Página Siete , 11/07/2011
Opinión , M1
El andinocentrismo en actual vigencia pareciera que sigue las prácticas utilitario/despreciativas del incario, la Colonia y la República con relación a los pobladores de tierras bajas, a quienes consideraban como “puchu jaques” (desperdicio humano), salvajes y neófitos. Tal es así que pareciera que la Pachamama sólo existiera en las alturas andinas y a la que se debe idolatrar, mientras que en las selvas tropicales habitarían dioses menores cuyos dominios deben ser poseídos por los representantes de la cultura mayor y superior.
Los pueblos indígenas de tierras bajas están preparando una marcha hasta la ciudad de La paz, similar a la de 1990 en la que con Dignidad le dijeron a Bolivia: existimos, somos una realidad. Ahora, igual que entonces, reclaman que el Gobierno los respete y cumpla sus promesas.
Los pueblos indígenas de tierras bajas están preparando una marcha hasta la ciudad de La paz, similar a la de 1990 en la que con Dignidad le dijeron a Bolivia: existimos, somos una realidad. Ahora, igual que entonces, reclaman que el Gobierno los respete y cumpla sus promesas.
El Estado empresario que se está construyendo no respeta la consulta a los pueblos indígenas y atropella sus territorios como lo hacen los madereros y cocaleros.
El reinante nacional/etnicismo a nombre del Estado se cree con el derecho de violar todos los espacios ya sean comunitarios o privados, bajo el pretexto que ahora ya no son las empresas transnacionales sino el Estado nacional el dueño de todo y ¡ay! de aquel que se oponga al “vivir bien” y a la religión telu/cósmica de la coca.
El presidente Evo (julio, 2009) denunció que las ONG “usan algunos dirigentes para oponerse y no facilitan las licencias ambientales para que haya más pozos y más petróleo, de qué, entonces, Bolivia va a vivir, si algunas ONG dicen ‘Amazonia sin petróleo’.... Están diciendo, en otras palabras, que el pueblo boliviano no tenga plata, que no haya IDH, que no haya regalías, pero también van diciendo que no haya (el bono) Juancito Pinto, ni la renta Dignidad, ni el bono Juana Azurduy”.
Hoy, utilizando argumentos capitalistas, desarrollistas y extractivistas, tan vilipendiados por el discurso oficialista en diversos eventos nacionales e internacionales, el Gobierno está procediendo a construir la carretera Villa Tunari- San Ignacio de Moxos que pasa por el núcleo del TIPNIS (Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure), donde, en 1.091.000 hectáreas, viven 64 comunidades de moxeños, yuracarés y chimanes.
Adolfo Moye, representante indígena, dijo: “La carretera es una amenaza para el territorio, para la preservación de los recursos naturales. Se van a deforestar 1.500 hectáreas de árboles. Afectará a las nacientes de varios ríos, a la flora y la fauna; hay riesgo de que las comunidades puedan desaparecer. Nosotros no creemos que con esa carretera llegará el desarrollo, porque ni siquiera el Gobierno (de Evo Morales) ejecutó un proyecto de desarrollo social en el TIPNIS en los últimos cuatro años”.
La carretera propuesta por las gobernaciones cruza por la zona núcleo del parque en una longitud de 18 km. Ésta es la zona menos intervenida del TIPNIS; por la poca presencia de asentamientos humanos está prohibida la construcción de infraestructura, de acuerdo al Plan de Manejo del Parque.
Los impactos ambientales negativos potenciales de la construcción de la carretera dentro el TIPNIS son: la deforestación, el cambio de cursos de agua, afectación a drenajes naturales y pérdida y disminución de la biodiversidad.
A nivel social y económico, los posibles efectos son la colonización, conflictos y tomas de la tierra. Los impactos culturales pueden incluir la pérdida de identidad en los pueblos originarios de la zona, transculturización, pérdida de costumbres y tradiciones.
En el TIPNIS, aproximadamente a cinco kilómetros dentro de la línea de límite, se encuentran colonizadores que ya depredaron el bosque para las plantaciones de hoja de coca, que según los indígenas es destinada al narcotráfico. En septiembre del año pasado, ni bien se anunció que ya se tenía todo el financiamiento para la carretera, se produjo otra invasión del TIPNIS por parte de colonos que se enfrentaron con los indígenas. El saldo de la pelea fue tres heridos y un fallecido.
Pero nada detendrá los objetivos del Gobierno del cambio y por ello ha suscrito un contrato “llave en mano” que ya definió el largo del camino y que, por cuestiones presupuestarias, no permitirá alternativas que tomen en cuenta la elevada fragilidad de la zona, impidiendo contar con un diseño final de la obra, que sea resultado de un estudio estratégico participativo e integrado, que respete las normas constitucionales.
Artículo de Opinión Iván Arias Durán
madalbo@gmail.com
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