miércoles, 19 de noviembre de 2025

No habrá justicia climática sin la liberación de Palestina


Fuentes: El Salto

El nivel de destrucción provocado por Israel, y facilitado por un red de complicidad criminal, es tal que muchas voces hablan ya de un genocidio y un ecocidio simultáneos.

Estos días se celebra en Belém do Pará la COP30, la cumbre anual de los países signatarios de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Dos semanas de negociaciones sobre mecanismos de reparación, transición ecológica justa o financiación, en busca de respuestas eficaces ante la catarsis climática a la que nos enfrentamos.

Mientras tanto, Gaza sigue en llamas. Mientras se le prohíbe la entrada a las negociaciones oficiales a los pueblos indígenas, a quienes más sufren en sus carnes el drama del cambio climático, a las víctimas del capitalismo fósil y a quienes podrían aportar algunas respuestas a muchos de los retos que se plantean, las representaciones de los 85 países señalados por Francesca Albanese en su último informe como cómplices necesarios del genocidio, y empresas como Maersk o BP, que se lucran a costa de las vulneraciones de derechos contra el pueblo palestino, se pasean alegremente por los pasillos del centro de convenciones.

El nivel de destrucción provocado por Israel, y facilitado por esa red de complicidad criminal, es tal que muchas voces hablan ya de un genocidio y un ecocidio simultáneos: la aniquilación de toda forma de vida posible, una nueva vuelta de tuerca en la desposesión capitalista que siempre ha sido colonial, patriarcal y violenta.

El establecimiento del Estado de Israel ha sido, desde sus orígenes, un atentado contra la paz y la seguridad a nivel global y, además, un ataque contra la sostenibilidad del planeta y de sus ecosistemas. Las políticas de racismo ambiental que ha llevado a cabo Israel desde hace décadas han supuesto la destrucción de cientos de miles de hectáreas de tierras y campos de cultivo, confiscadas para la construcción del muro del apartheid o la expansión de los asentamientos, la eliminación de más de un millón y medio de olivos en tan sólo los últimos veinte años, olivos que no sólo son un símbolo de la vida y la resistencia palestinas, sino también una de las principales fuentes de ingresos para miles de familias.

El agua tampoco se libra de las políticas de racismo ambiental. El denominado régimen de apartheid del agua, sostenido entre otras por la empresa israelí Mekorot, facilita el acceso a agua potable a las colonias israelíes en territorio ocupado, garantizando un consumo medio de 247 litros al día por persona en los asentamientos, mientras que muchas comunidades palestinas nativas apenas alcanzan los 30 litros por persona y día, por debajo de los 100 recomendados por la Organización Mundial de la Salud.

Por si esto fuera poco, la violencia ambiental ejercida contra Palestina se ha multiplicado exponencialmente en los últimos dos años, culminando en un ecocidio sin precedentes en la región. Solo en los primeros dos meses de bombardeos, Israel liberó unas 281.000 toneladas de CO₂ equivalente, más que las emisiones anuales de más de veinte países entre los más vulnerables al cambio climático. La contaminación del aire y del subsuelo provocada por el fósforo blanco y otras armas químicas ha arrasado con cualquier posibilidad de cultivar en Gaza, agravando aún más la hambruna que sufre la población de la Franja y dificultando enormemente la subsistencia agraria en el futuro más próximo.

Del mismo modo que Israel no puede sostener el nivel de violencia que ejerce sin el apoyo militar que recibe del exterior, el Estado sionista necesita energía para alimentar los tanques, los aviones de combate y los sistemas de inteligencia artificial con los que vigila y asesina en Palestina. Según un informe publicado esta semana en Belém por Oil Change International, 25 países han suministrado o facilitado suministros de petróleo crudo o refinado a Israel. Azerbaiyán y Kazajistán aportan el 70% del crudo que consume Israel; Estados Unidos es el único proveedor de combustible militar; y los puertos de Rusia, Grecia, Chipre o España se encuentran entre los principales puntos logísticos para que estas energías lleguen a su fatal destino.

