viernes, 20 de agosto de 2010

Cambio climático: El tiempo apremia


Marta Gómez Ferral


(Prensa Latina).- Mientras los desastres naturales disparados por el calentamiento global apremian al mundo, conocimos que en la última ronda de conversaciones de Bonn no se avanzó un ápice en el propósito de alcanzar compromisos de mitigación vinculantes en diciembre, en la Cumbre del Clima de Cancún. Como para quedarse haciendo cruces.


El cierre a principios de agosto del ciclo preparatorio de Bonn, iniciado en abril en la ciudad alemana, dejó a la mayoría de los representantes de 185 naciones participantes con un perturbador sentimiento de frustración. Algunos declararon que incluso, lejos de avanzar, hubo un franco retroceso.
El atolladero mayor está en que no acaban de cristalizar las negociaciones para elaborar un tratado legalmente vinculante que sustituya en 2012 al Protocolo de Kyoto.
Hace bastante tiempo todo el mundo sabe quienes son los que desean enterrar definitivamente el importante acuerdo, a pesar de la creciente batalla mundial, avalada por los sucesos y los enunciados de la comunidad científica.
Una buena parte del mundo desarrollado, con Estados Unidos a la cabeza, insiste en la puesta en marcha de compromisos voluntarios, sin base vinculante.
Se supo que en Bonn algunos países que estaban a favor de metas concretas dieron un salto atrás.
De modo que las reuniones de Bonn finalizaron este año sin que el objetivo de disminuir al menos al cinco por ciento las emisiones de gases de efecto invernadero respecto a 1990, trazado por el Protocolo de Kyoto, tenga base legal para ser realidad alguna vez.
Lejos de eso, se avizora que en los próximos 10 años la raquítica disminución de 12 a 18 por ciento derivada del mencionado proyecto voluntario, no podrá evitar que la temperatura terrestre suba más de dos grados centígrados hacia 2050.
Ese rango de incremento de la temperatura terrestre y oceánica sería altamente peligroso.
Los científicos del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) han aconsejado que la emisión debe disminuir del 25 al 40 por ciento para que la temperatura no sobrepase los dos grados.
Sin contar que la Alianza de Pequeños Estados Insulares (AOSIS, por sus siglas en inglés) plantea que con más de 1,5 grados de incremento hay peligro de que algunos de sus miembros desaparezcan del mapa.
Las Islas Maldivas, Tuvalu y Kiribati, están a la cabeza en las listas de los más amenazados.
Dessima Williams, representante de la AOSIS, opinó que dado los resultados de las previas de Bonn no se puede esperar en Cancún un acuerdo vinculante o algo mejor que lo ocurrido en Copenhague.
Su preocupación es compartida además por numerosas naciones en vías de desarrollo, quienes se disponen a librar una ardua batalla política en diciembre.
Al respecto es trascedental el aporte de la Cumbre de los Pueblos sobre cambio Climático y los derechos de la Madre Tierra realizada este año en Cochabamba, Bolivia.
La voz de los participantes en este cónclave se escuchará con propuestas concretas y calificadas por algunos expertos de viables, si existiera consenso y voluntad política de eliminar los obstáculos para firmar un tratado vinculante.
Christiana Figueres, secretaria ejecutiva de la Conferencia de las partes desde mediados de año, afirmó que si se mira en perspectiva en Bonn se observaron progresos y añadió: "Es difícil cocinar si no se tiene una olla, y los Gobiernos ahora están más cerca de tenerla".
Sobre el controversial tema de la vuelta atrás de algunos países, se conoció que esto ha ocurrido en temas como el de cómo medir y controlar las metas de reducción y en la elaboración de compromisos de disminución de algunos países ricos.
Para que un nuevo acuerdo vinculante pueda ponerse en marcha deberá contar con la adhesión de los 55 países industrializados más contaminantes, cuyas emisiones superen igualmente más del 55 por ciento de los gases que generan el recalentamiento global.
Desde su creación en 1997 hasta su puesta en vigor en 2005, el llevado y traído Protocolo de Kyoto ha sido más bien un símbolo y un instrumento de la lucha de los pueblos, algunos Gobiernos y la comunidad científica, que un tratado jurídico vigente y respetado.
Ya estuvieron por dinamitarlo en 2001, en una maniobra liderada por Estados Unidos, país que desde entonces no ratificó su adhesión al documento
La tenacidad de la comunidad internacional impidió la muerte del Prtocolo, aunque a partir de entonces se modeló un tratado menos enjundioso y descafeinado que el inicial, a criterio de expertos.
Así se ha mantenido hasta hoy.
Si bien al asunto de la sustitución del Protocolo de Kyoto por otro convenio vinculante es el problema mayor, hay más temas difíciles y espinosos en la agenda de Cancún.
Porque los 100 mil millones de dólares ofrecidos por el mundo desarrollado en Copenhague a los países más necesitados, en Bonn se convirtieron en unos 10 mil por año en un plazo de tres, hasta 2012.
Mantuvieron la promesa de llegar a los 100 mil hacio 2020.
Dos cuestiones reclaman los países más pobres: Que se cumpla la letra de los compromisos financieros iniciales y que se materialice desde ahora esa transferencia, necesaria para la adaptación y mitigación del cambio climático.
En algunas de esas naciones avanza el hambre y el incremento de la pobreza y las enfermedades, espoleadas por eventos vinculados directamente al cambio climático.
Como antesala de la Cumbre de México habrá una nueva reunión en Tianjin, China.
Se espera que allí, el documento de 34 páginas armado en Bonn como guía o tratado de intenciones, se perfile definitivamente y sirva de algo en el nuevo campo de batalla, por la supervivencia de la Tierra y la especie humana.






MadalBo@web.de

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