www.kaosenlared.net/noticia/g-20-no-g-193-impronta-sociedad-civil
Hace más de treinta meses, en La incertidumbre de la Cumbre del G-20 hice alusión al cónclave que se realizó en Londres a principios de abril de 2009 como continuidad a la reunión en Washington del 15 de noviembre del año anterior convocada por George W. Bush. Entonces, se rebuscaba respuesta coherente frente a la crisis planetaria, sin excluir el protagonismo del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Era este, quizás, el problema de aquel momento que todavía hoy día está lejos de solución.
Es que las Cumbres del G-20 —agrupación integrada por naciones de economías desarrolladas y emergentes que representan alrededor del 90 por ciento del Producto Interno Bruto, el 80 por ciento del comercio planetarios y dos tercios de los terrícolas— jamás han estado en capacidad/voluntad de aspirar a resolver los serios trastornos generados por el sistema actual de las Relaciones Internacionales, crisis multilateral incluida, porque nunca sus agendas han encerrado cambiar cualitativamente la arquitectura financiera condicionante de las desgracias presentes y actuantes.
He aquí el porqué considero que la Cumbre del G 20 de estos 3 y 4 del corriente no será la excepción.
He aquí el porqué considero que la Cumbre del G 20 de estos 3 y 4 del corriente no será la excepción.
Vale la pena examinar las Reflexiones del compañero Fidel tituladas La Reunión del G-20 en la que el Máximo Líder de la Revolución Cubana resalta que el nuevo Primer Ministro de Portugal vertió su amargura con la Unión Europea, cuando afirmó que esta quedó exhausta y desfondada con el rescate de magnitud récord destinado a Grecia; que los líderes ibéricos dudan de que el compromiso asumido con Grecia se cumpla y de no cumplirse auguran una crisis más prolongada que la de 1929; que trastornos climatológicos afectan en este minuto al mundo; que mientras Estados Unidos conserva intacto el poder de veto en el Fondo Monetario Internacional, a China se le niega en ese organismo el simple derecho de aprobar al Yuan como moneda convertible; que hay que preguntarse ¿Cuánto tiempo durará esa tiranía?; y que es precisamente a través de ese cristal que debemos analizar cada palabra que se pronuncie en la Cumbre del G-20.
Por mi parte, apenas formularé las tesis siguientes:
Es muy difícil que alguien ajeno a los beneficios que recibe el selecto grupo del G 20 niegue la incapacidad de tal agrupación para devenir alternativa a las crecientes tragedias de la mayoría de los habitantes de la Tierra y, por consiguiente, la incertidumbre se abre espacio en el Norte y en el Sur. Se impone, pues, una salida a lo engendrado por la burguesía.
Admitiendo que si careciéramos del actual sistema de las Naciones Unidas, había que constituirlo ahora mismo; si coincidimos en que el problema que impide la viabilidad-vitalidad de los órganos que componen dicho sistema se localiza en la composición-Derecho de Veto existente en el Consejo de Seguridad; entonces resulta comprensible que hay que apostar a los buenos oficios que pueden concretarse en el G 193 (todos los Estados integrantes de la Asamblea General de la ONU), todavía más si tenemos en cuenta la VICTORIA alcanzada por Cuba en el tema del Bloqueo el pasado 25 de octubre —por solo citar un ejemplo.
Sin embargo, sobran elementos de juicios para sospechar de la efectividad del quehacer de un número considerable de los diferentes representantes gubernamentales de ese G 193. Constituye un secreto a voces que la calidad de muchos de los estadistas que actúan en los segmentos de toda las Naciones Unidas, dista considerablemente de la necesidad de obrar a tono con los requerimientos de los pueblos.
Paralelamente, se observa una efectividad en ascenso del movimiento contestatario en lucha por alcanzar la ya inaplazable armonía que demanda la triada Persona-Sociedad-Naturaleza; pero también se constata la coordinación de las actividades de los agentes del Gran Capital contra el descontento popular. El caso Libia devela en su justa medida a qué me estoy refiriendo. Así, el alcance-beneficio que pudiera reportar el G 193 está condicionado a la medida en que sea eco de los legítimos intereses de la Sociedad Civil Universal.
En resumen, digo: G 20, NO; SÍ un G 193 con la impronta de la Sociedad Civil, encarada desde las perspectivas del creciente Movimiento de los Indignados en diversas y crecientes latitudes de Bruselas, Washington y otros confines, más aún si elevan sus niveles de organización y vasos comunicantes, si coordinan mejor sus respectivos accionar a escala nacional e internacional.
madalbo@gmail.com
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