Las empresas que se encuentran detrás de estas extracciones o de su transporte a través de gasoductos son las mismas que están contribuyendo al calentamiento global y a la extinción de la vida en nuestro planeta. La lucha por la liberación de Palestina es también una lucha contra los combustibles fósiles y contra el modelo extractivista que destruye vidas y ecosistemas en todo el mundo.

Por eso, una coalición de organizaciones palestinas formada por PENGON, el Comité Nacional Palestino de BDSStop the Wall, the Palestine Insitute for Public Diplomacy y la Global Energy Embargo for Palestine, ha viajado hasta el corazón de la Amazonía para gritar que no puede haber justicia climática sin la liberación de Palestina

Hacen un llamado al embargo energético, la maquinaria genocida y la ocupación ilegal no se sostienen sin la complicidad energética. Piden el fin del apartheid del agua, llamando al boicot de empresas como Mekorot, que ahoga a la población palestina y contribuye a la privatización del agua, llevando la militarización a otros territorios y pueblos en lucha por su defensa, como el mapuche. También denuncian la complicidad del agronegocio y el greenwashing, a través de empresas como Netafim o ICL, que, entre otras, es la principal suministradora a Estados Unidos de los minerales necesarios para fabricar el fósforo blanco. Exigen asimismo la expulsión de Israel no sólo del espacio de la COP30, sino de la Convención sobre el Cambio Climático: un Estado colonial responsable de un ecocidio, construido y sostenido por el capitalismo fósil y la industria militar, responsable de al menos el 5% de una de las industrias más contaminantes del planeta,  no puede participar en un espacio de búsqueda de soluciones para la emergencia climática.

Quienes se están lucrando del colapso no pueden ser parte de la solución. En estos momentos de policrisis global, de agotamiento de los recursos y de colapso ecológico, las élites están cerrando filas; y quienes defendemos la vida en todas sus formas tenemos que hacer lo mismo. Es el momento de actuar y de situar la lucha de Palestina como una lucha por la tierra, desde la tierra: una defensa de la vida y del territorio, contra el capitalismo fósil y el extractivismo.

No habrá justicia climática sin la liberación de Palestina.

Ana Sánchez Mera, Global Energy Embargo for Palestine.

Fuente: https://www.elsaltodiario.com/cop30/no-habra-justicia-climatica-liberacion-palestina

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Brasil: asesinan a un líder guaraní en un ataque a una comunidad indígena


Fuentes: Survival [Imagen: Vicente Fernandes Vilhalva, portavoz del Pueblo Guaraní-Kaiowá, fue asesinado de un disparo en la frente por hombres armados que atacaron su comunidad. © Aty Guasu/Survival International]

Mientras en la COP30 en Brasil continúa el debate sobre los derechos territoriales indígenas, en la madrugada del domingo 16 de noviembre una veintena de hombres armados irrumpió en una comunidad indígena del extremo sur del país y abrió fuego, causando la muerte de un líder guaraní-kaiowá y dejando al menos cuatro heridos.

El ataque tuvo lugar en Pyelito Kue, una comunidad del Pueblo Guaraní-kaiowá que recientemente había retomado parte de su territorio ancestral. Allí, los agresores dispararon contra los habitantes y asesinaron de un tiro en la cabeza a Vicente Fernandes Vilhalva, de 36 años. Además, incendiaron refugios y destruyeron pertenencias de la comunidad.

Un líder de Pyelito Kue, que pidió mantener el anonimato, dijo a Repórter Brasil: “Fuimos rodeados. Los pistoleros no vinieron a hablar, llegaron disparando. No tenemos armas, no tenemos ninguna posibilidad de defensa. Nos retiramos y fuimos hasta la aldea, pero ellos siguieron disparando (…) Quemaron todo en la zona recuperada: nuestras casas, ollas, sillas…”.

