur, bienes producidos en el Norte y consumidos en otros países del Norte y bienes producidos en un país del Sur que transitan por otro país del Sur antes de ser consumidos en el Norte…Todo esto es muy complicado, pero el principio es claro: para medir correctamente las responsabilidades climáticas y los esfuerzos de unos y otros para limitar los desgastes hay que tener en cuenta todos estos movimientos del comercio mundial a fin de determinar las “emisiones netas” de cada país.
Transferencia neta de emisiones
Algunos investigadores se han dedicado a cuantificar el problema [1]. Sus trabajos confirman que una parte de las emisiones imputadas a los países en desarrollo es debida en realidad a los países desarrollados. Dicho de otra forma: hay una “transferencia neta” de emisiones del Norte hacia el Sur.
Esta transferencia es muy importante y se acelera durante el transcurso del tiempo. Globalmente, los países desarrollados comprometidos en el marco del protocolo de Kyoto han reducido sus emisiones en alrededor de un 2% entre 1990 y 2008 (netamente inferior a su promesa de un 5,2%). En el transcurso del mismo período, las “emisiones grises” importadas por estos países se han multiplicado por cuatro (de 0,4 Gt a 1,6 Gt de CO2). Acumulativamente, el comercio mundial ha tenido pues por efecto que, en dieciocho años, 16Gt de CO2 han sido transferidos de los países desarrollados hacia los países “en desarrollo”. Solamente en el año 2008 se llega a este resultado espantoso: la transferencia neta de emisiones del Norte hacia el Sur es por lo menos cinco veces más elevada que las reducciones operadas por el Norte en nombre de su responsabilidad frente al Sur….
Reduzco pero aumento
Al igual que otros, Europa se ha beneficiado de este juego de manos. Se vanagloria de haber casi cumplido el compromiso al que se sometió por el Protocolo de Kyoto (8% de reducción de sus emisiones). Es exacto…excepto que estas reducciones han sido netamente inferiores a las “emisiones grises” importadas bajo la forma de productos fabricados en otra parte. Desde este punto de vista, en realidad la UE no ha reducido sus emisiones ¡las ha aumentado!
Los nuevos acuerdos post-Kyoto apenas modifican el cuadro. Tal como escriben losa autores del estudio citado: “Si la tendencia histórica continúa de forma lineal, las transferencias netas de las emisiones del grupo de países desarrollados hacia el grupo de los países en desarrollo, alcanzarán alrededor de 2,3 Gt de CO2 por año en 2020, o sea un 16% de las emisiones de los países desarrollados en 1990”. Y los autores hacen notara que esta cifra de 16% es “comparable a las ofertas de reducción más optimistas hechas por los países desarrollados en el marco del acuerdo de Copenhague”.
No somos nosotros, son los chinos
De hecho, después de Kyoto, la Unión Europea se ha comprometido a una estrategia llamada sus “3 x 20”: en 2020, 20% de reducción de las emisiones, 20% de renovables y 20% de aumento de la eficiencia energética. Debido al débil crecimiento y al escamoteo de las “emisiones grises”, este 20% de reducción de las emisiones en 2020 podrá lograrse sin gran dificultad.
Sin embargo para seguir una trayectoria compatible con el límite de los 2ºC, habría sido necesario ir más allá, hacia un 30% por lo menos de reducción en 2020 (en realidad, un 40% sería más prudente). El ex -secretario de la convención marco de Naciones Unidas sobre el cambio climático, Ivo de Boer, defendió este punto de vista ante el Parlamento europeo hace algunos años. Pero en vano.
Los nuevos objetivos para el 2030 son del mismo calibre que los previstos para el 2020: teniendo en cuenta las “emisiones grises”, el 40 % de reducción anunciado por los Jefes de Estado y de gobierno van a rondar probablemente el 15% de reducciones domésticas efectivas…A no ser que sean menos.
La conclusión es clara: los dirigentes de la UE tratan de adormecernos mientras nos están llevando a toda velocidad hacia una catástrofe indescriptible e irreversible. Al mismo tiempo, en caso de que nos despertáramos bruscamente tiene el argumento ya preparado: “No somos nosotros, son los chinos”.
Otra política
Y es que, en realidad, el 40% de esta engañosa reducción no sirve solamente para adormecernos sino también para que la UE se asegure la mejor posición posible en las negociaciones sobre el clima que deben llevarse a cabo en Paris en 2015. En función de los intereses de las grandes empresas, que son cada vez más numerosas en atreverse a decir claramente que sus beneficios pasan por delante de la salvaguardia del clima que conocemos y en el seno del cual se ha desarrollado la humanidad.
Las grandes ONG medioambientales han condenado las decisiones del Consejo europeo. Muy bien. Pero sus argumentos con frecuencia nos dejan estupefactos…En vez de denunciar el método de contabilización que imputa las “emisiones grises” a los países en desarrollo, intentan convencer a los gobiernos y los empresarios del hecho de que una política climática más ambiciosa sería más ventajosa para la competitividad de las empresas….Esta vía está condenada al fracaso. Los gobiernos, en este asunto como en otros, actúan a favor de los intereses empresariales. En vez de jugar a aconsejarlos hay que movilizarse en masa para otra política, social y ecológica.
Notas:
[1] Leer por ejemplo « Growth in emission transfers via international trade from 1990 to 2008” http://www.pnas.org/content/108/21/...
Daniel Tanuro es ingeniero agrícola especializado en temas medio ambientales y militante de la izquierda alternativa belga.
Traducción para www.sinpermiso.info: Anna Maria Garriga Tarré
Escrito por Daniel Tanuro
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