El ataque mortal, el cuarto violento contra la comunidad de Pyelito Kue en las últimas dos semanas, es tan solo el último episodio de una larga serie de agresiones brutales que los ganaderos llevan décadas perpetrando contra los guaraní-kaiowás.

“Nosotros, los indígenas guaraní-kaiowás, condenamos los ataques que sucedieron en Tekoha Pyelito Kue, y que resultaron en el asesinato de un líder. Nuestra lucha es por la vida, por el territorio y por el ‘Tekoha Guasu’ [nuestro territorio ancestral completo]. Ya no aceptamos que se nos trate como a invasores en nuestro propio territorio”, afirma la organización guaraní-kaiowá Aty Guasu en un comunicado.

La comunidad de Pyelito Kue, junto con otras comunidades guaraní-kaiowás de la región fue expulsada violentamente de su territorio en el estado brasileño de Mato Grosso do Sul hace décadas. Desde entonces, casi toda su tierra ha sido ocupada por la agroindustria y explotaciones ganaderas. Su resistencia y sus intentos por recuperar el territorio han sido respondidos con agresiones graves y, a menudo, mortales.

Las familias guaraníes de Pyelito Kue se han visto obligadas a vivir durante más de 10 años en una área de apenas 97 hectáreas, con espacio insuficiente para cultivar. Ante la situación de hambre que enfrentaban, a principios de noviembre recuperaron otra parte de su tierra dentro del territorio indígena de Iguatemipeguá I. Este lugar, donde Vicente ha sido asesinado, está ocupado actualmente por la Fazenda Cachoeira, una extensa explotación ganadera arrendada por Agropecuária Santa Cruz y Agropecuária Guaxuma, ambas empresas exportadoras de ganado.

En 2013, la FUNAI, el departamento de asuntos indígenas del Gobierno brasileño, delimitó la zona en lo que se consideró un primer paso hacia su demarcación. Sin embargo, el proceso quedó paralizado desde entonces, en violación de la legislación brasileña e internacional, dejando a los guaraníes expuestos a ataques violentos y asesinatos perpetrados por agroganaderos y fuerzas policiales, con el apoyo de políticos locales que actúan con impunidad. Ni el acuerdo oficial alcanzado en 2007 entre la Fiscalía, la FUNAI y representantes guaraníes, ni las recientes promesas de demarcación realizadas por el presidente Lula han sido cumplidos.

Según testigos, en este último ataque participaron agentes de la Policía Militar de Brasil y miembros del Departamento de Operaciones Fronterizas (Departamento de Operações de Fronteira).

“La Constitución garantiza nuestros derechos, y el Estado brasileño tiene el deber de proteger a nuestros pueblos”, afirma la declaración de Aty Guasu. “Pedimos el apoyo de la sociedad civil, de las organizaciones de derechos humanos, de la Fiscalía Federal, de la FUNAI y de la Defensoría Pública Federal para que sigan de cerca el caso y garanticen la seguridad de las familias guaraní-kaiowá ante el clima de odio y amenazas que se intensifica”.

Caroline Pearce, directora de Survival International, declaró: “Hace una semana, en Belém, el presidente Lula reconoció que el territorio indígena es fundamental para combatir el cambio climático. Dijo que ‘quizás’ no se ha reconocido adecuadamente una parte suficiente de su territorio. La muerte de Vicente es la cruda realidad de esa falta de reconocimiento: a los indígenas se les expulsa y despoja de su tierra, se les niega su territorio, sus derechos, sus medios de vida y hasta sus propias vidas.

“Resulta obsceno que a los guaraní-kaiowás de Pyelito Kue y de otras comunidades se les dispare y asesine simplemente por vivir en su hogar, en su territorio ancestral. El Gobierno de Brasil debe completar el reconocimiento territorial, garantizar su protección y llevar ante la justicia a quienes los expulsaron y continúan aterrorizándolos”.

Información adicional:

– Fazenda Cachoeira es solo una de las 44 haciendas que se superponen al territorio indígena Iguatemipeguá I. El territorio, de 41.714 hectáreas, abarca muchos tekoha (territorio ancestral guaraní), incluida la tekoha de la comunidad Pyelito Kue.

– En respuesta a los ataques anteriores contra la comunidad Pyelito Kue en 2011 y 2016, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos pidió que se adoptaran medidas cautelares.

– Este violento suceso es el último de una serie de brutales ataques contra las comunidades guaraníes. La comunidad guaraní de Guyra Roka, hogar del difunto Ambrosio Vilhalva, quien protagonizó la película Birdwatchers, también ha sido objeto de ataques, en los que hombres armados contratados por ganaderos y la policía local han herido a varias personas con balas de goma y gases lacrimógenos, y han destruido sus casas.

Fuente: https://www.survival.es/noticias/14379



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«Los bosques son los únicos que nos van a salvar del calentamiento global»

El botánico italiano que mostró que las plantas sienten y tienen inteligencia insiste en que “hace un siglo que debería ser el momento de los bosques. Necesitamos plantar un billón de árboles”

Entrevista al neurobiólogo Stefano Mancuso

Si hay cada día más personas que, al mirar alrededor, son capaces de ver, distinguir y apreciar las plantas como seres vivos de un valor casi incalculable es, en gran parte, gracias al botánico italiano Stefano Mancuso (Catanzaro, 1960). Seres inteligentes y sensibles “de los que dependemos”, explica Mancuso. “Todo lo que comemos. El oxígeno que respiramos. Literalmente dependemos de ellas”, aclara el científico justo después de recoger en Madrid el galardón a la Personalidad Ambiental de los premios Ecovidrio.

Mancuso, que lleva décadas dedicado a abrir los ojos de la sociedad y curarla de la llamada ceguera de las plantas, no solo habla con pasión de la flora, sino que tiene claro que son la solución para sacar a la humanidad del atolladero en el que se ha metido al provocar el cambio climático. En conversación con elDiario.es, el científico desgrana las fórmulas con las que las plantas pueden ayudarnos y cómo nos enseñan que cuidarnos en comunidad es “más eficiente para sobrevivir” que dar la batalla cada uno por su lado.

Ahora estamos en plena Cumbre del Clima, la COP30 de Brasil, y el presidente del país, Lula da Silva, ha dicho que esta va a ser, o debe ser, la cumbre de los bosques ¿Es posible algo así?

De hecho hace un siglo que debería ser el momento de los bosques. No sé si será la cumbre de los bosques, pero así lo espero. Porque, para seguir en Brasil, y hablando de Lula, el bosque de la Amazonia está a punto de desaparecer. Si continúan talando porciones de bosque al ritmo actual, dentro de cuatro años, la Amazonia estará condenada a desaparecer y convertirse en otra cosa con consecuencias en el clima mundial.



¿A qué consecuencias se refiere?

La Amazonia es el motor de la lluvia de toda Latinoamérica. Así que si eliminas la Amazonia, todo va a cambiar a nivel planetario porque –¿cómo lo diría?– La mayoría de las nubes que viajan por el mundo están producidas por la Amazonia. Así que sí: este es el momento de los bosques en el sentido de que no podemos permitirnos más talas de árboles. Al contrario, deberíamos replicar los bosques que hemos creado en los últimos años. La clave no está tanto en no cortar más árboles, sino en replantar, al menos, un billón de árboles. Sé que parece un número increíble, pero es lo que necesitamos.

La reforestación es a menudo presentada como un arma poderosa contra el cambio climático, pero en otras ocasiones –como por ejemplo en España tras la ola de incendios forestales del verano pasado– parece que los bosques fueran un enemigo porque arden. Y se habla de limpiar de sotobosque…

El enemigo es el calentamiento global. En España se dio un número loco de incendios forestales no por casualidad, sino por el calentamiento global. Por supuesto esto no afecta solo a España. Luego puede venir Italia y luego Alemania. Hoy, en Europa, los árboles no mueren porque se los tale, mueren derribados por el viento y quemados en incendios. Hace solo unos años registramos en Italia 20 millones de árboles muertos por el viento, algo que era inimaginable antes. Y estos fenómenos extremos son consecuencia del calentamiento global. Los bosques son los únicos que nos van a salvar de ese calentamiento así que debemos multiplicar su superficie muchas, muchas veces.

¿Cómo nos salvan?

Esto es primordial y mucha gente no lo sabe: los bosques son la única cosa que capta CO₂ de la atmósfera. El calentamiento global está producido por los gases de efecto invernadero (sobre todo el CO₂) que atrapa el calor del planeta por lo que, además de dejar de emitir gases, debemos reducir la cantidad de ese CO₂ en la atmósfera que ya es un montón. Lo único que actualmente podemos hacer para quitar CO₂ es captarlo con árboles. Absorben ese gas y de una manera tan eficiente que ninguna otra tecnología puede ni soñar. Por cada euro invertido en plantar, fijamos mil veces más carbono que cualquier otra tecnología.

¿Son la mejor máquina de secuestro de carbono a pesar de todo lo que se habla de nuevas técnicas o desarrollos?

La mejor por mucho. Es que no hay nada ni siquiera similar en el mundo de la tecnología humana.

En este sentido, el último Global Carbon Budget ha calculado que todas las tecnologías humanas juntas absorben en 2025 unos 0,008 millones de toneladas de CO₂, mientras que los bosques están captando más de dos millones de gigatoneladas, es decir, más de 2.000 millones de toneladas.

¿A pesar de esa dimensión gigantesca como captadores de gas, nos dan más servicios para aplacar la crisis climática?

Claro. Los bosques no se quedan ahí, nos ofrecen otros beneficios. Por ejemplo reducen la temperatura. Cuando tenemos un bosque cercano a las ciudades donde pasamos la mayoría de nuestras vidas, la transpiración de agua que producen los árboles rebaja de manera increíble la temperatura.

¿Hasta cuánto?

Los parques o los bosques urbanos la bajan hasta tres o cuatro grados en comparación con sus alrededores. ¿Por qué? Porque al evapotranspirar el agua, las plantas absorben calor, es un principio químico: para transformar agua líquida en vapor necesitan energía así que al hacer ese proceso absorben energía, es decir, calor y hacen que la temperatura caiga.

La secuencia lógica es que, si el calentamiento global hace que las ciudades se vuelvan islas de calor con temperaturas dañinas, tener más plantas en las ciudades es una estrategia ganadora para aliviar esas olas, ¿no?

Y, sin embargo, ninguna ciudad en Europa está haciendo lo necesario que es quitar, al menos, el 20% de la superficie en favor de las plantas. Hay algunas ciudades que están haciendo cosas como Barcelona o Copenhague, pero no es suficiente.

¿Y esa superficie a que se dedicaría?

A transformarlas en bosque porque, si no, no hay espacio suficiente para los árboles necesarios para mitigar la temperatura en las ciudades. Y no solo se trata del calor. Esas plantas también se van a quedar con el exceso de CO₂, ya que el 80% de este gas se produce en las ciudades. Si fuéramos capaces de crear ese gran bosque europeo que absorbiera gran parte del CO₂, supondría una gran ayuda en la lucha climática a una escala planetaria.

Otro de los impactos del cambio climático que en países como España, Italia o Grecia ya estamos padeciendo es la multiplicación y empeoramiento de las sequías y las plantas también pueden echar una mano en esto.

Desde luego. Podemos decir que los bosques generan agua para nosotros. Y esta es una cuestión interesante porque una de las críticas que suelo escuchar cuando hablo de plantar billones de árboles en Europa es que no hay agua suficiente. Y es absolutamente al contrario.

¿Cómo al contrario? ¿No necesitan agua?

Quiero decir que, cuando plantas un gran número de árboles nuevos y les provees de agua durante los primeros tres años de su vida para que crezcan –tres años–, luego ya se convierten en autónomos. Continúan su vida. Son capaces de crear su clima. Eso es lo increíble de los árboles: crean sus propias nubes.

Los bosques son capaces de crear su clima. Eso es lo increíble de los árboles: crean sus propias nubes

Hace unos años hicimos unos estudios muy serios para Arabia Saudí en los que se mostraba que, en lugar de gastar esa cantidad ingente de dinero en proyectos estúpidos como una ciudad alargada en el desierto, deberían reforestar la península arábiga porque, por mucho menos, cambiarían el futuro no solo de su país, sino del mundo. Con la cantidad adecuada de agua, y ellos no tienen problemas para conseguir el agua que necesitan con desalinizadoras, podrían reforestar el país y transformar su clima hasta convertirse en un paraíso tropical. Y absorberían tal cantidad de CO₂ que cambiarían el futuro del planeta.

¿Cuánto depende el futuro de la humanidad de las plantas?

El 100% del futuro de nuestra especie depende de los bosques. Ellas no están en peligro en el sentido de que han vivido 500 millones de años. Los que estamos en peligro, como especie, somos nosotros. La humanidad tiene 300.000 años, pero la invasión a base de la agricultura comenzó hace unos 12.000 años. En solo ese tiempo hemos talado la mitad de los árboles que había. Y en los dos últimos siglos 20.000 millones de árboles. Es una locura. Y si seguimos a este ritmo haremos del planeta una isla de Pascua donde, al acabar con los árboles, se quedaron sin recursos.

¿Qué podemos aprender los humanos de las plantas en cuanto a adaptarnos al cambio climático?

Un montón. Nosotros creemos que somos la única especie inteligente del planeta, pero si la inteligencia consiste en resolver problemas, los humanos no los resolvemos, en realidad lo que hacemos es escapar del problema. Nos alejamos de los problemas, pero estos permanecen. Las plantas no pueden hacer eso. Es imposible así que necesitan resolver verdaderamente las situaciones porque no pueden escapar.

¿Puede ejemplificar?

Las plantas son tan diferentes a nosotros que nos cuesta comprender cómo funcionan, pero hay unos cuantos principios importantes. Uno de ellos es su concepto de comunidad. Las plantas viven en comunidad, no son un individuo único. Cuando entras en un bosque no estás caminando entre un grupo de árboles diferenciados, estás ante un único superorganismo. Cada árbol está relacionado con el otro. Están conectados por redes subterráneas. Y mediante esas redes se comunican y por ellas viajan desde el agua hasta los nutrientes. Todo.

Suena a una especie de altruismo vegetal.

La comunidad de los árboles cuida a cada individuo y sus necesidades sin pedir nada a cambio. Y no lo hacen porque tengan una moral, o sean buenos o por ética. Lo hacen porque es la manera más eficiente de sobrevivir como especie. Así que, lo primero que deberíamos aprender de las plantas es a crear una comunidad sólida.

Así que una de las lecciones sería: estad juntos en lugar de ser salvajemente individuales.

La modernidad trata sobre todo de la individualidad. Sobre personas en singular. Y, con el paso del tiempo, estamos perdiendo una de las cosas más importantes para la supervivencia de la especie que es que la comunidad es lo crucial, no un individuo u otro. Durante mucho tiempo los humanos hemos actuado teniendo en la cabeza el futuro de la humanidad, pero en las últimas décadas eso ha cambiado y los grupos ya no son lo importante. Eso es un gran problema.

Mientras tanto, en la naturaleza prolifera lo contrario.

No hay especies en las que los individuos se imponen a la especie. Por ejemplo, ahora si le proponemos un problema a una inteligencia artificial creada por humanos –con su manera de pensar–, nos devolverá una solución pensada para un individuo y esto es un error. Si buscas una solución para uno solo o buscas una para toda la especie, las respuestas van a ser completamente diferentes. Al apostar por solventar los problemas de un solo individuo ponemos en peligro al colectivo. Y es lo que vemos que está ocurriendo constantemente.

¿Por qué tengo la impresión de que, al final, a la población no le importa demasiado lo que ocurra con las plantas?

No es que no les importe es que no las ven. Se llama ceguera de las plantas y ha sido ya descrito como un fenómeno que nos hace incapaces de comprender cuántas son y lo importantes que resultan para los humanos. Y es un problema porque desemboca en que no sepamos que dependemos de las plantas. No es una exageración: literalmente dependemos de las plantas. Para todo lo que comemos. Para el oxígeno que respiramos. Pero no podemos verlas. Nuestro cerebro no está preparado para captar todo ese verde como un organismo vivo así que lo confundimos con el fondo.

¿Si solo pudiera salvar un ecosistema forestal cuál sería?

Es un dilema imposible. Desde luego sería un bosque primario, es decir, bosque como siempre ha sido, sin intervención humana. Hace 200 años Europa estaba cubierta de bosques templados primarios, pero ahora no queda ni un metro cuadrado. Así que probablemente elegiría la Amazonía por su gran tamaño.

Las plantas nos mandarían un mensaje muy largo y lo primero sería que dejemos de destruir nuestro medio ambiente del que dependemos. Nos dirían: «Dejad de ser estúpidos

Usted ha demostrado la sensibilidad e inteligencia vegetales, ¿puede explicarlo con palabras sencillas?

Pensamos que la inteligencia es la consecuencia de tener cerebro, pero ¿cuánta vida en el planeta tiene cerebro? Si asumimos que todos los animales, eso supondría el 0,3% de la vida. O dicho de otra manera, que el 99,7% de la vida en el planeta es estúpida. Que es una máquina orgánica. Eso es algo imposible para mí. No se puede creer. No existe ni una especie que no se enfrente a problemas que debe solventar. Comer, comunicarse, reproducirse… y es imposible resolver esto sin inteligencia. La nuestra es diferente, obvio, pero no por eso es mejor. Probablemente, no sea la mejor.

Si las plantas pudieran enviarnos un mensaje ¿cuál sería?

Dejad de ser tan estúpidos.

Así de simple…

Seguramente, sería un mensaje muy largo y lo primero que dirían es que dejemos de destruir nuestro medio ambiente del que dependemos. Esa es una singularidad de nuestra especie porque no hay otra, ni planta ni animal, que se dedique a destruir el entorno que necesitan para vivir.

Porque suena a suicidio.

Lo es. Pero es lo que estamos haciendo. Si nos miráramos desde fuera, como si fuéramos un biólogo extraterrestre, diríamos: “Mirad qué estúpidos son. Se consideran la única vida inteligente en el planeta y son los únicos que no comprenden cómo funciona la vida”.

Con todo, ¿es usted optimista o pesimista?

¿Queremos aliviar los incendios forestales? Dejad que los bosques se hagan viejos

Soy optimista en el sentido de que no creo que nuestro cerebro suponga una desventaja sino una gran ventaja, pero somos aún una especie tan joven que utilizamos esta potente herramienta de la peor manera posible. Somos como un niño pequeño al que le das un martillo, que es una herramienta muy útil, y la utiliza para destrozar la habitación. Eso es lo que somos: una especie tan joven que está destrozando su casa con su herramienta que es el cerebro. Pero soy optimista y creo que nos convertiremos en adultos para utilizarla bien. Espero que en un periodo corto, antes de que sea demasiado tarde.

Fuente: https://www.eldiario.es/sociedad/stefano-mancuso-neurobiologo-bosques-son-unicos-salvar-calentamiento-global_128_12764411.html





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